Orrego & Orrego: historia de una derrota y de una victoria
Claudio y su equipo albergaban la esperanza de ganar en primera vuelta, pero contaban con un plan para enfrentar el balotaje. Francisco y los partidos de Chile Vamos, en cambio, no tenían previsto llegar en segundo lugar, lo cual los obligó a improvisar varios aspectos en la segunda campaña.
“Necesitamos una respuesta, Pancho”
La tarde del viernes 26 de julio, Francisco Orrego llegó a la sede de RN, donde lo esperaban el presidente, Rodrigo Galilea, y la secretaria general, Andrea Balladares. Querían preguntarle si estaba dispuesto a competir por la Región Metropolitana. Pero el mediático abogado les dijo que aún no tomaba una decisión. “Necesitamos una respuesta, Pancho”, le dijeron. Faltaban tres días para el cierre del plazo de inscripción y no tenían un nombre para la papeleta. Y “Orrego Guayabera”, como lo llaman muchos, era una carta diferente que podía romper el sistema tradicional.
Orrego salió a fumar al patio de la casona en Antonio Varas. Y, aunque lo llamaban insistentemente por celular, seguía afuera, meditando.
Fue el presidente metropolitano del partido, el concejal por Las Condes Luis Hadad, quien no aguantó más y salió a preguntarle.
-¿Todavía no tomas la decisión?
-Perro, ¡estoy ahí!-, le respondió.
En su estilo, era un sí.
Pero la larga historia había comenzado meses antes, cuando Isabel Plá (UDI) bajó su candidatura el 14 de junio, luego de que su partido pidiera insistentemente a RN el cupo de la Gobernación de Valparaíso.
En ese momento, la comisión política de RN decidió ungir a la exseremi Rosa Oyarce, quien había manifestado desde un principio su intención de competirle a Claudio Orrego.
Pero cuando la campaña de Oyarce se encontraba desplegada, recibió un fuerte golpe. El exdiputado Tomás Fuentes, cercano a Andrés Allamand, pidió ser el candidato, argumentado que la exseremi de Salud no era competitiva. Apoyado por Sebastián Sichel y Marcela Cubillos, con quienes había trabajado en sus propias campañas, Fuentes logró desbancar a Oyarce. Ello causó la furia de sus partidarios, entre ellos, los senadores de la colectividad, quienes, a su vez, boicotearon la opción de Fuentes.
En ese contexto, el extimonel RN Carlos Larraín puso sobre la mesa el nombre de Francisco Orrego, que Galilea y Balladares vieron como una buena opción de emergencia.
¿A la hora de la decisión pesó el apellido Orrego, lo que podría jugar a su favor? “Para nada. A mí nunca me gustó esa posible confusión, pero no tenía cómo cambiarle el apellido a Francisco”, asegura Galilea.
Los estrategas de Claudio Orrego señalan que la coincidencia de apellidos produjo confusión y los perjudicó en la primera vuelta, factor que midieron en varios estudios de opinión pública.
Uno de ellos, cuenta uno de los estrategas de la campaña, fue a tres semanas de la primera vuelta: “Preguntamos: ¿A usted le gustaría votar por el actual gobernador? Sí o no. Un 43% votó que sí. Luego, le pedíamos votar por alguno de los ocho candidatos y Claudio marcaba 38%. Al ver la encuesta, un 10% había marcado la opción de Francisco Orrego, que en la papeleta aparecía con el número 7 y Claudio con el 8.
A raíz de ello, cuentan fuentes del comando oficialista, en los últimos días de la primera campaña se intensificó el nombre de “Claudio”, logrando disminuir la brecha.
El golpe de no haber ganado en primera vuelta y el plan B
Claudio y su equipo albergaban la esperanza de superar los dos millones de votos y ganar en primera vuelta con el 40% de los votos requeridos. Esa inyección de energía, calculaban en su entorno, lo instalaría como candidato presidencial del oficialismo. Más aún, en momentos en que la figura de la ministra Carolina Tohá se ha visto afectada por el caso Monsalve y Michelle Bachelet y Tomás Vodanovic han dicho que no buscan competir en 2025.
Pero no lo logró, obtuvo 1.644.699 votos y le faltaron dos puntos porcentuales. Esa misma noche se echó a andar el plan B, que su histórico jefe de campaña, Iván Salinas, había comenzado a diseñar dos semanas antes para enfrentar un balotaje y que se encontraba bajo reserva.
“La misma noche del 27 de octubre, él nos convocó a todos los alcaldes y alcaldesas a una reunión para la mañana del día siguiente que estábamos con su candidatura. Dos días después, el me llamó para invitarme a ser su vocera”, recuerda Karina Delfino. “Yo que he estado en varias campañas, para mí esta fue muy bonita y con un equipo bien afiatado”, cuenta Karina Delfino, alcaldesa de Quinta Normal.
A diferencia de la primera vuelta, en que un 70% de la campaña fue digital y un 30% territorial, ahora sería más balanceado.
Cuarenta y ocho horas después de los comicios, Orrego presentó a Vodanovic (Maipú) como generalísimo, a Delfino (Quinta Normal) y Claudia Pizarro (La Pintana) como sus voceras y a Claudio Castro (Renca) como jefe territorial. La ex DC Carolina Leitao era una pieza clave del nuevo engranaje, pero el día que se anunciaría al nuevo equipo fue nombrada como subsecretaria de Prevención del Delito.
A Manuel Gallardo -administrador regional y parte del círculo de hierro del gobernador denominado el panzer- se le encargó el despliegue territorial, que partió por identificar las brechas entre la votación el candidato y los alcaldes electos de centroizquierda con altas mayorías y equipararlas.
Comunicacionalmente, se dio un giro de la campaña hacia el centro, apostando por electores más moderados, por lo que dejó afuera a los alcaldes electos del PC.
“Claudio sacó más votación que el alcalde electo en 37 comunas de la RM, incluido Santiago, donde obtuvo más votos que Mario Desbordes. En Peñalolén, por ejemplo, fue al revés, porque teníamos que superar la votación obtenida por el alcalde ganador, Miguel Concha, del Frente Amplio, y sacamos 50 mil votos más. Lo mismo en San Bernardo”, cuenta una miembro del equipo.
Campañas disparejas
A la oposición, en cambio, el paso a segunda vuelta de Francisco Orrego los pilló por sorpresa. Nunca pensaron -por las condiciones en que se dio el proceso- que iba a lograr impedir esa noche el triunfo de su contendor y y 1.176.628 votos -el 27,60% de las preferencias-. Menos aún con una campaña tan precaria. Ello también era ratificado por las encuestas. En vista del balotaje, se reforzó el comando y se contó con el apoyo de republicanos, PDG y Social Cristianos, además de las figuras de Chile Vamos.
Contra el tiempo, la jefa de campaña, Natalia Pérez (RN), cercana al senador Manuel José Ossandón, cuenta que el principal desafío fue aumentar el nivel de conocimiento del abogado, que siempre estaba bajo el 50%. “Al frente teníamos una figura con un 98% de conocimiento, con una trayectoria de 30 años”, señala.
Otro eje fue intentar dar más seriedad al candidato, que constantemente fue criticado por sus adversarios a raíz de sus polémicas intervenciones en el programa Sin Filtros. Y aunque se mantuvo la guayabera como elemento de campaña, Orrego vistió terno y corbata en los debates en televisión.
En Mesa Central, de Canal 13, Francisco se vio más relajado que Claudio -quien evitó el enfrentamiento- y su mejor performance volvió a inyectar optimismo a una campaña cuesta arriba. Más aún cuando les comentaron que había sido uno de los programas más vistos de la temporada con un peak de 6,2 puntos.
La decisión del ex DC de atacar a su contrincante y limitarse a esquivar sus golpes fue revaluada después de ese domingo. Y al siguiente debate, esta vez en Mega, Claudio sí disparó y se enfocó más en el público femenino.
Aparte de los 5,5 kilómetros que separaban a ambos comandos, en la infraestructura y equipos de ambas campañas hubo una diferencia notoria.
RN le pasó a Francisco una pequeña oficina en calle Galvarino Gallardo, en Providencia, donde funcionaban la juventud del partido y el Departamento de Mujeres, entre otros, con escaso personal y una pequeña sala de reuniones. En varias ocasiones, el candidato o miembros de su equipo debían pedir una sala al Instituto Libertad, ubicado a un costado, para realizar entrevistas y reuniones de trabajo.
El cuartel general de Orrego, en cambio, ocupaba un flamante quinto piso recién remodelado por una firma de arquitectos, para arrendar espacios de coworking, de un antiguo edificio en calle Nueva York, a metros de la Alameda.
Al igual que un comando presidencial, el espacio contaba con una amplia recepción, donde entraba y salían personas y material de campaña todo el día, una sala especial para grabar videos, otra para reuniones, una para el equipo de redes y un cuarto exclusivo para el candidato, donde todos los días dormía una corta siesta entre las 15.00 y las 15.35 horas.
A nivel de recursos también hubo una gran diferencia. En los 10 días que duró la campaña, el comando de Orrego tuvo diariamente a personas entregando folletos en las 80 estaciones del Metro. Y el domingo 10, sábado 16 y domingo 17 de noviembre coparon todas las ferias de la capital. Incluso, hubo un día en que se les acabaron los folletos de campaña y se pidió a la imprenta trabajar toda la noche, cuentan.
“Teníamos reportes diarios de presencia del otro comando en las estaciones de Metro y la proporción era que por cada 10 estaciones te encontrabas en una con voluntarios de Francisco”, agrega otra fuente.
Según las cifras de aportes del Servel, Francisco reunió en total de $ 274.963.589. De ese monto, $ 75 millones fueron depósitos de su partido y $ 130 son créditos contra reembolso que él solicitó. Entre sus mayores aportantes están Carlos Larraín, los empresarios Wolf von Appen y Eliodoro Matte Larraín, con $ 4 millones. Sólo los superó el empresario Alejandro García-Huidobro Llompart junto a su esposa, Micaela Cartwright Vogt, con $ 4.054.121 cada uno.
Quien también figura entre los aportantes es Magdalena Piñera Morel, hija del expresidente, con $ 1 millón. Su hijo León Rossel (19), en tanto, tuvo un activo rol como voluntario.
Orrego Larraín, por su parte, recibió $ 206.407.339. De ese monto, $ 180 millones fueron créditos bancarios contra reembolso. El resto vino de personas naturales. Los más altos de ese tipo vinieron del presidente de Fundación Chile y fundador de NotCo, Pablo Zamora, y del abogado Javier Vergara. Ambos donaron $ 1 millón 500 mil. También aportaron el exministro y miembro de Amarillos Jorge Burgos ($ 500 mil) y la ministra del Trabajo, Jeanette Jara ($ 300 mil).
El rol de republicanos
Desde el comando de Francisco cuentan que los republicanos -que en la primera vuelta habían llevado como candidata a la exministra Macarena Santelices- se sumaron inmediatamente a la campaña para el balotaje y se designó al abogado Felipe Serey como enlace con el partido de Kast.
“Mi apoyo fue desde el primer día y total, visitando cada una de las 52 comunas de la región, incluso fui a varios programas y coordiné apoderados de mesa. En 2021, de haber actuado Chile Vamos de esta misma forma, no estaríamos sufriendo con este gobierno”, afirma Santelices, la carta republicana que llegó en el tercer lugar.
Consciente y agradecido del respaldo, la mañana del sábado 16 noviembre, Pancho Orrego quedó muy preocupado al ver el titular tras una entrevista radial. Este decía: “Francisco Orrego marca distancia de Kast: muy buena onda, muy simpático, pero yo soy Chile Vamos”. Inmediatamente, comenzó a llamar a José Antonio Kast para explicarle que esa cuña la había dicho al ser consultado sobre si sentía “cercanía” con él, en el marco de la próxima elección presidencial.
Pero Kast no le respondía, silencio que interpretó como un signo de malestar. Sí contactó a otros dirigentes del partido, entre ellos a Serey.
Al final del día, Kast respondió las llamadas sin saber de qué se trataba. El candidato había estado todo el día en un paseo con uno de sus hijos, por lo cual se había desconectado. Curtido en estas lides, le restó totalmente dramatismo al asunto. “No te preocupes”, fue su respuesta.
La guerra por el voto cruzado
Uno de los momentos más complejos de los 10 días que duró la campaña por el balotaje fue la disputa para la obtención de apoyos cruzados, donde los exmilitantes de la DC fueron los más requeridos.
El 18 de noviembre, en un breve video publicado por Claudio en sus redes sociales, el expresidente Eduardo Frei le dio su apoyo, lo que alineó a una buena parte del falangismo. Otros, en cambio, como el exministro Jaime Ravinet, apoyaron a Francisco, enrostrando a su excamarada el haber apoyado el Apruebo a la primera propuesta constitucional y luego la fallida reelección de Irací Hassler (PC) en Santiago.
El actual gobernador sumó el apoyo de Soledad Alvear, Carolina Goic, Manuel Inostroza y Clemente Pérez, y fichó a Jorge Burgos como encargado del tema de Seguridad.
Los ex DC, hoy varios de ellos en Demócratas, se encontraban divididos, ante lo cual la presidenta del partido, la senadora Ximena Rincón, citó a un consejo general para someter el tema a votación. Ganó la opción de apoyar a Francisco, decisión que no acató el senador Matías Walker, provocando la ira de Rincón.
“Yo propuse libertad de acción, pero fuimos conminados a votar. Yo, junto a otros consejeros, votamos por apoyar a Claudio Orrego. Perdimos, pero nos pareció relevante transparentar nuestra postura. El resultado terminó demostrando que no estábamos tan equivocados”, explica Walker.
Los planes de ambos candidatos
Pese a la derrota, en RN y en Chile Vamos estiman que Francisco Orrego quedó muy aspectado para una candidatura a la Cámara de Diputados, el próximo año.
Orrego Larraín, en tanto, aseguró esta semana en varios medios que no será candidato a La Moneda.
Sin embargo, sus cercanos reconocen en privado que el tema presidencial sigue más vigente que nunca tras los 2,5 millones de votos obtenidos y ante el complejo escenario oficialista, que aún no levanta una carta.
Uno de los partidos más entusiastas es el PS, al cual Orrego se ha ido acercando desde hace un tiempo. Arturo Barrios es uno de sus hombres más cercanos; Felipe Barrenechea, su jefe de gabinete; el secretario general, Camilo Escalona, hizo “puerta a puerta” en la campaña, y la presidenta, Paulina Vodanovic, llegó al comando el domingo pasado a celebrar el triunfo. Esa noche tampoco paso desapercibida la presencia de Guido Girardi (PPD).
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