Papá adoptivo: El viaje infinito de Rodolfo Carter
Hace casi seis meses, Rodolfo Carter se convirtió en papá. María Ignacia y Felipe, hermanos entre sí, llegaron desde el Sename a formar parte de su familia. Esta es la historia contada por los tres y que el alcalde quiso compartir en su primer Día del Padre.
Todo partió esa lluviosa noche, hace casi cuatro años, cuando Harry se enfermó. Rodolfo Carter partió desesperado al veterinario con su border collie. El especialista le dijo que podía ser algo fatal. Pero al rato le dijeron que no, que Harry sobreviviría.
“Ahí hice clic. El Harry es mi perro, mi compañero, el que me espera en las noches, pero es un perro”. El alcalde de La Florida, abogado UC, cuenta que entonces miró por la ventana.
-Tenía una buena pega, un auto rico, pero ‘puta- pensé-, no tengo nada. No tengo descendencia’. Yo siempre quise ser papá y por las razones que sea, nunca había llegado el momento. Me quedé con una angustia muy profunda”.
Al poco tiempo, Rodolfo Carter se encontró con una amiga. “Ella me dice: Rodolfo, voy a ser mamá, entré al Sename”. La idea le quedó rondando, hasta que se lanzó al viaje de ser padre.
-Fue justo para el estallido social. La sede quedaba en Pedro de Valdivia y entre lacrimógenas y barricadas, me citaron a la primera charla de acercamiento. Era 22 de octubre. Mi primera impresión brutal fue lo diversos que eran los papás. Yo diría que un 60 y algo por ciento deben haber sido parejas heterosexuales, y un 20% o 25%, parejas de un mismo sexo. De hecho, el presidente de mi mesa estaba casado con otro hombre. Y el resto éramos solteros. Y como nos tocó todo el estallido durante un buen rato, el proceso era bien inestable.
El proceso, dice, fue exhaustivo.
-Te hacen examen psicológico, evolución social de hogar, vienen a tu casa, entrevistan a tus seres queridos, te preguntan qué tipo de niño es el que tú quieres, más exámenes. Y una vez que te declaran apto, entras a la lista de espera. Es un trabajo bien titánico el que hace el Sename, que tiene muy mala prensa, pero yo vi mucho cariño ahí dentro.
Carter explica que el Sename “hace un cruce entre lo que uno dice que quiere y los niños que están disponibles. Hoy, la adopción tiene más que ver con niños que se declaran en abandono por problemas sociales o abandono de los padres, son niños más grandes, varias veces hermanos. Entonces, hay muchos papás que empiezan a mirar con distancia. Y lo que para el resto puede ser una maldición o un problema, para mí fue una bendición”.
Una vez que lo declararon apto para la adopción, empezó su espera.
-Primero llegó el proceso de otro niño. Yo nunca le alcancé a ver la cara completamente; en las fotos le difuminaron los ojitos y la boca. Y era un niño que tenía los dientes muy parecidos a los míos: con paletas, súper inquieto. Y cuando íbamos a comenzar el proceso de vinculación -en que uno se conoce- me dijeron que era mejor no seguir, porque es un niño que tiene problemas muy severos. Yo espero algún día volver a verlo, porque no va a tener nunca adopción. Eso pasó en julio o agosto del año pasado. Y al mes, dos meses, me aparecieron estos enanos en Curicó.
Antes
La casa de Rodolfo Carter Fernández queda en la punta del cerro, en La Florida. La mesa de comedor está llena de regalos, algunos aún sin abrir. El sábado celebró sus 51 años y varios de sus invitados conocieron allí a sus hijos, María Ignacia (10) y Felipe (9). En el sofá del living, Carter se sienta a contar por primera vez su historia. Antes de hacerlo, consultó con los técnicos del Sename. Le recomendaron que lo hiciera en forma natural, que los niños pudieran participar del relato.
Al rato, María Ignacia y Felipe se instalan a su alrededor, y lo que sería una conversación de a dos, se convirtió en una de cuatro. Para soltar los nervios, Carter les empieza a mostrar fotos en su celular y busca una de su difunta abuela María. Quiere mostrarle a María Ignacia de dónde viene ese amor por el nuevo nombre que le han puesto. Entremedio, fotos de los primeros momentos juntos, del verano en Zapallar, del reciente viaje a Torres del Paine.
María Ignacia y Felipe son hermanos de madre.
-Yo nací en Rancagua. No me acuerdo la calle ni el número, pero sí que uno pasaba una reja y había dos edificios. En uno vivía mi prima y en el otro, nosotros. La escuela estaba al fondo. Ahí también nació Felipe. Vivimos ahí hasta los seis años, con mi mamá- cuenta María Ignacia.
-Lo que nosotros sabemos -interrumpe Carter-, y con la Igna lo hemos conversado mucho, es que a ella le pusieron Ignacia Eliana, a él Edinson Guillermo. Ellos saben por qué fueron a una residencia Sename y yo siempre he querido que lo sepan. Hay una historia de mucha pena para ellos, especialmente para la Igna, porque tiene conciencia de que había violencia en la casa. Terminaron en una situación de abandono, de no tener qué comer, y finalmente fue el Estado el que tuvo que intervenir. Estuvieron un tiempo en una residencia en Rancagua y después los movieron a una Aldea SOS en Curicó. Y la última vez que su mamá fue a verlos, fue hace cuatro años.
María Ignacia: Hace cuatro años y un mes.
Rodolfo: Entonces, como la mamá desapareció, el Estado los declaró en situación de abandono y empezó la búsqueda de una familia. Un día, en el nuevo colegio, le preguntaron a la Igna, con la inocencia y crueldad de los niños, ¿por qué te viene a buscar siempre tu papá? ¿No tienes mamá? A ella le dio pena. Esa noche le dije que creo que no tiene que juzgar a su mamá. Me dijo “mi mamá no me quiere”. Le contesté que puede ser una posibilidad, pero también es probable que no te haya podido cuidar, que ella haya sufrido mucho, y que si algún día la quiere buscar lo haremos juntos. Porque tiene que vivir con la mayor paz posible con su historia.
El encuentro
La primera vez que se vieron las caras fue a través de un video. Él les mandó uno primero, y ellos le respondieron con otro, grabado por una de las cuidadoras del centro del Sename. Ya en noviembre del año pasado los pudo conocer en persona.
María Ignacia: Yo no tenía mucha ilusión, porque ya me habían rechazado. Pero ahí empecé a confiar. Nos había adoptado una persona, pero no sé qué pasó ahí...
Rodolfo: Una semana después, de la noche a la mañana, los devolvieron. Es un gran problema los fracasos en la adopción, porque los niños hoy son más complejos y las personas que adoptan están menos dispuestas al sacrificio. Y la verdad es que fue bien terrible, porque cuando nos encontramos, los tres veníamos de una pérdida. Yo venía saliendo de un proceso de adopción que no resultó, que fue como perder una guagua. Lo pasé muy mal, y ellos, que también se habían hecho la ilusión de tener por fin una familia y fue bien terrible.
¿Cómo era su vida en el hogar?
María Ignacia: Estuvimos cuatro años en la aldea y de esos, en dos no hubo violencia, se hacía el Viejito Pascuero, salíamos con las tías y todo. Pero después llegó un director y ahí empezó a haber violencia entre los niños. Siempre llegaban los carabineros.
Rodolfo: Cuando me llamaron por los niños, yo tenía harto miedo, porque no quería fracasar de nuevo. Cuando me dijeron que tenía que ir a Curicó para conocerlos, iba cagado de susto. Llegué a la aldea, me hicieron pasar a una casa y, de repente, llegaron. Para mí fue amor a primera vista.
Por primera vez, Felipe se anima a hablar.
-No, nosotros estábamos en la casa y tú llegaste para allá. Jugamos Lego.
Rodolfo: Verdad, tienes razón. Y comimos sushi. Felipe hizo un puré de sushi.
Los niños se ríen. Carter mira a Felipe, abrazado a su derecha, y le dice:
-¿Y tú, mono? ¿Qué pensaste cuando les dijeron que iba a ir a verlos?
Felipe: Los dos nos emocionamos mucho.
Rodolfo: Pero la verdad, no el libreto poh…
Felipe: Sí, eso fue. Y fue un miércoles.
Rodolfo: A principios de noviembre. Y desde entonces tenía que ir lunes, miércoles y viernes durante dos meses. Hasta que se vinieron el 6 de enero de este año. Era bien agotador el viaje, pero lo peor era venirse.
Felipe: ¿Nos extrañabas?
Rodolfo: Aparte de que los echaba de menos, sentía que estaban viviendo tan mal y yo podía vivir mejor con ustedes. Me daban miedo los gritos que había allá, me daba susto que los pudieran agredir...
¿Cómo reaccionaron los otros niños al saber que ustedes fueron adoptados?
María Ignacia: Estuvieron felices, pero se notaba que estaban un poco tristes porque nosotros teníamos una familia y ellos se iban a quedar allí.
Rodolfo: ¿Te acuerdas, Igna, cuando una de tus amigas me tomó de la mano en la aldea?
María Ignacia: Sí, porque a ella, antes de que conociéramos al papá, su mamá se murió de cáncer. Entonces estuvo muy triste, y aunque era enojona, igual yo la apoyaba, porque qué pena que se le haya muerto su mamá.
Rodolfo: Un día, cuando llegué a ver a los niños, ella cruza todo el jardín, me toma la mano y me dice: “¿Me puedo ir contigo?”. Fue súper duro.
Para Navidad nos dieron la primera salida a alojar. Recuerdo esos días entre el 24 y el 26 de diciembre. Fue bien impactante. Todos en mi familia los esperaban acá con regalos.
María Ignacia: Estaba muy feliz y me sorprendió la casa. Era linda y moderna.
Felipe: Yo encontré la casa bonita, porque tiene mucha vegetación y mucha luz.
Rodolfo: ¿Y tú, Felipe? ¿Qué sentiste de tener una familia?
Felipe: Me sentía querido.
El tiempo
Los hijos de Carter tienen claro que aprender a hacer familia no es fácil. Pese a sus pocos años, bien saben que los amores no son espontáneos y que hay que darles tiempo para que crezcan.
María Ignacia: Cuando tú ves a una persona que va a ser tu padre o tu madre, uno altiro no lo quiere. Después, cuando lo vas conociendo más, ahí lo quieres. Hay niños que se demoran más en decirle papá y otros niños que no.
Felipe: Uno lo quiere de apoco, y vas tomando la confianza, y cada vez más empiezas a quererlo.
Rodolfo: Y se nota cuando uno los echa de menos. De hecho, cuando los fui a dejar el 26 de diciembre, me puse a llorar a la salida. Yo lo único que quería era llevármelos. Y después de la salida para el Año Nuevo, me costó aún más. Ahí fui a hablar con la jueza y el 6 de enero me dieron la residencia permanente. Después, en marzo, me dieron la adopción.
¿Y cuándo se enteraron de que su papá es famoso?
Felipe: Lo buscamos por redes sociales y por Google. La tía que nos cuidaba también nos dijo que salía en la tele.
Rodolfo: ¡No sabía que me habían buscado en las redes! Bueno, el tema de las redes sociales es algo que ha salido en las conversaciones, porque han visto la parte linda sobre mí nomás.
María Ignacia: Me acuerdo que en el verano en Zapallar, cuando estábamos comprando pescados, un señor te reconoció y había mucha gente. El señor dijo: “¡Es el alcalde de La Florida!”.
Rodolfo: Entonces les he tenido que explicar que esa es la parte simpática, pero que va a haber una parte amarga que les van a decir “tu papá es un tal por cual”, o derechamente en redes sociales se van a encontrar cosas terribles.
El futuro
Son las 14.30 del viernes. Aracely -la señora que trabaja en la casa todos los días- avisa que está listo el almuerzo. Hay empanadas y pastel de papas. Suspiro limeño de postre.
-En las mañanas yo les hago el desayuno y los voy a dejar temprano. Ese es un rato bien bonito que tenemos juntos. Cantamos en el auto. Por ejemplo, aprendieron a hacer los bailes de Axé Bahía.
En ese espacio, cuenta Carter, aprovechan de conversar.
-De repente me toca ponerme medio pesado cuando no hacen las cosas bien. Pero el momento más bonito, creo, es en las mañanas y en las noches, en que les cocino y comemos juntos. Y hay pocas cosas más lindas para mí, como papá, que cuando Felipe me dijo “papá, tápame”. Era algo para lo que yo no estaba preparado, nunca me imaginé que me iba a tocar.
Después de hablar un rato sobre los gustos musicales -Carter no entiende que les pueda gustar BTS y los niños le reprochan que no entienden su amor por la política-, el alcalde les pide volver a ponerse serios.
Rodolfo: ¿Algo más que quieran contar? Alguien me dijo la otra vez que nosotros nos andábamos buscando, y no nos habíamos dado cuenta hasta que nos encontramos. Pero evidentemente conocer a alguien…, el olor, por ejemplo. Yo tengo un olor distinto y hasta dormir juntos ha sido un tema. Y ha sido todo tan rápido... Fue muy loco, yo diría que cuando los fui a dejar de vuelta el día de Navidad, me di cuenta de que era el papá de ustedes, y que mi vida había cambiado para siempre. Ustedes no cachan ni una, pero mi vida cambió para siempre. Sé que no puedo manejar de forma imprudente, que ya no puedo fumar como antes, porque no me puedo morir antes que ustedes terminen de estudiar. Después me puedo morir, pero antes no. ¿Y tú, Felipe, te acordái en qué minuto sentiste que yo era tu papá. ¿O siempre fui tu papá?
Felipe: Siempre.
Rodolfo: ¿Cómo? ¿Siempre?, no seái barsa, jajajaa. ¿Te acuerdas más o menos cuándo sentiste que yo era tu papá?
Felipe: Cuando te llamé por videollamada antes de la Navidad. ¿Y tú, cuándo sentiste que éramos tus hijos?
Rodolfo: Cuando te bañé por primera vez. Ahí me di cuenta que era tu papá. Esa es la verdad.
Usted es un auténtico mapadre.
Rodolfo: Yo sabía que me ibas a preguntar esto. Pero es tan hueco el comentario que hizo la señora. Es tan absurdo, es tan frívolo, es no entender la magia y el misterio insondable que es la relación entre un padre o una madre con su hijo. Yo, ni ningún papá, ni ninguna mamá en Chile necesita que una mujer frívola, hiperintelectualizada, trate de determinar qué soy para Felipe o para la Ignacia. Yo soy su papá. Y ellos mismos lo han dicho. ¿Te acuerdas, Ignacia, de la primera vez que te lavé el pelo y te peiné? Me dijiste que yo era tu papá y tu...
María Ignacia: Y mi mamá.
Rodolfo: Eso. Yo no soy un papá-madre ni una mamá-padre, yo soy el papá de los niños. Y evidentemente ocupo un rol múltiple. Pero no se necesita calificar, porque yo soy el papá.
¿Ha pensado en tener una pareja, una persona que lo acompañe en este proceso?
Lo primero que me gustaría valorar, es compartir mi admiración profunda por todos los papás o mamás solteras que existen en nuestro país; que sacan a sus hijos adelante y que conforman una familia tan legítima y respetable como cualquier otra. Hace muchos años que Chile se construye a partir de distintos tipos de familia. Me saco el sombrero por el trabajo y la valentía de esas mujeres y hombres que crían solos a sus hijos, porque detrás de ese camino existe un esfuerzo doble y la superación de ciertos prejuicios. Esos padres y madres entregan todo el amor, la formación y la estructura que cualquier niño o niña merecen para crecer y ser felices. En ese sentido, nunca ha sido un problema o he sentido alguna limitación el ser papá y mamá de Felipe y la Ignacia... Incluso, a pesar de las dificultades, plazos y prioridades que el sistema de adopción en Chile les otorga a personas solteras. Ha sido un proceso maravilloso, repleto de aprendizajes y me esfuerzo cada día para ser el mejor papá posible para mis niños.
¿Entonces es una elección ser papá soltero?
Son cosas distintas... Si durante este proceso de paternidad, que estoy viviendo y disfrutando plenamente, aparece una persona, me enamoro, y esa persona acepta a mis niños y sumarse a nuestra familia, bienvenidas sean las sorpresas de la vida. En la vida es bueno estar abierto a enamorarse. Puede ocurrir en cualquier momento, pero por ahora estoy tranquilo y encantado de esta nueva etapa junto a mis hijos.
La vida le cambió en un 1.000%. ¿Cómo piensa compatibilizar su carrera política con esta nueva vida?
O sea, no son compatibles. Ellos son primero. Todo lo otro que venga en el futuro, sea lo que sea, se va a tener que adaptar a ellos. Tengo súper claro que los que me van a llevar a la tumba cuando me muera van a ser Ignacia y Felipe. No me van a llevar ni mis electores, ni Joaquín Lavín, ni Sebastián Piñera. Van a ser mis hijos. Por tanto, los que tienen la prioridad son ellos. Y en ese sentido, ellos son razonablemente maduros para entender que el papá tiene un trabajo distinto al resto. Y, claro, la Ignacia más de una vez me ha dicho que ella cree que yo debería ser Presidente. Y yo creo que ella no sabe lo que significa ser Presidente, lo duro y absorbente que es. Yo tengo claro que ellos están en primer lugar, son lo más importante en mi vida.
¿Y quiere ser Presidente?
El cementerio está lleno de futuros presidentes de Chile. Y digamos que no es un puesto para pasarlo bien. Si uno quisiera ser Presidente, es para hacer algo extraordinario en el país, no simplemente para llegar ahí y después improvisar. Sí, claramente me gustaría, pero no es una decisión que tomaría solo. Si este viaje lo hacemos juntos, lo haremos juntos... En este momento quiero completar mi último período en La Florida y dejar un legado como alcalde de la capital de la clase media de nuestro país. Además, ahora tengo una misión maravillosa, que es 24/7 y de la que aprendo día a día: quiero ser el mejor papá posible para mis hijos.
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