“Nunca habrá un texto con el cual usted esté 100% de acuerdo”, previene Manuel Antonio Garretón, premio nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2007 y académico de Sociología en la U. de Chile. Pero para eso “está el juego de mayorías”. Y lo que está en juego hoy, agrega, son dos textos: el de la Constitución vigente y el que propuso la CC. “Todo el resto son elucubraciones o justificaciones para evadir el dilema que enfrenta la sociedad chilena: mantener una forma de organización y de vida generada por una Constitución deslegitimada, o buscar nuevos horizontes que cambian, en forma democrática, los principios en que se ha asentado hasta ahora el Estado”.

¿Cuál es el principal nudo que se desata, a su juicio, de triunfar el Apruebo?

La inexistencia de una Constitución legítima, o bien la existencia de una Constitución en crisis absoluta de legitimidad, así declarada por todos los sectores. Lo que hace la opción Apruebo, al ganar, es establecer una nueva Constitución, legítima, donde la política no es solo el juego de las élites de poder en el cual los partidos políticos juegan un rol relativamente excluyente, sino un proceso permanente de diálogo, de movilización, de representación, de discusión, en el marco de instituciones que cuentan con legitimidad para ello.

Si gana el Apruebo, el origen y el contenido aprobados son enteramente legítimos, y eso le abre un horizonte al país de nuevos principios en los cuales basar su convivencia y al cual los actores del sistema político deberán atenerse. También se genera un horizonte de transformaciones demandadas desde hace largo tiempo por la ciudadanía, resolviendo, además, deudas históricas de la sociedad chilena.

¿Qué implica un triunfo del Rechazo?

La opción del Rechazo deja en pie, dígase lo que se diga, la Constitución vigente, que provocó de alguna manera la crisis que culminó con el estallido. La derecha dura, que instaló la idea del Rechazo desde el primer momento, ha sido capaz, a través de los medios de comunicación y de las élites del poder que ha ido cooptando, de liderar una opción que deja al país en una situación de completa incertidumbre. De hecho, esto reproduce algo trágico de la historia chilena: la capacidad de la derecha y de las élites de poder, usando por ejemplo las banderas de la centroizquierda, de imponer su propia estrategia. Eso lo vivimos trágicamente hace 50 años y, a mi juicio, eso es lo que no han entendido los sectores de centro que están por el Rechazo: que están supeditados a la estrategia y a la voluntad de la derecha en el caso de que gane su opción.

¿Suscribe lo de iniciar, en ese caso, un nuevo proceso constituyente?

De ganar el Rechazo, no hay otra alternativa democrática que un nuevo proceso constituyente. Una de las propuestas que emerge en algunos sectores es que haya comités de expertos, o que intervengan del Congreso y el comité de expertos, con alguna representación ciudadana, lo que, a mi juicio, significa ir en contra de todo el proceso. El Rechazo puede entenderse como rechazo al texto, por lo cual siguen vigentes los porcentajes que dijeron [en octubre de 2020] nueva Constitución y Convención elegida por la ciudadanía. Por lo tanto, habría que iniciar un nuevo proceso que no podrá diferir mucho de este.

Ahora, el Rechazo, como ellos mismos dicen, es diverso. Entonces, el punto es qué sentido va a predominar. ¿Cuál es el que se mantiene en la lógica más coherente? El Rechazo a cualquier proceso, a cualquiera nueva Constitución, y en el caso de ganar, va a estar enteramente dividido. Si gana el Rechazo, lo que se va a imponer, por ejemplo en el Congreso, va a ser la tesis de la derecha. Y no hay posibilidad de que la posición de centro tenga algún liderazgo ahí.

Se han ido anticipando modificaciones de lado y lado. ¿Cómo ve el acuerdo de los partidos oficialistas que se dio a conocer el jueves?

Creo que hay una diferencia radical entre las propuestas de modificación del mundo del Rechazo y las propuestas y los acuerdos que se están tomando en torno al Apruebo. En las primeras, de lo que se trata es de reformar la actual Constitución, lo que es muy grave, porque significa que se mantiene la Constitución deslegitimada. Y la clase política, los partidos, que tienen un problema enorme de legitimidad (aunque deben ser fortalecidos, y esa es una de las debilidades de la propuesta actual), se entregan a sí mismos el poder de reformar la actual Constitución. En cambio, la propuesta de correcciones que hacen los partidos del Apruebo ayuda a dilucidar aquellos aspectos en que la opinión pública no tiene claridad o donde necesita precisiones. Entonces, si hay que hacer cambios, estos se verán en la política, una vez que gane el Apruebo.

Pienso que el acuerdo del jueves es sumamente positivo y un gran aporte a la democracia. Puedo estar en desacuerdo con alguno de sus puntos, pero igual voy a votar Apruebo. Además, en caso de ganar el Apruebo, las modificaciones sustantivas que se quieran hacer, se harán sobre un texto que vuelve a la ciudadanía. Las reformas que propone el Rechazo, en cambio, no pasarían por un plebiscito, aunque digan que lo harán: no está en ningún texto. El Rechazo significa rechazar un proceso y un texto, y deja al país a la deriva.

El texto que se propone habla más de organizaciones políticas que de partidos...

Usted tiene que tener partidos y espacios de representación en el Parlamento. No puede pensarse en democracia directa todo el día y a toda hora. El gobierno de un país supone la existencia de debates y decisiones en torno al interés general, del cual los distintos actores no siempre son portadores. Son portadores de intereses, identidades, inquietudes, aspiraciones de grupos. Para eso tiene que haber una instancia de mediación, los partidos, y hay que pensar cuál es el mejor sistema de partidos: si puede serlo uno que hace equivaler los grupos identitarios, donde cada uno es un partido, o si se buscan sistemas que puedan generar mayorías que articulen intereses y demandas generales a partir de las demandas específicas.

¿Tiende a lo identitario la nueva propuesta?

En esto hay que distinguir el proceso del texto. Yo creo que el texto consagra una visión de República, una visión de la sociedad, una visión de la comunidad política, una visión del Estado. Y la consagra reconociendo la existencia de las identidades, de las distintas demandas territoriales, pero generando un sistema político que combina mucho mejor que el que tenemos la relación entre las decisiones generales de la sociedad y las demandas particulares de los sectores que la componen.