Arturo Vidal tenía que ser el principal referente de la Selección en el partido ante Argentina. Aunque su participación en la recta final de la Serie A, en la que terminó consiguiendo el título con el Inter de Milán, fue irregular, para Martín Lasarte y sus compañeros en la Roja era un jugador fundamental. Sin embargo, no estuvo en Santiago del Estero. El partido lo tuvo que seguir desde Chile, donde se recupera de coronavirus, la enfermedad que contrajo en su estadía en el país y que, nuevamente, lo puso en el centro del debate y de las críticas.
El Rey no conoce términos medios. O se le ama o se le odia. O se le ensalza por indiscutibles méritos deportivos o se pasa al otro extremo por los errores que comete en su vida privada y que, en este caso, como en otros anteriores, terminan repercutiendo en su carrera. Ahora, por ejemplo, se le apunta por su excesivo relajo cuando debía someterse a una rutina más cautelosa, ante el evidente riesgo de infectarse de Covid-19. Vidal realizó un gesto ostensible en el sentido de entender la magnitud de la pandemia y recibió la primera dosis de la vacuna. Sin embargo, vulnerando los protocolos sanitarios y aprovechando las prerrogativas por su condición de deportista para desplazarse en cuarentena, también salió un par de veces a comer con amigos y se le vio disfrutando de su otra pasión: la hípica. El lunes se certifica que padece la enfermedad, combinada con un cuadro de amigdalitis severa. Vidal está internado. Estalla todo. Las horas y los días siguientes son igual de convulsionados. Mientras la Roja se desplaza hacia Argentina, para medirse con la Albiceleste sin su principal figura, la Seremi de Salud anuncia la apertura de un sumario sanitario en su contra. La multa puede llegar a los $ 50 millones.
“Arturo, siendo un gran jugador, falla en cosas que son importantes. Siempre que viene a Chile, aunque tenga ganas de ver a los amigos, debe saber que hay cosas más importantes. A Arturo le ha costado entenderlo. No sé por qué. A estas alturas, su responsabilidad es doblemente grande. Yo creo que él no lo piensa. Si lo pensara, no lo haría. Se deja llevar por el cariño, por la invitación. La inteligencia está en saber lo que no se puede hacer. El tiene que ser capaz de negarse, aunque tampoco le quiero cortar la cabeza”, analiza José Sulantay, quien lo dirigió en el Mundial de Canadá en 2007, el hito que marca la gestación de la Generación Dorada.
Convivir con el exceso
Desde la sicología deportiva intentan buscarle una explicación a su conducta. Hay una palabra en el análisis que en un contexto general provocaría urticaria, pero que desde la ciencia ayuda a entender el comportamiento del ex mediocampista del Barcelona y el Bayern Múnich. “Un deportista competitivo tiene que saber siempre convivir con los excesos. De cuidado, de entrenamiento. Pero el exceso tiene un extremo que puede ser negativo. Ahí necesita apoyo. Su vida de excesos le permitió llegar al Barcelona, al Bayern y, ahora, al Inter. En la parte negativa, los deportistas de elite son excesivos en los carretes, en comprarse diez autos que no van a ocupar. Fue el exceso el que les permitió llegar a ser deportistas competitivos. Algunos no lo aguantan. Köbrich se levanta a las cuatro de la mañana para poder entrenar y es un exceso, pero no tiene problemas con el otro extremo. Vidal nos va a seguir sorprendiendo con cosas excesivas, como fue jugar un Mundial recién operado. Y también con otros excesos, como éste”, explica Alexi Ponce, director de Go Focus. “En la parte negativa, los deportistas de elite son excesivos en los carretes, en comprarse diez autos que no van a ocupar. Y en situaciones como esta. El tipo entrena en exceso y después carretea, también en exceso. Es un concepto que está presente en la vida deportiva. Lo importante es determinar cuándo es beneficioso y cuando es perjudicial. Y ahí, seguramente, acusa algunas carencias de formación, de comprender las consecuencias de sus actos. Eso, muchas veces, hace que los deportistas tomen decisiones equivocadas. Porque van para adelante siempre, pero ¿dónde les pones el punto de equilibrio?”, añade.
El profesional, sin embargo, repara en un detalle. “¿Por qué les pedimos más de lo que están preparados para dar? A Vidal le exigimos que nos haga reír, disfrutar, pero, además, que sea un ejemplo de vida y hasta le discutimos una eventual posición política. Vidal choca un Ferrari y sale en todos lados, pero, a la misma hora, hubo muchos choques más, de tipos más preparados que él, y nadie dice nada”, cuestiona.
Sulantay le recomienda mayor prudencia. “Me duele porque se perjudica él, a sus compañeros y a su imagen. Él es público, que tiene cosas preciosas, pero debe manejarse con mucho cuidado. Espero que recapacite, se recupere y esté en todos los partidos que le quedan a la Selección de aquí para adelante. El fútbol se acaba. Es como una planta, que crece, pero después muere. Por eso Arturo debe aprovechar el tiempo que le queda”.
Un entorno que lo defiende
En el entorno de Vidal, en todo caso, la defensa es a ultranza. Culpan derechamente al periodismo por crearle una imagen de villano. “Hay algo que ayuda y que hace mucho daño, que es la prensa. Es el trabajo de la prensa, también, pero la gente lee un titular y cree que ese es el personaje y, la verdad, es que leer un titular te demoras cuatro segundos en leerlo. Una historia de Instagram son 15 segundos. Esa no es la vida de un famoso, de un deportista, ni de nadie. Esos son 15 segundos. Si sumas 10 historias, son 150 segundos, dos minutos y medio. Esa no es la vida de nadie. Dentro de 24 horas, dos minutos y medio no es nada. La realidad nuestra, que convivimos permanentemente con él, es otra cosa. Es un tipo tremendamente profesional, responsable, con un compromiso frente a sus instituciones, a sus empleadores, del ciento por ciento”, decía, hace una semana, en El Deportivo, Juan Ramírez, el preparador físico personal del volante. Por esos días, ni siquiera se sospechaba de lo que pasaría. Vidal, acompañado por su núcleo familiar más cercano, recién había arribado a Pudahuel.
“Son 15, 20 ó 30 minutos de un día que dura 24 horas. Y la gente dice ‘este tipo no se cuida’. Esa no es la realidad. Es la realidad frente a algo que ven o que escuchan y que dura muy poco. El día es mucho más prolongado y, si me voy a eso, puedo decir que estoy frente a un deportista que se cuida, que no está de casualidad durante tantos años en el lugar que está, por cosas del destino. Está ahí porque se prepara y se dispone para ser un protagonista”, sentencia el profesional.