Arrasan con latas de atún en supermercados: Chile vuelve a ser barato para los argentinos
En un ciclo que se vuelve a repetir, Chile vuelve a tener precios convenientes para los argentinos en productos en los que antes era impensado. Además de la tecnología, ahora se suman la ropa e incluso productos de la canasta básica, donde el atún es hasta tres veces más barato que en tierras vecinas, según la prensa transandina.
Como si se tratara de un déjà vu, y aprovechando el fin de semana largo, miles de argentinos cruzaron la cordillera de los Andes rumbo a Chile con un objetivo en la mira: aprovechar de comprar a mejor precio que en su país. Pero a diferencia de otras oportunidades, donde la tecnología y los electrodomésticos eran el principal objetivo de los turistas transandinos, esta vez la compra que más destacó no fue otra que el atún, según destaca la prensa argentina.
La odisea para cruzar fue compleja. Medios locales consignaron que algunas familias debieron esperar más de 10 horas entre la tarde del miércoles y el mediodía del jueves en la Aduana Los Libertadores. Sin embargo, el premio fue comprar productos básicos de alimentación a un precio mucho menor, justo cuando la inflación -y los aumentos de algunos productos de supermercados- crece de forma sostenida por ya varios meses. Gracias a esto, argentinos pudieron llevarse latas de atún por 1.300 pesos chilenos, poco más de un dólar blue en la conversión alternativa, a un tercio de lo que cancelarían en su país.
Así como en noviembre eran los chilenos los que viajaban en masa a Mendoza y sus alrededores para hacerse con aceite y combustible, ahora son los argentinos los que cruzan la cordillera para viajar y, de paso, devolverse con productos mucho más baratos que en su país. El ejemplo del atún es decidor. Un estudio comparativo de la consultora Focus Market citado por el periódico Clarín detalló que, en pesos argentinos, la lata pasó desde los $907 en 2023 a $3.785 en 2024, lo que representa un aumento del 317%, más que la inflación interanual, que escala hasta la increíble cifra del 276,2%, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
“Compré 24 latas de atún, casi no me queda lugar en el baúl del auto, pero realmente está mucho más barato que en Argentina”, dijo al mismo medio Victoria, una mujer argentina que viajó durante el fin de semana largo y visitó los supermercados chilenos, aprovechando una promoción que permitía que el tercer producto dejara todo por tres dólares. Su carro de compras iba colmado, además, de utensilios de cocina y otros alimentos.
No se trató de casos aislados los que pasaron por los Andes durante los días festivos. El cruce cordillerano con Mendoza, el principal corredor desde el océano Atlántico hacia el Pacífico, vio como se cuadriplicaron sus transeúntes. Si unas 3.000 personas pasaban diariamente por el paso a principios de marzo, para Semana Santa se registró el cruce de más de 35.000 en tres días, donde solo el viernes lo hicieron unas 14.000.
Más que un buen cambio de divisa, la conveniencia en la compra en Chile se debe a los elevados precios de algunos productos en Argentina. Si bien previo a la llegada del presidente Javier Milei a la Casa Rosada los índices inflacionarios ya estaban muy altos -con dos cifras mensuales, y tres interanuales-, la asunción del economista libertario trajo consigo un ajuste brutal para intentar contener la golpeada economía vecina, y con ello llegó el sinceramiento de los precios en productos importados.
De hecho, el atún es precisamente uno de los que integran la canasta básica de alimentos importados a los que se les reducirá la carga impositiva para forzar una reducción de su precio, detalló a la prensa vecina el ministro de Economía, Luis Caputo.
“En este momento amerita una medida de este estilo. No es todos los productos, sino a los de la canasta básica, más productos de tocador y pañales. Es darle un empujoncito para que los precios no solo dejen de subir, sino que empiecen a bajar”, explicó el jefe de cartera.
Otro clásico es lo relacionado con tecnología, donde el medio Los Andes ejemplificó las importantes diferencias al respecto. Además de ropa, zapatillas y supermercados, en productos electrónicos también se paga el triple. Una consola PlayStation 5, que en nuestro país tiene un precio de 544.990 pesos chilenos, en Argentina tiene un valor promedio de 1.482.999 pesos argentinos (el equivalente a 1.700.000 pesos chilenos).
En la misma línea, un celular Samsung Galaxy A54 de 256 GB, que en Chile cuesta cerca de 369.990 en pesos chilenos, al otro lado de la cordillera asciende hasta casi el doble de la misma moneda, a 839.999. Otro producto cotizado, los televisores, siguen el mismo camino. Una Smart TV LED TCL 50″ P635 4K se cotiza a 309.990 pesos chilenos en el retail, mientras que los argentinos deben desembolsar cerca de 456.599 de la moneda chilena por el mismo producto. Y si bien el Estado transandino tiene barreras al respecto, como el pago del 50% de lo que supere determinado límite de dinero gastado, productos como un teléfono, un notebook o una tablet, además de ropa y objetos sin fines comerciales de uso personal, están exentos del arancel.
“Compré una mesa que acá sale 160 mil pesos por 38 mil. Tengo un (Volkswagen) Voyage 2017 y conseguí las cuatro cubiertas (neumáticos) por 260 mil pesos. Los jeans están en 5.000 pesos argentinos. Hay televisores 50 pulgadas por 300 mil pesos cuando acá salen 600 mil. Acá un vaso grande ovalado cuesta 2.000 pesos; allá los 6 vasos salen 3 mil pesos”, dijo a El Cordillerano el barilochense Mauricio Almonacid, quien visitó nuestro país durante marzo. El valor del combustible, sin embargo, es mucho mayor en el lado chileno, por lo que la mayoría de los argentinos optan por llenar en sus tierras y evitar un gasto que se podría llevar por adelante todo lo ahorrado en productos.
A la inversa, algo que antes era improbable hoy es posible, cuando del gasto en restaurantes se trata. Con el aumento de hasta el 50% en los precios de alimentos en Argentina, comer afuera del hogar en Chile se hizo algo posible para los visitantes transandinos, detalló Clarín.
“Un lomo con papas fritas y gaseosa sale 7 dólares; una pizza de muzzarella de 8 porciones la pagué a 5,5 dólares”, dijo Fabián, un argentino que viajó con su pareja y su hija desde San Luis a Viña del Mar, aprovechando el fin de semana largo.
Otros prefirieron ir por las ropas. “Es sorprendente que todos los artículos de tocador, pasta de dientes, cremas, desodorantes, están más baratos que en Mendoza”, dijo al diario Clarín Carolina Borsoi, de 20 años, quien junto a Abril Trovatelli, ambas estudiantes de derecho en Mendoza, decidieron ir de compras a un centro comercial capitalino.
Eso sí, las quejas por el sistema de aduanas que rige en tierras chilenas se hicieron sentir en la previa, especialmente por la aglomeración vehicular en los principales pasos que unen por tierra a ambos países. Ocho y hasta 14 horas de espera reportaron algunos conductores.
“Es inhumano. Salimos a las 23.30 de Guaymallén, Gran Mendoza. Llegamos a las 2 de la madrugada a la Aduana chilena y aún estamos a un kilómetro del edificio para hacer los trámites. Pasamos frío y no hay baños en todo ese trayecto de ruta”, dijo Laura Martín al periódico transandino. Esperó cerca de ocho horas para cruzar.
En redes sociales, un usuario se quejó de la misma manera. “Colas kilométricas para ingresar a Chile. Realmente una vergüenza, miles de turistas tratando de ingresar al país. En su mayoría familias con niños y ancianos esperando horas para un trámite burocrático. Turistas con problemas médicos. Un desastre”, escribió Manuel Leuma.
Una de las principales quejas reportadas por la prensa argentina era la burocracia y la exhaustiva búsqueda de productos ingresados al país. “Te hacen bajar todo el equipaje, te lo pasan por un escáner, te abren los bolsos, te tiran los perros encima, vuelven a pedirte que los subas al auto, y después viene el SAG (Servicio Agrícola y Ganadero) a volver a abrirlos para asegurarse que no llevas alimentos prohibidos”, se lamentó Andrea, una mendocina que visitó Chile junto a su padre de 80 años.
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