La trinchera femenina de la Corte Suprema
A mediados de este año se conformó por primera vez una sala en la Corte Suprema solo con integrantes mujeres. Un camino que comenzó en 2001 y que ha levantado organizaciones y secretarías, para combatir el hecho de que aunque las mujeres sean mayoría en el Poder Judicial, cuando aumenta la jerarquía, disminuye su presencia.
El 5 de noviembre de 2001, María Antonia Morales juró ante la Corte Suprema y se coronó como la primera ministra mujer en integrar el máximo tribunal del país. El mismo día, Mónica Maldonado asumió el rol de fiscal judicial de la corte. Era un hecho histórico. La cabeza del Poder Judicial se instituyó en 1823, pero ese fue el primer día en que dos mujeres ocuparon estos cargos.
Las más altas autoridades les dieron la bienvenida a Morales y Maldonado. “En una ceremonia histórica a la que asistió el Presidente chileno Ricardo Lagos…, todos los integrantes de la Corte Suprema, el presidente del Senado, Andrés Zaldívar, y el ministro de Justicia, José Antonio Gómez, entre otras autoridades de gobierno”, decía el diario La Estrella de Valparaíso.
La Corte Suprema es el máximo tribunal del país, la cabeza del Poder Judicial y la encargada de fiscalizar a los demás tribunales. Está compuesta por 21 ministros, un fiscal judicial, un secretario, un prosecretario y ocho relatores. Los ministros de la corte son elegidos por el presidente. Es una vuelta larga para llegar ahí. Primero, la Corte Suprema postula una “quina”, que son cinco candidatos. Entre esas opciones el presidente hace su elección, que luego debe ser ratificada por el Senado y, recién ahí, se promulga un decreto con su nombramiento. La primera vez que una mujer apareció en una quina fue Raquel Camposano en el año 1997. La magistrada fue propuesta dos veces por los supremos, pero el Ejecutivo la dejó fuera.
Entre 1823 y 2021 se han nombrado 216 ministros hombres en la Corte Suprema y 11 ministras mujeres.
Fuente: Secretaría Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación
La actual ministra y encargada de los asuntos de género al interior del Poder Judicial, Andrea Muñoz, recuerda que el momento generó un antes y un después. “Ese día hay un cambio. Fue un momento político, importante en el sentido de lograr que las mujeres entraran a un espacio que había estado reservado solamente para los hombres”, explica.
El 2001 no había baños para mujeres en el Palacio de Tribunales y la presencia de ellas incomodaba a algunos magistrados, se reveló después en las encuestas. De todas formas, cuando a la exfiscal Maldonado se le pregunta qué fue lo más difícil de ser la primera fiscal, no menciona temas de género. Para ella, el mayor desafío tuvo que ver con su misión de visibilizar el problema penitenciario, de la rehabilitación y reinserción de los presos. Cree que la demora de la integración femenina se explica “por la cultura de la época, en la cual la mujer no tenía la relevancia que tiene hoy y, además, no se le reconocía su posibilidad de llegar a las posiciones más altas de la sociedad”.
Tuvieron que pasar cinco años más para el próximo nombramiento de una ministra. Entre 1823 y 2021 se han nombrado 216 ministros en la Corte Suprema y 11 ministras. Muñoz dice que el avance en el Poder Judicial ha sido más lento que en otros espacios. “Siguieron presentes elementos culturales que influyen en representar que las mujeres pueden estar en esos cargos de decisión importantes”, agrega. En ese entonces, ella no era parte del Poder Judicial. Tampoco sabía que sería una pieza esencial en la integración de la mujer en el mismo.
Un diagnóstico preocupante
La ministra Muñoz ingresó el 2014 a la Corte Suprema. Había sido abogada integrante los últimos nueve años e ingresó con cupo de abogados externos. A nivel mundial se estaban conformado comisiones de género y Chile tenía que participar. Por eso, apenas llegó se le encargó la materia. Para Muñoz, el primer paso fue hacer un diagnóstico del Poder Judicial.
El Estudio de Diagnóstico sobre la Perspectiva de Género en el Poder Judicial fue publicado en 2015 y sus resultados fueron alarmantes. Una de cada 10 mujeres había visto o experimentado situaciones de acoso sexual, señala. “Eso fue sumamente fuerte”, cuenta la ministra. También, el 44% señaló haber experimentado o presenciado piropos “subidos de tono”. Respecto de los sesgos, el 32% de los encuestados opinó que existen cargos más apropiados para hombres y otros para mujeres. Para Muñoz, esto tiene que ver con que se les asocia a temas de familia y se masculinizan otros, como por ejemplo el área penal. También, se dio cuenta de que a medida que aumenta la jerarquía, disminuye la participación de las mujeres. “Efectivamente, había discriminaciones”, concluye la ministra.
“Con el resultado del diagnóstico se presentaron ante el pleno de la Corte Suprema y el pleno dijo: ‘Oiga, tenemos que tener una oficina que se haga cargo de este tema para que hagamos acciones transversales’”, recuerda la abogada Soledad Granados. El 2017 comenzó a funcionar la Secretaría Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación, que preside Muñoz y de la que Granados es secretaria técnica.
Meses más tarde, el Palacio de Tribunales se repletó de carteles en contra del acoso, videos de una campaña que acusaban que los comentarios y caricias no eran apropiados. “Hubo gente que se sintió muy atacada. Algunas voces dijeron que era mucha gravedad, que ‘ahora ya no puedo ser simpático y saludar a la gente con cariño como antes lo podía hacer’”, cuenta Granados. Desde la secretaría continuaron levantando políticas, campañas, protocolos y capacitaciones para incorporar una perspectiva de género en la institución y en su forma de ejercer la justicia.
En este contexto, apareció un fenómeno clave para la secretaría. Notaron que si bien el Poder Judicial estaba integrado mayoritariamente por mujeres, a medida que los cargos iban aumentando en jerarquía, la representación femenina disminuía. Siendo el último escalón la Suprema.
Entre las barreras para el ascenso asociadas al género, los estudios destacan la tenencia y cuidado de los hijos pequeños, la doble jornada (laboral y familiar) que impacta en el desarrollo de su carrera, y el hecho que las mujeres construirían menos redes de influencia que los hombres, al no pertenecer a ciertos círculos que éstos conforman.
Ministra Andrea Muñoz
Al analizar las ternas o quinas entre 2010 y 2018 para el cargo de ministro o ministra de Corte Suprema, la presencia de mujeres es entre 0 y 1, señala un estudio de la secretaría. “De las 11 cinquenas compuestas, sólo hubo siete mujeres entre un total de 55 personas, alcanzando una proporción del 13%. En cinco oportunidades no hubo mujeres, y el máximo de mujeres en una cinquena fue de dos”, dice.
En una de esas veces la ministra Ángela Vivanco fue elegida. Desde entonces mira la participación de las mujeres y sostiene que a la fecha las cosas son diferentes: “Esa mentalidad cambió muy radicalmente los últimos años, hoy hay mucha más seguridad de la mujer en sí misma y también del colectivo social. Se percibe como más lógico su ascenso, porque hay méritos para ello”. Eso sí, reconoce que la pirámide de participación femenina continúa disminuyendo cuando se acerca a la Suprema.
El favor de las circunstancias
La mañana del 26 de mayo de 2021 comenzó la sesión de la Cuarta Sala de la Corte Suprema por Zoom. Como el ministro Ricardo Blanco no se encontraba, la ministra Gloria Ana Chevesich presidió el encuentro. También participaban las ministras Andrea Muñoz y María Angélica Repetto, y las abogadas integrantes Leonor Etcheberry y María Cristina Gajardo. “Miren, somos puras mujeres”, recuerda Etcheberry que alguien comentó. No fue más que eso, dice. No sabían que por primera vez en dos siglos, una sala del máximo tribunal estaba conformada solo por mujeres.
“Simbólicamente es muy importante”, dice Muñoz. Lo relata como un hito casual, así como también lo fue en febrero cuando presidió la Corte Suprema por un día en reemplazo del presidente Guillermo Silva. En los medios se replicó la noticia que decía que por primera vez el tribunal estaba encabezado por una mujer, aunque fuera como subrogante. “En realidad todos estaban de vacaciones y corrió la lista”, ríe la ministra. Pero ahí, por la reacción, se dio cuenta de lo importante que era ver una mujer en ese lugar, dice. “Como que la gente necesitaba eso y lo celebró, más allá de que todos sabían que era absolutamente circunstancial. Y por lo mismo, ha sido muy positivo que nuestra vocera sea mujer y eso no fue casual”, agrega.
A febrero de 2021, los tribunales inferiores de justicia se encontraban constituidos en un 60% por juezas, mientras que el 40% por jueces, señala la autora de Paridad en el Poder Judicial. Reflexiones en torno a la presencia de mujeres en la Corte Suprema, de Victoria Coñuecar. Por eso se cuestiona que la proporción se invierta cuando se trata de la Suprema, que actualmente está compuesta por ocho mujeres (42,1%) y 11 hombres (57,8%), la brecha de género es de -15,7%. De todas formas, es el número más alto de mujeres que han integrado la Suprema. Y posiciona a Chile sobre la media de 32% de mujeres en el máximo tribunal de justicia en Latinoamérica y el Caribe, según Cepal.
El aumento de ministras en los últimos años, Muñoz cree que es producto de este cambio que experimenta la corte y en paralelo la sociedad. No existe un reglamento ni un sistema de cuotas, dicen desde la secretaría, pero “existe una conciencia general de que las mujeres tienen que ocupar más espacios de poder”, señala la secretaria técnica.
La presidenta de la Asociación de Magistradas Chilenas, Carola Rivas, es más crítica y dice que si bien se ha visto la incorporación de mujeres en las quinas, nunca ha superado el número de hombres. “Y en los seis últimos nombramientos de ministros suplentes del alto tribunal, sólo se ha nombrado a hombres”, agrega. Para Rivas, existe la intención de incorporar a mujeres, pero no se ve en los hechos. “Se sigue invisibilizando a un importante número de ministras con capacidades de sobra para acceder al máximo tribunal”, pero aunque tengan visiones distintas, trabajan juntas, porque comparten su objetivo y celebran cada nombramiento femenino, asegura.
Por eso, todas recuerdan la histórica sesión de la Cuarta Sala. Ese mismo día, María Teresa Letelier fue ratificada por el Senado para sumarse a la Corte Suprema como nueva ministra. Y luego se determinó que sería la primera mujer que integraría la Segunda Sala, que trata materias penales. Nuevamente se hizo noticia. La ministra Muñoz es optimista y piensa que podría esperarse una unanimidad femenina también en la sala penal. Pero sus dichos, por ahora, chocan con la realidad: “A mí me ha tocado estar con mujeres en esa sala, pero nunca más de tres”.
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