Víctor Orellana, sociólogo de Nodo XXI: “El Frente Amplio tiene el desafío de saber hacer la síntesis entre actores sociales y acción institucional”
Crítico del actuar de la coalición en la reciente elección de la presidencia de la Convención Constituyente, el sociólogo de Nodo XXI plantea la necesidad de construir una alianza diversa para estabilizar el proceso de cambios.
Esta semana, en medio de la elección de la presidencia de la Convención Constituyente, el sociólogo de la Fundación Nodo XXI -uno de los centros de estudio más influyente al interior del Frente Amplio- y militante del Partido Comunes, Víctor Orellana, no se contuvo. Por redes sociales y en privado, el experto en educación fue un duro crítico del actuar de su coalición por privilegiar el entendimiento con el Partido Socialista, apoyando la fallida candidatura de la PS Ramona Reyes por sobre una articulación del bloque con los movimientos sociales e independientes. “El FA tiene que marchar junto a los nuevos actores populares que emergieron de la lucha constituyente. El voto pro PS de convencionales electos por el FA no sólo va contra nuestra historia y nuestras bases, sino que peligra la posibilidad de ampliar la política. Debe haber debate”, escribió el martes en su cuenta de Twitter.
“La Convención Constitucional es un espacio de tremenda importancia y, pese a sus limitaciones, único en el mundo. Es paritaria, tiene escaños reservados para los pueblos originarios y, aparte, aparece como respuesta de una revuelta social que ha sido comentario a nivel mundial. Por otro lado, la convención es el órgano institucional que más se parece a Chile, en términos de su composición social. Por ejemplo, ante una política dominada por la clase alta, en la Convención Constitucional tienes una importante presencia de profesionales primera generación y que tienen un origen directamente popular. Entonces, por supuesto que el destino de la Convención es clave para la capacidad de Chile de enfrentar la crisis social y política en que está y de sacarla adelante con lo que tiene que ser la estabilización de un proceso de cambio”, explica Orellana en esta entrevista, en la que ahonda en su visión de hacia dónde debe mirar el Frente Amplio ahora que les toca ser gobierno.
¿Qué simboliza la elección de María Elisa Quinteros en la presidencia de la Convención?
Es una súper buena noticia para el país. Simboliza un proceso a través del cual la sociedad chilena replantea la manera de relacionar individuo-persona, sociedad y política. El fenómeno de los independientes no es un fenómeno puramente coyuntural. Expresa algo más profundo, en cuanto emerge de una sociedad que venía larvadamente construyéndose, que estructura su relación con la política de una manera diferente a como lo hizo en el siglo XX, en el que predominaron los partidos políticos. Esto no quiere decir que los partidos quedan obsoletos, pero la relación ahora es distinta. Esto es muy importante, porque a menudo, desde distintas visiones conservadoras se tiende a ver que las nuevas formas de participación constituyen elementos de irracionalidad. Y lo que quedó demostrado en la Convención es que los nuevos actores políticos y sociales, que no se organizan necesariamente como partidos políticos, no son infantilismo de izquierda y que son actores políticos serios. Creo que la alianza que ellos hacen para conseguir la presidencia demuestra aquello. Además, esto no se reduce sólo a la elección de una presidenta de la Convención, sino que acá, insisto, está en forma germinal una relación distinta entre las instituciones y ciudadanos más cultos, más preparados y con una idea más avanzada de la democracia y la participación y que se sintetiza muy bien en este concepto de dignidad. La elección de María Elisa Quinteros expresa un poco eso y nos pone un desafío, un imperativo ético a las fuerzas políticas y a los partidos de izquierda de articularnos y abrirnos a ese nuevo tipo de sociedad. La única forma, a mi juicio, de estabilizar un proceso de cambio es integrando esa energía y esa búsqueda de participación en un concepto más poroso de democracia. Como Frente Amplio tenemos que generar una articulación con ese mundo y con todos los mundos para llevar adelante un programa de transformación.
¿En esa elección fracasó el Frente Amplio?
Es muy prematuro aún para hablar de fracaso. Entiendo que la mesa nacional de Apruebo Dignidad está analizando y discutiendo esto y creo que el Frente Amplio va a dialogar sobre su política no sólo en el gobierno, sino también en la Convención. Lo digo como frenteamplista, el punto aquí es que tenemos que convencernos de que el pueblo chileno es diverso y va a tener canales de expresión y de participación diferentes a los partidos, y eso implica un desafío de abrir los partidos y buscar esos marcos de alianzas, lo que no significa ser sectarios y de rechazar a otras fuerzas políticas. Tenemos que construir lo que llamo la alianza plurinacional popular, es decir, una alianza muy diversa para llevar adelante el proceso de cambios, en los que caben partidos políticos y fuerzas sociales e independientes. De lo contrario no vamos a poder estabilizar ese proceso de cambios. Y las fuerzas conservadoras, que no quieren un proceso de cambios, por supuesto que van a trabajar para evitar esa alianza y esta unidad.
¿Al interior del Frente Amplio hay sectores con una mirada más conservadora frente a los movimientos sociales?
La consideración de que los actores sociales son irracionales dominó en la Concertación. El FA podrá tener muchas deficiencias, muchas insuficiencias que tendremos que discutirlas al interior de la coalición, pero tanto sus dirigentes como la militancia de base provienen de los movimientos sociales y estudiantiles. El FA tiene el desafío de saber hacer esa síntesis entre actores sociales y acción institucional. Tenemos una ventana de oportunidad que no es eterna y mucho ojo con esto, porque a veces se pone de un lado esta idea de que girar al centro es asegurar estabilidad y, por lo tanto, lo contrario sería un izquierdismo principista que genera caos. Yo quisiera protestar contra ese doble error conceptual. Porque la frase de girar al centro termina siendo un eslogan que tiene una cuota de irresponsabilidad. La elección de María Elisa Quinteros en la convención así lo demostró. Porque tú puedes girar al centro y perder, puedes ir a buscar el centro y terminar agudizando la crisis. Como tampoco el camino es buscar una suerte de principismo, de izquierdismo. Creo que puede haber una izquierda mayoritaria que no se ahogue en esas dicotomías, ambas equivocadas.
¿Fue un error por parte del Frente Amplio el privilegiar el eje con el PS para buscar gobernabilidad?
Hay muchas materias de evaluación crítica de la conducta del Frente Amplio en el gobierno, en el Parlamento y en la Convención que tenemos que discutir como coalición y lo estamos haciendo. Por supuesto, nosotros no sólo hemos cometido y vamos a seguir cometiendo errores, pero lo que quiero plantear es que el desafío que tenemos por delante no se agota en la alianza de partidos tradicionales que ya existen, eso no resuelve el problema, lo que no implica un rechazo a que otros partidos se sumen al proceso de cambios. El mejor homenaje, el mejor favor y la mejor reivindicación que podemos hacer a la cultura socialista es profundizar la democracia y establecer una nueva forma de relación con estos actores sociales que no son partido, pero que, sin duda, son actores con un valor político. Yo estoy seguro de que eso la cultura socialista lo va a entender y también lo va a estimular. Ellos tendrán que ver también dónde se quieren posicionar, si quieren estar en un proceso de cambio o si quieren ser parte de este sector conservador, que es irresponsable, que no es racional y que lo denomino el terraplanismo político.
Lo que se vio en la Convención Constitucional esta semana es que finalmente el Frente Amplio y los partidos tradicionales quedaron al margen y fueron sobrepasados, ¿le preocupa eso?
Por cierto que es desafortunado que en ese espacio coyuntural el Frente Amplio no haya sido parte de ese entendimiento. Pero, qué duda cabe, siendo el próximo presidente Gabriel Boric, que el Frente Amplio va a protagonizar esos procesos. Tenemos que desechar esta caricatura, porque no es real, de que los actores sociales son irracionales.
El Frente Amplio tiene que resolver cómo formará gobierno, ¿a quiénes y cómo debería integrar?
Prefiero hablar de cómo articular y estabilizar un proceso de cambio, porque eso implica mucho más que armar un gobierno. Eso implica darle sustentabilidad en una mayoría social y política. La expresión de esa mayoría se vio en la segunda vuelta, expresiones que sobrepasan no sólo nuestras estructuras partidarias como Apruebo Dignidad, sino todas las formas institucionales de participación.
¿Cómo se abre esa puerta, cuando la discusión pareciera ser si suman al PS, amplían las alianzas a sectores de la ex Concertación o privilegian al PC?
En vez de llevar a un ministerio a un amigo o a quien tiene vínculos con los espacios de poder, tenemos que buscar a quien realmente sabe y hace la pega. Debemos llegar a formar un gobierno que se parezca en cierto sentido a lo que es la Convención, es decir, que haya gente que tome la micro. Eso implica valorar a los profesionales que hacen súper bien la pega pero no tienen alcurnia. El papel de los partidos políticos en este proceso histórico tiene que ser de una enorme generosidad. Aquí lo que es relevante es revalorizar el concepto de lo técnico. Durante muchos años lo que hubo fue un discurso tecnocrático, que no es lo mismo a capacidad técnica. No hay contradicción entre un gobierno popular y capacidad técnica. Como tampoco es contradictorio apertura a nuevos actores sociales con la acción de los partidos políticos. En la medida en que empuje esa síntesis va a ser capaz de consolidar un proceso de cambio y entonces va a poder ser fuerza efectiva de gobierno.
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