50 años del Golpe: quién es Manuel Guerrero, el nuevo inquilino del Segundo Piso con que La Moneda busca dar una señal al mundo de los DD.HH.
El doctor en Sociología -e hijo del profesor Manuel Guerrero Ceballos, asesinado en el caso Degollados- se instala como jefe de Contenidos en reemplazo de la abogada Andrea Reyes, quien renunció al cargo esta semana. En La Moneda aseguran que tendrá un rol en la conmemoración de los 50 años del Golpe, cuya gestión que hasta ayer estuvo a cargo del periodista Patricio Fernández fue duramente cuestionada por la izquierda.
En medio del ruido que generó la salida de Patricio Fernández como asesor presidencial a cargo de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, en silencio, en La Moneda se consolidó la llegada de un nuevo inquilino. Se trata del sociólogo Manuel Guerrero Antequera, que se incorporará como jefe de Contenidos del Segundo Piso en reemplazo de la abogada Andrea Reyes (Convergencia Social), quien renunció al puesto esta semana.
Según se desprende del portal de transparencia, las funciones del cargo incluyen “asesorar en materias de comunicaciones estratégicas de las actividades presidenciales y en la coordinación del equipo del departamento de contenidos”. Entre sus funciones estaba la elaboración de los discursos presidenciales.
El arribo de Guerrero, quien es militante de Convergencia Social, no es casual. Su llegada se da en medio de las críticas de la izquierda al Ejecutivo en torno a la planificación de la conmemoración de los 50 años. En particular, estas han sido encabezadas por el Partido Comunista y asociaciones por los derechos humanos, quienes durante esta semana organizaron distintos puntos de prensa para exigir públicamente la salida de Fernández, lo que finalmente ocurrió este miércoles.
Fuentes de gobierno adelantaron que el sociólogo tendrá un rol en la conmemoración de los 50 años del Golpe y que, además, su arribo responde justamente a dar una señal al mundo de los derechos humanos que han sido críticos del gobierno.
Si bien Guerrero ya no es militante comunista, tiene una historia cercana a la colectividad encabezada por Guillermo Teillier. Su papá, el profesor Manuel Guerrero Ceballos, sí era militante y fue uno de los asesinados por carabineros en el caso Degollados de 1985, durante la dictadura que encabezó Augusto Pinochet. En ese momento, Guerrero Antequera tenía 14 años.
Por lo mismo, su llegada ha sido celebrada por el PC. Por ejemplo, la diputada Carmen Hertz (PC) manifestó este miércoles a La Tercera que “es una gran persona, habiloso, ilustrado, un gran intelectual. Excelente designación”. En tanto, el diputado Luis Cuello (PC) sostuvo que “él va a hacer una tremenda contribución. Es una persona que tiene una trayectoria muy destacada en el ámbito académico, de investigación, y también tiene una visión política muy lucida. Por lo tanto, creo que sin duda va a ser un gran aporte en La Moneda (...). Tiene también un componente simbólico”.
Guerrero -que estuvo radicado en Suecia- cuenta con un doctorado en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado. Además, tiene estudios de postgrado en Filosofía Política y Axiología, Bioética Clínica y Ética de la Investigación con Seres Humanos en la Universidad de Chile, así como de Neuroética en la Universidad de Oxford.
Guerrero y los 50 años
Hace solo 3 días, el 4 de julio, Guerrero dio una entrevista en el canal Piensa Prensa, donde abordó sus reflexiones en torno a la conmemoración de los 50 años del Golpe. En esa instancia, el sociólogo sostuvo que “hay una ofensiva muy fuerte como para reescribir la historia, revisarla, incluso negarla”. En ese sentido, hizo referencia a un libro que el Presidente Gabriel Boric recomendó leer: Salvador Allende, la izquierda chilena y la Unidad Popular, del académico Daniel Mansuy.
Sobre la obra, el sociólogo señaló que el autor “dice en una introducción que en una conversación con sus hijos, ellos le preguntan qué pasó con el Golpe, en la Unidad Popular. Y él dice: ¿por qué en Chile se sigue recordando esto de esta manera, cuando en Chile hubo otras situaciones, como la guerra civil de 1891, en que murieron cerca de mil personas? ¿Por qué? ¿Por qué seguimos con esto?’. Ahí lo que olvida Daniel Mansuy, y lo pongo como un ejemplo, es que el caso de una guerra civil, tú tienes dos bandos armados que se enfrentan (...). En camino, lo que pasó el 11 de septiembre del 73 (...) no fue una guerra. Aquí no hubo un enemigo armado respecto al cual combatir (...). Lo que hubo es que se consideró que dentro del propio pueblo estaba el enemigo alojado (...). Eso implica para Chile, para el conjunto de la sociedad, una memoria traumática, una catástrofe social. Aquí lo que hubo fue una masacre, y la única forma de elaborar las catástrofes sociales de ese tipo es con memoria, pero con memoria que no niega los hechos, sino que los elabora, que la enfrenta con verdad”.
En relación a la conmemoración, Guerrero postuló que, hace 10 años, “fue cuando la sociedad chilena asume que esto no fue un Golpe Militar, sino que fue un golpe cívico militar. Esos fueron los 40 años”. Hoy, ad portas del aniversario 50° del quiebre democrático, postuló que es necesario preguntarse “¿qué le agregamos a esta conmemoración que no ha habido antes?”. Ante ello, postuló una visión crítica: “parece que no está muy claro”. Sin embargo, enfatizó que “ahora lo que hay que hacer es (...) recoger a nivel calle estas memorias que aparezcan, que aparezcan las memorias de la población en general, porque es la población la que fue atravesada por esta violencia. Nadie quedó indemne a ella (...). Esto es algo que fragmentó el tejido social. Si nosotros no lo reconocemos y no lo sacamos a la luz como población, esto va a seguir horadando a una sociedad que es incapaz de confiar en sí misma. Me parece que esta es la ocasión que tenemos, los 50 años, de enfrentar esto con la verdad, en forma muy, muy clara, pero también a nivel de familia, de los territorios (...)”.
“Ha habido ciertos avances en memoria, pero no lo suficiente, porque tenemos sitios de memoria hoy día, pero no hay una política de sitios de memoria, entonces quedan en el abandono muchos de ellos. Tenemos reparación, pero resulta que a nivel de salud mental la reparación que se les da a través del PRAIS a los sobrevivientes de las violaciones a los derechos humanos es de determinado monto, versus la reparación que se les da por estrés postraumático a los perpetrados, que es muchísimo mayor (...)”, agregó.
También tuvo palabras para la presidenta del Consejo Constitucional, Beatriz Hevia (Partido Republicano). “Si acá hay una política joven, convencional, además, importante, que está redactando la nueva Constitución y dice: ‘yo no puedo opinar de eso porque la verdad es que yo no lo viví', es irresponsable. Ese, por un lado, es la última escala del genocidio. El genocidio siempre parte negándole la humanidad al otro, masacrándolo, y después negando que ocurrió. Entonces, esa violencia simbólica es la continuación de ese genocidio. Al mismo tiempo, puede ser el primer peldaño de otro genocidio físico que parte. Y ahí no salimos de ese espiral”.
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