Con voz tranquila y actitud amable, el filósofo Yuk Hui toma el micrófono y dice: “Tal vez voy a ser un poquito políticamente incorrecto”. El pensador hongkonés fue uno de los invitados a la Cumbre de Filósofos organizada por el Congreso Futuro y que convocó prestigiosos intelectuales e investigadores en torno a la pregunta qué humanidad queremos ser. Sonriente, con calma oriental y un cuaderno de notas apoyado en sus piernas, Yuk Hui se preguntó:. “¿Pero qué es el fenómeno humano? Es un fenómeno tecnológico. Es un animal que ha sido capaz de liberar sus manos y usar herramientas”.

Académico en la Universidad Erasmo de Rotterdam, Yuk Hui se formó como ingeniero en Hong Kong antes de doctorarse en filosofía en el Goldsmith College de Londres. Hoy es una de las voces más destacadas de la filosofía de la tecnología, con una visión crítica hacia la homogeneidad y la falta de diversidad en el desarrollo tecnológico.

Autor de ensayos como Recursividad y Contingencia y Arte y Cosmotécnica, para Hui no hay una humanidad, sino humanidades: “En distintas épocas, el Renacimiento, la Ilustración, hemos tenido distintos tipos de humanismo como respuesta a la alienación producida por la sociedad”.

Con la emergencia de la inteligencia artificial se han levantado dos mitos, dice: uno de ellos es que las máquinas nos dominarán y nos volverán sus esclavos, la otra es que la IA resolverá todos los problemas sin cometer errores, de modo que no será necesaria la política. “Estamos siendo manipulados por la industria”, dice, y subraya: “Debemos entender que las máquinas son limitadas”.

Para Hui el concepto de diversidad es central. En este sentido, acota, “podría ser un error hablar de una humanidad, tenemos que pensar en la humanidad como la diferencia, la posibilidad de crear diferencias”. Sin embargo, “el problema ahora es que vivimos bajo la dictadura de Silicon Valley y esa dictadura no solo se refiere al poder político, sino a la posesión del conocimiento”.

Usted ha desafiado la idea de la universalidad de la tecnología y desarrolló un nuevo concepto: cosmotécnica. ¿Por qué es problemático pensar en la tecnología como universal?

Primero que nada, permíteme aclarar el término universalidad. Convencionalmente, lo universal se opone a lo particular o a lo relativo. Cuando se entiende lo universal de esta manera, entonces la afirmación “la tecnología es universal” es problemática. Nos dijeron que el progreso de la humanidad se define por una racionalidad universal, que se actualiza en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, este concepto de tecnología fue solo un producto histórico de la modernidad occidental. De hecho, entre el concepto griego de technē y la tecnología moderna se encuentra una ruptura epistemológica y metodológica, un triunfo del método, podríamos decir. Esto se aplica al concepto de naturaleza, y esto no es ajeno entre los intelectuales de los países latinoamericanos; lo encontraríamos, por ejemplo, en la importante obra del antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro, entre otros; Viveiros de Castro sugiere lo que él llama multinaturalismo, a saber, que hay múltiples naturalezas, distintas del concepto moderno de naturaleza que se opone a la cultura.

Si se puede decir que no hay un solo concepto de naturaleza, entonces lo mismo sucede con el concepto de tecnología; solo podemos decir que el concepto de tecnología se ha universalizado a lo largo de la historia de la colonización y la modernización.

15 ENERO 2025 FILÓSOFO HONGKONÉS YUK HUI EN HOTEL MERIDIEN FOTO PABLO VÁSQUEZ R.

En este sentido, ¿a qué apunta la cosmotécnica?

El propósito de desafiar esta visión es porque es demasiado estrecha, y es tan limitada que ya no vemos ninguna conexión posible entre diversas culturas y la tecnología moderna, naturaleza y tecnología, etc. En su lugar, estamos impulsados por un determinismo tecnológico bastante naif, que es resultado del colonialismo. Esta es la razón por la que acuño este concepto de cosmotécnica para desafiar esta visión universal de la tecnología, y lo desarrollo en los libros que han sido recientemente traducidos al español: La pregunta por la técnica en China y Arte y Cosmotécnica.

Usted ha sugerido la idea de la tecnodiversidad. ¿Cómo se relaciona con la biodiversidad?

En mi nuevo libro Máquina y soberanía, que está planeado para salir en español durante este año, propuse una matriz compuesta por tecnodiversidad, noodiversidad (diversidad de pensamiento) y biodiversidad. Hoy en día, cuando hablamos de biodiversidad, tendemos a pensar que debemos protegerla. En otras palabras, la biodiversidad, al igual que la naturaleza, se presenta como algo objetivo y externo a nosotros, los sujetos. Sin embargo, en realidad vivimos con estos seres vivos no humanos, y no podemos protegerlos aislándolos, como si eso fuera lo mejor que podemos hacer. Mira el incendio que ocurrió en Los Ángeles, lo entenderás de inmediato. Para mantener la biodiversidad necesitamos tanto noodiversidad como tecnodiversidad; o podemos expresarlo de otra manera diciendo que la biodiversidad se vuelve cada vez más dependiente de la tecnodiversidad, cuando la tecnología moderna se vuelve tan invasiva. Por ejemplo, si usas pesticida, que se supone que es universal, ya que apunta a las características biológicas y químicas de los insectos, puede producir efectos catastróficos en algunos lugares, ya que su homogeneidad (la falta de tecnodiversidad y noodiversidad) ignora la especificidad del entorno y de los otros seres vivos.

¿Resistir el cambio tecnológico no implicaría retrasarse en términos de progreso?

Primero que nada, esto se debe a que creemos que la historia significa progreso tecnocientífico; sin embargo, este es solo un significado del progreso. Por ejemplo, en Immanuel Kant, el progreso histórico significa únicamente progreso moral. En otras palabras, si no hay progreso moral, entonces no hay progreso. El fin del progreso moral es la felicidad universal. Los modernos aprendemos que el progreso significa modernización, caracterizada como lo más nuevo y lo más eficiente, como los teléfonos inteligentes; siempre te seducen a comprar el modelo más nuevo.

En segundo lugar, y probablemente lo más importante, no estoy sugiriendo resistir el cambio tecnológico en absoluto, aunque siempre hemos resistido en cierto grado a lo largo de la historia humana. No todos los cambios tecnológicos son buenos; algunos de ellos son tóxicos. En cambio, podemos tener diferentes tipos de cambio tecnológico, uno que no esté determinado por la tendencia tóxica impulsada por la industria, especialmente la de Silicon Valley. En otras palabras, puedes resistir a Facebook y X, pero eso no significa que debas abandonar las redes sociales. También podemos inventar un nuevo tipo de red social que no tenga como objetivo, desde el principio, hacer que los adolescentes se vuelvan adictos o vigilarnos con fines de mercadeo.

Afirma que es naif enmarcar la oposición entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial. ¿Por qué? ¿La inteligencia artificial no desplazará finalmente al ser humano?

La afirmación de que “la inteligencia artificial reemplazará finalmente al humano” es una profecía de la industria, y la industria también necesita cumplir su propia profecía para que esta pueda continuar. Sabemos que muchas fábricas han cerrado, pero ¿dónde fueron a parar los antiguos trabajadores de las fábricas? Muchos de ellos trabajan en la industria de transporte de pasajeros a través de aplicaciones y en entregas de alimentos, y están expuestos a la explotación por parte de algoritmos y plataformas. Cuando un sector se automatiza, se abre otro sector para la explotación. La automatización total es un sueño compartido por la industria y algunos marxistas hoy en día, pero hay un punto ciego: asumen que la economía es estática, que será reemplazada por máquinas sector por sector, desde los trabajos manuales en fábricas hasta el periodismo, etc.; pero, de hecho, se abrirán nuevos sectores donde el cuerpo humano seguirá utilizándose para compensar los límites de la automatización. La inteligencia artificial desplazará al humano del centro de operación en muchos sectores existentes, pero no lo reemplazará; podríamos tener una mejor oportunidad si el humano fuera finalmente reemplazado.

Numerosos intelectuales, entre ellos Yuval Noah Harari, han expresado dudas y temores sobre el rápido desarrollo de la inteligencia artificial. ¿Comparte esos temores? ¿Podría la IA eventualmente llevarnos al totalitarismo digital?

¿No es irónico que promuevan la singularidad y al homo deus, mientras que al mismo tiempo también fomentan el miedo? Este miedo, como dije, es parte de la profecía autocumplida de la industria. No creo que el miedo provenga de la tecnología que llamamos inteligencia artificial, sino más bien de la profecía de que reemplazará a todos los humanos, es decir, el desempleo masivo, que causará la extinción del ser humano, etc. Para esto necesitamos estudiar la historia de la IA y situarla en la historia de la filosofía para ver tanto su significado como su límite; esa fue la finalidad de Recursividad y Contingencia. En el mismo libro, también propongo desarrollar más la comprensión de la naturaleza organológica de la tecnología, es decir, una herramienta es un órgano artificial. Somos inventores de la tecnología y, al mismo tiempo, somos inventados por ella. La tecnología es nuestra prótesis, y el ser humano es un ser que es prostético por naturaleza. Debemos alejarnos de este tipo de profecías y preguntarnos qué tipo de tecnología es necesaria para el florecimiento de los seres humanos y no humanos. La forma en que la IA es tratada por estos autores en realidad tiene su origen en la ciencia ficción, donde la IA y los robots se rebelan contra el ser humano, al igual que los esclavos en la antigüedad.

En el escenario actual no aparecen alternativas a una sociedad modelada por la economía de mercado y las tecnologías digitales. Uno de sus libros se titula Fragmentando el futuro. ¿Visualiza futuros distintos?

Creo que necesitamos reexaminar términos como mercado y capitalismo en primer lugar. Nuestra experiencia con el neoliberalismo nos ha enseñado que el mercado puede absorber todo, incluso lo que está en su contra. El mercado tiene un poder totalizador, como la dialéctica. Entonces, el mercado pertenece al capitalismo, por lo tanto, este puede absorber todas las fuerzas opositoras. Si partimos de estas premisas, estamos condenados, porque este gesto aparentemente crítico es, de hecho, cínico. Si miramos hacia atrás, por ejemplo, a los primeros socialistas, como Saint Simon y sus seguidores, ellos tenían una idea diferente de la industrialización y contaban con un programa socialista para el mercado y la red de transporte. El problema hoy no es que el capitalismo sea capaz de absorberlo todo, sino más bien que convierte todo en herramientas de lucro y explotación. Por ejemplo, en tiempos anteriores, Twitter provenía de un prototipo utilizado entre activistas para informarse mutuamente durante protestas; ahora es X, un juguete de Elon Musk.

Creo que hay otras formas de inventar y utilizar tecnologías que no tienen que moverse en la dirección actual modelada por Silicon Valley. La razón por la que propongo el concepto de tecnodiversidad y sugiero explorar la cosmotécnica en diferentes culturas no es un regreso a la tecnología tradicional, por ejemplo, a tejer o teñir como alternativas a la tecnología moderna. Eso no sería mejor que ser un ludita. Necesitamos entender la tecnología, sus condiciones epistemológicas, ontológicas y cosmológicas, sin las cuales no podemos explorar alternativas.