Asesinato de Shinzo Abe en Japón: Conmoción en un país poco acostumbrado a la violencia política
El exprimer ministro, el dirigente con mayor permanencia en el cargo del Japón moderno, fue asesinado a tiros mientras hacía campaña para una elección parlamentaria.
“Me he quedado sin palabras al conocer la noticia”, reconoció ante la prensa el primer ministro nipón, Fumio Kishida, tras enterarse del asesinato a tiros del expremier Shinzo Abe mientras hacía campaña para una elección parlamentaria. El deceso de Abe, el dirigente con mayor permanencia en el cargo del Japón moderno (2006-2007, 2012-2020), conmocionó a un país en el que las armas están muy controladas y la violencia política es casi impensable.
Abe, de 67 años y líder del Partido Liberal Democrático (PLD), el más grande de Japón, se encontraba haciendo campaña política en apoyo a la reelección de Kei Sato, un miembro de la Cámara alta del Parlamento nipón, en la sureña ciudad de Nara, a unos 480 km de la capital, Tokio.
El atacante fue captado por las cámaras parado a corta distancia detrás de Abe, cuando el político tomó el podio para dirigirse a los votantes frente a la estación ferroviaria Yamato-Saidaiji en Nara. Los testigos dicen que el hombre portaba lo que describieron con un arma grande con la que le disparó dos veces desde atrás. Eran las 11.30 de la mañana.
“Hubo un fuerte estallido y luego humo”, dijo a Reuters el empresario Makoto Ichikawa, que estaba en el lugar de los hechos. “En el primer disparo, nadie sabía lo que pasaba. Sin embargo, tras el segundo, lo que parecían policías especiales lo abordaron”.
Los agentes de seguridad forzaron al sospechoso al suelo y lo arrestaron, mientras que Abe fue llevado de urgencia al hospital más cercano. Cerca del atacante se halló un artefacto de doble caño que parecía ser un arma de fabricación casera.
“Al primer ministro japonés, Shinzo Abe, parece que le dispararon con un arma de fuego de producción artesanal (”de fabricación privada”), muy probablemente cartuchos de escopeta con cámara de diseño de ánima lisa o rondas similares de baja presión. El humo significativo en la escena puede indicar cartuchos recargados o producidos artesanalmente”, escribió en Twitter el especialista en inteligencia de armas y municiones, N.R. Jenzen-Jones.
Mientras el servicio de noticias Kyodo publicaba una fotografía de Abe tumbado boca arriba en la calle junto a una barandilla, con sangre en su camisa blanca, la gente se agolpaba a su alrededor, y una persona le administraba un masaje cardíaco. El ex primer ministro se estaba desangrando internamente.
Abe fue trasladado al hospital con un paro cardiopulmonar y sin signos vitales. Fue declarado muerto a las 17:03, desangrado por las profundas heridas en el corazón y en el lado derecho del cuello. Había recibido más de 100 unidades de sangre en transfusiones a lo largo de cuatro horas, dijo Hidetada Fukushima, el profesor a cargo de la medicina de emergencia en el Hospital de la Universidad Médica de Nara.
La policía de Nara informó que el agresor, identificado como Tetsuya Yamagami, de 41 años, era un residente de Nara y había trabajado en las Fuerzas de Autodefensa Marítima de Japón durante tres años. El sospechoso dijo que guardaba rencor contra una “organización específica” y que creía que Abe formaba parte de ella, y que su rencor no tenía que ver con la política, precisó la policía, que añadió que no estaba claro si la organización sin nombre existía realmente.
Por separado, la emisora pública NHK informó que el sospechoso aseguró no haber atacado al ex primer ministro por sus creencias políticas. El periódico Mainichi caracterizó al objetivo de la enemistad del agresor como un grupo religioso, y también afirmó que estaba apuntando a un líder religioso que no asistía a la manifestación, lo que aumentó la confusión.
Raro evento
“No puedo exagerar lo impactante que es este tiroteo, no solo porque Abe es muy popular y prominente, sino también porque la violencia armada es un incidente extremadamente raro en Japón, un país con algunas de las leyes de armas más estrictas del mundo”, tuiteó Michelle Ye Hee Lee, la jefa de la oficina en Tokio del diario The Washington Post.
“Así de rara es la violencia armada en Japón”, comentó la periodista, entregando cifras del fenómeno en el país asiático, de 125 millones de habitantes. En 2021, hubo 10 tiroteos y ocho de ellos estaban relacionados con la yakuza (mafia japonesa). Se registró una muerte por arma de fuego, cuatro heridos. En 2020, se contabilizaron 17 tiroteos, 14 relacionados con la yakuza, cuatro muertos y cinco heridos. The Associated Press destacó que el año pasado Tokio no registró ni un solo incidente armado, ni heridos ni muertos, aunque se incautaron 61 pistolas.
Según la agencia de noticias, bajo la ley japonesa, la posesión de armas de fuego, así como ciertas clases de puñales y ballestas, es ilegal sin una licencia especial. La importación también lo es. El que desea poseer un arma debe someterse a una revisión de antecedentes, examen médico y presentar información sobre su familia. También debe demostrar que sabe usar el arma correctamente y comprar junto con el arma un sistema para trabarla. Esto permite adquirir un arma para el tiro al blanco. La caza requiere una licencia adicional. La policía rara vez recurre a sus pistolas.
Aunque hay clubes de tiro en las grandes universidades y la policía está armada, la mayoría de los japoneses pasa toda su vida sin manejar o siquiera ver un arma de verdad. Los crímenes fatales generalmente son con cuchillos. El debate sobre el derecho de portar armas de fuego es un asunto de la menor importancia desde hace décadas. “El pueblo japonés se encuentra en estado de shock”, dijo Shiro Kawamoto, de la Facultad de Manejo de Riesgos de la Universidad Nihon, en Tokio.
Como premier, Abe provocó la furia tanto de los progresistas en el país como de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial con su campaña belicosa para reformar las Fuerzas Armadas y su posición revisionista de que el veredicto de la historia por el pasado brutal de Japón fue injusto con el país. Ninguna de sus políticas provocó mayores divisiones que su sueño, finalmente infructuoso, de reformar la Constitución, por la cual Japón renuncia a la guerra.
Al mismo tiempo, revitalizó la economía japonesa, encabezó los esfuerzos para que cumpliera un papel más destacado en Asia y fue uno de los pocos faros de estabilidad política hasta su renuncia hace dos años por razones de salud. “Es la figura política más imponente de las últimas décadas”, aseguró Dave Leheny, politólogo en la Universidad Waseda. “Quería que Japón recibiera en el escenario global el respeto que, según él, merecía... Además, quería que Japón dejara de tener que pedir perdón por la Segunda Guerra Mundial”.
Pese a la conmoción por el asesinato de Abe, en la historia reciente de Japón se registran casos de violencia política. El más reciente involucró al alcalde de Nagasaki, Itcho Ito, quien murió tras un tiroteo perpetrado por un miembro de la yakuza. El atentado ocurrió cerca de una estación de tren de Nagasaki, cuando Ito regresaba de participar en la campaña para las elecciones locales, en las que buscaba su cuarto mandato consecutivo como edil. Fue tiroteado, en dos ocasiones, por la espalda.
El año 1960 fue uno especialmente violento en la política japonesa. El 14 de julio, un extremista de derecha apuñaló seis veces al primer ministro (1957-1960) y abuelo de Shinzo Abe, Nobusuke Kishi, cuando salía de su residencia oficial, pero logró sobrevivir. Meses después, el 12 de octubre, el líder del Partido Socialista de Japón, Inejirō Asanuma, fue asesinado por otro extremista de derecha con una espada corta samurai, mientras participaba en un debate político televisado durante la campaña electoral para las siguientes elecciones a la Cámara de Representantes.
Antes de la Segunda Guerra
El diario The Wall Street comentó que el tiroteo contra Abe recuerda la era turbulenta de Japón anterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando los asesinatos ocurrían con mayor frecuencia y se usaban como herramienta política.
Uno de los primeros ministros más influyentes y con más años de servicio de Japón, Itō Hirobumi, fue asesinado en 1909, después de haber dejado el cargo, en una estación de trenes en lo que ahora es el noreste de China. El asesino era un nacionalista coreano que se opuso a la colonización de la península de Corea por parte de Japón, que el gobierno de Tokio completó al año siguiente.
La estación de Tokio todavía tiene una placa que marca el lugar donde el entonces primer ministro Hara Takashi fue apuñalado fatalmente el 4 de noviembre de 1921 por un guardavías ferroviario que se opuso a las políticas del gobierno.
El periódico destaca que la violencia política aumentó en la década de 1930 cuando los ultraderechistas intentaron socavar el gobierno constitucional multipartidista que había surgido en las décadas anteriores. En el choque más famoso, los conspiradores de un intento de golpe el 26 de febrero de 1936 asesinaron a un influyente ministro de Finanzas, Takahashi Korekiyo, y a otros funcionarios. El primer ministro Keisuke Okada apenas escapó con vida.
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