Fue una extensa jornada de máxima tensión la que se vivió al interior de la sede de Santiago del Congreso Nacional entre el jueves 14 y la madrugada del 15 de noviembre de 2019. Ahí se vivió una carrera contra el tiempo para cerrar las negociaciones que culminaron en el Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución, que dio una salida institucional a la crisis política y social que enfrentaba Chile tras el estallido.

Las tratativas comenzaron unos días antes, pero las negociaciones más duras tuvieron su recta final en la sede del Legislativo. Un par de días antes, el 12 de noviembre, fue una de las jornadas más violentas de protestas y la idea de un acuerdo para un proceso constituyente apremiaba. Con la gente movilizada en la mayor parte del país, los dirigentes políticos iniciaron las conversaciones, las que no pararon hasta que en la Sala de Lectura del Senado los dirigentes políticos dieron a conocer el acuerdo. Pero para llegar a ese texto se debieron sortear una serie de obstáculos.

El expresidente del Senado Jaime Quintana (PPD), a quien le correspondió impulsar estas negociaciones, recuerda así la tensión que se vivía en esos momentos: “Fueron momentos bien difíciles los que se vivían a lo largo de todo el país. Y el margen que nosotros teníamos era bastante limitado. Entendíamos que había un espacio para la política en ese entonces, para la buena política, cual era hacer un esfuerzo de diálogo con todas las fuerzas y alcanzar un entendimiento institucional”.

El margen de acción era pequeño, señala el senador UDI Juan Antonio Coloma, protagonista junto al actual Presidente Gabriel Boric de una de las conversaciones que destrabaron el acuerdo. “Estaba la posibilidad de no hacer nada, dejar que las cosas fluyeran, que era lo más cómodo, sin dudas, pero creo que hubiera terminado muy mal para la democracia, para la economía y para la política”.

Esa noche la diputada y expresidenta de RD Catalina Pérez recuerda que al mismo tiempo que firmaba el acuerdo “tenía en simultáneo a compañeros en Lo Hermida atendiendo familiares que llegaban con balas en el cuerpo, una brigada de abogados que estaban en comisarías, había sido una noche de mucha violencia en Calama, entonces creo que muchos estábamos angustiados por la gente (...) Esa presión era la que teníamos, la presión por el cese de la violencia, la represión policial creo que cruzó límites que nos preocupaban mucho también, y la necesidad de que el sistema democrático lograra finalmente dar una respuesta”.

“Estábamos muy presionados, algunos, por lo que he escuchado ahora, por la violencia, pero habíamos muchos que estábamos presionados por los miles de chilenos que se estaban manifestando pacíficamente (...) ¿Cuántos países logran encauzar esto de manera democrática? Lo de Chile fue un ejemplo”, rememora el extimonel de RN Mario Desbordes, uno de los impulsores del acuerdo.

En el computador personal de la entonces senadora UDI Ena von Baer se redactó el texto del acuerdo. Así recuerda ahora la exparlamentaria lo que fue esa negociación: “Estoy conforme con el acuerdo que logramos esa noche, dado el contexto en que estábamos viviendo. Chile estaba en medio de una situación de orden público muy compleja, de una revuelta, y los sistemas políticos tienen que encontrar para ser exitosos y para mantenerse dentro de la democracia un camino de salida”.

Tras bambalinas, desde el Palacio de La Moneda, el entonces ministro del Interior Gonzalo Blumel también intervenía: “Obviamente el contexto afecta y nos imponía una exigencia, que era importante buscar una salida institucional, política, democrática, pacífica sobre todo, a la crisis que estábamos viviendo desde el 18 de octubre”.