Marco Antonio Ávila, nuevo ministro de Educación: “La libertad de enseñanza no es discutible”
“No me las sé todas; creo tener un diagnóstico que espero poner a disposición”, plantea el futuro ministro de Educación. A pocos días de asumir, reafirma su compromiso con la condonación del CAE y asegura que aspirar a una sociedad de derechos no implica cambiar todo, sino “construir y mejorar”.
“Mis cercanos me dicen Marco Antonio, lo prefiero así”. Sentado en una oficina de la sede de Revolución Democrática, el partido en el cual milita, el futuro ministro de Educación del gobierno de Gabriel Boric escucha con atención cada una de las preguntas de esta, su primera entrevista a un medio escrito desde que fue designado como próximo titular de una de las carteras sectoriales con mayor relevancia para el país, pero también para su nuevo jefe.
A sus 44 años, el profesor Ávila asumirá el desafío más grande de una carrera profesional que incluye pasos por salas de clases de la educación pública, asesorías y un antiguo trabajo en el Mineduc durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet. “Mi trayectoria es como la de muchos profesores: el inicio es una sala de clases y haber hecho el recorrido entero me permitió tener una visión bien completa del sistema”, dice.
¿Por qué acepta asumir en el Mineduc?
Soy profesor y como tal, todos los temas vinculados al área han sido de mi preocupación. Pero también se combina con la visión más política. Soy muy cercano al diseño del programa del Presidente, entonces confluyen razones naturales por mi profesión y también mi preocupación para avanzar hacia un sistema educativo que permita las transformaciones que necesitamos; entender la educación como un derecho social. Y además, porque esta es mi coalición.
Usted fue profesor de educación pública y no muchos ministros lo han sido, ¿lo obliga a algo distinto?
No me las sé todas; creo tener un diagnóstico en distintas áreas que espero poner a disposición del sistema educativo.
¿Cuál es ese diagnóstico?
Tenemos un sistema educativo altamente exigido, con poco espacio para el desarrollo de la colaboración, a través de una serie de, no solo mediciones estandarizadas, sino procesos muy extensos y permanentes de rendición de cuentas. Pareciera que las escuelas están trabajando para otros, que la mejora pasa por tener carpetas con papeles al día y no por generar políticas correctas. Eso me empuja a querer llevar a cabo este programa que implica avanzar en la transformación del sistema, en un cambio de paradigma.
¿Cuál es su ideal de educación, ese cambio de paradigma? ¿A qué país mira?
Más que países, hay experiencias específicas que se pueden combinar, pero lo que nos dice la experiencia y la evidencia es que los sistemas educativos deben tratar de tener focos específicos. Tenemos que potenciar el liderazgo educativo, es decir, seguir formando a directores de establecimientos, generar mejores perfiles para concursos públicos, potenciar la nueva educación pública. Hoy Chile tiene un conjunto de servicios que están desarticulados que tenemos que hacer que se articulen y darles sentido.
Extraigo de eso que hay cosas que valora del sistema.
Por supuesto. Uno construye sobre la base de algunos elementos que se han sostenido, como nuestra política curricular. Si bien el currículum es extenso y tenemos que reformarlo para alivianarlo, la política es consistente.
En este modelo de sociedad que se quiere construir, ¿han pecado de ingenuidad o idealismo los futuros líderes?
Recojo una frase del Presidente Boric en la que señala que lo importante es el horizonte y que otra cosa son los ritmos. Lo que ha habido ha sido no perder de vista el horizonte. Construir una sociedad de derechos no implica que cambiemos todo. No es desarmar, sino más bien construir o mejorar. Puede que otras cosas sean derechamente eliminadas, pero en un proceso dialógico democrático, con participación del Parlamento y la ciudadanía. El Presidente nos hizo un regalo, que es una fotografía de la Alameda el día de su triunfo. Esa fotografía dice ‘con la gente y por la gente’ y eso no podemos perderlo nunca de vista. Esto es para las y los ciudadanos. Y en mi caso para la comunidad educativa.
¿Hasta dónde avanzará lo estatal en educación? ¿Se mantendrán los sistemas de financiamiento por ejemplo?
No es compromiso de nuestro gobierno, pero sí es al menos dejar las bases y el estudio económico y técnico que permitiría avanzar a la subvención basal. La primera señal podría ser la pandemia, que permitió una subvención por matrícula -no basal- pero no condicionada por la asistencia.
¿La educación particular hay que repensarla?
No existe en nuestro programa una medida específica sobre colegios particulares. Lo que sí es de mi interés conocer su experiencia sobre inclusión; hay algunas muy destacadas. Ahora, nuestra gran preocupación es la nueva educación pública, porque creemos que esa es la que ha estado menos asistida por el Estado y es a la que más tenemos que ponerle énfasis, preocupación, cariño y también recursos, porque es la apuesta que tiene el país y el Estado para sus ciudadanos.
¿Está bien pensada la desmunicipalización?
Nuestro compromiso es que hay que fortalecerlo, ponerle atención y cariño, porque es una política pública que la vemos como descuidada, que faltó un poquito de preocupación para que esto avanzara. Queremos revitalizar el proceso.
Cuando se habla de educación pública de calidad, ¿qué es? El concepto es amplio.
Y quiero ampliarlo un poquitito más. Nos referimos a educación de calidad integral, ya que el concepto de calidad lamentablemente quedó muy restringido a los resultados de las mediciones estandarizadas, de rankings. El sistema educativo es un fiel reflejo de la segregación de la propia sociedad chilena. Lo que tenemos que hacer es ampliar el concepto y comprender que hay otras formas de calidad. Sí creemos que hay que avanzar en asignaturas específicas, pero una escuela que tiene desarrollo deportivo, educación artística, academia de ciencias, idiomas, coro u orquesta, también es una escuela destacada, pero que no aparece en ningún ranking.
¿Y cómo se logra esa educación de calidad integral?
Estamos trabajando para eso. Ha trabajado también el país en eso. Lo logramos descomprimiendo. Hay que quitarle una presión indebida al sistema. Esa es nuestra tesis. Si yo modifico el sistema de aseguramiento de la calidad y permito que las escuelas tengan espacios para el trabajo colaborativo, desarrollo de innovaciones, un currículum menos extenso, voy a lograr que los estudiantes desarrollen habilidades de profundidad, que son las que requiere el siglo XXI.
El Instituto Nacional es ejemplo de un deterioro en la educación pública, de cómo el Estado puede llegar a perjudicar a un liceo emblemático, ¿qué ocurrió ahí?
Hay una mezcla de temas. Lo primero que los establecimientos emblemáticos, muchos de ellos compiten por esta idea del ranking, entonces ha ido decreciendo su matrícula. Y es indudable que un establecimiento con mayor conflictividad también va a bajar su matrícula. Lo que me preguntaría es lo anterior a estos dos temas: ¿su oferta educativa es atractiva para los estudiantes? A lo mejor el liceo no está cumpliendo. Además, muchos de estos establecimientos tienen muy poco apoyo de sostenedores, a veces financiero. Y por otro lado, la crisis de la educación pública es porque hemos tenido un sistema realmente abandonado por el Estado, no por los municipios. También hay que comprender un cambio de la juventud, donde tenemos que buscar formas distintas de comprender sus procesos. Si genero una resistencia permanente entre esa identidad juvenil y una situación puntual, lo que voy a hacer es tensionar y llegar a un conflicto nuevamente. Lo que tengo que hacer es fijar normas, pero desde un punto de vista dialógico, siempre y cuando dejemos la violencia.
Situaciones como las que describe derivaron en Aula Segura, ¿qué piensa de ello?
Aula Segura fue un muy mal proyecto, porque ya existían mecanismos para sancionar actos que efectivamente violentaban. Termina siendo casi populismo penal. Y eso se incendió porque si pongo la primera medida de fuerza y después el otro pone otra, se produce la escalada de violencia y no termina nunca. Entonces, si la comunidad no tiene los recursos pedagógicos para resolver, deberíamos estar los sostenedores hasta llegar al Mineduc, con mecanismos, orientación, formación para adultos, en resolución de conflictos.
Mañana comienza la discusión en educación de la Convención y antes ya fue polémico que la Comisión de Reglamento rechazara el derecho preferente de los padres a elegir la educación de sus hijos, ¿cómo analiza esa situación?
La libertad de enseñanza está garantizada y probablemente va a seguir garantizada en la Constitución. Es algo que no es discutible y que hay que defender plenamente. Siempre va a existir el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos, pero eso no se contrapone -y me parece una polémica artificial- con el desarrollo de políticas públicas universales.
El Presidente Boric y algunos ministros nacieron políticamente de las demandas universitarias , ¿siente que el discurso en educación está muy cargado a ese mundo y no a los escolares o la educación parvularia?
No, porque las primeras declaraciones del Presidente fueron sobre la reactivación de los aprendizajes en pandemia y su compromiso con la presencialidad. Sus primeros encargos son cosas como la reposición de la escuela de Juan Fernández. La preocupación está puesta en todo el sistema, diría que esa es solo una sensación.
¿Cómo enfrentarán las consecuencias de dos años de virtualidad? La salud mental de los niños es todo un tema y uno de los tópicos a los que Gabriel Boric le ha puesto énfasis.
Estamos trabajando para presentarle al país una política integral de activación de aprendizajes. Considera elementos de desarrollo social y emocional, que lo primero que debería permitir es que las escuelas vuelvan a reconectarse en el factor comunitario. Vamos a poner a disposición algunos recursos de política, orientación, materiales, que permitan a la escuela y profesores conectarse con sus estudiantes. Luego vamos a establecer un plan de trabajo en las asignaturas.
El discurso es que la presencialidad es la regla, pero hay voces que piden modificar ciertos aspectos del protocolo, ¿se cambiará? ¿Seguirá siendo obligatoria la asistencia?
Estamos trabajando junto a la nueva ministra de Salud en una evaluación y, por lo mismo, en el diseño conjunto de una propuesta. Tenemos opinión respecto de algunas medidas de este protocolo, pero no quisiera adelantar porque puede generar incertidumbre. No habrá ninguna modificación si no fuera estrictamente necesario y de acuerdo a las indicaciones que nos dé la ministra de Salud, porque sobre lo sanitario tomamos decisiones pedagógicas. Sí podría decir que hay sintonía en lo que planteo con las personas que me he reunido.
¿Qué opina del Colegio de Profesores? ¿Lo ve como un aliado? Claramente no lo fue del gobierno actual.
Tanto con el Colegio de Profesores como con las dos agrupaciones de asistentes de la educación hemos tenido una buena conversación durante la campaña y también a partir del retorno a clases. Tengo una buena impresión de estos gremios. Tienen sus demandas que son justas y algunas se podrían cubrir y otras, no. Es mi tarea nuevamente generar espacios de diálogo. No vamos a estar de acuerdo algunas veces, pero en la medida en que a nuestro equipo se nos permita poder expresar qué es lo que queremos para el país, no me cabe duda de que se van a sumar a nuestro proyecto transformador.
Raúl Figueroa insistió con la presencialidad y se le terminó acusando constitucionalmente, ¿estuvo de acuerdo?
No sé si es muy adecuado referirme, especialmente en el cargo que voy a asumir. Lo que sí creo es que cuando uno llega a un Ministerio debe ser permanentemente dialogante. Más que hablar de esa acusación o de otras, lo que hay que pensar es en todos los momentos previos a los conflictos, en que hay que buscar el acuerdo con otros para llegar a soluciones.
¿Pero cree que fue justa? Le podría eventualmente tocar a usted por insistir también con la presencialidad.
Es que no me voy a referir porque sé que hay más antecedentes a esa situación que no conozco en detalle.
La condonación del CAE fue una de las grandes banderas de Gabriel Boric, ¿cómo se va a llevar a cabo?
Lo primero, es que hay un acuerdo transversal de que es una política pública fracasada que generó un nivel de endeudamiento en la población complejo y costoso. Y si hay un acuerdo transversal de que es una mala política, donde el Estado ha estado ausente de su responsabilidad al menos en la regulación aunque ha ido avanzando, con un gasto fiscal muy amplio solo para amortizar, sin duda que eso debería ser una buena motivación para que un proyecto así avance rápido.
Un acuerdo que no es total.
No total, pero hay un acuerdo. Ahora, ¿cómo se hace esto? Nosotros tenemos antecedentes respecto de fórmulas de pago del CAE y estas tienen que empezar a conversar con nuestro ministro de Hacienda, la Dirección de Presupuesto y también con el Presidente. La forma, la temporalidad, es algo muy apresurado de plantear, porque tenemos que primero instalarnos, hacer los análisis económicos, mirar la proyección en el largo tiempo. Pero no me cabe duda que ese compromiso lo llevaremos a cabo.
¿Se sigue pensando en condonar a todos los deudores?
La fórmula específica vamos a tener para responder más adelante, porque hay que considerar muchos factores.
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