El golpe fue duro. Tanto, que en el oficialismo dicen que las fracturas que se evidenciaron el miércoles 8 al interior de los partidos y de estos con el gobierno durarán largo tiempo.
A las 20 horas de ese día, la derecha registró su mayor derrota político-legislativa e ideológica en el último tiempo, luego que con los votos de 13 de sus diputados -nueve de RN y cuatro de la UDI- fuera aprobada la idea de legislar un proyecto de ley que permite a las personas retirar hasta el 10% de los fondos de pensiones acumulados en las AFP.
“Para el gobierno es incomprensible que haya parlamentarios (oficialistas) que voten por proyectos o ideas ajenas a nuestro ideario”, afirmaba el viernes 10 el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, en entrevista a T13, reconociendo de esa forma el impacto de que fueran diputados de la coalición de centroderecha los que permitieran el avance de una iniciativa que trastoca uno de los pilares estructurales del modelo económico que defiende el sector. No por nada, tras finalizar la votación, varios parlamentarios de oposición celebraban en el hemiciclo que este era el primer paso en el desmantelamiento del actual sistema de pensiones, algo que, al parecer, era más importante que las deficiencias técnicas que tiene este proyecto, las que son reconocidas por economistas y expertos de todos los sectores.
La reacción del gobierno frente al desorden de sus filas fue congelar “hasta nuevo aviso” las reuniones del comité político ampliado de los lunes en el Palacio de La Moneda, la única instancia de coordinación que se mantiene en pie desde 2018, cuando los timoneles de los partidos del bloque optaran por terminar las reuniones formales entre las directivas del oficialismo. A eso se sumaron las reuniones que tuvo ayer el Presidente con los partidos, pero por separado. Como grafica un senador de RN, “Chile Vamos está caminando por la cornisa”. Y no se vislumbra una rápida salida.
Pero todo partió antes
Desde los partidos responsabilizan al gobierno y, en particular, al comité político, que encabeza Blumel, de no tener la conducción necesaria para haber evitado este traspié. Una visión que venía condimentada con la pelea entre la UDI, RN y Evópoli -partido de Blumel- desatada cuando el gobierno decidió no vetar el proyecto que impide la reelección de alcaldes y parlamentarios. A ojos de la UDI, al menos, esta decisión los perjudica a ellos y beneficia a Evópoli, al despejarle la cancha electoral. Y también venían molestos por el posnatal de emergencia: la recriminación ahí era que los parlamentarios pagan los costos de ser los “duros” y finalmente el gobierno termina cediendo ante un proyecto del Frente Amplio.
Con ese telón de fondo, en la UDI cuestionan que recién el miércoles 1 el gobierno comenzara a hablar con sus parlamentarios sobre la forma de paliar los efectos económicos de la crisis sanitaria en la clase media. Fueron conversaciones “muy generales”, aseguran, y en las que no se habría abordado una posición frente al proyecto de ley para el retiro de fondos de pensiones, una idea que no había agarrado vuelo hasta el 24 junio, cuando el propio presidente de RN, Mario Desbordes, se abrió a apoyarlo si es que no había otras medidas en favor de la clase media.
En el comité político de La Moneda reconocen que subestimaron inicialmente la posibilidad de que el proyecto de ley presentando por los diputados del opositor Frente Regionalista Verde, que encabeza el diputado Jaime Mulet, para reformar la Constitución y permitir el retiro de una fracción de los fondos de las AFP, pudiera llegar a puerto y menos convertirse en un dolor de cabeza para la coalición.
“Entendíamos que con el paquete de medidas que estábamos trabajando con las bancadas de Chile Vamos ese tema quedaba despejado”, señala uno de los ministros del comité político. “No hubo un buen conteo de votos”, agrega un diputado.
Desde el 30 de junio, dirigentes y parlamentarios de Chile Vamos se habían sumado a las exigencias de la oposición para que el gobierno fuera en ayuda de la clase media a tres meses de que se decretaran las primeras cuarentenas para controlar la pandemia.
Pero el “plan de protección de la clase media” que anunció el Presidente el domingo 5 de julio pasado no calmó los ánimos dentro de su coalición. “Insuficiente”, fue la respuesta que llegó al día siguiente desde la UDI y RN.
En La Moneda afirman que no esperaban una reacción tan dura. No era, al menos, lo que habían escuchado el domingo de boca de la diputada RN Paulina Núñez y la gremialista María José Hoffmann, quienes asistieron a la ceremonia en que el Jefe de Estado anunció el plan para la clase media. Previo al acto, el Mandatario mantuvo una larga conversación con ellas sobre la delicada situación que estaba atravesando el oficialismo. En esa ocasión, incluso, analizaron la posibilidad de hacer un cónclave del sector para mejorar la coordinación y evitar que siguieran escalando los conflictos.
Poco después de la reunión entre el Presidente y las diputadas, Blumel se comunicó por teléfono con la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, para tratar de calmar los ánimos. Una misión difícil, tras las duras críticas que había lanzado en su contra la senadora. “Vemos un gobierno sin convicción, que no es capaz de defender sus ideas”, había dicho el viernes 3, poco después de que el Presidente Piñera promulgara la ley que limita la reelección indefinida de parlamentarios y alcaldes.
Lunes: alarmas tardías
La del lunes 6 fue una de las reuniones del comité político ampliado más tensas que se recuerde. En el caldeado ambiente de esa mañana, donde una vez más se cruzaron las recriminaciones mutuas, no se habló de la votación que tendría lugar dos días después en la Cámara de Diputados.
Una falta que costaría caro al oficialismo. Para entonces la oposición, con la excepción del independiente Pepe Auth, había anunciado que votaría en bloque a favor del retiro de fondos de las AFP. Faltaban 11 votos del oficialismo para alcanzar el piso de 93 sufragios a favor y cumplir así con el quórum calificado de 3/5. No fue sino hasta la tarde de ese lunes 6, durante las reuniones que realizaron de manera separada y por videoconferencias con las bancadas de diputados de Chile Vamos, cuando se activaron las alarmas.
El recuento de votos del proyecto de retiro de 10% del fondos previsionales era catastrófico para el oficialismo. En RN, 15 diputados señalaron estar a favor del proyecto o “abiertos” a apoyar la iniciativa si no había una alternativa mejor del gobierno. En la UDI, el escenario era similar: entre 10 a 12 parlamentarios estaban por el retiro de fondos de las AFP, algo impensado hasta entonces. Las razones que daban los descolgados gremialistas eran diversas. Los menos, entre ellos Álvaro Carter, Pedro Álvarez-Salamanca y Celso Morales, criticaban las medidas ofrecidas hasta entonces por el gobierno, y sus argumentos eran similares a los que la oposición venía sosteniendo: “La respuesta del Ejecutivo en medio de la peor pandemia no puede ser más endeudamiento, aunque sea a través de un crédito blando”, afirmaban.
A la mayoría, en cambio, los guiaba el enojo y la desconfianza con el comité político de La Moneda. No estaban dispuestos a pagar los costos de defender a ultranza la posición del gobierno en un tema que goza de la popularidad ciudadana, por insconstitucional que fuera, y que después el Ejecutivo negociara con la oposición una fórmula igual o parecida a la que ellos habían tenido que rechazar. Algo que habían vivido recientemente con el proyecto de posnatal de emergencia.
Ni siquiera la bancada de Evópoli estaba completamente alineada. Los diputados Sebastián Keitel y Sebastián Álvarez no se oponían del todo a un proyecto fuertemente cuestionado por su correligionario, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones.
En La Moneda reconocen los esfuerzos que hicieron los jefes de bancada oficialistas por llegar a un acuerdo con el gobierno y evitar la derrota en la Cámara de Diputados. La misma noche del lunes 6, Sebastián Torrealba (RN), María José Hoffmann (UDI) y Luciano Cruz-Coke advirtieron a La Moneda la tormenta que se venía encima y solicitaron una reunión urgente con el comité político para avanzar en una nueva propuesta que permitiera sortearla. Más aún, coordinaron los temas que presentaría cada partido al gobierno. La cita con el comité político quedó agendada para el día siguiente en la tarde, en La Moneda.
En la UDI, sin embargo, aún no estaba todo dicho.
Martes: la UDI pasa a la ofensiva
El martes 7, pocas horas antes de la reunión, se difundieron tres documentos diferentes de personeros de la UDI, con un mismo objetivo: interpelar al ministro del Interior, Gonzalo Blumel, por su falta de conducción política.
Se trataba de la “filtración” de un “borrador” -según afirmaron después desde la mesa del partido- de una dura declaración pública de la comisión política UDI efectuada la noche anterior, y a la que asistió el subsecretario de Bienes Nacionales, Álvaro Pillado. En la cita se había hecho un descarnado análisis de la relación de la colectividad con el gobierno, respaldando los cuestionamientos de la timonel gremialista y de otros dirigentes a la conducción de La Moneda. Otro documento:una carta firmada por 10 diputados y un senador de la UDI a favor del retiro del 10% de los fondos de las AFP. Y el tercero, un proyecto de resolución firmado por cinco diputados gremialistas para solicitar al Presidente un “cambio radical” ante el “fracaso” en las políticas de seguridad frente a la violencia rural en La Araucanía.
Aunque en la UDI aseguran que no se trató de una operación coordinada del gremialismo en contra de Blumel, sino de una “coincidencia”, el efecto era prácticamente el mismo. Para avivar aún más las cosas, por redes sociales se viralizaba un video del alcalde ex UDI de Rancagua Eduardo Soto, descolgando de su oficina la fotografía oficial del Piñera. “Déjala en cualquier lado”, dice el edil.
Aún así, insisten en La Moneda, el encuentro entre el comité político y los jefes de bancadas oficialistas, que se prolongó por cuatro horas, se habría desarrollado “en un clima de cordialidad”.
Para alinear a sus diputados y convencerlos de rechazar el proyecto de retiro de las pensiones, el gobierno se comprometía a hacer un gesto a cada una de las colectividades. La Moneda se abrió a un nuevo “ingreso familiar de emergencia plus”, facilitando el acceso a un mayor número de personas; amplió los subsidios de arriendo, aumentó de 29 a 89 días de mora máximo para acceder a la postergación de cuotas de créditos hipotecarios, y sumó un subsidio del 25% del Estado para los préstamos blandos anunciados el domingo anterior. Todo esto, en el marco de “un acuerdo político entre los partidos de Chile Vamos de forma tal de generar una articulación político-estratégica fluida que propenda a la unidad y al actuar conjunto entre el Ejecutivo y los parlamentarios”.
“Teníamos un acuerdo”, aseguran dos de los ministros del comité político que estuvieron en las negociaciones. Lo que es refrendado por dos de los jefes de bancada que asistieron a la reunión en La Moneda, Luciano Cruz-Cocke y Sebastián Torrealba.
La instrucción para los parlamentarios era clara, señala un ministro. Esa misma noche debían comunicar a sus bancadas los alcances de este acuerdo y asegurar los votos. “No es indispensable que voten en contra, nos bastaba que se abstengan”, les dijeron. Era más que nada, señalan, darle un voto de confianza al comité político. El detalle del acuerdo, convinieron, se discutiría la mañana del miércoles con el ministro de Hacienda, en el piso 12 de Teatinos 120.
La noche del martes las reuniones por separado de cada bancada se extenderían por varias horas. En Evópoli lograron alinear a los dos diputados que habían estado renuentes. Álvarez anunció que se abstendría, mientras Keitel, les dijo que se inhabilitaría, debido a que su esposa trabaja en una empresa que presta servicios a las AFP.
La situación en la UDI y RN, en cambio, seguía siendo tensa.
En La Moneda afirman que el ministro de la Segpres, Claudio Alvarado, habló largo con Van Rysselberghe en la mañana del martes para explicarle “los riesgos” de que la UDI aprobara el retiro de parte de los fondo de pensiones. “Si se suman, estamos irremediablemente perdidos”, le dijo. Le dio, además, los nombres de los parlamentarios gremialistas que parecían irreductibles. “Voy a ayudar”, le respondió la timonel gremialista.
Esa noche, sin embargo, la senadora por el Biobío no entró a la reunión por Zoom de la bancada de diputados de su partido que se extendió hasta bien entrada la noche. El peso de ordenar a las filas gremialistas recayó en Hoffmann, Patricio Melero y Jaime Bellolio. Algo lograron. De los 12 diputados que hasta ese momento estaban por aprobar, quedaron seis.
El número de descolgados en RN también había disminuido en menos de la mitad, lo que auguraba la derrota. La Moneda le pidió a todo el gabinete apoyar el trabajo del comité político. La instrucción era clara: llamen a sus diputados más cercanos para asegurar sus votos contra el proyecto.
Miércoles: el golpe fatal
En el comité político, sin embargo, tenían la impresión de que con el acuerdo alcanzado la tarde del martes habían estrechado los resultados. Seguían abajo, pero por dos o tres votos, aseguraban en la mañana del miércoles 8.
Lo que faltaba era simplemente aterrizar el acuerdo del nuevo plan de ayuda a la clase media. Algo que confiaban sería rápido; Briones agendó a partir de las 9 de la mañana reuniones de media hora con las bancadas de cada partido del bloque. Primero la UDI, después RN y finalmente Evópoli.
Pero no fue así. Desde el inicio las conversaciones con los representantes de la bancada gremialista fueron tensas. Los parlamentarios UDI manifestaron la desconfianza con el gobierno y exigieron que el texto quedara escrito.
El documento estuvo listo poco después de las 11 horas, cuando el debate en la sala de la Cámara ya llevaba más de una hora, por lo que Briones debió apresurarse en trasladarse a Valparaíso y sumarse a lobby que estaban haciendo los ministros Alvarado y Cristián Monckeberg para revertir la votación. Blumel se quedó en Santiago. Unos cuestionaban su ausencia; otros dicen que es mejor que no haya ido.
Las gestiones habían comenzado desde temprano. Incluso, en el auto camino a Valparaíso, el jefe de la cartera de Desarrollo Social llamó a varios diputados de RN.
“La mayoría de los parlamentarios estaban en sus distritos, conectados por videoconferencia, eso complicó mucho las cosas”, señala uno de los ministros del comité político. Varios parlamentarios simplemente no contestaban los llamados. Ni siquiera los mensajes de WhatsApp.
La situación era crítica. Cerca del mediodía les pidieron a los ministros Cecilia Pérez y Alberto Espina sumarse activamente a los esfuerzos por convencer a los díscolos en RN. En la UDI hasta Pablo Longueira entró al juego al enviar una carta instando a rechazar la idea de legislar. Dicen que fue una movida espontánea suya, pero tampoco sirvió.
También se sumó el Presidente. Cuentan que tuvo una larga conversación telefónica con Mario Desbordes; si él había abierto la puerta a este proyecto, ahora debía ayudar a cerrarla.
Desbordes insistió en la urgencia de inyectar más recursos directos a la clase media, pero adelantó que se abstendría en la votación, lo que para efectos de la tramitación del proyecto era lo mismo que rechazar. El timonel de RN tampoco tenía margen para otra cosa, si es que no quería fracturar aún más a su bancada y al partido a cuatro meses de las elecciones internas.
Piñera llamó a otros cinco diputados con dispar suerte. Dicen que les pidió su voto de rechazo como favor personal.
“Podríamos haber ofrecido el cielo y no hubiera dado resultado”, comentó con desazón uno de los ministros del comité político. “Hubo un momento a mediados de la tarde del miércoles, cuando sentimos que la decisión estaba tomada. Los jefes de bancada oficialistas nos decían que se podían mejorar tal o cual cosa, pero no tenía sentido, porque los diputados a los que teníamos que convencer ni siquiera nos estaban contestando los llamados”, asegura.
Tampoco sabían realmente cuántos votos debían revertir. A tal punto les “escondieron la pelota”, afirman en el comité político, que la mayoría de los que estaban decididos a votar a favor del proyecto del retiro de pensiones no se inscribieron para tomar la palabra durante el largo debate que se prolongó por cerca de 10 horas. Sólo cuatro de ellos dieron a conocer sus argumentos en la sala.
Hubo otras situaciones que exasperaron a los ministros. Cerca de las 17 horas lograron hablar con tres parlamentarios de RN y la UDI partidarios del retiro de los fondos. “Este no es un proyecto cualquiera, aquí no se pueden dar gustitos personales”, les dijeron los ministros. “No puedo hacer nada, ya subí un video a las redes sociales anunciando que respaldaría el retiro de fondos de las AFP”, respondió uno de ellos.
Cerca de las 19.45, casi 10 minutos antes de iniciarse la votación, Blumel subió al despacho del Presidente Piñera para anticiparle la derrota. “Perderemos por dos votos”, le habría dicho. Juntos verían por televisión la derrota, cuya contundencia fue mucho mayor que sus cálculos: 13 diputados oficialistas jugaron por la libre en un tema que es parte de la matriz de la derecha.
Piñera reaccionó molesto. La derrota deja en una frágil posición al gobierno y profundiza la desafección de algunos parlamentarios no sólo con La Moneda, también con sus partidos y la coalición. “La situación de Chile Vamos no da para más”, diría el Mandatario días después.
Junto a Blumel, la vocera de gobierno, Karla Rubilar, y el jefe de asesores del Segundo Piso, Cristián Larroulet, el Mandatario analizó la situación y algunos eventuales cursos de acción, sobre todo para revertir la votación del proyecto en la Cámara -cuando se vote el fondo- y luego en el Senado, aun cuando la oposición ya anunció que aprueba y en la derecha hay algunos votos en la mira: los UDI David Sandoval o José Durana, y el RN Manuel José Ossandón.
Para La Moneda las responsabilidades son compartidas. Al gobierno le faltó capacidad para explicar y persuadir de que la propuesta elaborada por el Ejecutivo era mejor que el retiro de los fondos de pensiones, admiten. También asumen que les “faltó calle” a los ministros del comité político para monitorear con anticipación el comportamiento de algunos parlamentarios y haber hecho un trabajo de acercamiento previo, asumiendo la queja de algunos parlamentarios de que no se les escucha ni se les toma en cuenta.
Pero también hay responsabilidad en los partidos, alegan, apuntando a la falta de liderazgo de los timoneles de RN y la UDI para frenar a tiempo la escalada de conflictos que estaba horadando a la coalición. Una crítica que es compartida en ambos partidos: como presidentes debieron asumir un mayor protagonismo en los esfuerzos por ordenar a sus parlamentarios y no haber dejado la tarea fundamentalmente en manos de los jefes de bancada. Más aún cuando esta derrota dejó en evidencia la pérdida de ascendencia de los partidos y del gobierno sobre algunos diputados que no tienen trayectoria partidaria y sienten que no deben nada a nadie, pues ganaron los escaños por su popularidad personal.
A ellos apuntaba Blumel el viernes pasado, cuando al reflexionar sobre la derrota dijo que sería mejor una coalición más acotada. “Hay que transparentar la realidad, quizás vamos a tener una coalición algo más chica, más acotada, pero esperamos con un trabajo más cohesionado, con mucha mayor convicción y con la capacidad de fijar posiciones comunes en torno a las ideas que animan a la centroderecha, y eso es lo que se ha debilitado en el último tiempo”. Una reflexión que, por cierto, no es compartida por todos en Chile Vamos.
Cerca de las 21.30 horas del miércoles 8, Piñera bajó al estacionamiento subterráneo del Palacio de La Moneda. Blumel lo acompañó hasta el auto. Quienes los vieron pasar, aseguran que el Mandatario iba abatido, sin ganas de hablar. Después de un estallido social y una pandemia que dejarán un forado tremendo en la economía chilena, el Presidente se iba a su casa con la mayor derrota ideológica de la historia de la coalición política. Un golpe desde adentro.