Madre por error: la historia de la primera denunciante del anticonceptivo Marilow
Génesis Germain no quería tener un hijo aún. Para eso tomaba un fármaco diariamente. El problema, dice, es que la pastilla falló. Ella, una universitaria de 22 años, sería la primera víctima de un nuevo caso de anticonceptivos defectuosos. Hoy, con pocas certezas, además de su embarazo, tiene que rearmar su vida.
Al igual que cada mes, Génesis Germain (22) esperaba a Javier Garrido (25), su pareja, en el Mall Plaza Los Dominicos. Eran los primeros días de febrero de este año. Ella venía de un salón de belleza en La Reina, en el que trabajó durante el verano, y él de su práctica como médico en formación en el Hospital Padre Hurtado. Eran las 18.00, entraron a la farmacia Cruz Verde, en el piso -1 del lugar, y compraron una caja de sus anticonceptivos: pastillas Marilow. Luego, subieron al primer piso para tomar un helado en Bianco Latte como era tradición. Nada, hasta el momento, salía de lo habitual.
Germain tomaba anticonceptivos desde los 16 años. Su ginecólogo de entonces se los recetó debido a que padece síndrome de ovario poliquístico. Cuando cumplió 18, a sus razones para tomarlos se sumó el comienzo de su relación con Garrido. Al consultar a su médico y explicarle lo importante que era para ella protegerse de un posible embarazo, este le dijo que continuase con el mismo sistema.
Nacida en Santiago, pero criada en Limache, Germain vive junto a sus padres y dos de sus cuatro hermanos en la Región de Valparaíso. Cursa cuarto año de Derecho en la Universidad Santo Tomás, en el Campus de Viña del Mar, y jamás ha reprobado un ramo. Después de su trabajo de verano y cuando comenzó un nuevo semestre universitario regresó a su casa e incició su práctica profesional en la cárcel de Valparaíso a principios de abril. Terminada, tenía otro proyecto: postuló a una beca en España para especializarse.
“Soy muy metodológica para mis cosas”, asegura Germain, mientras explica que todos los días, a las 22.00, le sonaba una alarma que le recordaba tomar su pastilla. Las guardaba en un cosmetiquero para que estuvieran siempre en un lugar seco y en buenas condiciones.
Ella mantenía un período ordenado, de 28 días, pero los primeros días de mayo eso cambió. “Por primera vez en estos largos seis años no me bajó”, dice. Pasaron tres semanas y las dudas solo iban en aumento, por lo que, junto con su pareja, decidieron realizar un test de embarazo. En ese momento Germain se quedaba en la casa de Garrido, en Las Condes. A las 21.30 del sábado 27 de mayo se subieron rápidamente al auto y se dirigieron a la farmacia Cruz Verde en el Mall Plaza Los Dominicos, donde compraron un test y volvieron. A las 22.00 leían atentamente las instrucciones para evitar cualquier error, era primera vez que se realizaba uno. Germain entró sola al baño para hacerse el test y a los 20 segundos salió confundida: había dado positivo. Ella y Garrido, en estado de shock, llegaron a la conclusión de que había sido un error y se fueron a dormir. Esa noche fue larga, recuerda.
Cuando Germain despertó, a la mañana siguiente, tenía claro eso que no quería aceptar: estaba embarazada. Cuenta que su pololo le dijo que pidieran una hora para realizar una ecografía. Ingresaron a la página web de Red Salud y la primera hora disponible la tenía la doctora María Ignacia Ríos. No la conocían, pero necesitaban salir de la duda. El lunes 29 de mayo fueron a Red Salud del Parque Arauco, entraron a la sala y la doctora les explicó que si un test marcaba positivo era muy difícil que estuviera equivocado. Aun así, quedaba un 1% de esperanza. Hicieron pasar a Germain sola a la sala donde le realizaron la ecografía. Ahí la ginecóloga le dijo: “Felicidades, esta es tu guagüita”.
Llevaba siete semanas y seis días de embarazo.
“Me sentí miserablemente culpable, porque yo había consumido bebidas alcohólicas, tomado pastillas anticonceptivas. Había hecho toda mi vida con normalidad y en este momento mi vida como practicante judicial es muy estresante. A veces iba a mi práctica, no desayunaba, no almorzaba y comía recién en la noche. Yo dije: si a este niño le pasa algo es netamente mi culpa, porque yo no tomé ninguna precaución. Si yo hubiese sabido, hubiera sido diligente a la hora de cuidarlo”.
Eso no era lo único que le dolía, cuenta Germain ahora, mientras toca su estómago.
“Me quitaron la oportunidad de decidir cuándo iba a tener un hijo”.
“No era mi culpa”
Marilow es un anticonceptivo oral del Laboratorio Recalcine, que fue comprado en 2014 por Abbott, una de las empresas farmacéuticas más grandes de América Latina. Es un fármaco importado y que sólo se comercializa en el sistema privado de salud, dado que son hormonas de última generación. Por esta misma razón, no tiene bioequivalente y su precio está en torno a los $ 20.000. El 27 de junio, Marilow se autodenunció, de forma voluntaria, al Instituto de Salud Pública. A través de un comunicado, ese mismo día, el ISP informó el retiro del mercado de estos anticonceptivos debido a que se habría reconocido una disminución de la potencia de sus principios activos. Es decir, existían pastillas defectuosas. En el documento aparecía un listado de siete lotes de Marilow que correspondían a los afectados.
Génesis Germain estaba en su casa en Limache leyendo las noticias en su computador cuando se enteró. Vio que Canal 13 informaba sobre el retiro del mercado de las pastillas y la alerta que encendió el ISP por posible falla. Rápidamente fue al cajón de su clóset y encontró las últimas dos cajas de anticonceptivos que había tomado durante marzo y abril: ambas coincidían con el número de lote de uno de los mencionados (H220869). Sintió un alivio parcial. “No había sido mi culpa. En ese momento entendí por qué me había quedado embarazada”, dice.
Aún no le contaban a nadie la noticia de su embarazo, además de su pareja. Pero eso cambió al ver el comunicado. Entre rabia y llanto llamó a Garrido, quien estaba en su casa en Santiago, y le contó lo que había visto. Ambos tomaron la decisión de contarles a sus familias lo que pasaba. Sabían que no iba a ser un anuncio fácil de digerir.
Nadia Neira (44), madre de Germain, asegura que “es cierto que tiene todo nuestro apoyo, pero para mí fue un balde de agua fría. Porque finalmente yo no esperaba que Génesis quedara embarazada. Me hubiera gustado que hubiera sido planificado y cuando ella quisiera, en otras condiciones”.
Luego de dar a conocer la noticia a sus familias, ese mismo 28 de junio, Germain ingresó a la página web del Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) y estampó un reclamo contra el Laboratorio Recalcine S.A. La denuncia busca como solución una indemnización de perjuicios, lo que implica el pago de un monto de dinero para compensar los daños que genera el incumplimiento del servicio prometido.
“Lloraba porque no quería ser mamá tan joven, sentía que era irresponsable. Estaba enojada con el laboratorio, porque también sabía que no era mi culpa, ellos fueron los que no cumplieron contractualmente. Uno compra la pastilla y la compra para que funcione. Y en este caso no funcionó. Ellos como empresa me vulneraron como consumidora”, confiesa Germain.
Un problema sin solución
Desde 2020 el ISP ha recibido denuncias por sospecha de fallas en dos tipos anticonceptivos: Anulette CD y Ciclomex 20 CD. En otros cuatro casos, relacionados a los medicamentos Minigest-15, Minigest-20, Serenata y Marilow, dicen en la institución, ”los titulares de los registros sanitarios detectaron internamente una falla de calidad y adoptaron las medidas correspondientes, entre las que destaca el retiro voluntario del mercado”. Según explica Jorge Cienfuegos, presidente del Colegio de Químicos y Farmacéuticos, “este fenómeno no ocurre en otros países. Ni la FDA (Estados Unidos), ni la EMA (Unión Europea), ni Anvisa (Brasil) han tenido retiros de mercado de este tipo de medicamentos. Entonces no es un tema internacional o transversal, lo que nos hace sospechar sobre la calidad de los productos que se entregan”.
En la misma línea, Macarena Filún, encargada del Departamento de Género del Colegio Farmacéutico, asegura que “este tema dejó de ser algo puntual, como señaló en algún momento el ISP”.
Sin embargo, según la Agencia Nacional de Medicamentos (Anamed) del Instituto de Salud Pública, durante los últimos años la regulación farmacéutica “ha aumentado las exigencias para garantizar la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos que se importan y elaboran en el país. Estos nuevos requerimientos conlleva la necesidad de orientar las inspecciones de rutina en el control de los mismos. A mayor número y profundidad de las acciones inspectivas, es mayor la probabilidad de detectar fallas”.
Desde la Corporación Miles, organización que defiende y promueve los derechos reproductivos de las personas, aseguran que el problema es aún más grave. Javiera Canales, directora de la corporación, dice que “se necesitan mayores facultades para la farmacovigilancia y la creación de una trazabilidad en la entrega de los medicamentos. Hoy, la mayor falencia que nosotras vemos es que no se sabe a quién se le entregó el medicamento que está fallido y depende de la usuaria enterarse de la falla del laboratorio”. A estas declaraciones se suman las del ISP: “el sistema nacional de farmacovigilancia, que colecta información sobre reacciones adversas a medicamentos, recibe el reporte voluntario de fallas terapéuticas. A diferencia de las reacciones adversas, la normativa vigente no mandata su notificación. Por lo tanto, no es posible conocer el número de personas afectadas de manera directa. El conocimiento que tiene el ISP, ha sido tomado a través de fuentes externas”.
Dada esta situación, el 18 de mayo de 2022, la entonces ministra de Salud, María Begoña Yarza; la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, y el en ese momento subsecretario de Salud Pública, Cristóbal Cuadrado, anunciaron una agenda creada entre ambos ministerios con nuevas medidas para prevenir fallas en la fabricación, comercialización y entrega de pastillas anticonceptivas. Según dicen desde el Colegio Farmacéutico, la agenda jamás avanzó.
Fue justamente la Corporación Miles quien asesoró a las víctimas del caso Anulette en el año 2020. En ese momento, 236 mujeres quedaron embarazadas por la falla del anticonceptivo, la misma situación que atraviesa hoy Génesis Germain. Desde el Ministerio de Salud aseguran que producto de esta denuncia, Anulette ya no es adquirido por CENABAST. Ella seguía a Miles a través de redes sociales, conocía el trabajo que habían hecho, por lo que decidió entrar a la página web y rellenar el formulario de contacto. Un par de días después recibió un mail de Sebastián Vergara, el abogado que le designaron para su causa. Su expectativa es que más denunciantes contra la pastilla aparezcan y así interponer una demanda colectiva. Algún sustento tienen: desde el Sernac informan que sólo este año han recibido 19 reclamos relacionados a Marilow.
Consultados, el Laboratorio Recalcine, hoy perteneciente a Abbott, no quiso dar una entrevista sobre este tema.
Durante esas semanas de incertidumbre, Germain pensó en qué alternativas tenía.
“En Chile no existe la opción de abortar. Si uno quisiera hacerlo es un delito grave. Entonces yo dije: me condenan por un delito y pierdo mi carrera. Los abogados no pueden titularse si han sido condenados. Yo creo que ninguna persona se quiere someter a esta situación de estrés, de ilegalidad, de clandestinidad, de saber que en el evento de que salga mal y tu salud peligre, vas a someterte a un juicio penal”.
Por lo mismo, Germain nunca consideró esto como una opción. Aunque sí se imaginó el escenario. En tanto, Garrido explica que sí habían conversado la posibilidad de tener familia en un futuro. Pero que, con la falla del fármaco, “se nos adelantaron los planes”.
La primera buena noticia que Germain y Garrido recibieron fue este martes. En un control con la doctora Ríos les informaron que la guagua venía sana. Para ambos fue “un alivio” durante estas semanas en que han tenido que repensar sus vidas. Ambos, por lo pronto, están decididos a no dejar botados sus estudios, aunque Germian al menos tendrá que posponer su beca en España. Aún no saben qué harán en enero del próximo año, para cuando está proyectado el parto, tampoco si algún día le contaran a su hijo o hija las circunstancias en las que se dio su nacimiento. Lo que sí tienen claro es que la guagua nacerá en Santiago.
En toda esa logística y apoyo familiar, también convive la rabia de asumir un embarazo no planificado. Lo sabe Gerardo Germain (61), padre de Génesis: “uno tiene que apoyar a los hijos, pero es evidente que esto trae un trastorno importante para ellos, porque todavía son cabros chicos”.
En medio de todas esas preguntas que aún debe resolver, Génesis Germain sí tiene una certeza: “jamás volvería a tomar Marilow”.
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