A poco más de una semana para que Javier Milei, el Presidente de Argentina, cumpla un año en el poder, los análisis y ponderaciones abundan en Argentina y la región completa. Son los primeros 12 meses de gobierno del “primer presidente liberal libertario” en el mundo, como él mismo se autodenominó tras vencer en el balotaje, el 19 de noviembre de 2023.
Aquel día, el entonces diputado venció a Sergio Massa, la carta kirchnerista y ministro de Economía de Alberto Fernández, el mismo que en ese momento mantenía la dramática cifra de 211,4% de inflación solo en 2023. Y lo hizo con una promesa: el de aplicar la “motosierra” que de cuando en cuando sacaba físicamente a relucir en actos de campaña, pero en la economía y el funcionamiento del Estado.
Como siempre, las visiones contrastadas de uno y otro lado chocan. Lilia Lemoine, diputada de La Libertad Avanza (LLA), aseguró a La Tercera que el año fue de “un saldo positivo, porque a pesar de ser una minoría, logramos acuerdos con nuestros aliados, el PRO (del expresidente Mauricio Macri), parte del radicalismo, y pudimos pasar una reforma muy grande, como fue la Ley de Bases”.
Sin embargo, el tiempo mostró las dificultades de gobernar en minoría, como fue su caso. Este jueves, gracias al “faltazo” de ocho de los 39 diputados del bloque a la Cámara Baja, el kirchnerismo y -según acusan desde el PRO- La Libertad Avanza frustraron la tramitación del proyecto “ficha limpia”, que hubiera negado a Cristina Kirchner el poder postular en 2025 al Congreso. Los libertarios buscan usar a la exmandataria para “antagonizar electoralmente” el próximo año, acusan los aliados de Milei.
Allí, entre el saneamiento de la economía y la realidad de ser el Presidente de Argentina con su consiguiente negociación política, deambuló Javier Milei en su primer año como mandatario.
Economía, la principal tarea
Arreglar la economía, y el resto vendrá solo. Ese parece ser el dogma que Javier Milei ha seguido durante casi 12 meses, amparado en su visión del mundo como un anarcocapitalista/minarquista, es decir, que “considera que el Estado solo debe estar a cargo de la seguridad y la justicia”, dijo a CNN a mediados de 2023.
La receta era la lógica: con el expresidente Alberto Fernández en el poder, la mayoría de las encuestas citaban la inflación como la principal preocupación de los argentinos en noviembre de 2023, y por un amplio margen.
Fueron varios los cambios efectuados por la administración libertaria. Reducción de la inflación a menos de un dígito, saneamiento de las cuentas fiscales -de un déficit de 5% del PIB a fines de 2023 se pasó a un leve superávit fiscal-, reducción del riesgo país y, en una línea que también roza los cambios políticos, la desregulación y desburocratización de la economía argentina fueron algunas de las medidas.
Pero las medidas provocaron varios caídos. Se congelaron los reajustes de las pensiones a la tercera edad, se cortó la inversión en infraestructura y partidas universitarias, miles de funcionarios públicos fueron despedidos y subsidios considerados como parte del día a día por millones de argentinos desaparecieron del mapa. Y, sin embargo, el mandatario electo hoy ostenta cifras positivas de aprobación ciudadana cercanas al 50%.
Esos dos factores van intrínsecamente de la mano, cree el analista político y director del portal argentino La Política Online (LPO), Ignacio Fidanza, que planteó que si se cruza “la curva de inflación con la curva de imagen de Milei, vas a ver que en la medida en que la inflación baja, él va subiendo. Esto es bastante previsible, porque nosotros venimos de décadas de alta inflación, lo que se volvió insoportable sobre el final del gobierno de Alberto (Fernández), y la sensación de la sociedad es de alivio frente a ese problema”.
Sin embargo, advierte de un problema que viene de la mano con el ajuste del mandatario, y que es la otra cara de la moneda de la estabilización inflacionaria. “Al congelamiento de pensiones se suma que se empiezan a ver problemas de empleo que antes no había: despidos, suspensiones de turnos, etc., sobre todo en la industria. El costo más duro del ajuste de Milei lo están pagando las pymes y la industria”.
Un ejemplo de esa molestia ocurrió esta semana, cuando al evento más importante del gremio, la reunión anual de la Unión Industrial Argentina, no llegaron ni el mandatario ni su ministro de Economía, Luis Caputo, en un inusual quiebre de la tradición. “Por primera vez hubo discursos muy duros contra Milei en una organización empresaria que, como todas, se cuidan muchísimo de criticar al gobierno”, explicó Fidanza. “Eso fue inusual. Hace muchos años que no pasaba algo así”.
Una mirada más crítica la presenta el exdiputado kirchnerista Carlos Selva. Cercano a Sergio Massa, el político advirtió a La Tercera que Milei “ha tomado un montón de decisiones cuyas consecuencias todavía no se ven, como destrozar el sistema de la ciencia y la tecnología; desfinanciar las universidades, o hacer una explotación espuria de los recursos naturales”.
Y añadió: “No era difícil llegar a un déficit cero si no evaluás ninguna consecuencia. Uno dice que el gobernar es generar trabajo, pero desde que asumió Javier Milei, el trabajo registrado, no solamente en la administración pública, sino también en el sector privado, supera los 220.000 puestos de trabajo perdidos”.
El panorama político
Desde un inicio, la administración de Javier Milei sabía que no la tendría fácil en el plano político, especialmente en el Congreso, donde su agrupación, La Libertad Avanza, no cuenta con ningún tipo de mayoría y los sectores moderados, como la Unión Cívica Radical (UCR), se han plegado y opuesto a sus ideas.
Sin embargo, la opción del decreto ha sido uno de los grandes aliados del mandatario. Así lo demostró nada más empezar su gobierno, cuando anunció la firma de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que incluyó más de 300 medidas.
Esta no ha sido la única forma de gobierno. El economista libertario se anotó una gran victoria con la aprobación de su ley ómnibus, en julio de este año. No fue una tramitación sencilla. Es más, en abril intentó sacarla adelante, pero incluso la “oposición dialogante” y miembros moderados del PRO -el partido del expresidente Mauricio Macri, que ha sido el mayor aliado de LLA- se negaron a transar en algunos puntos. De todos modos, logró que fueran aprobadas unas 200 modificaciones, algunas estructurales.
“Fue una pelea dura (la discusión parlamentaria), pero lo logramos. No hemos podido dedicarnos a presentar proyectos propios, porque justamente nuestro deber es defender los proyectos del oficialismo”, explicó la diputada Lemoine.
Y, según la parlamentaria, no planean sacar el pie del acelerador o, en términos mileístas, de la motosierra. “Se va a mantener el ritmo de las desregulaciones. Tenemos demasiadas, y el presidente se ha propuesto que Argentina sea el país más libre del mundo, así que no solamente se va a mantener, sino que cuando tengamos una mayoría en diputados, también vamos a poder apoyar desde el Congreso las iniciativas del Presidente con más fuerza”, añadió, confiada del resultado de octubre de 2025, cuando se renueve el Parlamento.
Oposición, universidad y el mundo
Ni siquiera la oposición dura, agrupada en Unión por la Patria, ha logrado tambalear, o al menos preocupar, al gobierno como lo hicieron los estudiantes universitarios en abril y octubre de este año.
“La movilización pública, popular y masiva más importante que enfrentó Milei, fue con los estudiantes. Y en eso hay un parecido con lo que ha ocurrido en Chile. No estuvo muy direccionada por los partidos. Fue algo bastante orgánico de ellos”, explicó Ignacio Fidanza, de LPO.
La oposición política se ha comportado de formas diversas. Por un lado, está el viejo Juntos por el Cambio, que agrupa al PRO y a los radicales. Según el analista, son “los frenemies, como dicen los yanquis. O sea, son amigos-enemigos de Milei, porque comparten el rumbo, pero les está comiendo todo el electorado”.
Cuentan con varios gobernadores, 150 intendentes, casi 40 diputados y algunos senadores, y, sin embargo, se ven sometidos a los designios del oficialismo.
Le sigue el peronismo, aún la segunda fuerza con más votos en el Parlamento. Desde el palco, el movimiento espera su momento. “El peronismo se plantó enfrente y, muy a su estilo, están bastante calladitos y esperando. La teoría del peronismo es que hay que dejar que Milei choque con la realidad, porque como hoy tiene popularidad, ¿para qué ponerse a discutir y pelear?”. El plan, cree, es esperar a las elecciones de octubre próximo.
Solo la expresidenta Cristina Kirchner se mueve distinto, “que va marcando diferencias, pero no es una oposición exacerbada. Es todo casi un debate de ideas”.
No es solo en Argentina donde Milei ha removido el panorama político. Ya sea generando aliados o enemigos, su figura no ha pasado desapercibida. En la extrema derecha española ligada a VOX es una verdadera estrella. Su confrontacional y virulenta forma de atacar a los rivales, asegura Fidanza, le ayuda a posicionarse en los planos locales y extranjeros.
“Milei está convencido de que es un personaje internacional importantísimo, apenas un escalón por debajo de Trump. Lo cierto es que, al mismo tiempo que llama comunistas a sus rivales, ha demostrado ser un hábil y pragmático político. Se vio en dos ocasiones.
Primero, cuando pese a sus descarnadas críticas contra Lula, le pidió ayuda para que se hiciera cargo de la embajada argentina en Caracas, donde seis refugiados de la oposición a Maduro se mantienen. Luego, cuando el gas escaseaba en el país vecino, la entonces canciller Diana Mondino le tuvo que pedir, por favor, que liberara un barco de gas de Petrobras, y Lula accedió.
Aparentemente, los favores se cobraron en el G20, donde Milei, fiel a su postura antiglobalista y contra la agenda 2030 de la ONU, despotricó contra el documento final. Incluso amenazó con no firmarlo, pero finalmente no lo boicoteó.
“Eso fue un pedido de Brasil, y fue acordado y negociado. Milei dijo: ‘Bueno, pero yo me quiero reservar el decir...’, y los brasileños le dijeron ‘vos decí lo que quieras, hacé tu show, pero no dinamités el documento de la cumbre, porque queremos que la cumbre termine bien’. Y él aceptó”, explicó Fidanza a este periódico.
Las peleas también lo acompañan en su país, y el más claro ejemplo es el quiebre entre Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel. Después de meses en que medios reportaban la fractura, finalmente el fin de semana pasado la acusó de “estar cerca de la casta” y su sector se plegó a la postura.
Para la diputada Lilia Lemoine, de LLA, “sería mejor si la vicepresidente acompañará todos los proyectos del presidente y no se dedicara a opinar en contra, que es lo que ha hecho. Como oficialismo tenemos que defender al gobierno, no tener una agenda propia”. A un año del inicio del gobierno de Javier Milei, tanto su electorado como su pequeño pero leal círculo político siguen al pie del cañón.