Antonia Urrejola, excanciller: “Es urgente que los países de la región coordinen una respuesta para una nueva ola migratoria venezolana”

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Antonia Urrejola, ex canciller de Chile. Mario Téllez/La Tercera

La exministra afirma que con la misma urgencia con que los países de la región demandan transparencia en los resultados de las elecciones presidenciales en Venezuela, para una solución democrática de la crisis, deben coordinar una respuesta para atender la ola migratoria que puede producirse en las próximas semanas.


La excanciller Antonia Urrejola, quien sigue de cerca la situación de derechos humanos en Centro América y otros países de la región, alerta de la importancia que los gobiernos de la región que han cuestionado el proceso electoral en Venezuela o han denunciado un fraude por parte del gobierno de Nicolás Maduro, comiencen a preparar una respuesta coordinada a la ola migratoria que podría producirse en los próximas semanas o meses. Esta, según expertos, podría llegar a ser similar a la que ya se vivió en 2018. El problema es grave, señala, porque existe una contradicción muy grande y que se manifiesta en que la misma ciudadanía que solidariza con el pueblo venezolano en las calles, también tiene un creciente rechazo a la migración por los problemas internos que esta ha ocasionado.

¿Cuál es su visión del estado en que se encuentran las relaciones entre Chile y Venezuela después de la inédita decisión de retirar a todo el personal diplomático?

Esto es algo totalmente inédito. No recuerdo que ni siquiera cuando estaba el Grupo de Lima en el gobierno de Sebastián Piñera, ni con toda la tensión que se produjo por el viaje de los mandatarios a Cúcuta, hubo algo similar. Es cierto que los embajadores habían sido retirados, pero seguía funcionando la embajada a nivel de encargado de negocios.

¿Cómo afectará esta decisión a la necesidad de seguir gestionando temas tan importantes, como la seguridad de las personas que están en Venezuela, la migración, las expulsiones de personas irregulares que cometen delitos y la petición de información para la lucha contra el crimen organizado?

La situación de hoy es bien sui generis, porque si bien no se ha roto la relación diplomática entre Venezuela y Chile, al expulsar a todo el personal diplomático, simplemente no queda nadie que pueda ejercer un rol en materias consulares. Por eso esta situación es inédita. Se nos genera un problema bien grande como país, por ejemplo, para obtener antecedentes e información de las personas que son detenidas por cometer delitos en Chile, pero también para la obtención de documentación de todos los migrantes venezolanos que están hoy en el país. Por lo mismo, la situación en que estamos hoy tendrá efectos prácticos, primero en la situación migratoria de Venezuela hacia Chile, en la irregularidad de las personas que están en Chile y en cualquier intercambio de información. Es cierto que ya había con anterioridad una tensión y bastantes problemas para ese intercambio de información, algo que vimos con relación al asesinato en Chile del teniente del ejército venezolano Ronald Ojeda.

¿Por qué cree que Maduro colocó al Presidente Boric en el mismo saco que a otros gobiernos de derecha de la región que han sido más drásticos en pedir su salida del poder?

La tensión de Venezuela con el Presidente Boric venía de mucho antes. Cuando yo estaba de canciller recibía varios tuits de Delcy Rodríguez (vicepresidenta de Venezuela) a propósito de distintos temas. Incluso, recuerdo que una vez escribí una columna como canciller sobre la ola migratoria venezolana y utilicé las cifras de las Naciones Unidas, eso bastó para que me dijeran que estaba mintiendo y ya no recuerdo los epítetos que usaron... básicamente que estaba siendo útil al imperialismo mundial. Lo que quiero decir es que la tensión de Maduro con Boric ya venía desde que asumió el Presidente Boric. Él tiene una historia de crítica hacia Venezuela que lo distingue de la izquierda latinoamericana.

En segundo lugar, el Presidente ha marcado una agenda al respecto entre los gobiernos de izquierda de la región. Si se revisa, el tuit del Presidente Boric del domingo en la noche lo convirtió en el primer mandatario de izquierda que dijo que no iba a reconocer los resultados mientras no hubiera transparencias de las actas. Hubo gobiernos de derecha, salvo Guatemala, que cuestionaron también los resultados. Pero más allá del tema humanitario, del tema de la democracia, ellos tienen una posición muy clara sobre Maduro y era obvio que iban a poner en duda la elección. Después del tuit del Presidente Boric comenzaron a aparecer otros, con algunos matices, pero diciendo en el fondo más o menos lo mismo. El Presidente Boric marcó en cierto sentido una pauta y eso explica, a mi juicio, la dureza de la respuesta venezolana, porque en el fondo alguien de izquierda latinoamericana osó cuestionar las elecciones y fue el primero en hacerlo, con toda la historia previa que te comentaba.

Hay una sensación, en ese aspecto, en el gobierno de Maduro, de que hubiese sido una traición, como si las elecciones del domingo se tratara de izquierdas y derechas, cuando aquí claramente no se trata de eso. El Presidente Boric claramente ha marcado que esto no tiene que ver con posiciones políticas, sino que tiene que ver con un compromiso con la democracia. Tengo la impresión, por otro lado, que la posición que fueron tomando después otros países tuvo que ver con las conversaciones que están manteniendo aún Brasil, Colombia y México con el gobierno de Maduro.

En Chile hay cerca de 800 mil migrantes venezolanos, muchos de ellos irregulares. Para ellos es imposible ahora, tras el cierre de la embajada y consulado, pedir cualquier documento. ¿Cómo puede Chile manejar el problema migratorio que se va a recrudecer en las próximas semanas?

Desconozco si ya se están produciendo conversaciones con otros países sobre este tema. Todos los analistas señalaban antes de las elecciones que si entrábamos a un escenario como el que actualmente estamos -es decir, con denuncias muy claras de que aquí hubo un fraude electoral- se iba a venir una ola migratoria muy fuerte. La ola más grande que hubo en el pasado fue precisamente después de las elecciones presidenciales del 2018. Ahí me parece que Chile no puede enfrentar esto solo. Por eso el tema no puede ser solo la transparencia de las actas de las votaciones del domingo y cómo se soluciona eso.

Me parece urgente que se busque un mecanismo independiente de revisión de las actas, aunque creo muy difícil que el gobierno de Maduro lo vaya a aceptar. Pero igual de urgente, mientras eso sucede, es que los países de la región coordinen una respuesta frente al tema migratorio. No puede ser que sigamos viendo lo que hemos visto en los últimos años, que determinados países sean los que tienen la mayor carga respecto de esta crisis humanitaria sin precedentes en la región. Es muy preocupante.

Todo indica que vamos a tener una nueva ola migratoria en las próximas semanas o meses, muy similar a la que ya tuvimos en 2018, con Chile como uno de los países de destino. Es una situación muy compleja. Lo primero es que los países de la región conversen sobre esto y sobre cómo pueden enfrentar una situación de estas características. Eso es algo bien complejo, porque precisamente los gobiernos de la región que no reconocen al gobierno de Maduro, o que piden transparencia y que están solidarizando con el pueblo venezolano en las calles, tienen que entender que esa solidaridad también se tiene que ver reflejada en la forma en que tú recibes esa nueva ola migratoria.

¿Ve ánimo en los países de la región a recibir una nueva oleada migratoria? Todos han sido muy críticos frente a la migración.

Sin ánimo de menospreciar las declaraciones que hemos visto desde el domingo en la noche de distintos países pidiendo transparencia en el proceso electoral, también tienen una posición muy clara, y eso tiene que ver con el pragmatismo, de decir “no queremos más olas migratorias”. Por eso es tan importante lo que está pasando en Venezuela. No solo por el tema de la democracia, sino también en los efectos que esto tiene, como un mayor hostigamiento, persecución y hasta un eventual estallido social. No sabemos lo que va a pasar en los próximos días y los efectos que esto tendrá en la política interna del resto de los países frente a la presión de una nueva ola migratoria y en cómo manejar la opinión pública en estos países que, en forma creciente, es contraria a la migración.

Hay una contradicción muy fuerte, porque esa misma opinión pública que no quiere más migrantes es la que está solidarizando con el pueblo venezolano que está en las calles. Va a ser muy complejo manejar esa contradicción y no veo realmente voluntad de parte de los gobiernos por abrir las fronteras, por las problemáticas internas que ya han tenido a raíz de la ola migratoria, o de repetir, por ejemplo, lo que fue el acto en Cúcuta. Por eso, insisto, los países deben buscar una respuesta conjunta a esta ola migratoria que se va a producir igual. Los países no pueden llegar y decir que van a cerrar sus fronteras, porque frente a las personas que están tratando de cruzar caminando las fronteras la respuesta no puede ser simplemente pongámonos más duros. Por eso la coordinación de los países de la región es urgente. Me refiero a que los próximos días ya deben ponerse a hablar de este tema. Que esa solidaridad que están manifestando respecto de Venezuela se vea reflejada también en una solidaridad frente al fenómeno migratorio, cuidando los equilibrios con los problemas internos que provoca esa ola migratoria.

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