Agustín Squella: “No veo ninguna posibilidad de que la actual oposición vuelva al gobierno si no es incluyendo desde la DC al Frente Amplio”
El jurista y columnista cree que la oposición ha sido "pobre de ideas y creativa en cuanto a acusaciones constitucionales e interpelaciones". Que esto se debe a que no se reflexionó suficientemente sobre sus derrotas presidenciales aunque agrega que "ser oposición en época de pandemia" es tan díficil como ser gobierno. Sobre el futuro presidencial de la izquierda y la centroizquierda señala que solo un gobierno de coalición los puede salvar aunque, advierte, que eso es improbable.
Los días de encierro obligado del Premio Nacional de Humanidades 2009 y exrector de la Universidad de Valparaíso, Agustín Squella, parten temprano. Dice, eso sí, que funciona bien hasta eso de las 11 de la mañana y que la mayor parte del día la dedica a sus estudiantes del curso de Filosofía del Derecho, que imparte en la misma casa de estudios que dirigió entre 1990 y 1998.
Squella, jurista y periodista, se reconoce como liberal pero de esos que creen que liberalismo y socialismo son compatibles, más aún en un mundo de pocas certezas. En esta entrevista, aborda el estado actual de la izquierda y la centroizquierda, recalca que el gran problema de la oposición es que no hizo una reflexión lo suficiente profunda sobre sus dos derrotas presidenciales y agrega que un gobierno de coalición, que vaya de la DC al Frente Amplio, es la única vía de éxito... aunque advierte que hoy, esa opción, es una utopía.
¿Cómo definiría el estado actual de la oposición?
Malito está porque no ha sabido reorganizarse luego de la derrota en la última elección presidencial. Por lo demás, la actual oposición es muy amplia y diversa, lo cual es positivo. Tan amplia y diversa que lo que hay en realidad son “oposiciones” pero, claro, se trata de un obstáculo a vencer cada vez que hay que ponerse de acuerdo. Pienso que lo que la perjudica es que, salvo en el caso del Frente Amplio, las figuras que se disputan el liderazgo en ella están ya muy vistas y han perdido atractivo y credibilidad de una manera que podría ser irreversible.
¿Y por qué la oposición no reflexionó sobre las derrotas que sufrió tanto la primera vez que Piñera llegó al poder como la segunda?
La oposición no reflexionó lo suficiente de manera colectiva y por eso no ha podido reorganizarse. La clave está en que la oposición es muy ancha y muy diversa pero es evidente que ha habido discrepancias fuertes entre la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio. Entonces es muy difícil. Mira los golpes que se daban la UDI y RN, que eran solo dos partidos. Las dos últimas elecciones que se perdieron eran la crónica de una muerte anunciada, se perdieron en gran medida por los candidatos.
Se le ha acusado a la oposición de no tener propuestas concretas para la pandemia y que solo hay críticas a lo hecho por el gobierno en materia de salud. ¿Es injusta esa visión o tiene asidero?
Es tan justa como injusta. Justa porque la oposición al actual gobierno ha sido en general muy pobre de ideas y muy creativa en cuanto a acusaciones constitucionales e interpelaciones. Por lo demás, los actuales partidos de gobierno se comportaron igual cuando fueron oposición a Bachelet, y esa es una de las causas del profundo tedio que produce la política local; e injusta, porque, amén de algunos médicos que son parlamentarios de oposición, esta no es experta en el manejo de pandemias. El gobierno ha ido haciendo lo que puede, por medio de ejercicios de ensayo y error, y la oposición ha ido siguiendo el compás de medidas que solo corresponde adoptar al gobierno. Ser oposición en medio de una insólita crisis sanitaria mundial es tan difícil como ser gobierno, de manera que no se trata de cargarle las tintas ni a una ni a otro, aunque, obviamente, la responsabilidad principal la tienen siempre quienes están en el gobierno en el contexto de un régimen extremadamente presidencial como el nuestro. En todo caso, gobierno y oposición, en medio de lo que estamos pasando, deberían dispensarse una mayor comprensión recíproca.
Lagos pidió un discurso más propositivo por parte de la oposición, pero ello se da en un contexto de roces fuertes con el gobierno y con el Presidente desde el 18 de octubre en adelante. ¿Cree que Piñera empuja que se siga en esa línea?
El Presidente Piñera incurre en frecuentes dislates, dislates de obra y de palabra. De obra, como esa fotografía que se hizo tomar en Plaza Baquedano, en una típica conducta de adolescente que quiere marcar territorio; y de palabra, cuando continúa empleando, ahora respecto de un virus, el lenguaje belicista que inauguró a raíz de los sucesos de fines de 2019. Es un Presidente que parece estar siempre en guerra: con la oposición, con los movimientos sociales, con el Covid-19. Uno de sus más recientes desatinos ha sido sugerir que por motivos económicos habría que pensar en volver a postergar el plebiscito que estaba previsto para abril. Amén de oportunista, esa sugerencia es política y moralmente impropia. También es inconsecuente, puesto que si el Presidente ha dicho que los niños pueden volver a clases en mayo, ¿por qué los adultos no podríamos ir a votar en octubre? En cuanto a Ricardo Lagos, ha estado bien, como por lo demás suele hacerlo. Conoce el país y el mundo, habla con conocimiento de causa y tiene madera de estadista. ¿Que se equivoca a veces? Por supuesto, ¿y quién no en los tiempos que corren?
La oposición hoy ha quedado en manos de los alcaldes, algunas ONG como Espacio Público y gremios como el Colegio Médico. ¿Habla eso de un déficit técnico y de “calle” por parte de la oposición?
La verdad es que hoy no hay “calle”, salvo que se tenga por ella a las encuestas, la penosa brújula de orientación de los gobiernos desde hace su buen tiempo. Encuestas que muchas veces no son más que sondeos de opinión o, incluso menos que eso, meros registros del estado de ánimo de algunos centenares de individuos que responden a la llamada telefónica de los “encuestadores”. Espacio Público ha estado muy bien, el Colegio Médico no tanto, y si hay algo que me fastidia es que presidentes de asociaciones gremiales, sean estas patronales, sindicales o profesionales, se presenten como líderes sociales. Elegidos solo por sus bases de empresarios, trabajadores o profesionales, las cabezas de esas organizaciones, que tampoco son sociedades científicas, no pueden arrogarse la representación de toda la sociedad.
¿Y cómo se conjuga ser oposición al gobierno y manifestar discrepancias cuando se cree que no se están haciendo bien las cosas, y a la vez, no parecer demasiado crítico? ¿Qué discurso se debe tener en una situación así?
Hace falta mayor contención, mayor mesura, mayor reflexión, mayor generosidad, y mayor humildad también, porque nadie, ni en el gobierno ni en la oposición, tenía la menor idea acerca de cómo manejar una pandemia de estas características. Mi impresión, que es la de un perfecto ignorante en estos temas, es que el desempeño del gobierno ha oscilado entre aceptable y bueno y que no reconocer eso proviene de falta de conocimientos o de la infaltable mezquindad política partidista. ¿Dislates del Presidente? Es cierto, pero acertó un pleno cuando dijo que frente a la pandemia los chilenos nos estábamos comportando como cuando juega la selección nacional de fútbol. Todos nos transformamos en entrenadores, diseñamos una estrategia, armamos el equipo, dejamos gente en la banca, hacemos cambios, pedimos la hora, y todo eso sentados en el living de nuestra casa con una copa de vino en la mano.
“El Frente Amplio no va a ganar una elección presidencial todavía”
En noviembre, post estallido, en conversación con CNN usted señaló que una posibilidad real de éxito para la centroizquierda, incluyendo a la DC, se podía dar si se levantaba una candidatura de un líder social con visibilidad nacional. ¿Sigue pensando lo mismo? ¿Quién cumple hoy con esos requisitos?
No daré nombres, porque muchos tampoco se me ocurren, pero creo, o intuyo, que la única posibilidad de la actual oposición es la de una candidatura no partidista, transversal, encarnada en alguien de prestigio que tenga una biografía vinculada a temas sociales y a la asistencia a los más necesitados y excluidos del país, y que, por lo mismo, pueda tomarse realmente en serio, y con conocimiento de causa y de terreno, las necesidades de asistencia sanitaria oportuna y de calidad, educación pública, vivienda digna, previsión, e ingresos justos por el trabajo, todas las cuales estuvieron presentes en las manifestaciones de 2019. Alguien de una impecable integridad, porque los nada menores casos de corrupción develados en los últimos años –en la política, en los negocios, en el fútbol, en las iglesias, en dos ramas de las Fuerzas Armadas- explican también el fastidio que mostraron las masivas protestas de 2019. En cualquier caso, no veo ninguna posibilidad de que la actual oposición vuelva al gobierno si no es incluyendo desde la DC al Frente Amplio. Sobre el PC no me pronuncio, porque hace ya tiempo que me pregunto qué significa ser comunista en el siglo XXI, y la verdad es que no he encontrado la respuesta.
¿Y qué tan plausible ve que ese gobierno, de la DC hasta el FA ocurra en el corto plazo, en la próxima elección presidencial? Precisamente, se han visto varias diferencias entre ese partido y la coalición de izquierda.
Sí, en este momento lo veo improbable, ciertamente. Pero, ya sabemos que cuando el poder muestra la cara y crees que lo puedes alcanzar, las cosas cambian. Mira cómo quedó la oposición después de la derrota de Evelyn Matthei. Nadie daba nada por la derecha, ni ellos mismos. Y ganaron la siguiente presidencial. La política es tan rara. Pero sí, lo veo improbable, en este momento parece una utopía, pero quién sabe.
Y a pesar de que se ve improbable, en caso de que eso se concrete sería una especie de gobierno de coalición, a la española. ¿Lo ve así?
Si se produjera algo como eso, improbable hoy, es evidente que tuviera que haber un gobierno de coalición. Cosa que también es complicada pero no le veo a lo que se llama centroizquierda otra posibilidad y enfatizo que tiene que estar la DC ahí y también el Frente Amplio. Si no, ambos van a volver a perder. Sobre todo el Frente Amplio, esa coalición no va a ganar una elección presidencial todavía. Entonces tendría que formarse un gobierno de coalición que sería, claro, difícil de conducir.
A ese posible gobierno de coalición le podría pasar, o incluso de forma más dura, lo mismo que le pasó a la Concertación con esa clásica disputa entre autocomplacientes y autoflagelantes…
Es que siempre va a ocurrir eso. Todos los autocomplacientes de la Concertación se molestaban mucho cuando uno usaba esa distinción. Y respondió, hasta hoy, a una realidad. Por ponerlo de una manera tosca: los autocomplacientes son los que miran más la parte llena del vaso que la vacía, y los autoflagelantes quienes miran más la vacía y menos la llena. Era una buena manera, nunca encontré otra mejor, de explicar la coexistencia de personas que decían “vamos bien, no nos preocupemos” y otros que decían “no, podemos más”. Y bueno, me apunté siempre a los autoflagelantes sin renegar de la Concertación y sin quitarle valor. Porque a veces a los autoflagelantes nos presentan como unos imbéciles sin memoria, y no. Es, en definitiva, que gobiernos de la Concertación pudieron más y se frenaron ellos mismos más que presionados por mayorías parlamentarias de la derecha.
“La izquierda tiene que ser capaz de pensar por sí misma”
Hace poco, varios dirigentes opositores, desde el PPD hasta el FA se reunieron de manera virtual con el Presidente de Argentina, Alberto Fernández. ¿La política argentina es un ejemplo a seguir para la política chilena?
No creo. Siempre es bueno reunirse y conversar con personeros afines en ideas que puedan estar en otros países, aunque no creo que la izquierda chilena tenga algo que aprender de esa cosa tan rara –rara y exitosa, es cierto- como es el justicialismo en Argentina. Nada que aprender de Cuba, nada de Nicaragua, nada de Maduro, y tal vez muy poco que aprender de Argentina. La izquierda chilena, que es diversa y cuenta con una diversidad tanto generacional como de ideas, tiene que ser capaz de pensar por sí misma; más aún, tiene necesidad de reflexionar, que es más que pensar. Reflexionar es pensar con detenimiento, con contención, con morosidad, con prudencia, y no arrojarse precipitadamente en brazos de la acción o, peor, de una confusa inacción.
¿Qué tanto habla ese encuentro con el Mandatario argentino del estado actual de la oposición?
La verdad es que no habla mucho, ni a favor ni en contra. ¿Por qué no conversar con un político que acaba de ser elegido por amplia mayoría? Y aunque esto de los empates es una muy mala práctica, todos hacen lo mismo, ¿no? ¿Acaso Chile Vamos y el propio Presidente Piñera no hablaban a menudo con Macri y con Kuczynski? ¿Acaso la derecha chilena no apoyó explícitamente a ambos? ¿Acaso no se sedujo con la hoy patética figura de Bolsonaro? El doble estándar de “si lo hago yo, está bien y si lo haces tú está mal” se ha transformado en el nuevo deporte nacional, en una de las prácticas que irrita a los ciudadanos por tratarse de otra forma de abuso que sienten sobre sí.
“Es patético que políticos de más de 70 años estén diciendo ‘estoy disponible’”
La discusión constitucional parecía ser la cancha más cómoda para la oposición. Sin embargo, con la postergación del plebiscito y el comienzo de la pandemia cambió por completo la agenda y jugar en serio en esa cancha se ve lejano. ¿Qué tanto le afecta ello a la izquierda y a la centroizquierda? ¿Cuál debería ser ahora su cancha?
Tiene que seguir siendo la misma: el tema constitucional no es un asunto de agendas, sino de principios. Además, está asentado en un acuerdo político ampliamente transversal y todos deberían honrar la palabra que dieron en su momento, así lo hayan hecho a regañadientes. Se podrá jugar en varias canchas a la vez, pero la del proceso constitucional es irrenunciable para la oposición, aunque tiene al frente a una parte muy poderosa de la derecha que querría ganar o evitar el plebiscito por secretaría, es decir, por coronavirus, y que es la misma que antes quiso hacer lo mismo apelando a la falta de condiciones para un cambio constitucional. Pero lo que le faltaba a ese sector no eran condiciones, sino votos para el Rechazo. ¿Cuántos importantes documentos jurídicos y políticos deben su origen a una presión ejercida sobre el poder? La Carta Magna inglesa, un documento clave en la historia de los derechos fundamentales, fue otorgada por el rey luego de que los señores de la época rodearan su palacio con un ejército de más de 1000 hombres a caballo, y vea usted: aquí nadie sitió La Moneda con un ejército, sino que cientos de miles de personas se congregaron en una plaza durante varias jornadas.
En su última columna en La Tercera, Fernando Atria, señala que el proceso constituyente será el momento de ver a nuevos actores políticos que darán pasó a una especie de declive definitivo de los actores tradicionales. ¿Cree lo mismo?
Sí. Estoy de acuerdo que el proceso constituyente no es por eso que se está haciendo, hay principios involucrados que van más allá. Pero creo que Fernando acierta si dice que este proceso constituyente va a permitir, por ejemplo, en la elección de los constituyentes y el trabajo que hagan, que aparezcan o se muestren rostros nuevos para la política. Es otro efecto virtuoso del proceso constituyente y lo digo de lado y lado, tanto a los que dicen rechazo como los que dicen apruebo.
¿Sería la concreción definitiva de la jubilación de una generación de actores políticos?
Claro. Es escandaloso que casi todas las semanas políticos que tienen más de 70 años estén diciéndonos por la radio, la televisión y los diarios: “Estoy disponible para ser candidato presidencial”. Lo encuentro patético porque además con un mínimo de sentido común y sentido de la realidad, ves que no tienen ninguna posibilidad de ser elegidos. No quiero dar nombres porque es odioso. Han hecho su aporte a la política chilena, reconozcámoslo, pero dejen la cancha para personas de menos de 60 o 65 años, por favor.
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