“Ante el miedo de mi integridad física, desenfundé mi arma”: Carabinero que disparó en la Alameda y fue golpeado por turba se querella por homicidio frustrado
El policía y otros dos compañeros presentaron la acción judicial a titulo personal. En el documento -dirigido contra quienes resulten responsables- entregan su testimonio de lo ocurrido ese día. El efectivo sumariado por abrir fuego el viernes pasado sostuvo: "Caí al suelo inmediatamente y comencé a cubrirme la cabeza con ambos brazos, ya que varios encapuchados se acercaron para propinar golpes de todo tipo", recordó.
Fue el segundo viernes que la administración de Presidente Gabriel Boric enfrentó una situación tensa en materia de seguridad y orden pública. En medio de una manifestación de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), un grupo de encapuchados atacó a un carabinero que controlaba el tránsito, quien, según dijo, al verse amenazado en su integridad física, disparó.
Parte de la bala alcanzó a un joven de 19 años, un repartidor de comida. El caso generó un serie de críticas hacia el procedimiento policial, la ministra del Interior, Izkia Siches, calificó el hecho de “extreman gravedad”, y la ministra de Bienes Nacionales, Javiera Toro, pidió la “refundación” de Carabineros.
Sin embargo, al ratificarse que no era un estudiante herido y que el policía había actuado luego de ser agredido por un grupo de encapuchados, el tono de las reacciones cambió. El martes, la ministra Siches visitó al carabinero en cuestión -a quien la Fiscalía aún lo mantiene como imputado en la causa-y el gobierno pidió a sus ministros moderar sus intervenciones en redes sociales, ante casos que requieren más antecedentes.
A casi una semana del hecho, el uniformado Leandro Quezada, que disparó ese día, y otros dos compañeros que resultaron lesionados, interpusieron una querella por homicidio frustrado a carabinero en ejercicio de sus funciones. Va dirigida en contra quienes resulten responsables del ataque.
En la acción judicial, Quezada señala que ese día fue requerido para controlar el tránsito desde las 6.30 en la Alameda, ante la marcha convocada y autorizada para ese día. Entonces, su rol era el desvío de los vehículos, sin embargo, ya pasado el mediodía, “desde la plaza Benjamín Vicuña Mackenna, caminaron alrededor de 60 a 70 encapuchados, vestidos de uniforme escolar, pantalón gris y polerón negro, quienes se ubicaron en el bandejón central de la Avenida O’Higgins, en donde permanecieron unos 10 minutos, para luego y en forma sorpresiva comenzar a correr hacia nosotros lanzándonos piedras y cualquier objeto que tuvieran a la mano”.
Quezada relata que él y su compañero comenzaron a retroceder y los manifestantes comenzaron a rodearlos. “Me percato de que mi sargento Gómez quedó atrás, por lo que me di vuelta para buscarlo y un sujeto encapuchado me pegó un golpe de puño, al parecer con una manopla en mi cabeza a un costado de mi ceja izquierda. Caí al suelo inmediatamente y comencé a cubrirme la cabeza con ambos brazos, ya que varios encapuchados se acercaron para propinar golpes de todo tipo”, expone en la querella.
El uniformado agrega que “cuando logré ponerme de pie veo de entre 10 a 15 personas a mi alrededor, quienes me continuaban pegando y lanzando objetos, y momentos antes me habían quitado mi bastón retráctil, por lo que ante el miedo de mi integridad física, es que desenfundé mi arma de servicio, revolver, y efectué un solo disparo al suelo. Los individuos se alejan de mí y logro divisar a mi sargento Gómez ingresando a un edificio, al que también hago ingreso”.
Cuando logró permanecer en el edificio -y los ataques continuaban- el policía se comunicó con Comando y Control. Allí dio cuenta del hecho y además solicitó el traslado al Hospital de Carabineros (Hoscar).
El relato de sus compañeros
El sargento Patricio Gómez era el compañero de Quezada ese día. Era quien lo seguía y quien también recibió golpes por partes de la turba que los atacó.
El policía -también en la querella- relata que el grupo de “estudiantes” se les acercó peligrosamente y que comenzaron a “lanzar piedras en donde nos encontrábamos el carabinero Quezada Castro, la sargento 2° Figueroa y yo. Comenzamos a correr hacia el oriente uno 100 metros aproximadamente, hasta llegar a calle Lira, en donde me dieron alcance, lanzándome contra la pared y recibiendo golpes con objetos contundentes, en donde yo solo trataba de protegerme, cubriendo mi cara y cuerpo”.
El sargento estaba en eso cuando ve que a Quezada también le estaban pegando, pero en el suelo: “Es en esos instantes que escuché un disparo, y los jóvenes comenzaron a dispersarse hacia el costado norte de la calzada. De lo anterior, es que le grito al carabinero Quezada ‘¡avancemos!’, logrando refugiarnos en dependencias de la Universidad Católica, mientras que la sargento Figueroa se encontraba refugiada en el interior de un almacén”, dice en la acción judicial.
La sargento Figueroa recuerda lo mismo, agregando que cuando vio cuando Quezada “cae al suelo para luego ser agredido con golpes de pies y de puño por parte de los manifestantes, quienes también le lanzaba piedras a él y a nosotros, mientras el sargento Gómez me gritaba ‘¡Carmencita, agáchate!’, por lo que me cubro con mis brazos, instantes en que alguien me tomó por la espalda y me jaló hacia un negocio el que inmediatamente cerraron”.
Los policías, además, dieron cuenta de las lesiones que sufrieron ese día: hematomas, equimosis, contusiones en brazos, dorsal y manos, además de otras lesiones.
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