Adiós a Ric Ocasek, de The Cars: talento del pop, figura estrafalaria y músico de influencia enorme

Obit Ocasek
Ric Ocasek en abril de 2018, en la ceremonia del Rock and Roll Hall of Fame. Foto: AP Photo/David Richard.

El músico fue encontrado muerto ayer en Nueva York, dejando una herencia que partió en los 80, que salpicó hasta Los Prisioneros y que dejó una serie de hits imbatibles que hasta hoy suenan por todos lados. Aquí, cómo fue su llegada a Chile y lo que la música aprendió de su figura.


Sintonizar la FM chilena a principios de los 80 –básicamente Concierto, Galaxia y Carolina, las emisoras de moda por esos días- era toparse con esto: una mezcla de resaca de los clásicos de la onda disco del decenio anterior; rock estadounidense dulcificado e ideal para cantar frente al espejo -REO Speedwagon era una de aquellas bandas emblemáticas-; y composiciones pop fáciles de tararear y que una generación completa capturó pulsando REC y agrupándolos en esos compilados artesanales fabricados en casetes de 60 minutos, con íconos como Hall & Oates y Men at Work encabezando los listados escritos con lápiz pasta.

Pero de guitarras más afiladas, gargantas con cierta malicia o cantautores deudores del movimiento punk de unos años antes, había bastante poco. Por desconocimiento, o por temor a contaminar el engolado tradicionalismo de la frecuencia modulada chilena de esos días, los directores radiales casi no apostaban por nombres derivados de la new wave, el post punk o el pop electrónico, todos géneros que ya dominaban ampliamente los gustos de los circuitos anglos y que generaron los sonidos más inquietos, creativos e innovadores de esos años.

(Uno de los casos más recordados y paradigmáticos sucedió en 1985, cuando radio Concierto se negó a pasar a Los Prisioneros, por motivos que iban desde lo ideológico hasta lo artístico, aunque la emisora sí fue una profusa vitrina para el rock argentino de la época. En respuesta, un año después Jorge González se vengó dedicándoles irónicamente el tema Independencia cultural).

https://www.youtube.com/watch?time_continue=3&v=L7Gpr_Auz8Y

Ante ese escenario, hubo ciertos grupos que marcaron un pequeño punto aparte. Uno de ellos fue The Cars: aunque tenían cuna punk y las guitarras eran el eje de sus canciones, el conjunto nacido en Boston tuvo la astucia de levantar una fórmula ideal para toda clase de radios y de despachar hits enérgicos, frescos, dinámicos y que se adherían con extrema eficacia en la memoria. De esa manera sonaron en emisoras de todo el planeta –y hasta hoy, incluyendo las chilenas- tracks como Good times roll (1978), Just what I needed (1978), Touch and go (1980), Shake it up (1981), You might think (1984) y la balada Drive (1984).

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Pese a vestir de manera estrafalaria –como escapados de una antigua serie televisiva de los años 50, aunque con el colorido habitual de los 80-, sus canciones transmitían un súbito tono festivo y jovial, apoyadas no sólo en guitarras, sino que también en teclados y sintetizadores.

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The Cars.[/caption]

De alguna manera, los Cars, encabezados por su recién fallecido cantante Ric Ocasek, pertenecieron a una generación de músicos que no compartían del todo la rabia, el desencanto, el enojo y el ceño fruncido propio del punk de fines de los 70. Estaban en disgusto con el mundo en que vivían, ¿pero por qué mejor no demostrarlo divirtiéndose antes que enfureciéndose?

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En ese sentido, hay un paralelo evidente con otras agrupaciones nacidas por ese mismo período, como The B-52's: querían hacer música fiestera, respetuosa con el pasado, con cierto toque kitsch, empapada en glamour barato y con una estética visual deudora del cine clase B, sin que necesariamente "atacar al sistema" fuera la consigna inequívoca. Ocasek –flaco, pálido, de lentes gruesos, de voz aletargada, como un Buddy Holly con más onda- claramente pertenecía a esa estirpe.

Otra coincidencia: ni los B-52's ni los Cars emergieron de los grandes epicentros musicales de esos años, como Nueva York, donde casi siempre todo estaba a punto de estallar. Mientras los primeros eran de Athens, Georgia, los otros venían de Boston. Quizás esa genética algo más provinciana los hizo ofrecer una obra menos urgente en el discurso pero más idónea para la gran masa que escuchaba radio o que, a partir de 1983, empezó a sintonizar sus videos a través de MTV.

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Una brújula

Como fuere, Ocasek se demoró varios años en dar con la formación definitiva de su agrupación, hasta que hacia 1976 conoció al bajista Benjamin Orr, con quien impulsó el elenco que los llevaría al estrellato. Dos años después graban su primer álbum, de título homónimo y producido por Roy Thomas Baker, quien había estado, entre otros logros, detrás de la primera etapa de Queen. En ese sentido, los Cars no se involucraban con gente pequeña: desde sus comienzos buscaron un pop que sonara a lo grande.

https://www.youtube.com/watch?v=7BDBzgHXf64

El disco fue un éxito y su canción de apertura, Good times roll, en sus primeras letras, ya parecía anunciar el talante de la banda, los nuevos modos que deseaban encarnar y difundir: "Deja que los buenos tiempos anden/ deja que te golpeen alrededor/deja que los buenos tiempos anden/ deja que te conviertan en un payaso". Diversión y hedonismo sin mucha más vuelta.

El grupo después siguió intentando con varios éxitos, todos de gran resonancia –apuntalados además por la new wave de gran suceso a ambos costados del Atlántico-, aunque su golpe mayor llegó en 1984. Su álbum Heartbeat City – producido por Robert John Mutt Lange, responsable de trabajos de AC/DC y Def Leppard, otro pez gordo que retrataba la ambición de The Cars- ofrece un sonido pulcro, brillante, adictivo, acompañado de grandes videoclips para temas como Magic, Hello Again o Drive.

Fue la época en que llegaron al punto más alto de su reinado, extendiendo incluso su huella hasta Chile. Los propios Prisioneros usaron la característica base rítmica del hit Shake it up para su canción Pa pa pa. González ha reconocido a lo largo de los años el amor que sentía por los originarios de Boston, nombre esencial cuando empezó a descubrir la música en boga entre los 70 y los 80. Incluso, se atrevió a cantar un trozo de Shake it up en el concierto de retorno del trío en el Estadio Nacional en 2001, precisamente cuando interpretaban Pa pa pa.

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The Cars: David Robinson, Ric Ocasek, Elliot Easton y Greg Hawkes en la alfombra roja del Rock and Roll Hall of Fame en 2018. Foto: EFE/EPA/DAVID MAXWELL.[/caption]

Tras el éxito de mediados de los 80, los Cars se disolvieron y Ocasek se convirtió en una brújula para los nuevos tiempos. Cualquier grupo que deseaba sonar punzante pero amable, rudo pero dulce, radial pero con cierto toque artístico, lo contactaba para contratar sus servicios. Fue el caso de Weezer, Bad Religion, Hole, Nada Surf y Jonathan Richman.

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Ric Ocasek de The Cars en 2018. Foto: REUTERS/Aaron Josefczyk/File Photo.[/caption]

El músico siguió una carrera en solitario más cerca de la penumbra que del brillo de sus mejores años, quizás extrañando a sus compañeros de siempre, con quienes se volvió a juntar en el último disco del grupo, Move like this, de 2011. Ahí seguían sonando frescos y juveniles, como si nada hubiera cambiado, con su líder declarando tozudamente en entrevistas que la mejor música siempre estuvo en los 80.

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Ric Ocasek en 2015. Foto: REUTERS/Mario Anzuoni/File Photo.[/caption]

Fue su era dorada, su cima creativa. La misma que pareció apagarse ayer, cuando el cantautor fue encontrado muerto en su departamento en Nueva York, aparentemente por razones naturales. Un trozo de los 80 desapareció para siempre. Aunque hoy cualquier grupo que ame las buenas melodías entrelazadas entre guitarras y sintetizadores tiene como oráculo el talento indiscutido de The Cars.

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