Antonella Marty, escritora argentina: “Milei es la expresión del populismo de derechas, nacionalista y de corte religioso”
Preocupada por lo que se puede transformar en un gobierno nacional populista de corte religioso de vencer el candidato libertario en un eventual balotaje argentino, Marty compartió con La Tercera sus inquietudes sobre la tergiversación del concepto de la libertad, el populismo de izquierda y derecha, y las definiciones de un liberal ante las dictaduras latinoamericanas.
Rosarina de nacimiento, Antonella Marty no es un nombre desconocido en el mundo liberal. Es más, su cuenta de Instagram cuenta con más de 71.000 seguidores, mientras que en X tiene otros 150.000. Tras estudiar Relaciones Internacionales, se convirtió en escritora y se enfocó en una tarea: “difundir la parte honesta, intelectualmente hablando, de las ideas de la libertad. Porque hay muchos que hablan en nombre del liberalismo, y cuando uno le saca la máscara a esos que eufóricamente gritan ‘viva la libertad’, te das cuenta de que hay un nacionalismo religioso, y eso es totalmente incompatible con el liberalismo”, dijo a La Tercera, en referencia al vencedor en las recientes primarias argentinas, Javier Milei.
De visita en Chile invitada por Evópoli, la escritora realizó la charla “Libertad sin ‘peros’” durante la mañana del viernes, para luego dedicarse a exponer y moderar en “Formación en Liberalismo para nuevos liderazgos locales”, actividad de tres días impulsada por el mismo partido político.
¿En qué estado considera que se encuentra el liberalismo actualmente?
Hoy el problema es definir qué es liberalismo, porque son tantos los que se dicen liberales, y esto no es cuestión de darte carnet de liberal o no, de liberalómetro y demás. Si vamos a ser honestos con lo que implica la historia, este nace defendiendo a las minorías y rompiendo la relación entre el Estado y la religión, y los que hoy hablan en nombre del liberalismo en muchos países de América Latina y del mundo, precisamente quieren unir otra vez la religión al poder, pero sabemos el peligro que eso puede significar. Lo hemos visto con la Inquisición, lo hemos visto a lo largo de la Edad Media, de muchos de estos modelos que apuestan a encabezar lo que ellos denominan la “batalla cultural”, que para mí no es nada más y nada menos que una cruzada moral y una contradicción de términos, porque la batalla es un término bélico y la cultura es un orden espontáneo. Todo lo hacen en defensa de un supuesto Occidente que entró en decadencia moral, pero asocian el concepto precisamente a todo lo que son avances en términos de libertad individual, libertad cultural, derechos de la mujer, derechos de las personas LGBT, el feminismo, cuestiones como el aborto, la legalización de las drogas, las teorías de género, poder avanzar e ir más allá y cuestionarse las cosas, romper con visiones machistas que son una realidad que no podemos negar. Esa imposibilidad de transformación es lo que los lleva a esa nostalgia al pasado en el que el Estado estaba unido a la religión.
Rescatando el problema sobre el concepto del liberalismo, muchos catalogan a Javier Milei como libertario en vez de liberal. ¿Cuál sería la principal diferencia entre ambas ideas?
El liberalismo es una visión mucho más clásica, enmarcada en cuestiones que tienen que ver con los autores, los pensadores clásicos, y el libertarismo ya es una ramificación que hoy ha tomado una connotación populista de las cosas. Cuando hablan de Milei, lo engloban en la concepción de que puede existir algo como un populismo liberal, lo cual es imposible, es una contradicción de términos, porque el populismo es una manera antidemocrática de la ejecución del poder y trabaja sobre una figura personalista, sobre un mesías, y el concepto de libertad rechaza automáticamente la idea de que tengas a un salvador que va a resolver todo. La visión más libertaria implicaría la tendencia a reducir cada vez más el rol y tamaño del Estado, sin llegar a una propuesta anarquista. Pero hoy, si te vas a las propuestas que tiene Javier Milei, es mucho más intelectualmente honesto enmarcarlo en algo así como un nacionalismo religioso populista, un nacionalpopulismo al estilo de un Donald Trump, de una Giorgia Meloni en Italia, al estilo de un Viktor Orbán en Hungría, un Bolsonaro en Brasil, incluso un ejemplo como el de Kast en Chile. Javier Milei dijo muy claramente, “esta batalla la doy en nombre de Dios, de la patria y de la familia”. Y al final agregó la libertad. Ese mismo lema es copiado de Benito Mussolini, lo más antiliberal que vas a encontrar. Su lema es que está en contra de la casta, en referencia al establishment político democrático. Pero si uno profundiza en la historia de Javier Milei, te das cuenta de que él forma parte de esa propia casta. Dirigió la fundación Acordar, de Daniel Scioli, también asesorándolo, trabajó para grandes corporaciones y empresarios a lo largo de Argentina e hizo pactos electorales con la gente de Massa y del kirchnerismo.
En el contexto electoral, ¿cómo se puede explicar el ascenso de una figura como la de Milei?
Es la parte más tribal del ser humano. Él apela a eso, como pasó con Hugo Chávez. Si comparas a las militancias jóvenes del mileísmo con el momento peak de las juventudes del kirchnerismo, no tienen muchas diferencias. Usan un lenguaje violento, que es lo mismo que hace él. Básicamente, utiliza el mecanismo que usa el populismo para crecer, todo basándose en lo mesiánico. Creo que estas son respuestas que hay que encontrarlas en la naturaleza del ser humano, y cómo el populismo siempre se aprovecha del descontento de la sociedad. Es un análisis similar al surgimiento de Hugo Chávez o del kirchnerismo, porque el populismo no es solamente de izquierda, el populismo también es de derecha, y ninguno es bueno y ninguno se combate con el otro. La alternativa tiene que ser una visión democrática que apueste por la democracia liberal, en la que tengas división de los poderes, en la que tengas una justicia independiente, en la que tengas Estado de derecho, en la que tengas libertad económica, que cada persona pueda llevar adelante las transacciones económicas que quiera ejecutar, incluso las individuales, las que tienen que ver con el propio cuerpo de cada uno, y ahí entran estas libertades individuales y culturales que a los conservadores les molestan, que son lo que llaman marxismo cultural. Todo lo que no entra, todo el que no se suma a la cruzada moral de este nacionalismo populista conservador, es marxista cultural. Le terminan haciendo el juego al marxismo, porque en un momento no terminas identificando qué es y qué.
La mayoría de las encuestas dan a Milei como la primera mayoría en primera vuelta. En un escenario de balotaje, ¿qué debería priorizar un liberal en un escenario Milei vs Patricia Bullrich o Sergio Massa, considerando que es una dicotomía que se ha repetido en todas las últimas elecciones del continente?
No caer otra vez en soluciones mágicas tramposas que proponen respuestas a problemas que son muy complejos y proponen soluciones irrealizables. Por ejemplo, la dolarización. Necesitas cancelar los pasivos del Banco Central y eso lo haces con dólares, y éstos no están. Eso lo explica muy bien Roberto Cachanosky, un economista argentino. Milei dijo hace un tiempo que no va a tocar los planes sociales, ahora hizo todo el revuelto ese con el tema de los ministerios, de que va a sacar un ministerio detrás del otro. Ahora dijo que va a ser un poco más lento el proceso, que va a eliminar a los empleados públicos que estén desde el directorio para arriba. Es como que está empezando a achicarse un poco. Pero claro, hay que ver también quién está a su lado, que es Victoria Villarruel como candidata a vicepresidenta. Es ella quien le marca de alguna manera la agenda cultural y social a Javier Milei. Villarruel es una mujer que plantea, por ejemplo, la eliminación de la ESI, la educación sexual integral, al igual que Milei, cuando en realidad el 80% de los niños, niñas y adolescentes que denunciaron abusos en sus casas, fue después de haber tenido una clase de ESI en la escuela. Están básicamente en contra de que a los chicos se les enseñe que tienen que cuidarse incluso dentro de las casas. Tu religión te prohíbe cosas a ti, no me prohíbe cosas a mí. El problema es cuando tienes esa visión de la religión en la que te voy a prohibir cosas porque yo creo en esto, y además, quieres aplicarlo a través del Estado, que es lo que plantea una persona como Villarruel o Milei con esta fórmula. Yo creo que hoy el gran peligro, si tengo que verlo a nivel ideológico o a nivel mundial, es el nacionalismo, ya sea de izquierda o de derecha. Hoy un Nicolás Maduro en Venezuela no te va a hablar de la dictadura del proletariado. Hoy es patria o muerte, como fue con el chavismo y como es con la derecha ahora. Y todo ese mensaje, el de la batalla cultural y la decadencia moral de Occidente, que es un lema que sacan de este personaje Jordan Peterson, que es un disparatado, se engloba y conecta con el mismo mensaje que baja Putin, literalmente el mismo. Ves videos, ves discursos, y te hablan de la decadencia moral de Occidente. Occidente está como está, según ellos, porque hubo un avance en términos de libertades individuales, culturales y demás. Y todo eso es marxismo cultural, entonces necesitamos la religión, dicen, para volver a unir fuerzas. Hay un libro muy interesante que se llama El Loco, que salió ahora hace poquito, que te cuenta una faceta de Javier Milei donde se comunica con Dios y le dice que él tiene que ser presidente para dar la batalla contra el maligno en la tierra. Es una visión que, otra vez, rompe automáticamente con el liberalismo, porque al unir religión a poder, estás rompiendo con la visión esencial del Estado laico que propone el liberalismo. Qué honestidad intelectual se puede esperar de una persona que plagió todos sus libros, que copia y pega a todas las personas que él dice admirar.
Si bien Villarruel ha declarado no creer en las cifras de detenidos desaparecidos en Argentina, en el espectro político tradicional hay un consenso al respecto. ¿Qué elementos de la experiencia argentina cree que se podrían aplicar en la chilena, considerando que la discusión política en Chile entre quienes rechazan el golpe y quienes lo justifican –total o parcialmente– se tomó la agenda durante las últimas semanas?
Ella es hija de militares, espacio donde hay negacionistas en gran parte. Están con el tema de los números. Yo te puedo decir que soy nieta de desaparecidos, mi abuelo desapareció en el 77, en Rosario, y no se supo nunca más de él. Entraron a la casa, se lo llevaron los militares y no se supo más nada, por pensar distinto, por pensar diferente. Esto de celebrar algunas dictaduras, y yo creo que acá te lo traslado automáticamente a Chile, esa nostalgia que hay con Pinochet, un dictador con todas las letras, y que incluso la deshonestidad intelectual de algunas personas o académicos que dicen que eso fue liberalismo, algo que está en contra de los derechos humanos, de que una persona pueda vivir su propia vida como quiere, pues eso ya automáticamente rompe, otra vez, con la visión de lo que es la libertad. Esa nostalgia y esa creencia donde te dicen: ojo, es que hay algunas dictaduras que son mejores que otras, están las dictaduras menos malas, y no es así. Poder romper con esa nostalgia, creo que es importantísimo. Dejar de esperar que un mesías populista lo resuelva todo. Milei es la expresión del populismo de derechas, nacionalista y de corte religioso. Y están las pruebas, están los dichos de él. Dependerá de que la gente lo quiera ver o no. En la izquierda te dicen que eres neoliberal, en la derecha te dicen que eres liberprogre, y ahí demuestras la ignorancia completa de ambos lados a la hora de poder definir lo que es el liberalismo. Mario Vargas Llosa dice: “Una de las grandes victorias de la izquierda es que la palabra liberal se haya convertido en una mala palabra”. Y yo le agrego: una de las grandes victorias de la derecha es que la palabra liberal se haya convertido en demagogia nacionalista, religiosa, conservadora. El liberalismo no es solamente bajar gasto público o impuestos. El liberalismo también implica que cada persona pueda decidir cómo quiere vivir su vida sin que nadie, un mesías populista o quien sea, desde el nivel del gobierno hasta el nivel de tu familia, tu pareja o tus amigos, te imponga cómo vivir.
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