Erotismo y censura: recuperan copia histórica de El amante de Lady Chatterley
La novela de DH Lawrence aparecida en 1928 en Italia, recién fue impresa en 1960 en el Reino Unido, luego de protagonizar uno de los juicios editoriales más famosos de la historia. Ahora el ejecutivo inglés prohíbe la exportación del ejemplar usado por el censor, que había sido subastado por más de 56 mil libras ($ 49 millones), en 2018.
Para el año del juicio, en 1960, en el Reino Unido, su autor ya se encontraba bajo tierra hace tres décadas. El escritor británico DH Lawrence falleció a los 44 años, en 1930. Dos años antes, había publicado en Florencia, Italia, la novela El amante de Lady Chatterley (1928).
Criada en un ambiente artístico e intelectual, políticamente socialista, la protagonista de la novela es Constance, quien está casada con sir Clifford Chatterley, barón de la aristocracia que regresa de la Primera Guerra en estado parapléjico. En ese escenario, prácticamente sola y frustrada sexualmente, Constance tiene un romance con Oliver Mellors, el guardabosques de la propiedad familiar, de clase obrera. Un cuidador muy particular. Oliver es un agudo observador y un excelente lector de obras literarias.
Emblema del erotismo literario y uno de los hitos de la narrativa del siglo XX, la novela estuvo prohibida en el Reino Unido hasta 1960. Ese año la editorial Penguin Books fue llevada a juicio, por donde desfilaron numerosos testigos, tras publicar el libro en ese país. Esto en virtud de la Ley de Publicaciones Obscenas aprobada un año antes, que fortalecía la penas contra la pornografía al mismo tiempo que permitía la edición de obras potencialmente obscenas en virtud a su calidad literaria.
La novela de DH Lawrence también fue censurada en Estados Unidos, donde apareció una versión mutilada por editorial Alfred A. Knopf, en 1928. Mientras que durante el franquismo, en España, el libro circuló de manera secreta.
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El escritor inglés D. H. Lawrence.[/caption]
El juicio en Londres, en 1960, se convirtió en un hecho histórico y cultural. "Las relaciones sexuales empiezan allí hacia 1963, algo tarde para mí, cuando acaba la censura de Lady Chatterley y los Beatles lanzan su primer longplay", apuntó el escritor Martin Amis en su libro La viuda embarazada (2011), sobre cómo influyó en la revolución sexual de los 70 las explícitas escenas protagonizadas por Constance y Oliver.
Una aventura patrimonial
En 1960 por el Tribunal Penal Central de Old Bailey, en Londres, pasaron desde estudiosos literarios a obispos anglicanos, que se armaron de valor para reconocer el mérito literario de El amante de Lady Chatterley, de DH Lawrence. Entre los testigos del juicio figuraron nada menos que intelectuales de la talla de EM Forster, Richard Hoggart y Raymond Williams.
Entonces un fiscal adquirió triste celebridad al preguntar al jurado si era "un libro que quisiera que leyera su esposa o su sirvienta". Finalmente tras la absolución a Penguin Books, se debatió una moción para prohibir los textos del escritor británico que nunca prosperó.
El año pasado el ejemplar en rústica de El amante de Lady Chatterley utilizado por el juez Lawrence Byrne en el proceso por obscenidad fue a subasta con un precio de venta estimado en 15 mil libras ($ 13 millones), en la casa Sotheby's. Pero el monto, adquirido por un extranjero, fue mayor, 56.250 libras esterlinas ($ 49 millones).
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El lugar del juicio en 1960 en Londres.[/caption]
Ahora el histórico ejemplar, así como un papel que la mujer del juez, Dorothy Byrne, anexó para anotar las páginas en las que aparecían los pasajes explícitos, no podrá salir del Reino Unido.
El Ejecutivo se ampara así en una ley que permite al Estado preservar su patrimonio cultural para negarle a su nuevo dueño la voluntad de vender su propiedad a un comprador extranjero. El Gobierno ha prorrogado la moratoria de compra para ganar así el tiempo suficiente que les resta a los compradores locales para igualar la suma.
La solución fue establecer un crowdfunding para superar la cantidad abonada por el comprador extranjero y mantener la copia en Inglaterra. Hasta el momento Penguin ya ha aportado 10 mil libras ($ 8 millones), la Fundación T.S. Eliot 5 mil ($ 4 millones), y el PEN Club está canalizando donaciones de escritores y lectores.
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