A 15 años de la ejecución de Saddam Hussein: exembajador de EE.UU. en Irak dice que juicio “no fue perfecto”
“El juicio en sí tuvo problemas, sin duda. Algunos de los abogados defensores fueron asesinados, lo que fue terrible", admite hoy Robert Ford, exembajador adjunto de Estados Unidos en Irak. El 30 de diciembre de 2006, el exlíder iraquí fue ejecutado en la horca, y las imágenes de él acompañado por verdugos con pasamontañas dieron la vuelta al mundo.
“Ladies and gentlemen, we got him” (Señoras y señores, lo tenemos). Esas fueron las palabras de Paul Bremer, el jefe de la administración civil impuesta por EE.UU. en Irak, cuando anunció la captura de Saddam Hussein, el 13 de diciembre de 2003. El exlíder iraquí, que desde 1979 hasta 2003 gobernó con puño de hierro la nación de Medio Oriente, había sido encontrado cerca de su ciudad natal de Tikrit, al norte de Bagdad, oculto en una cueva y sin más compañía que un ventilador, un rifle y una bolsa con miles de dólares.
Tres años después, el 30 de diciembre de 2006, Hussein fue ejecutado en la horca, y las imágenes de él acompañado por verdugos con pasamontañas dieron la vuelta al mundo. Un Tribunal Especial de Irak lo había condenado por crímenes en contra de la humanidad, y en particular por su responsabilidad en la masacre de Dujail. Aquella matanza había cobrado en 1982 la vida de 148 chiitas iraquíes en esa localidad ubicada 65 km al norte de Bagdad, como represalia a un intento de asesinato contra Hussein.
Sin embargo, a 15 años de su ejecución, han surgido cuestionamientos al proceso judicial al que fue sometido Hussein. En declaraciones a la agencia de noticias rusa Sputnik, Robert Ford, exembajador adjunto de Estados Unidos en Irak (2008-2010), dijo que el juicio del exlíder iraquí y sus coacusados tuvo muchas violaciones y “no fue perfecto”.
“El juicio en sí tuvo problemas, sin duda. Algunos de los abogados defensores fueron asesinados, lo que fue terrible. Durante el propio juicio, a veces la fiscalía introducía pruebas sin permitir que la defensa las viera primero, dejándolas sorprendidas por las nuevas pruebas”, relató Ford. Al mismo tiempo, el exembajador señaló que la fiscalía encontró muchos documentos firmados por Hussein y otros acusados, que los implicaban directamente en los cargos de las masacres y asesinatos de Dujail.
Mientras la hora exacta de la ejecución sigue siendo debatida, la mayoría de los expertos coincide en que fue entre las 6.00 y las 6.10, el 30 de diciembre del 2006. El lugar: una base militar conjunta iraquí-estadounidense, que por nombre llevaba Camp Justice (Campo Justicia). Ubicada en Kazimain, un suburbio de Bagdad, Camp Justice era el lugar más seguro en Irak para ejecutar a un condenado de alto perfil como lo fue Hussein.
De acuerdo con algunos oficiales iraquíes, los norteamericanos no pensaban ejecutar inmediatamente a Hussein, y querían al menos esperar una noche más. Sin embargo, el gobierno iraquí había proporcionado todos los papeles solicitados y en estos la ejecución estaba agendada para el 30 de diciembre.
Técnicamente, no fueron los estadounidenses -que llevaban tres años ocupando el país- quienes ejecutaron al dictador, sino un gobierno iraquí que había sido formado un poco después de la caída de Hussein. Su derrocamiento fue el resultado directo de una invasión a Irak perpetrada por una coalición liderada por Estados Unidos, cuyo motivo era “remover a un régimen que había desarrollado y usado armas de destrucción masiva, refugiado y apoyado terroristas, cometido enormes abusos contra los derechos humanos, y desafiado las justas demandas de las Naciones Unidas y el mundo”. La existencia de estas armas nunca fue confirmada.
A pesar de eso, la Convención de Génova concede ciertos derechos a los prisioneros de guerra, para así prevenir ejecuciones vengativas. Por eso mismo, Hussein no fue juzgado por los invasores, sino que por un tribunal iraquí. A pesar de estar bajo la custodia del Ejército estadounidense, tuvo que ser entregado formalmente a los iraquíes cuando llegó la hora de ejecutarlo. También se reportó que no hubo representantes del gobierno norteamericano presentes en la ejecución.
En ese sentido, Vladimir Titorenko, exembajador ruso en Irak (2002-2003), declaró a Sputnik que el gobierno de transición de Irak, impuesto por Estados Unidos, no tenía derecho a enjuiciar al expresidente del país. “Ese gobierno de transición no fue un gobierno elegido por el pueblo de Irak, fue formado por los norteamericanos y no tenía derecho a juzgar a Saddam Hussein”, dijo el diplomático.
“Las acusaciones sobre el uso de armas químicas son inconsistentes, no existe ninguna prueba de que Saddam las hubiera usado”, subrayó el exembajador.
Como presidente de Irak, Hussein era también el comandante del Ejército Iraquí. Cuando se le condenó, el expresidente solicitó ser fusilado en vez de colgado, siguiendo la ley marcial relativa a las penas capitales. La corte rechazó esta solicitud.
En la mañana del sábado 30 de diciembre de 2006, Hussein fue conducido a la horca, llevando bajo su brazo una copia del Corán que lo había acompañado durante todo el juicio. Quienes estuvieron cerca del dictador afirmaron que no mostraba signos de remordimiento por sus acciones, que según Human Rights Watch incluyeron el asesinato de más de 100 mil kurdos durante la Operación Anfal en 1988. Fue ejecutado la noche anterior al comienzo de una de las fiestas musulmanas más importantes, el Eid al-Adha. El momento fue visto por muchos como una provocación deliberada a sus partidarios.
Siguiendo su ejecución, el cuerpo de Saddam Husein fue llevado a Al-Awja, cerca de Tikrit, su tierra natal y lugar donde se le capturó. Se le enterró el 31 de diciembre, en el mismo lugar donde sus hijos Uday y Qusay habían sido sepultados.
El cuerpo de Hussein fue puesto en un mausoleo familiar, un edificio octagonal con un domo que él mismo había mandado construir en los 80. Este edificio fue destruido durante las batallas entre el Estado Islámico y las fuerzas estatales iraquíes el año 2015, siendo reducido a escombros.
Aún hay debate sobre si el cuerpo de Saddam fue exhumado antes del ataque y llevado a otra parte, o si fue destruido junto con la tumba. No hay modo de confirmar esto, debido al caos que siguió y presidió estas batallas. La versión oficial indica que el cuerpo sigue en el mausoleo, hoy completamente destruido, y al cual solo se puede acceder con un permiso especial. Otros creen que Hala, la hija menor de Hussein, habría llegado en un avión privado a la ciudad y se habría llevado el cuerpo de su padre a Jordania. Hay quien asegura que otros serían los responsables del traslado de su cuerpo.
Durante los primeros años de la tumba, el gobierno iraquí tuvo que prohibir las visitas escolares al lugar, ya que el mausoleo había devenido un lugar de peregrinación. Jafar al-Gharaoui, jefe de las Fuerzas de Movilización Popular en Irak, contó a France Presse que “hubo viajes escolares y poetas que vinieron a recitar sus versos sobre la tumba”.
Con todo, 15 años después de su ejecución, el expresidente iraquí todavía tiene seguidores en Jordania, asegura el diario The National de Abu Dhabi. Antiguos billetes iraquíes con la imagen de Saddam Hussein se exhiben en una tienda de souvenirs en el centro de Ammán. El dueño del local dice que los billetes los adquieren principalmente turistas. “Algunos visitantes árabes los compran”, asegura. “Saddam era su propio hombre”.
Pósteres, llaveros y stickers de Saddam Hussein abundaban en Jordania cuando vivía y, aunque la tienda es casi la única que queda en el centro que vende recuerdos de él, aún se pueden encontrar imágenes suyas en la parte trasera de algunos camiones y taxis, o pintadas con spray en las paredes de algunas de las calles de Ammán. Una cuenta de Instagram creada en 2019, dedicada a recopilar imágenes del exlíder iraquí en espacios públicos, permanece activa.
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