Pablo Escobar: La vida de película de su “hijo secreto”
Bautizado como Roberto Sendoya Escobar, hoy se hace llamar Phillip Witcomb. Y asegura que el capo colombiano fue su padre. Así lo cuenta en el nuevo libro Son of Escobar: First Born. “Estoy tratando de no glorificar su nombre”, dice a La Tercera.
Phillip Witcomb cree que algún día se hará una película de su vida. Y no es para menos. Según su versión, su madre murió en un tiroteo, fue adoptado por un agente del MI6 (el Servicio de Inteligencia Secreto de Reino Unido), sobrevivió a varios intentos de secuestro y, lo más increíble de todo, su padre biológico sería nada menos que Pablo Escobar Gaviria, el mayor capo mundial del narcotráfico.
Nacido como Roberto Sendoya Escobar, Witcomb, de 54 años, hoy vive con su esposa en una finca remota en la isla mediterránea de Mallorca bajo su nombre adoptivo. Trabaja como un aclamado pintor hiperrealista, cuyos trabajos se venden por miles de libras esterlinas, según reseña la editorial británica Ad Lib Publishers Ltd., la misma que acaba de publicar Son Of Escobar: First Born (“Hijo de Escobar, el primogénito”), el libro donde Witcomb revela su hollywoodense historia.
Para Witcomb, escribir este libro fue una suerte de terapia, una forma de curar los traumas de infancia. “Estaba muy enfermo, había intentado suicidarme, bebía demasiado. Tenía problemas enormes, las cosas que ocurrieron en mi vida no son normales y me causaron muchos problemas. Yo estaba en el hospital y entonces me dijeron: mira, tienes que sacar todo esto de tu mente y tienes que escribirlo. Y 24, 25 años después, lo tomó una editorial como esta y me ayudaron e hicieron más investigaciones. Y aquí es donde estamos, con un libro. Es un milagro, te lo digo”, comenta vía telefónica a La Tercera desde Mallorca.
Todo comenzó en 1959, cuando el expiloto y expolicía Patrick Witcomb y su esposa, Joan, que habían trabajado para el Ministerio de Relaciones Exteriores en Londres, fueron enviados a Bogotá para administrar el negocio de impresión de billetes de banco que había ganado la firma británica De La Rue, contrato que también incluía operar una flota de vehículos blindados para transportar el efectivo.
Pero la división de vehículos blindados a menudo era atacada y sus envíos de billetes colombianos recién impresos eran robados por bandas de delincuentes. Ante ello, “los gobiernos colombiano e inglés decidieron introducir un espía para poder seguir la ruta del dinero”, relata Phillip. Así, Patrick Witcomb comenzó a operar como agente encubierto para el MI6.
“Después de uno de esos robos, a fines de 1965, mi papá recibió inteligencia sobre el paradero del dinero perdido”, afirma Phillip. “Lo escondieron en una casita, en un pueblito que estaba en los alrededores de Bogotá. Entonces llevaron fuerzas especiales y montaron una operación para recuperar el dinero y ahí, pues, la cosa fue mal y mucha gente murió”, prosigue.
Mientras buscaba sobrevivientes en una habitación trasera, Patrick encontró a una adolescente tirada en un charco de sangre. Le habían disparado en la espalda y sangraba abundantemente. Se quitó el chaleco antibalas y lo usó como almohada. Mientras la colocaba, la chica hizo una mueca. Con lágrimas en los ojos, la niña susurró: “Mi hijo”. En un catre, en una esquina de la habitación, estaba sentado un niño de mejillas regordetas y cabello oscuro, de apenas unos meses de edad.
“El agente secreto era un verdadero James Bond, pues cuando vio que su madre estaba muriendo, ahí cogió al niño y lo llevó en helicóptero a una iglesia en Bogotá, donde había monjas que cuidaban niños que no tenían padres”, detalla Phillip, quien ha dicho: “Todavía tengo visiones de una mujer con un vestido rojo gritando y un hombre cubierto de sangre”.
Phillip aún conserva su partida de bautismo. El documento, de la Iglesia de Lourdes, en el tradicional barrio de Chapinero, en Bogotá, afirma que el 21 de septiembre de 1965 el presbítero Hugo Londoño bautizó a un niño, a quien llamó Roberto Sendoya Escobar, nacido el 2 de agosto de ese año. Si el futuro jefe del Cartel de Medellín lo hubiera reconocido, su nombre sería Roberto Escobar, como uno de sus tíos, otro capo conocido como “El Osito”.
En diciembre de 1965, Patrick y su esposa Joan adoptaron oficialmente al niño y cambiaron su nombre a Phillip Witcomb. “Me hicieron un inglés”, dice. Los documentos oficiales de adopción que recibió la pareja revelaron que la madre muerta de su hijo, María Lucía Sendoya, tenía 14 años. El padre biológico del niño era Pablo Escobar Gaviria, un ladrón de bancos de 16 años que vivía en Medellín y que se convertiría en el narcotraficante más famoso y rico del mundo. Sendoya Escobar cree que su concepción fue el resultado de una violación. “Mi madre solo tenía 14 años cuando me tuvo y Escobar 16. No pudo haber sido sexo consensuado a esa edad y es difícil lidiar con eso”.
Sendoya Escobar dice que su padre adoptivo, en el marco de sus operaciones, lo llevó varias veces a Medellín a ver a su progenitor. “Pero yo no sabía que era mi padre”, asegura. En cambio, Escobar conocía perfectamente quién era ese niño. “Sí, claro, porque él trató de secuestrarme cuatro veces”, afirma Phillip. “La cosa se puso tan peligrosa que mi padre me mandó como interno a un colegio en Inglaterra”.
Cuando Phillip tenía nueve años, Patrick le explicó que había sido adoptado, pero pasarían otros 15 años antes de que revelara la verdadera identidad de su progenitor.
En 1989, el expolicía británico fue a verlo a Madrid, donde trabajaba como diseñador de canchas de golf. Patrick lo sentó y le dijo la verdad: que su padre era Pablo Escobar. Phillip, con solo 24 años en ese entonces, asegura que la revelación no fue tan dramática para él. “No vamos a creer que fue un gran susto cuando me contó, porque no lo sabía, no sabía quién era este tío”, señala. Pero a partir de entonces sintió curiosidad por conocer más de su padre biológico. “Yo digo, bueno, tengo que descubrir quién es este señor. Fui a Inglaterra y ahí empecé a hacer un poco de investigación”, comenta.
Pero pasaría poco tiempo antes de que Escobar fuera asesinado a tiros por la policía colombiana. El jefe del Cartel de Medellín fue abatido el 2 de diciembre de 1993, el día siguiente de su cumpleaños 44. Para entonces, “Don Pablo” había amasado una fortuna estimada en casi US$ 40 mil millones.
Un año después de la muerte de Escobar, Patrick Witcomb agonizaba en una cama de hospital en Walton-on-Thames, Surrey. Y justo antes de fallecer, le dio a su hijo adoptivo un código que, si se descifra, se afirma que revelará la ubicación secreta de millones desaparecidos del capo. “Estos son varios, muchos millones. La última vez que fui a Madrid me mostró estos sacos de dinero y desde ahí los escondió. Entonces me dio unos códigos para encontrarlos. Creo que tengo una buena idea de dónde están, pero no sé realmente el paradero del dinero. Entonces me rindo y le digo al mundo público los códigos en el libro para ver si pueden hallarlo y ayudar a gente que no tiene dinero”, dice.
De lo que Phillip no tiene duda es de su opinión sobre Escobar. “Vamos a decirlo bien claro, este señor no era un señor bueno. Ha hecho unas cosas muy malas en su vida, es responsable por un problema grandísimo de droga que tenemos en el mundo hoy. Y ha matado mucha gente, miles de personas han muerto gracias al negocio de este señor”, afirma. “Yo no siento cosas buenas por este señor, pero hombre, la historia de su vida es la historia de su vida. No puede escapar uno de esto. No siento amor por este señor ni nada de eso. Todos somos víctimas de las acciones de este señor y su cartel”, agrega.
Sobre su relación con la familia de Escobar, Phillip reconoce que “hemos tenido algunos emails, algunos contactos, pero la cosa no está bien, hay mucha envidia, problemas entre familiares”. Y enfatiza: “Yo no estoy aquí para decir cosas malas de ninguna persona y hasta es mejor dejarlo así. Yo vivo para mirar hacia el futuro, no para atrás. No voy a meterme en los líos de esta gente. Lo digo con respeto”.
Pero el hijo de Pablo Escobar y Victoria Henao, Juan Pablo (hoy reinscrito como Sebastián Marroquín Santos, de 43 años), niega que su padre haya tenido más descendencia que él y su hermana, porque siempre dijo que “ningún hijo nacerá fuera de su matrimonio”. “Él quiere decir que él es único hijo y ya está. Pero mira, Escobar se portó muy mal en su vida. Habrá muchos, muchos hijos por ahí. Para mí, entre más hijos, mejor”, retruca Phillip.
“Mira, yo soy un hombre de paz. Soy completamente distinto que el resto de esta familia que no me interesa. Y hablo de ellos como si fueran otra familia realmente, porque no los conozco y no me interesa conocerlos. Y si hay algunos que dicen que esto es una mentira, pues muy bien, no me importa”, insiste. “Estoy tratando de no glorificar el nombre de Escobar, por supuesto. Pero es parte de mi historia, qué puedo decir”, admite.
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