Marcelo Ríos estaba ilusionado con el documental producido por Alto Andes Films para Amazon Prime. “Hace tiempo que quería hacer una biografía o algo de mi vida, pero no desde el número uno hacia adelante, sino que hacia atrás... Miles de cosas que la gente no sabe. Todos piensan que vengo de una familia millonaria y que el tenis fue fácil porque mis papás pagaban todo, y no es verdad”, revela.
¿Qué fue lo que ocurrió?
Me contacta Jaime Villarreal y me ofrece este proyecto. Hice unos comerciales con él, pero no lo conocía muy bien. Al decirme Amazon Prime, lo encontré de peso, porque ningún chileno está ahí, salvo lo de Jadue. Era hacer algo que dejara un legado y que mis hijos lo vieran. Se hizo un contrato, se fijaron fechas, pero hubo un montón de problemas. Llegué a la conclusión de que cada uno tiene una manera de que le paguen. Alto Andes no tiene idea de tenis. No estaba al nivel y creo que no estaban preparados para hacer un documental para Amazon Prime. Yo tenía que llamar a los jugadores y conseguirme cosas. Empezaron a pasar cosas extrañas.
¿Cómo cuáles?
Por ejemplo, llamaron a Nicolás y le ofrecieron plata para que se consiguiera a Thiem. No sé si es verdad, pero me lo contó Nicolás. Ya es grave. También tuve un mal rato con mi exagente (Jeff Schwartz), que es uno de los mejores del mundo. A él lo llaman y estos tipos me dicen “hablamos con Jeff para que vayamos en su yate”. Yo lo llamo para juntarnos y le digo que lleve el yate. Y me dice “¿qué yate?”.
¿Qué otras cosas pasaron?
El contrato lo cambiaban todos los días. Había cláusulas que en mi vida había visto. No podía irme en contra de nadie, pero la gente podía hablar lo que quisiera. La gracia era que hablara gente bien y mal. Yo quería que hablara gente mal para hacerlo tipo Jordan, que respondía cuando le mostraban que lo hacían mierda.
¿Cuándo se produce el quiebre?
Ellos empezaron a entrevistar a gente. A Michael Chang y creo que también a Nishikori. La filmación empezaba un viernes. El jueves en la tarde no estaba el contrato firmado. Y yo tenía que recibir un pago antes de empezar y otro antes de terminar. No me iba a las ganancias con nada, ellos podían venderlo y ganar plata. Después me querían pagar en cuatro pagos. Les dije que eran dos. Al estar pagado es otra la motivación, porque uno sabe que es serio. Tratamos de conversar. Había una cláusula que me molestó mucho, que fue que ellos podían poner cualquier cosa sin mi autorización. Imagínate si estoy grabando y me tiro un peo o digo cualquier cosa, ellos lo podían poner. No lo acepté y metí al abogado, que me dice: “Si estás ahora peleando esto y ellos quieren que filmes, no tiene sentido”. Yo estaba con ganas de hacer un documental, pero con una productora seria. Si lo hago de nuevo, lo haría con una empresa americana, no chilena.
¿Y en qué está el proyecto?
Siguen entrevistando a gente. Ya le avisé a mi gente más cercana que no voy, y que no tiene sentido que hablen. Quiero dejar claro de que no estoy en este documental ni sé de qué se va a tratar. No sé si es para hacerme mierda o va a ser ficticio. Ya no estoy metido. Me salí por falta de profesionalismo y desorganización de la productora. Además, qué gracia tiene hacer una biografía de alguien, en este caso, yo, si el protagonista no está.
¿Estudia alguna acción legal?
Si me molesta y pasan a llevar mi imagen, lo haré. Pero voy a esperar. No sé si es algo no autorizado, pero no estoy yo ni he dado el sí. Ellos siguieron adelante, pero a la gente le digo que esta cuestión no me huele bien; que van a inventar cosas, porque obviamente no deben haber quedado contentos con que me bajara. Tenían todo, estaban en Miami, pero yo no iba a hacer algo de lo que no me sintiera cómodo.