Matías es Antonia: una deportista transgénero en Chile
Antonia Saelzer es mecánica de bicicletas. Compitió sobre ellas durante años siendo hombre y ahora lo hace como mujer, aún no federada. Una lucha que sigue discutida.
Un día, Antonia Saelzer King (31) se cansó de vivir como un fantasma. Encerrada en un confinamiento extremo, del que nadie sabía o sospechaba, se decidió a cruzar el umbral que la apresaba y escapar de Matías, olvidarlo e iniciar una vida nueva. Huyó lento, pero decidida, emprendiendo un rumbo que difícilmente tendrá retorno. Antonia y Matías eran personas idénticas, pero totalmente distintas. Antonia es Matías.
Fue en 2017 cuando Antonia comenzó a planificar la fuga. Vivía en un cuerpo que le pertenecía, pero no lo quería. Siempre deseó decir quién era realmente, pero creciendo en una familia conservadora e inserta en un círculo machista, sus temores eran latentes. “En verdad, siempre supe que no era hombre. Yo no me sentía como hombre, me sentía cómoda con lo que hacen las niñas, cualquier cosa que sea del género femenino me quedaba más cómoda… Es algo que no se puede esconder. Toda mi vida fue planeada, me escondí para no decir esto”, afirma la diseñadora industrial.
Matías era uno de los mecánicos de referencia en el ciclismo de montaña nacional. Además, fue un rider de renombre en el descenso durante años. Comenzó por necesidad a los 14 años, arreglando los desperfectos que tenían las bicicletas de amigos y conocidos en su casa, en Concepción. Con los años, se especializó en las suspensiones, aunque no hay problema en una bicicleta que no pueda resolver. Nadie sospechaba que Matías, el mejor mecánico de bicicletas del sur de Chile, era solo una fachada, un muro de contención para esconder el brillo de Antonia. Desde hace 22 meses ese brillo ya ilumina en libertad.
“Imagínate un unicornio rodeado de herramientas. Esa, básicamente, soy yo”. Así, como ese ser colorido y de fantasía, se describe Antonia. Siempre fue así, aunque huyó mucho tiempo de ella misma. Siempre supo que algo andaba mal, aunque nunca le dio muchas vueltas. “Mi mundo era monótono, no le encontraba mucho sentido a las cosas, porque en verdad estaba en una depresión muy dura ¿Quién soy? Esa pregunta me daba pánico responderla”.
Pero llegó un día en que ya no pudo rehuir. En julio de 2017 sufrió una fractura en la muñeca que la dejó, siendo aún Matías, enclaustrada por tres meses. No podía pedalear ni trabajar. Y así comenzaron los cuestionamientos más profundos. “Además, se sumó el accidente del Guga (Gustavo Ortiz, rider que quedó parapléjico tras un accidente en Canadá), que también me hizo cuestionar mi rumbo”. Así, fue solo cosa de tiempo para cosechar las conclusiones que cambiaron radicalmente el curso de su destino.
No quiso comentarlo mucho. De a poco, su cuerpo fue transformándose en el lienzo donde expresaba el cambio al que se enfrentaría. Las uñas pintadas de muchos colores y el cabello largo fueron las primeras señales con las que avisó del cambio que se venía. “Nunca había tenido contacto con círculos sociales transgénero. No conocía a nadie, hasta que dije serlo”. Se guió con distintas personalidades del mundo LGBT+ para darle un curso a su transformación, como había hecho antes la atleta Ignacia Livingstone, la atleta transgénero que no logra competir con mujeres.
Antonia es mecánica de la tienda Multibike de San Pedro de La Paz. En ella se desempeña hace nueve años y es ahí el punto de encuentro con muchos pedaleros. “Jamás me he sentido discriminada por ellos. Es cierto que el ambiente muchas veces es machista y que antes, cuando a alguien le daba miedo hacer un salto, las bromas iban en torno al ‘eres niñita’, pero eso ya cambió”, dice. No perdió amigos, sino todo lo contrario: “En mi caso, no se alejaron, sino que muchas personas se acercaron. Muchas mujeres, sobre todo”.
2020 trajo muchas sorpresas para ella. En la pandemia, conoció a su actual pareja, con quien de a poco está formando su propia familia. “Una niña comenzó a hablarme por Instagram. Y esa niña es actualmente mi polola, porque sí, soy trans y lesbiana. Ella tiene dos hijos, la menor de dos años y el mayor es de seis”, cuenta.
“Quiero correr el Mundial”
Este mes, Antonia debió pausar su tratamiento hormonal. Se someterá pronto a la operación de cambio de sexo, el paso definitivo en su cambio de género. No ha sido fácil, pero al menos ahora vive como quien siempre quiso vivir. Como su pasión son las bicis, está lejos de dejar de correr sobre ellas; de hecho, también está en la lucha por transformarse en la primera transgénero en pedalear federada por Chile. Se mantiene a la espera.
Todo estaba coordinado para que ocurriera en abril, pero la pandemia frenó sus aspiraciones. En ese mes se iba a someter a la operación definitiva y también iba a cambiar de identidad en el Registro Civil, pero con las cuarentenas y restricciones, decidió tomarlo con calma y esperar. Tampoco quiso insistir en su lucha por federarse, pues sabía que por este año muy difícilmente conseguiría correr en Chile. “Envié un correo presentando mi situación, pero nunca tuve respuestas. Pienso que es porque la nueva federación recién se oficializó en octubre, por lo que no sacaban nada con hacerlo antes”, cree. Para el próximo año sí o sí buscará pertenecer a la federación.
Patricio Alfaro, el asesor técnico del mountain bike en la nueva Federación Deportiva Nacional de Ciclismo de Chile, es quien está trabajando en su inclusión. “Primero, debe demostrar todo el tema hormonal esté en regla, para así incluirla, pero tenemos toda la disposición a que eso ocurra”, señala. Será la Comisión Técnica, guiada por el área médica del COCh, la que determinará cómo será su inclusión. “Es algo que tenemos que aceptar, algo fisiológico y hormonal. La idea es darle todas las oportunidades y que compita en su categoría”, asegura.
“He sido ciclista toda mi vida. Compito desde los 14, casi siempre en carreras de descenso, pero hace poco me moví al enduro, ya siendo Antonia”, dice. Y a diferencia de lo que se podría creer, los vestigios de su antigua identidad no le han favorecido demasiado en su camino deportivo. “Con el tratamiento hormonal he perdido mucho músculo, pero ganado masa ósea. Antes, yo era una persona de harta masa muscular, pero ahora me achiqué, soy una flacuchenta. Me siento pesada, tengo una relación entre peso-potencia súper mala. La única prueba que te puedo dar de eso es la testosterona que ahora tengo”. Lo único que jamás podrá perder, asegura, es la experiencia que durante años adquirió.
Por eso se tiene confianza sobre la bicicleta. Y como todas las corredoras la conocen, de a poco se fue acercando, para averiguar su parecer respecto a correr juntas en una misma categoría. Su mayor aliada en esa aventura ha sido Florencia Espiñeira, la mejor ciclista de montaña del país, reconocida activista por los derechos homosexuales, la primera deportista profesional chilena que se animó a declarar que es gay. “La Flo siempre me ha ayudado, ha dado sus opiniones, siempre ha sido súper amistosa y abierta. Ahora me está ayudando a federarme, para dejar de correr como un favor y hacerlo oficialmente”.
En cuanto al resto, entiende que giran muchas interrogantes en torno a su figura. El desconocimiento, cree, es el motor que activa las dudas entre las mujeres: “Las otras niñas, en general, son buena onda, pero sí hay muchos cuestionamientos y dudas. No sé si se sienten en desventaja o qué, pero es un tema complejo”.
Pero no desfallece en su lucha. Ya se ha subido a podios en algunas carreras que, aunque no son federadas, sí congregan a buena parte de los mejores del país. Y aunque entiende que no será sencillo convencer al resto de que puede correr en igualdad de condiciones, está dispuesta a cumplir con todas las exigencias impuestas por la Agencia Mundial Antidopaje (encargada de regular el juego limpio) y la UCI. “Quiero solo que me miren como una más. En un año hay un mundial máster de descenso. Quiero correrlo, pero en mi corazón quiero ganar”.
Por ahora, Antonia corre muchas carreras en paralelo, todas sobre la bicicleta. Quiere que con su ejemplo otras como ella puedan soñar con ser felices, libres, para evitar el sufrimiento por vivir una vida obligada tal como la que ella vivió. “Quiero comunicar y enseñar sobre mi historia, para que más gente tenga la oportunidad de ser quien quiera ser. Porque yo era un personaje que yo misma inventé, un personaje incompleto”.
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