¿Suma cero? Qué queda para la clase política tras el derrumbe del cambio constitucional

En Contra
Dos propuestas y ambas rechazadas.

Cuatro años, dos procesos constituyentes y dos rechazos consecutivos a las propuestas de nueva Carta Magna. La salida propuesta por el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, como solución a la crisis de octubre de 2019, terminó en fracaso. ¿De qué modo este resultado profundiza la grieta entre la clase política y la ciudadanía? ¿Fueron años perdidos? Los cientistas políticos Claudia Heiss, Loreto Cox, Max Colodro y David Altman analizan el proceso y los desafíos que se avecinan.


El cuento más célebre de Augusto Monterroso es también el más breve del mundo: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Eventualmente, un lector de Monterroso, un escritor guatemalteco tímido y risueño, podría extrapolar el cuento al proceso constituyente chileno, intercambiando la figura del dinosaurio por la Constitución. Después de cuatro años, dos procesos y dos propuestas antagónicas, la Constitución sigue ahí. ¿Volvimos al punto de partida? ¿Fue una derrota de la clase política? ¿Fueron cuatro años perdidos?

La noche del domingo, el Presidente Gabriel Boric anunció el cierre del proceso constitucional. En La Moneda y en el oficialismo no había ánimos para celebrar, aun con el triunfo de la opción “En contra”.

-Fue un triunfo muy extraño. Vimos al oficialismo tratando de mantener el statu quo y a la derecha impulsando el cambio constitucional. Fue una de las cosas extrañas de todo este proceso -dice Loreto Cox, investigadora del CEP.

Una paradoja, acaso, como otras que hubo a lo largo del proceso. El cientista político David Altman recuerda el escenario previo al plebiscito del 4 de septiembre, cuando “la izquierda llamaba a los amigos a votar y trataba de desmovilizar a las masas, y la derecha quería movilizar a todo el mundo”. Y eso “va contra todo lo que nos enseñaron”.

-Ni qué hablar de que hasta el 4 de septiembre la izquierda hablaba de la Constitución de Pinochet y terminó hablando de la Constitución de Lagos. Vamos, si es la misma Constitución -dice.

El triunfo de la opción “En contra”, el segundo rechazo consecutivo a una propuesta constitucional, representa un resonante fracaso a la salida propuesta por los partidos políticos a la crisis social que estalló en octubre de 2019. En este sentido, es una victoria con sabor a derrota para la izquierda, que siempre se identificó con el cambio constitucional.

-Es un triunfo bien triste, porque significa quedarse con la Constitución que era la fuente de todos los males; terminar con la Constitución vigente era una de las señas de identidad de la izquierda -agrega Loreto Cox.

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Loreto Cox, académica UC, investigadora del CEP. Foto: Juan Farias /La Tercera

Por cierto, el resultado encierra una derrota inequívoca para la derecha: “Es el resultado a una estrategia fallida del Partido Republicano”, observa la cientista política Claudia Heiss.

-El resultado habla de una moderación del electorado, un electorado menos polarizado, pero con más disposición a rechazar -agrega-. Ahora, las opciones que se le han ofrecido han sido extremas, es un electorado más moderado que la Convención y el Consejo Constitucional.

Loreto Cox advierte en ello un problema consistente. Remarca que la votación del Partido Republicano para el Consejo ocurrió en medio de una crisis de seguridad. “Pero de ahí a creer en sus visiones del aborto y las tradiciones chilenas, había un gran salto”, dice.

-Una vez más los políticos están tan desconectados de la población que interpretan estos triunfos como un cheque en blanco, cuando son la respuesta de una población que es moderada, que no tiene adhesión partidaria fuerte y que a la hora en que los representantes se alejen un poco les van a quitar su apoyo. Eso fue lo que ocurrió en la Convención Constitucional y lo que ocurrió ahora -agrega.

Más allá del resultado del domingo, el proceso llega al final como un proceso frustrado. Y los grandes responsables, complementa Max Colodro, son los líderes políticos.

-La élites políticas tienen absoluta responsabilidad. Son las responsables de haber generado una expectativa desmedida en el proceso constitucional. Estos cuatro años son la constatación de un fracaso -afirma.

En la misma dirección, Claudia Heiss profundiza en un elemento que está en la base del derrumbe constitucional: la disociación entre partidos políticos y ciudadanía.

-Yo veo una situación súper complicada de la política chilena en términos de la incapacidad de generar adhesión -comenta-. Tengo la impresión de que se ha impuesto lo que algunos han llamado la crisis de la representación o la erosión democrática, que tiene que ver con las dificultades de la mediación política y de la incapacidad de generar adhesión a proyectos colectivos.

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David Altman, académico de la Escuela de Gobierno UC. Foto: Luis Sevilla

La salida abortada

En medio de la mayor crisis social de las últimas décadas, el 15 de noviembre de 2019 los líderes de los partidos políticos con representación parlamentaria, excluyendo al PC, y con Gabriel Boric a título personal, firmaron el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución. De este modo buscaban una solución institucional a un conflicto que amenazó la estabilidad del gobierno de Sebastián Piñera.

Difícilmente entonces alguien podría haber aventurado el desenlace.

En octubre de 2020, sin voto obligatorio, un 78% aprobó la idea de una nueva Constitución. El resultado provocó altos grados de euforia en la izquierda política, que se profundizaron luego de la elección de una Convención Constitucional -en mayo de 2021- dominada por los movimientos sociales y los independientes de izquierda radical.

-Hubo una mezcla de soberbia, ingenuidad y desorientación en la izquierda -dice David Altman-. Ciertamente, el estallido social provocó un humor muy particular y francamente pensaron que podían llevarse el mundo por delante, y así les fue.

En septiembre de 2022, ya con voto obligatorio, la propuesta de la Convención Constitucional recibió el rechazo del 62% de la ciudadanía. Una derrota absoluta para la izquierda y para el gobierno de Gabriel Boric, que se había identificado con el texto y supeditado el futuro de su programa a su aprobación.

-El proyecto político de la izquierda era el texto que se plebiscitó el 4 de septiembre -observa Max Colodro-. Giorgio Jackson lo dijo: la columna vertebral del programa y de las transformaciones era el texto de la Convención, por el que trabajaron Fernando Atria y compañía. Ese modelo fracasó y hoy la izquierda apostó a mantener la Constitución de los cuatro generales, del neoliberalismo, del Estado subsidiario, es decir, estamos ante una derrota estratégica y cultural de proporciones bíblicas.

De acuerdo a la encuesta CEP de noviembre de 2022, los principales argumentos de quienes rechazaron la propuesta de la Convención fue la forma en que trabajaron los constituyentes y la división que generaba el texto.

Claudia Heiss
Claudia Heiss, jefa de carrera de Ciencia Política de la U. de Chile.

A diferencia del primer proceso, el segundo -que se acordó en diciembre de 2022- contó con bordes definidos y un texto base que fue elaborado y apoyado transversalmente por la Comisión Experta. Pero los consensos alcanzados en esa propuesta se desdibujaron bajo el lápiz de los consejeros republicanos. Controversias y divisiones terminaron afectando el ánimo ciudadano: la encuesta CEP de junio-julio de este año reveló que el 50% de los consultados no estaba interesado en el proceso.

-Evidentemente acá los responsables son los líderes políticos -dice Loreto Cox-. La ciudadanía está muy a favor de los acuerdos en política. En la encuesta CEP de octubre, el 70% estaba a favor de políticos que busquen acuerdos, aunque tengan que ceder en sus posiciones. En la misma encuesta se observa ya un castigo al Partido Republicano, que cayó en su identificación con la ciudadanía. Y eso refleja una muy mala evaluación del proceso, especialmente del Partido Republicano, que no fue capaz de conducirlo.

Para Max Colodro, el único momento de lucidez y de espíritu de diálogo en estos cuatro años fue el trabajo de la Comisión Experta:

-Fue el eclipse positivo: el texto de los expertos logró acuerdos transversales y apoyo de todos los partidos. El gran error fue del Partido Republicano, que empezó con la locura de las enmiendas.

MAX COLODRO
Max Colodro, cientista político y académico de la UAI.

David Altman estima que los dos procesos tuvieron rasgos similares, en el sentido de que las mayorías no tuvieron disposición a dialogar y consensuar acuerdos. Unos y otros se aferraron a su éxito electoral.

-En los dos procesos quienes controlaban la mayoría se creyeron que tenían la autoridad para pasar una aplanadora por encima de quien estaba al frente -dice-. Pero por más que tengas una mayoría tienes que entregar y ceder para que eventualmente, cuando seas minoría, estés razonablemente cómodo y no quieras patear el tablero otra vez. En una democracia eres mayoría hoy y minoría mañana, y el punto no es moldear todo a tus deseos.

Adicionalmente, dice Claudia Heiss, afloraron discursos contra la política desde la misma política, lo que no ayudó a tender puentes:

-Por un lado tenemos políticos que hablan contra la actividad de la que ellos forman parte y que polarizan el ambiente. Y por otro, una ciudadanía que quiere respuestas antipolíticas, que excluyan a los políticos, incluso sin las organizaciones gremiales. Lamentablemente, esa combinación nos ha impedido aprovechar este momento de apertura que se generó a partir de una década de movimientos sociales y del estallido social, para haber logrado un pacto social más equitativo

La grieta

Si bien no se logró el propósito del acuerdo del 19 de noviembre, David Altman plantea una mirada más positiva. Piensa que el proceso constitucional dejó lecciones.

-Nos estamos dando vueltas en el mismo lugar, pero esto no significa que no constituya una suerte de aprendizaje que va a ser utilizado en otros momentos -afirma-. Desde esa perspectiva, yo no lo veo tan calamitoso. Tampoco sería tan drástico en levantar un dedo acusatorio, ah, ustedes son unos incapaces. No, porque parto de la base de que unos y otros sinceramente quieren lo mejor para el país. El drama está en que no estamos muy de acuerdo en qué es lo mejor para el país. Vale decir, confío en la sensatez y en la buena disposición de la enorme mayoría de los políticos y las políticas chilenas.

Loreto Cox difiere: en tanto resolución de conflictos y reparación de daños sociales, el proceso constituyente fue un fracaso, argumenta:

-El acuerdo se hizo bajo el supuesto de que el proceso iba a sanar heridas y ofrecer un marco compartido de convivencia. Pero terminamos más divididos.

Claudia Heiss ofrece algunos matices: destaca el debate constitucional, la gran producción de reflexión en torno al proceso, así como la rebaja de quórums constitucionales. En ese sentido, habla de un fracaso con luces y sombras:

-Lo que partió como un intento de acercar la política a la ciudadanía, terminó alejándola todavía más. Este es el fracaso más importante. La gente hoy tiene más argumentos para estar más molesta con el sistema político: fue a votar tres veces, ha participado y todo eso no ha cuajado en propuestas que hagan sentido a la mayoría. Pese a todo, tuvimos procesos democráticos y la democracia no ha estado en riesgo.

Los analistas comparten la sensación de frustración por las oportunidades desperdiciadas. Pero, ¿fueron cuatro años perdidos?

-Algo de aprendizaje va a quedar, pero en el fondo la idea de que éramos capaces de encontrar un acuerdo en el modelo de desarrollo fracasó. La sociedad chilena está cruzada por una división muy profunda que impide que existan mínimos comunes en materia institucional. Ese es el resumen de este proceso -dice Max Colodro.

A Loreto Cox le cuesta rescatar aspectos positivos:

-Nos dimos una vuelta larguísima, con un gasto enorme de energía y recursos para volver al punto de partida o a uno similar y terminar más divididos. Y a eso se suma una economía debilitada y problemas de seguridad.

Claudia Heiss pone un matiz:

-El costo ha sido súper alto para el país, para la economía, para los derechos humanos, pero yo creo que se ha democratizado un poco el sistema respecto a lo que teníamos antes, el ambiente político ya no es contra mayoritario, creo que sí hubo un avance.

Todos coinciden en que una de las urgencias es la reforma al sistema político para reducir la fragmentación y, de ese modo, facilitar la cooperación y los acuerdos. Eventualmente ello permitiría afrontar el problema de la desafección: el gran riesgo es que la brecha entre partidos y ciudadanía siga creciendo.

-La gente está tan quemada que por un tiempo se va a quedar quemada y de poncho caído -aventura David Altman-. Pero creo fundamental la capacidad de los líderes, de oficialismo y oposición, en cómo se plantan frente a esto y dicen bueno, ahora cómo seguimos, porque vivimos en el mismo país y vamos a seguir conviviendo y discutiendo sobre las cosas que te parecen mejor a ti y a mí.

Max Colodro hace una distinción: no volvimos al punto de partida; hoy estamos peor. Y acaso, la crisis podría agudizarse.

-Probablemente, la crisis de confianza en las instituciones, en la clase política, en los partidos se va a profundizar, porque la ciudadanía se generó expectativas enormes, con razón o sin ella. Y al final terminamos con expectativas frustradas y con un Chile mucho peor que hace cuatro años.

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