En la terraza de algún restorán de Polanco, uno de los barrios más exclusivos de Ciudad de México, se ve a tres hombres con sus copas en alto, brindando con vino tinto. Sobre la mesa hay una botella de Malbec mendocino, una elección que revela la nacionalidad de dos comensales: Cristián Cabrera e Ignacio Ibarra, ambos argentinos, ambos vistiendo camisas negras ajustadas. Junto a ellos, de blanco, está el chileno Óscar Brito Ibarra (30).
Se los ve contentos, con cortes de pelo recientes y barbas bien definidas, como ellos creen que debe lucir un grupo de jóvenes emprendedores.
La imagen fue subida por Óscar a su cuenta de Instagram el 10 de marzo de este año. Como pie de foto, escogió una ecuación, “(C+H)xA”, que para los gurús motivacionales representa la fórmula del éxito: “El valor es el resultado de la suma del conocimiento con la habilidad, multiplicado por la actitud”.
“Salud por eso, señores”, remató el chileno.
“¡¡¡Un placer compartir este momento de mi vida con ustedes. El mundo les pertenece a los que se atreven!!!”, comentó Ignacio Ibarra.
“Felicitaciones, amigo, te mereces estar donde estás”, respondió Cristián Cabrera.
Casi cuatro meses después, el cuerpo de Óscar Brito apareció dentro de una maleta en Mazatlán, estado de Sinaloa, unos mil kilómetros al noroeste de Ciudad de México. Sus restos fueron encontrados el 30 de junio, entre bolsas de basura, en un terreno baldío de un sector conocido como El Venadillo. El cadáver de su compañero Ignacio Ibarra también estaba abandonado ahí, en las mismas condiciones. Según la prensa local, ambos habían sido secuestrados dos días antes, en Villa Carey, otro barrio de la misma ciudad, y habrían muerto por asfixia.
“Lo único que le puedo mencionar, porque es una investigación de homicidio y hay mucha secrecía, es que van avanzadas, muy avanzadas”, dijo a La Tercera el fiscal Raziel García, quien lleva la indagatoria del caso en Sinaloa.
A falta de respuestas claras, las sospechas preliminares invariablemente apuntaron al narcotráfico. La guerra interna del Cartel de Sinaloa que se desató tras la caída de su exlíder Joaquín “Chapo” Guzmán recrudeció en los últimos meses. El conflicto por la sucesión que enfrenta a los hijos del “Chapo” contra su antiguo lugarteniente, Ismael “Mayo” Zambada, ha elevado las cifras de crímenes violentos en Sinaloa. Solo en mayo se registraron 72 homicidios.
Aunque no descartan ninguna tesis, quienes lo conocieron creen imposible que Óscar se haya involucrado en un negocio tan oscuro por su voluntad.
“Nunca tuvo la intención de hacerle daño a nadie, de engañar; nunca estuvo en algo turbio. Creo que fue un hecho fortuito”, dice su amigo Francisco Beltrán, quien -sin entrar en detalles- también da cuenta de lo que piensa su entorno más cercano.
“Quizás alguna tercera persona lo pudo haber involucrado en algo”.
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Durante la segunda mitad de los 2010, Óscar Brito comenzó a fantasear con la idea de volverse rico. Había egresado de un liceo técnico -Colegio San Lorenzo-, no tenía estudios universitarios, aún vivía en la casa de sus padres en Recoleta y trabajaba como mesero en un restorán de Ciudad Empresarial, pero a los 25 años había sido padre de una niña y aspiraba a entregarle una mejor calidad de vida. Empezó leyendo libros de autoayuda para visualizar y concretar sus objetivos, luego pasó a autores como Robert Kiyosaki, un empresario y orador motivacional que aboga por la libertad financiera, y después se interiorizó en el mercado de divisas a través de Forex. Para 2017, ya era un emprendedor.
“Ser empleado no es malo, pero cuando conoces un sistema más inteligente de generar recursos, todo cambia”, escribió en sus redes sociales.
Solo en los últimos tres años, Óscar fue agente inmobiliario, cofundó Bolsas Owa, una empresa especializada en materiales sustentables, y participó de Coral Oasis, un servicio de masajes a domicilio. “Siempre andaba buscando negocios nuevos. Eran cosas súper correctas, nunca había nada extraño. Quizás si cometió un error fue pecar de ingenuo”, comenta Camila Durán, una expareja, antigua vecina del barrio e inversionista de medio tiempo en Forex.
Fue a fines de 2017 que Óscar conoció las herramientas que realmente le cambiarían la vida. De trader aficionado, derivó a las criptomonedas, medios digitales para hacer transacciones por internet que se han vuelto cada vez más populares, pero que también son criticadas por el poco control que existe sobre sus operaciones. Del sinnúmero de nuevas divisas virtuales, Óscar se interesó particularmente en OneCoin, un sistema desarrollado en Bulgaria por Ruja Ignatova, conocida como la “Reina de las Criptomonedas”. Junto a una decena de personas, se unió a una especie de grupo formativo llamado OneLife, que buscaba masificar el uso de la moneda envolviéndolo en un “estilo de vida”.
“Pagabas un paquete inicial, te daban educación financiera y luego una porción de OneCoin”, cuenta una fuente que participó en aquel proceso.
Óscar estuvo mucho tiempo entusiasmado. Invitaba a amigos a conocer ese sistema que parecía venir del futuro; sentía que la promesa de “ser su propio jefe” se podía cumplir si confiaba en sí mismo y seguía el camino señalado. Desde el comienzo, los tutores le insistieron que mientras más personas utilizaran OneCoin, mayor valor adquiriría en el mercado, por lo que hizo suya la meta de atraer nuevos usuarios.
“Nos dedicábamos a ‘minar’ una criptomoneda, hacer que pueda reproducirse”, dice otra persona que fue parte del equipo. “Estábamos con un proyecto en el que buscábamos negocios, que se pudiera usar para pagar comida en locales, por ejemplo”,
El grupo chileno participó de charlas y seminarios en Argentina, Brasil y Colombia. En paralelo, sin embargo, OneCoin empezó a perder legitimidad en Europa. En Italia, Alemania y el Reino Unido, entre una docena de países, advirtieron que ofrecía casi nulas garantías a sus inversores y se le acusó de ser una gran estafa piramidal. Ruja Ignatova, la “Reina”, desapareció con el prestigio de su moneda.
“Es como si Bitcoin y Herbalife se casaran y tuvieran un hijo estafador”, es una frase popular entre los expertos.
La Brigada del Cibercrimen de la Policía de Investigaciones no tiene antecedentes ni denuncias sobre fraudes con el sistema OneCoin, pero advierten que es muy fácil perder dinero ante ofertas que parecen irresistibles. “He visto muchas personas ser engañadas a través de criptomonedas. Te ofrecen hacer una inversión, te dicen que la moneda va ganando valor y luego desaparecen. Hay personas que han pedido créditos para hacer estas inversiones y terminan perdiendo todo. Jóvenes y adultos, ricos y pobres, no hay un solo perfil”, dice el subcomisario Julio Vargas.
Al ver que OneCoin perdía “usabilidad” en todo el mundo, varios integrantes del grupo perdieron interés. Óscar, sin embargo, siguió creyendo. En redes sociales solía compartir contenidos que destacaban las ventajas del dinero digital frente al dinero físico. También reflexionaba sobre casos de negocios exitosos como Uber o Facebook. “El tamaño de tu riesgo determinará el tamaño de tu RECOMPENSA. ¿De qué tamaño es el riesgo real que tu vida está teniendo hoy?”, comentaba en una foto.
A fines del año pasado, Óscar estaba ansioso por capitalizar de alguna manera su inversión en OneCoin. Entonces supo de la existencia de la Comercializadora Latinoamericana de Automotores (CLA), que operaba en Argentina y Colombia como una suerte de intermediario entre compradores y automotoras; supuestamente recibían dinero digital con el que luego compraban autos en cada país a precios convenientes. De acuerdo con la versión de algunos cercanos, Óscar viajó a Argentina para reunirse con Cristián Cabrera, quien aseguró ser representante de la empresa. Este le explicó cómo funcionaba el negocio.
Todo parecía en orden, incluso había planes de expansión. En febrero de este año, Cabrera viajó a Chile junto a otro funcionario de CLA, Ignacio Ibarra. Ambos realizaron reuniones en Viña del Mar y Santiago para atraer a posibles compradores. Esta última se llevó a cabo la mañana del 29 de febrero, en Providencia. La presencia de Óscar como posible representante de CLA en Chile le dio cierta credibilidad al negocio a ojos de la comunidad local de OneCoin. Varios asistentes -aproximadamente una veintena- terminarían firmando contratos en los meses posteriores.
Antes de que Cabrera e Ibarra dejaran el país el 1 de marzo, le ofrecieron a Óscar que se encontraran una semana después en Ciudad de México para conocer las oficinas de la empresa. “Un día dejarás de ganar dinero mensual y comenzarás a ganar dinero por la mañana, por la tarde, en la noche y mientras duermas #criptomonedas #bitcoin #eth #one #autos0km #billionaires”, escribió ese día en su Instagram, bajo una selfie en la que aparece afuera del Embarque Internacional del aeropuerto de Pudahuel.
El viaje se concretó el 5 de marzo, cuando el Covid-19 aún no era declarado pandemia. Sus amigos dicen que Óscar quería asegurarse de que el negocio fuera lo más transparente posible, ya que existían rumores en otros países de Latinoamérica. “Habían advertido que no hiciéramos tratos con ellos”, agrega un cercano.
También cuentan que, antes de irse, le pidieron que se cuidara mucho.
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En Argentina hay 140 personas que denuncian haber sido estafadas por CLA a fines del año pasado. La Tercera contactó a una de ellas, que prefiere mantener el anonimato: según sus cálculos, entre todos habrían perdido cerca de 400 mil dólares. También agrega que se encuentran reuniendo pruebas para judicializar la denuncia.
Aún existe un registro en YouTube acerca de cómo habría operado el supuesto fraude. En el video se ve a un hombre, que se presenta como Aldo Leguizamón, representante de una empresa llamada Cripto Travel, que dice tener un convenio para ser el exclusivo agente de promoción y preventa de CLA en el país. Su negocio consta de dos etapas. Ofrece autos y camionetas Toyota nuevas a cambio de una inversión inicial de 1.000 dólares. Después dice que hay que depositar otros 400 dólares en gastos por inscripción de patentes y otros trámites. Asegurado el cupo del auto, el resto será pagado en criptomonedas para finalizar la compra a un precio reducido gracias al sistema OneCoin.
Finalmente, Leguizamón deja claro que los interesados deben actuar rápido, pues los precios subirán.”Criptotravel es la responsable de recibir el dinero, para el traspaso a la comercializadora de México, que nos brinda esta oportunidad única en el mundo de poder utilizar OneCoin 100%”, dice a su audiencia.
La víctima comenta que los autos nunca aparecieron, pese a la firma de contratos con CLA, cuyo representante de ventas -al menos en el papel- era otro argentino, Eduardo Daniel Soria. Leguizamón se desentendió del asunto, culpando a la empresa inscrita en México. La Tercera intentó contactarlo, pero no obtuvo respuestas.
Algunas de las personas que reservaron vehículos empezaron a seguir los pasos de CLA por internet. Vieron que estaban ubicados en Palermo y fueron a encararlos. En esa ocasión se encontraron con Ignacio Ibarra y Cristián Cabrera. Ellos, a su vez, culparon a Leguizamón y explicaron que no podían responder por el dinero perdido.
En conversaciones posteriores, Ibarra se comprometió a buscar alguna solución. Esta nunca llegó.
En sus indagaciones, desde Argentina pudieron observar cómo Cabrera e Ibarra viajaron a Santiago y luego a Ciudad de México, donde siguieron ofreciendo vehículos con precios de reserva muy inferiores a los iniciales.
Quienes firmaron con CLA nunca recibieron respuestas oficiales. Las redes sociales de la empresa tienen varios comentarios de personas preguntando por sus inversiones sin obtener resultados. Hasta el día de hoy, ni los autos ni los dólares han aparecido.
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Óscar se veía feliz en Ciudad de México. Visitó varios hitos turísticos de la capital, como las Pirámides de Teotihuacán y el Barrio Mágico de Xochimilco, con sus coloridas canoas sobre el río. Parecía estar cumpliendo un sueño. Todo quedó registrado en redes sociales y sus cercanos dan fe de que estaba contento, pues se comunicaba diariamente con su familia y amigos en Chile. Durante los primeros días, alojaba en el hotel Sevilla Palace de Reforma y caminaba todos los días las dos cuadras que lo separaban de las oficinas de CLA, que recién se habían instalado en la calle Ignacio L. Vallarta, detrás de la Plaza de la República.
El viaje era breve, pero terminó por alargarse debido al cierre de fronteras. Óscar se quedó trabajando con CLA. Intentaba convencer a automotoras chilenas para que recibieran OneCoin y, al mismo tiempo, buscaba nuevos interesados en comprar. Según un cliente, participó de al menos una sesión informativa de Zoom junto a Ignacio Ibarra, en la que ambos explicaban el negocio de los autos con criptomonedas, luciendo gorros institucionales en la cabeza.
Durante abril, Cristián Cabrera habría abandonado el trabajo en CLA para concentrarse en sus proyectos, haciendo talleres motivacionales y de meditación por internet, además de ofrecer por sus redes sociales un producto llamado Quantum Shield para desinfectar ambientes y prevenir el coronavirus. Ibarra y Óscar habrían tenido que asumir un rol más relevante dentro de CLA después de su salida.
“No voy a emitir ninguna opinión respecto de Óscar, porque su familia me pidió que no hablemos con los noticieros ni nada. Solo puedo decir que era un gran hombre”, comenta Cabrera, escuetamente, a La Tercera. Al ser consultado si efectivamente fue él quien invitó al chileno a trabajar con CLA -como aseguran sus cercanos-, agrega que “te equivocas, fue él quien me enseñó a mí un proyecto de criptomonedas, yo no lo conocía”.
La última publicación de Óscar en Instagram es del 17 de abril, el día en que tanto él como su hija Martina están de cumpleaños. “Feliz cumpleaños nuestro”, escribió. Después de eso, la pista digital se pierde.
En Chile, sus amigos aseguran que mantuvo contacto hasta pocos días antes de su desaparición. A la distancia, lo seguían escuchando feliz, pero con ganas de volver a ver a su hija. Nunca dio señales de sentirse amenazado o en peligro.
Lo que sucedió durante la última semana es un misterio. Solo se ha podido reconstruir que el 20 de junio, Óscar e Ibarra viajaron a Mazatlán, en el estado de Sinaloa. Nadie tiene claro para qué se trasladaron hasta allá, si fue por trabajo o de vacaciones, aunque algunos cercanos han escuchado que fueron enviados por CLA a captar clientes.
Unos días después de que se informaran sus muertes, la empresa cerró su página web y dejó de contestar mensajes.
Un informe reciente de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) ofrece una tesis. Según el estudio, algunos carteles mexicanos, como Los Zetas, Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, llevan un tiempo lavando dinero con monedas virtuales. “Hay evidencia de la utilización de criptomonedas por organizaciones criminales transnacionales mexicanas como medio para transferir su riqueza internacional”, detalla el documento.
Sus amigos, sin embargo, insisten en que Óscar no se habría involucrado en un negocio de esas características. No calzaba con su perfil. Temen que nunca haya entendido bien el negocio de CLA. “Era un hombre intachable, tenía valores, quería salir adelante”, comenta una fuente.
Hasta el momento, la familia Brito Ibarra no ha querido hablar públicamente sobre la muerte de su hijo mayor. Sus energías están concentradas en conseguir la repatriación del cuerpo para realizar su funeral en Santiago. El cierre de las fronteras y el coronavirus han retrasado los trámites, en los que también está participando la Cancillería chilena.
Uno de los últimos registros de las dos víctimas es un video de 24 segundos que Ibarra le envió a Cabrera desde Mazatlán. “Para vos, rey”, le dedica. En el registro se ve a Óscar bailando Tusa, el reggaetón de Karol G y Nicki Minaj, frente a una playa desierta. El lugar está a solo 15 minutos del sitio eriazo donde fue encontrado, pero parece uno mucho más lejano.