Rojas Vade admite que no tiene cáncer: “Siento que me tengo que retirar de la Convención”
Pasó de ser un manifestante anónimo en Plaza Baquedano a uno de los vicepresidentes de la constituyente. Todo, sobre la base de su historia: una lucha contra el cáncer que lo quebró económicamente y que exponía las desigualdades del sistema. Pero ese relato, reproducido en entrevistas y redes sociales, tenía una trampa que aquí, confrontado por La Tercera, Rojas Vade reconoce: “Es el peor error que cometí en mi vida”.
Es jueves 8 de julio, 8.30 horas. Han pasado cuatro días desde la inauguración de la Convención Constitucional y Rodrigo Rojas Vade, electo por el distrito 13, durante una primera entrevista con La Tercera Domingo para hablar de su vida, repasa fotos viejas en su cuenta de Instagram, sentado en uno de los jardines del antiguo Congreso Nacional. De pronto se detiene en una: es del 24 de noviembre de 2018, 11 meses antes de que saliera a protestar durante el estallido y se convirtiera en una de las caras conocidas de la movilización debido a la batalla que decía dar contra la leucemia.
Sólo que en la foto no se ve así. En la imagen, Rojas Vade, con barba y lentes de sol, mira a la cámara, parado en el mar del sur de Miami.
-¿Qué le dirías a esa persona?
-Le diría prepárate, porque no sabes lo que viene.
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Su enfermedad, dice la mañana del 8 de julio, partió cuando tenía 28 años. Era 2012 y Rodrigo Rojas Vade, un exalumno de un colegio en La Florida que, por falta de recursos, no había podido terminar la carrera de Teatro en la Universidad Mayor, trabajaba como operador de vuelos para Latam. En algún momento comenzó a sentir dolores gástricos. Y eso, asegura, lo llevó al médico:
–Me diagnosticaban que tenía una bacteria. Después eran cuadros mucho más intensos, vómitos, diarrea, me hospitalizaban tres días, me daban de alta y así.
Luego de varias recaídas, Rojas recuerda que un doctor en la Clínica Alemana le dijo que se hospitalizara un tiempo más largo del que había estado antes, para realizarle un estudio. Este es su relato de lo que vino después:
–El 21 de agosto de 2013, un gastroenterólogo y un hematólogo llegaron un día así como ‘tienes leucemia. Vamos a empezar la radioterapia, la quimioterapia’.
El diagnóstico que Rojas transmitía era una leucemia linfocítica aguda mixta: una enfermedad que afecta la sangre y la médula ósea, además de ser uno de los cánceres más graves que existen, según advierten oncólogos. Por eso, indica que ese mismo mes empezó su primer tratamiento de quimioterapia en la Clínica Alemana.
Esa versión era un poco distinta de la que había dado un mes antes, el 4 de junio, en una entrevista con el canal de YouTube “Vía Conectados”. Ahí, cuando el periodista le preguntó por su paso por el sistema público, respondió: “Yo tuve muy poca experiencia en la salud pública, porque nunca hubo tratamiento disponible. Fui cuando me diagnosticaron. Inmediatamente me pasaron a cuidados paliativos sin ninguna opción y yo era muy chico”.
El problema es que en la atención pública no existe registro de que Rojas Vade haya sido atendido por cáncer.
Sea como fuere, no quiso contarle a nadie de su enfermedad. Su padre, Gabriel Rojas (63), dice que su hijo se demoró tres años en abrirse con su familia. Aunque Rojas Vade difiere; sostiene que sólo se demoró uno. Otro de los que se enteraron más tarde fue Claudio Castillo (39), ingeniero ambiental y pareja de Rojas hasta el día de hoy. Están juntos desde 2007, cuatro años después de que Castillo perdiera a su madre por un cáncer apendicicular metastásico. Esa fue una de las razones por las que, en principio, explica Rojas, no quiso contarle su propio diagnóstico.
Lo cierto es que Castillo empezó a sospechar en 2013 de que algo en su pareja andaba mal. Así lo recuerda para este reportaje:
–Un día, mientras estaba en Latam, me dijo ‘voy a ir a hacer un reconocimiento de ruta, es un vuelo de Santiago a Córdoba. Llego hoy mismo. Pero pasó un día en que no tuve noticias de él, no me contestaba el teléfono–, cuenta hoy Castillo.
Ese día, entonces, llamó a la aerolínea para preguntar por el vuelo de su pareja. Le dijeron que Rojas había perdido un avión en Madrid y que llegaría al día siguiente. Cuando regresó, Castillo le pidió explicaciones:
–Fue una conversación bien cruda. Primero, yo estaba muy enojado por razones obvias. Y sí, me acuerdo que me dijo que él estaba en tratamiento allá, que tenía que estar tranquilo, porque estaba bien. Que hacía un par de meses lo habían diagnosticado con leucemia y que, de todas las opciones de tratamiento que tenía, la más óptima era un ensayo clínico que se estaba haciendo en el Hospital Vall d’ Hebron de Barcelona–, cuenta Castillo.
Rodrigo Rojas, por su parte, afirma que efectivamente un médico le habló sobre un estudio clínico que realizaba el Hospital Vall d’ Hebron en Barcelona, y que se inscribió para ser parte del proceso. Su trabajo en Lan le permitía acceder a pasajes baratos para ir y venir. Pero las fechas no coinciden con el relato de su pareja; Rojas Vade dice que su tratamiento en Barcelona fue en 2016, luego de un rechazo a una quimioterapia que lo dejó -según él- en la UCI.
Los detalles de esa hospitalización los contaría en una entrevista el 14 de enero de 2021 en The Clinic:
“Mi cuerpo se hizo tira por dentro y por fuera. Tenía llagas por el tracto gástrico, el estómago, la piel, la boca. No podía comer ni tragar. No podía dormir. Yo, que normalmente pesaba 77 kilos, salí de ahí pesando 38 kilos. Era tanto el dolor que solo quería dormir. Mi familia lo pasó muy mal. Los amigos que me iban a ver entraban dos segundos, se ponían a llorar, me pedían perdón y se iban. Estaba en aislamiento, tenían que entrar con traje de ébola, cubiertos de pies a cabeza, porque cualquier infección iba a ser la muerte segura para mí. Esa vez estuve 20 días en la UCI y ocupé una cantidad de recursos impresionante. La cuenta era de $ 370 millones y ahí empezaron los problemas”.
Pero Rojas, en la cita de la mañana del 8 de julio con La Tercera Domingo, de lo único que se acordaba era esto:
-Fue de mucho dolor, estuve muy grave. Mis papás lo pasaron pésimo. Bueno, todos en realidad. Incluso, ni siquiera tengo tantos recuerdos claros de ese momento, porque fue mucho.
Quizás porque intuía que tendría pocos recuerdos es que durante ese tiempo Rojas Vade comenzó a escribir un blog donde contaba detalles de su tratamiento. Se llamaba “Cáncer, realidad sin filtro”, el cual hoy aparece cerrado. También empezó a publicar varias fotos en Instagram, donde exhibía imágenes de sus hospitalizaciones, exámenes y el daño en su cuerpo. Siempre las cerraba usando hashtags como “cancerfighter”.
Aunque Castillo también recuerda ciertas conductas erráticas de su pareja antes de las hospitalizaciones. Por eso, alguna vez dudó del diagnóstico de Rojas:
-Bueno, es lo que él dice y habrá que creerle lo que él transmite -dice.
Después de ir y venir de España durante dos años, Rojas Vade asegura que un día se cansó. En 2019, cuando ya había dejado Latam y se desempeñaba como tripulante de cabina de Jetsmart, decidió dejar de tratar su leucemia.
–Fue una decisión súper conversada con mi familia. No sé si me dolió -agrega Rojas.
Dice que en eso estaba antes del estallido social: sin quimioterapias, pero con recaídas. Una de ellas justamente en la Clínica Alemana, la semana del 18 de octubre de 2019. Explica que había tenido una falla de coagulación masiva, pero que, tras ser dado de alta el 20 de octubre, sintió que tenía que ser parte de las protestas.
–Salí con un cartel que escribí allá mismo. Me salió así de las vísceras– dice.
El cartel decía: “No lucho contra el cáncer, lucho para pagar la quimio. Salud digna para Chile”.
Una amiga lo retrató y subió la imagen a su Instagram, con un texto que explicaba su historia médica.
La fotografía dio vuelta en redes sociales. Muchos le escribieron. Uno de ellos fue Francisco Donoso, un mueblista de 27 años entonces, que luchaba contra una leucemia mieloide aguda. Quizás por esa coincidencia se hicieron amigos.
-Tú me haces hablar de él y me emociono altiro -admite Donoso-, porque es una persona súper inspiradora. El pelado no sabe si en un mes más va a estar vivo.
En la Clínica Alemana, todos los médicos consultados desistieron de participar de este reportaje aduciendo la ley de derechos y deberes del paciente. Esto mismo fue señalado por Clínica Bupa Santiago.
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Es jueves 2 de septiembre. Después de casi dos meses desde la primera entrevista con La Tercera Domingo en el ex Congreso, Rodrigo Rojas Vade se reúne con este medio para aclarar dudas. La cita es en el Good Café, de Santiago Centro.
-¿Recuerdas el nombre del médico que te dijo que tenías leucemia y que debías hacerte quimioterapia?
-Tendría que buscar en el programa médico, pero no me acuerdo del nombre.
-En una entrevista en The Clinic dijiste que después de estar internado durante 20 días en la Clínica Alemana, tu cuenta fue de alrededor de 370 millones.
-Sí.
-¿Ahí empezaron tus deudas?
-Sí.
-¿Cómo lograste pagar esa cantidad de plata?
-Yo tenía tres seguros. Mi cuenta era de 370 millones. El seguro complementario me cubría el 50%. El de la clínica me cubría el 25%. Para el resto (unos 92,5 millones) empecé a vender mis cosas. Mi departamento en Matucana con Rosas lo vendimos como en 38 millones. Al auto le pudimos sacar unos 17 millones. El saldo (unos 37,5 millones) lo pagaba con la tarjeta.
-Pero tu tipo de leucemia sí tiene cobertura GES. Tiene un copago del 20%. En una publicación en redes sociales dijiste que llevabas 62 quimioterapias. Si multiplicamos esa cantidad de quimioterapias por lo que vale una de leucemia, da un total $ 15.726.920. Eso es lo que deberías haber pagado.
-Sí. Pero siempre y cuando el remedio con el que te traten esté dentro de la canasta.
-¿Ninguno de tus medicamentos entraban en esa canasta?
-No.
-La misma tabla de valores indica que el tratamiento completo de leucemia aguda cuesta $ 2.178.000.
-Sí. Es para la leucemia linfoblástica aguda.
-¿No tienes ese tipo de leucemia?
-No.
-¿Cómo pudiste pagar los costos de hospedaje en Barcelona, si aún tenías esa deuda de la UCI?
-Lo que más me ayudó fue trabajar en Lan, porque podía volar muy barato. Los pasajes a Madrid me salían 40 mil. Pero para pagar los arriendos allá, era a pura línea de crédito y tarjeta de crédito.
-¿Cómo se llama el médico que te trató en el Hospital Vall d’ Hebron.
-Emm, es Josep... lo tengo aquí. Déjame buscarlo, es el Pelao Josep.
-¿Abandonaste el tratamiento quimioterapéutico contra la leucemia?
-No sigo.
-Cinco médicos consultados dicen que altamente improbable que alguien sobreviva a una leucemia aguda sin tratamiento. Ni siquiera un mes. ¿Cómo lo explicas?
-Lo que siempre le digo a mi doctor del ensayo clínico es que yo creo que el tratamiento funcionó.
-¿Algún doctor te ha dicho que te recuperaste de la leucemia o que entró en remisión?
-Ninguno. Tampoco lo he buscado.
-¿No has vuelto a preguntarle a tu médico que te diagnosticó la leucemia?
-No.
-¿Es verdad que tienes leucemia?
-Sí, es verdad.
-En Vall d’ Hebron explican que ese estudio no era oncológico, sino que hematológico.
-Era hematológico.
- O sea, ¿no tienes cáncer?
-Se supone... Es que... Mira, no. Es que... No, no tengo.
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Después del 18 de octubre, Rodrigo Rojas Vade se transformó en un ícono de Plaza Baquedano. Un amigo que conoció ahí, Mauricio Menéndez, cree que él representaba un símbolo de lucha:
-La gente se acercaba a él como se acercan a una figura religiosa. Era como un santo de la primera línea.
Rojas iba a protestar cada viernes con el torso desnudo, sin cejas ni pelo en su rostro y cabeza. A veces, en sus parietales se pegaba parches con frases escritas. Algunos decían “justicia”. Otros “grita libertad hasta que sangre tu garganta”. También iba con mascarilla quirúrgica -antes del Covid- y mostrando su catéter pegado a un costado del pecho. Eso, explica una enfermera oncológica, era extraño:
-Es muy raro que esté con un “catéter central” al aire, porque el riesgo de infecciones es altísimo. Las clínicas ponen un catéter reservorio que va por debajo de la piel y se pincha solo cuando se hace una quimio. No se mandan para la casa con esas mangueras colgando.
Ese aspecto físico y la disposición de siempre estar adelante, como enfrentando a los carros lanzagua y las lacrimógenas de Carabineros, era lo que más llamaba la atención de los manifestantes. Hasta que apareció la foto del 20 de noviembre de 2019.
En la imagen, que Rojas Vade publicó en sus redes sociales, se lo ve a él caminando en el Parque Forestal y a un carabinero, detrás, levantando su luma a punto de golpearlo por la espalda.
No mucho después comenzaron las entrevistas. En una de las primeras que registra, de enero de 2020, dijo al canal de YouTube Assmar TV: “El cáncer es una enfermedad aceptada, a diferencia de otras enfermedades. Porque genera una cierta empatía, pero también hay mucho desconocimiento”.
Tras el triunfo del Apruebo el 25 de octubre de 2020, Rodrigo Rojas fue a Plaza Baquedano a celebrar. En medio de una multitud que lo rodeaba y fotografiaba, tomó una bengala roja y la encendió mientras otro manifestante le levantaba un brazo en señal de victoria. Poco después se transformó en uno de los fundadores de la Lista del Pueblo: una agrupación de independientes de izquierda que buscaba competir en las elecciones de la Convención Constitucional. Rojas compitió por el distrito 13, que abarca las comunas de San Miguel, Pedro Aguirre Cerda, El Bosque, La Cisterna, San Ramón y Lo Espejo.
Durante la campaña, siempre habló de su enfermedad. El 10 de abril, por ejemplo, conversando con gente del canal de YouTube Con todo si no PAC ke, contó que su único superpoder era “bueno, tener cáncer y seguir vivo”. También lo hizo en sus spots de campaña. Para uno, publicado en noviembre de 2020, grabó una conversación con Francisco Donoso, el sobreviviente de leucemia que conoció en las marchas. En un momento del video, cuando hablan sobre qué tipo de gente debería ir a la Convención, Donoso dice: “Queremos que sea gente que viva lo que nosotros pasamos”. Rojas le respondió: “Qué importante lo que dices, que sea alguien que lo haya vivido”.
Tras presentar, entre otros problemas, diferencias con el equipo de la Clínica Alemana, Rojas Vade decidió atenderse en la Clínica Bupa de La Florida. Allá se dieron cuenta de que algo no estaba bien con este paciente. A finales de 2020, cuentan fuentes que conocieron lo ocurrido, un médico presentó el caso de Rojas ante el comité de ética asistencial. Su situación se había convertido en algo que complicaba a la clínica, describe la misma fuente.
Nadie de Clínica Bupa aceptó participar de este reportaje.
El tema es que, hasta entonces, esas alertas médicas sólo existían al interior del establecimiento clínico. Porque el 16 de mayo de 2021, Rodrigo Rojas Vade salió electo como uno de los 27 constituyentes de la Lista del Pueblo por el distrito 13, con el 8,4% de los votos: 19.312 personas confiaron en él y su historia dentro de las urnas.
Como autoridad electa, tuvo que realizar su declaración de intereses. En ella sinceró que tenía una deuda de $ 27 millones con el banco Scotiabank. La razón que dio en el documento público era “deuda bancaria corresponde a financiamiento de tratamiento quimioterapéutico contra el cáncer”.
A poco andar la Convención, Rodrigo Rojas asumió como uno de los siete vicepresidentes de la mesa directiva. Pese a haberse convertido en un político de tiempo completo, la ciudadanía seguía creyendo en él, viéndolo como alguien distinto, dice Francisco Donoso:
-El pelado tiene algo especial, es muy transparente. No esconde nada. Aunque pueda quedar mal con alguien, te lo dice. Yo por eso creo tanto en él, porque ha sido la única persona que a mí no me ha decepcionado.
***
La calle Dr. Sótero del Río está oscura. Es el jueves 2 de septiembre, a las 19.00. Los cafés cierran, la gente regresa a sus casas y Rodrigo Rojas Vade se sienta en una banca.
-¿Le mentiste a la gente?
-Es complicado.
-¿Les mentiste a tus votantes?
-(Asiente). Sí poh.
Rodrigo Rojas Vade, con la cabeza gacha, hace una pausa.
-Efectivamente, mi enfermedad de base no es cáncer, como ya les habían confirmado otras personas.
-¿Les pedirías perdón a tus votantes?
-Sí. Siento que me tengo que retirar. No tengo nada más que hacer en la Convención.
-¿Vas a renunciar entonces?
-No lo sé. Estoy en una situación compleja.
-Si tu enfermedad no es cáncer, ¿por qué elegiste decir que tenías esa?
-Porque es la que más se parece en cuanto a gastos, a cómo se comporta.
-Parte importante de tu campaña para el cupo de convencional se sostuvo sobre tu historia de lucha contra el cáncer. En uno de tus videos apareces con Francisco Donoso, que sí sobrevivió a la leucemia. ¿No sientes que traicionaste confianzas como la de él?
-Sí, en cierto punto sí. Pero siento que la empatía y el cariño es fidedigno. Porque si bien el diagnóstico no es el mismo, el sentir sí es el mismo. Pero sí, me equivoqué con eso.
-¿Qué te gustaría decirle a la gente que votó por ti, que creyó en ti?
-Que efectivamente he sido un paciente hospitalario. Quizás lo siga siendo. En completa humildad, probablemente cometí el mayor error de mi vida. Pero siento que sus sentires también fueron escuchados a través de ese error.
-¿Cuándo pensabas enfrentar esto?
-Cuando llegara mi momento de partida. Cuando dejara la pega hecha.
-¿Ibas a decirlo cuando terminara la Convención?
-No sé si iba a tener oportunidad para decirlo, pero sí.
-¿Pensabas que esto podría pasar?
-No. Nunca lo pensé.
Rodrigo Rojas Vade pide un cigarro, pero nadie tiene. Habla en voz baja sobre lo que viene para él: contarles a su pareja, a su familia y las implicancias legales de su engaño. Cada tanto repite la misma palabra: “Es complejo”.
A las 19.45 la entrevista termina. Rodrigo Rojas Vade queda solo y comienza el regreso a su casa en Pomaire. Allá, luego de 14 años juntos, le contaría la verdad a Claudio Castillo, quien, luego de enterarse, envió este mensaje a LT Domingo:
“Dentro de todo, lo mejor… es que no se va a morir. No de cáncer”.
* Reacción de Rojas Vade
Casi a las 18.00 horas, el convencional Rodrigo Rojas Vade se vio obligado a publicar en su cuenta de Instagram un comunicado para referirse a este reportaje de LT Domingo. La publicación parte así: “Quiero decir la verdad, mi verdad, porque ya no puedo ni quiero sostener esto. La enfermedad que yo tengo no es cáncer, es un diagnóstico que no pude reconocer hace ocho años por el estigma que tiene la sociedad sobre él”.
En ese mismo comunicado, que iba acompañado de un video, el convencional agregó lo siguiente: “Cuando tenía 29 años, me notificaron que padecía de una enfermedad discriminada en este país, en ese momento se me cayó el mundo, pensé que mis seres queridos me iban a rechazar, sentí mucha vergüenza y dolor por el daño que podría traerle a ellos una noticia, que en ese tiempo era muy mal vista. Desde mi inmadurez y la vida difícil que he tenido, no fui capaz de afrentar esto con honestidad y decir la verdad de mi diagnóstico. Diciendo que mi enfermedad era cáncer y no la enfermedad que realmente tengo hasta el día de hoy”.
”Hoy quiero ser honesto, transparente y hacerme cargo de las consecuencias”, agregó Rojas.
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