Las últimas horas de Jackson en el poder

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La conferencia de prensa del exministro Jackson.

El Presidente y el ahora exministro de Desarrollo Social meditaron la renuncia por días hasta el viernes, cuando el fundador de RD tomó la decisión ante una presión que ya no daba para más. Ahora el gobierno espera, de una vez por todas, retomar el rumbo.


A las 19.15 horas del viernes, Giorgio Jackson salió de la oficina del Presidente Gabriel Boric con los ojos llorosos.

Minutos antes, el entonces ministro de Desarrollo Social había llamado al Mandatario para decirle que lo esperaba en el despacho presidencial. Había tomado quizás la decisión más difícil de su trayectoria política y era sin vuelta atrás: renunciar a su cargo en el gabinete para descomprimir la presión ejercida por la derecha, sector que había anunciado una acusación constitucional en su contra y pedía hace semanas su renuncia.

No era la primera vez que Jackson y Boric -los eternos compañeros de una ruta política que comenzó en la movilización estudiantil de 2011- hablaban esta semana. Lo hicieron varias veces por teléfono luego de que el Partido Republicano anunciara su estrategia para hacerlo caer. Ambos estaban cada vez más convencidos de que la salida del exministro era inevitable, y la única duda que les quedaba era el timing. Por eso, cuando el militante de Revolución Democrática llamó al Presidente -luego de contarle su decisión a su familia y asesores más cercanos-, Boric, quien ya estaba en su casa, se fue de inmediato para La Moneda. Eran las 18.00.

En la conversación, en la que también participó la ministra del Interior, Carolina Tohá (PPD), ambos quedaron muy afectados, pero llegaron a la conclusión de que lo mejor era cortar esto de raíz. Boric le hizo gestos proponiendo algunos cambios a la carta que Jackson ya había escrito para su salida, y que fue difundida después, y definieron que el RD sería el único que hablaría esa noche.

“Doy un paso al costado tras constatar que mi presencia en el gabinete ha sido ocupada por la oposición política como una excusa para no avanzar en los acuerdos que hoy Chile demanda y requiere. Se lo he comunicado al Presidente de esta forma y él así lo entendió”, dijo Jackson desde el set de prensa de La Moneda. El entonces ministro había guardado bajo extrema reserva su decisión y solo la había compartido con sus más cercanos, como el jefe de asesores, Miguel Crispi (RD) -quien fue clave en la maduración del proceso-, y la ministra de la Mujer, Antonia Orellana (Convergencia Social). El resto no estaba informado: incluso tenía confirmada una actividad para este domingo -a propósito de los 100 días de los Juegos Parapanamericanos- que durante este sábado debió cancelar.

Pero con su círculo íntimo la meditación llevaba días. Molesto, cansado y frustrado por convertirse -injustamente, según él- en la imagen del lío de platas entre el Estado y fundaciones por ser el líder indiscutido de RD, Jackson decidió dar un paso al costado y anunciar que evaluará interponer denuncias en contra de quienes lo han acusado derechamente de “robar” y de “liderar el mecanismo para hacerlo”.

Jackson había partido su día temprano. En la mañana estuvo en su oficina de La Moneda, donde tuvo que escabullirse varias veces de las cámaras que lo perseguían ante cualquier movimiento. Viajó pasadas las 10.30 a Rancagua, a una actividad con juventudes que apoyaron las emergencias. Luego volvió a Palacio y se metió en una reunión del Consejo de Sustentabilidad. Esa sería su última actividad oficial como ministro.

Para el Presidente, la salida de Jackson, uno de sus mejores amigos, artífice del diseño inicial del gobierno y con quien ha forjado una estrecha relación política, fue una decisión muy compleja, pero también era una reflexión cada vez más urgente y necesaria. Así se los manifestó a sus colaboradores más estrechos del gabinete los días antes a la renuncia del ministro. Lo más difícil de todo era la forma: en La Moneda están convencidos de la inocencia del exdiputado RD, pese a las fuertes acusaciones de la oposición, y no querían que su renuncia pareciera una sentencia de culpabilidad de la que difícilmente podrá sacudirse en el futuro. Tampoco querían darle el triunfo a la derecha. Pero la presión era incontrolable. Mantenerlo era también mantener las reformas en pausa por tiempo indeterminado.

En los últimos días, el Mandatario inició un proceso de reflexión e introspección, en el que estaba cada vez más convencido de que la salida de Jackson, a la que se resistió en varias ocasiones, era tan dolorosa como ineludible. No fue casualidad que el jueves a las 15 horas abandonara La Moneda para ir a teletrabajar a su casa. Según quienes han podido conversar con él, el Jefe de Estado en ese proceso llegó al convencimiento de que debía hacer un ajuste en sus equipos para sortear esta primera etapa de la crisis. Qué hacer con Jackson, como siempre, era la pregunta más compleja. Y el ministro decidió resolverla.

El vínculo

La mañana del 20 de julio el Presidente quedó disconforme. Mientras estaba en su gira en Europa se enteró de que el ministro se había referido por primera vez al robo de los 23 computadores y una caja fuerte de Desarrollo Social.

“No parecieran ser sólo constitutivos del delito de robo, sino que también relativos a una señal política”, dijo Jackson, quien calificó que lo que había pasado la noche anterior era “sospechoso”. Esa estrategia comunicacional, que fue coordinada junto al director de la Secom, Pablo Paredes, y su asesor externo, Juan Carvajal, no le gustó al Mandatario.

Ese mismo jueves Boric le transmitió a sus cercanos que no le gustaron las palabras de Jackson, la idea de caer en conspiraciones no parecía ser la línea correcta.

El gabinete del exministro, por su parte, notificó al equipo del Presidente de su malestar con la subsecretaria de Servicios Sociales, Francisca Perales -militante de Convergencia Social y cercana a Boric-, quien formalmente era la encargada de los temas administrativos del edificio donde ocurrió el robo y no avisó al equipo de Jackson apenas se enteró de la escena de los computadores.

De todas maneras, el escándalo no perjudicó la relación ni la frecuencia de las conversaciones entre el Mandatario y Jackson.

El exministro ya le había repetido a Boric en varias ocasiones que estaba dispuesto a salir si es que así lo determinaba, que se sintiera libre en tomar la decisión. Así se lo manifestó antes de cada cambio de gabinete, pero el Mandatario no estaba completamente convencido.

La relación entre ambos en el último tiempo cambió. Pese a que mantenían los canales de comunicación por su relación cercana, en La Moneda dicen que la influencia política del exministro era cada día menor en las definiciones relevantes.

La amistad la mantienen, lo que no quita que a Boric le hayan molestado las conductas del exministro en algunas oportunidades. Una de ellas en la celebración del Año Nuevo pasado, cuando a días de que el Mandatario otorgara los polémicos indultos a 13 privados de libertad, Jackson subiera a sus redes sociales una imagen de su celebración junto a su pareja, la escritora Camila Gutiérrez.

Por ello, el foco que intentaba imponer el exministro estaba en su gestión ministerial fuera de las definiciones políticas y menos involucrarse en la débil situación de su partido. Pero no fue fácil. El mejor ejemplo de ello es el limitado despliegue comunicacional del ingeniero ante los resultados de la encuesta Casen, positivos según el gobierno por la disminución de la pobreza. Ante cualquier aparición pública del exdiputado, las consultas tenían que ver con su responsabilidad política, su continuidad en el cargo y el devenir de su partido, casi nunca de su rol en Desarrollo Social.

El diseño

La tarde del viernes 4 de agosto el Mandatario fue el anfitrión de una jornada de trabajo junto a los ministros del comité político -Carolina Tohá, Álvaro Elizalde, Camila Vallejo, Jeannette Jara, Mario Marcel y Antonia Orellana- en el palacio presidencial de Cerro Castillo, en Viña del Mar.

El invitado de honor fue el ministro Luis Cordero y el parrillero, como es costumbre, el Presidente.

El objetivo era analizar el momento político por la crisis del lío de platas entre el Estado y fundaciones, y el frágil pasar de su gabinete, con el ministro Jackson como foco principal.

Luego la conversación cambió el tono, se prendió la parrilla y se sumó el ministro de Justicia.

La jornada se extendió y Boric durmió ahí. Había mucho de qué conversar y meditar por la crisis que los sacude. Si bien no todos compartieron la misma fórmula, sí coincidieron en que había que buscar una salida cuanto antes ante un escándalo que los ha tenido 58 días bajo presión y que ha dejado a La Moneda inmovilizada ante irregularidades nuevas que aparecen cada semana y renuncias de autoridades a goteo.

Los ministros analizaron varias posibilidades y diseños, entre ellas la de un ajuste ministerial más grande -lo que no está descartado para las próximas semanas-, que le diera inicio a una nueva etapa con tres prioridades por delante: la reforma previsional, el nuevo pacto fiscal y la reforma a la salud. Lo que no estaba claro era cuándo. En el Segundo Piso había quienes insistían en que había que “pasar agosto” y evaluar después, pero también algunos -más vinculados al Socialismo Democrático- promovían los cambios urgentes, para no empañar la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado y las discusiones sobre las reformas.

Pero la última semana, en cosa de días, el escenario empeoró aún más y la reflexión se agilizó. La tarde del martes el Partido Republicano, en un impulso que no estaba previsto por el gobierno, anunció que el lunes presentaría una segunda acusación constitucional contra Jackson (en enero se salvó de la primera con mucho esfuerzo) y distintas bancadas no tardaron en respaldar la jugada: lo hicieron la UDI, RN, Evópoli y algunos Demócratas. También parlamentarios oficialistas en sus conversaciones internas plantearon sus dudas y aumentaron la tensión.

Ante la presión, que sólo crecía, el comité político meditó bastante. No eran pocos los ministros que ya habían manifestado la convicción de que el fundador de RD se transformó en una piedra en el zapato para el gobierno en su conjunto y advirtieron que era imposible retomar la agenda, porque en cada actividad en la que participaban les preguntaban por el ministro.

Camila Vallejo era la más firme en la tesis de que “cortar cabezas” no era la mejor alternativa en este momento. Primero, porque sólo hacía crecer la sensación de fragilidad del gobierno ante la derecha y, segundo, porque planteaba que el militante de RD es un pilar en el proyecto político que llevó a Boric a La Moneda y que su salida era una señal de debilidad.

El Mandatario también compartía algunos de los argumentos de la vocera, más allá de la determinación de Jackson. Y por ello es que a sus cercanos les repetía:

“No quiero que esto se transforme en una sangría”.

Insostenible

El miércoles 9 de agosto el ministro Álvaro Elizalde (PS) y su subsecretaria, Macarena Lobos, se reunieron a almorzar junto a la bancada de diputados del PPD. Había pasado un día desde el anuncio del Partido Republicano.

“Ministro, nosotros también creemos que la continuidad del ministro Jackson es insostenible”, planteó en la mesa el diputado Jaime Araya (independiente PPD), el mismo parlamentario que en agosto del año pasado le compró a RD un pony de juguete -que todavía guarda en su oficina en el piso 7- “para que se bajara del pony”.

Sus pares coincidieron y así también se lo hicieron saber a cada ministro del comité político que ponía un pie en el Congreso. Pero no fueron los únicos, porque desde el resto del Socialismo Democrático, y también desde algunos sectores de Apruebo Dignidad, incluidos integrantes del Frente Amplio, plantearon que el gobierno debía actuar con celeridad.

No era primera vez que los parlamentarios pedían la salida de Jackson, quien debió moverse de la Segpres en septiembre del año pasado -y perder su lugar en el comité político- precisamente por su mala relación con el Congreso, que se originó en sus dos períodos como diputado y que alcanzó su máxima tensión cuando, hace un poco más de un año, el ahora exministro aseguró que su “escala de valores era diferente a la generación que lo antecedió”.

El listado de polémicas de Jackson en el Parlamento es largo. Antes también se había enfrentado al Senado, al ser visto como uno de los precursores del “unicameralismo asimétrico” que proponía la fracasada Convención Constitucional y que buscaba eliminar la Cámara Alta.

Por ello, entre otros motivos, es que los congresistas les insistían a los ministros del comité político la inquietud de remover a Jackson cuanto antes. Pero no eran los únicos, porque también se sumaron los presidentes de los partidos oficialistas, como Natalia Piergentili y su más probable sucesor, el senador Jaime Quintana (PPD), Leonardo Cubillos (Partido Radical), Juan Carlos Urzúa (Partido Liberal) y Flavia Torrealba (Federación Regionalista Verde Social), quienes incluso dieron señales públicas. Mientras que en Apruebo Dignidad la defensa se escuchaba más en público que en el ámbito privado, donde ya varios habían reconocido que la salida del RD era inminente.

Lo que no evitó que en el Frente Amplio les sorprendiera la decisión. Incluso, los compañeros de militancia de Jackson, como el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, no sabían de su renuncia.

“Es injusto, sé lo que es estar en tu lugar”, le había dicho días antes el profesor, quien se salvó hace un mes de una acusación constitucional. Antes de que se anunciara la salida entre los ministros del Frente Amplio habían sugerido la idea de reunirse con Jackson fuera de horario laboral para darle apoyo, pero no alcanzaron a definir una fecha.

La noche del viernes los ministros, parlamentarios y militantes del Frente Amplio fueron a apoyarlo tras su anuncio a la sede de Convergencia Social y RD.

El Mandatario minutos antes había subido a Instagram una foto de un abrazo entre ambos del 21 de diciembre de 2021, cuando ganaron la elección. No emitió palabras en esa publicación. Pero antes había escrito en su cuenta de Twitter: “Chile y los habitantes de nuestra patria están primero. Acepto la renuncia de Giorgio Jackson como un gesto de generosidad que ayude a mejorar el clima político y avanzar en las reformas. Como dijo el mismo Giorgio, la gente está cansada de peleas. Es hora de ponerse de acuerdo”.

En paralelo, Jackson tuvo una cena con su equipo, en la casa de uno de sus asesores más cercanos. Estuvieron los ministros del comité político Carolina Tohá, Mario Marcel, Álvaro Elizalde y Antonia Orellana.

La ministra Camila Vallejo no pudo asistir, porque está con días administrativos.

El Mandatario tampoco llegó.

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