Blumel y su candidatura como constituyente: “Es difícil eludir la responsabilidad, sobre todo en mi caso, que me tocó participar en el acuerdo del 15 de noviembre”
El exministro del Interior concedió una extensa entrevista al programa Hablemos en Off de Radio Duna, en la que se refirió a su candidatura como constituyente, a su salida del gabinete, a la situación en La Araucanía, entre otros tópicos.
Gonzalo Blumel, exministro del Interior y hoy investigador asociado en el Centro de estudios Horizontal, vinculado a su partido, Evópoli, está de vuelta en la política para ser candidato a la Convención Constituyente por el distrito 10 -Providencia, Santiago, Ñuñoa, San Joaquín, Macul y La Granja-. Aunque reconoce que su colectividad le ofreció postular como senador, asegura que su rol en el pacto firmado por el Congreso, que abrió el camino al plebiscito, fue una de las razones que lo impulsaron a tomar esta decisión: “Quizás eso es lo que me compromete a mí a involucrarme, en un sentido de responsabilidad mínima, creo que es difícil restarse sobre todo si uno fue parte de ese proceso”. De eso, su salida del gabinete en julio de 2020, de la relación de su colectividad con el gobierno y del acuerdo electoral de Chile Vamos con el Partido Republicano de José Antonio Kast, conversó extendidamente hoy en una entrevista con el programa Hablemos en Off de Radio Duna.
Hasta última hora no se sabía si postularía como candidato a convencional constituyente. ¿Por qué se decidió finalmente, qué buscar aportar y qué es lo que trae esta nueva?
No es una decisión fácil, sin duda. Es una decisión que es importante, una decisión de vida. Yo salí hace casi seis meses ya del gobierno y en el partido, en Evópoli, me empezaron a plantear esta inquietud de poder ir a la convención como representante del distrito 10, que además es un distrito muy grande, muy emblemático. Y que los pudiera representar en la convención. Y la verdad no fue una decisión sencilla, la pensé mucho. Pero yo creo que hay buenas razones que me motivaron.
La primera, este es un hito histórico y, por lo tanto, es difícil eludir la responsabilidad. Y sobre todo en mi caso, que me tocó participar en el acuerdo del 15 de noviembre, el famoso acuerdo, que creo que fue muy importante para reconducir la crisis tan compleja que estamos viviendo desde la calle hacia las instituciones democráticas participativas como el plebiscito, en primer lugar y ahora la elección de convencionales y la misma convención. Y lo segundo, es porque lo conversé también mucho con mi familia y (ocurrió lo) contrario a lo que me esperaba, que me iban a poner un portazo, que me iban a decir por ningún motivo.
-Uno conoce mucha gente que estuvo en política y que tuvo salidas algo traumáticas, unas más y otras menos, que nunca más, como dicen, le permiten volver a la política...
En mi caso fue todo lo contrario. Lo hablé con mi mujer, lo hablé con mi hijo sobre todo, con mis padres, con mucha gente, amigos también, y todos me dijeron que si había alguna oportunidad y estaba la chance, había que intentarlo. Y ahora la gente es la que va a decidir si es que quiere que la represente en la convención. Y creo que, además, a mí es una discusión que me acomoda mucho más porque también en el partido me ofrecieron la posibilidad de asumir un desafío parlamentario, senatorial, fundamentalmente. Pero en lo personal me sienta mucho más cómodo la discusión constitucional, pese a que no soy constitucionalista -soy ingeniero-, pero creo que tal como la ingeniería, la Constitución fija algo que es esencial para la vida democrática, que son las reglas fundamentales del juego.
Es una discusión más de fondo, es menos contingente, tiene que ver con los derechos, los deberes fundamentales y cuáles son las reglas que vamos a fijar para nuestra convivencia democrática.
Alguien me dijo que Blumel está de vuelta porque fue clave en conseguir el acuerdo de constituyentes ¿Es así?
Yo estoy de candidato a la convención constitucional por el distrito 10. Voy a trabajar mucho.
Pero participó para lograr este acuerdo
¿El acuerdo de Chile Vamos?
¿Sí pues? Del Frente Amplio lo veo un poco lejos...
Eso es más difícil. Participé en una primera etapa, pero después quedaron los titulares. Yo solo aporté con alguna voluntad y trabajo, y sobre todo los contenidos. Yo en el último tiempo he estado trabajando los contenidos en Horizontal. En una primera etapa sí participé (...) lo que sí creo que es muy importante que el sector haya logrado un acuerdo importante y amplio para enfrentar este proceso electoral.
Ayer (tras la inscripción) de nuevo usted estaba de Trending Topic, funado...
Así es la vida y hay que vivir con eso y creo que hay que saber distinguir de lo que es la exacerbación de las redes sociales de la realidad social y política que vive el país. La gente en general está mucho menos polarizada, hay mucho más ánimo de conversación, pero cuando no logramos separar lo que son las redes sociales, que además muchas veces son pagadas o son intencionadas por ciertos grupos, de lo que es la realidad, la conversación es muy difícil. Pero lo segundo, insisto, también son reglas. Si tú te fijas, tenemos gobiernos cortos, con ciclos electorales muy intensos, un gobierno que al tercer o cuarto año tiene elecciones, y con una imposibilidad de materializar las mayorías políticas que recibe el Presidente de la República en las elecciones, en la elección parlamentaria, obviamente se hace muy complejo. Los incentivos no están puestos para los acuerdos.
¿Le hace sentido la invitación o la propuesta política que ha hecho Joaquín Lavín, que es la más cercana a tender puentes, al hacer coaliciones, sobre todo en esta época política que está viviendo Chile? Este gobierno de unidad, que va más allá de tu propia coalición.
A mí todo lo que signifique buscar acuerdos amplios me hace sentido.
¿Es “buenismo” o cree que está conociendo el problema real y está dando un buen tratamiento?
Creo que (Lavín) está reconociendo correctamente un problema, que es la polarización y la incapacidad de construir acuerdos que se ha instalado en los últimos años en Chile, a diferencia que fue los 90′ o inicios de la década del 2000, pero eso no va a ser suficiente. Y ese es el punto que quería hacer. Para que eso opere, necesitamos nuevas reglas institucionales que posibiliten la construcción de acuerdos para mejorar la calidad de vida en este país, para tener un país más justo y para que la promesa de meritocracia e igual dignidad que está en la base de nuestro pacto social se haga efectiva.
Su salida del gabinete
¿Cómo fue su salida del gobierno, en el medio de una crisis, en un momento en el cual el gobierno había perdido la brújula?
Lo primero, me tocó asumir como ministro del Interior en la crisis política social más grande, no sé, en décadas o en medio siglo quizás, comparable quizás con lo que fue a fines de los 80 también, con la recuperación de la democracia y el inicio de la transición. Y fue muy difícil, fue muy complejo. A mí el Presidente me dio un mandato, que fue encauzar esta crisis, sacarla, digamos de la calle, de la violencia callejera, de la tensión, de las dificultades que estábamos experimentando, que eran tan difíciles, a mecanismos institucionales, democráticos.
Y eso fue el acuerdo del 15 de noviembre, y quizás eso es lo que me compromete a mí a involucrarme en un sentido de responsabilidad mínima. Creo que es difícil restarse sobre todo si uno fue parte de ese proceso, de un proceso que yo creo que fue importante para Chile, que posteriormente un plebiscito le dio un gran respaldo a la opción Apruebo; yo voté apruebo también. En consecuencia, yo creo que es necesario trabajar muy intensamente para que tengamos una nueva Constitución y creo que no podemos fallar. No vamos a tener dos ocasiones para hacer esta nueva Constitución. Por lo tanto el desafío es grande.
Su salida muchos la asociamos a la crisis política que generó la aprobación del primer retiro del 10%. Había que ordenar las propias fuerzas y ceder ante los partidos. También hubo una situación bastante tensa, probablemente más con tu propio bloque. Pero fue testigo privilegiado de una situación que alguien puede definir como una crisis política importante, que deriva en el acuerdo constitucional...
Me tocó un momento muy complejo. Esto lo conversamos en su momento con el Presidente cuando se provoca la crisis no solo por el retiro del 10%. Se acumularon una serie de factores y tú tienes razón, fundamentalmente, conflictos con la propia coalición, con los partidos de la coalición, para ser más precisos, con la UDI en mayor medida y con Renovación Nacional, porque Evópoli siempre me apoyó mucho y fueron muy leales y comprometidos cuando fui ministro del Interior. Y además en el gabinete, todos los ministros de todos los colores fueron muy apoyadores.
Pero efectivamente la crisis del 10%, lo que pasó con el límite de la reelección de los alcaldes, que generó muchas dificultades, se generaron muchas situaciones complejas. Y lo que yo tenía claro como sentido de responsabilidad política es que un gobierno puede tener muchos problemas con la oposición -esa es como la lógica natural de la política, que la oposición quiera aportillar de alguna manera la acción del gobierno- pero no puede darse el lujo de que los problemas y que las vallas en el camino sean propias, sean de la propia coalición de gobierno. Y por lo tanto, lo que conversamos con el Presidente, al Presidente le pareció bien y tomó esa decisión, que había que hacer un cambio para fortalecer la cohesión interna del gobierno y de los partidos de Chile Vamos. Obviamente ha pasado mucho tiempo
¿Usted era un escollo, entonces, para la unidad de criterios de los partidos dentro?
No sé si era un escollo porque, en general, la relación con los propios siempre fue buena, pero en un momento difícil las tensiones se acumularon, el acuerdo del 15 de noviembre fue para muchos muy a contrapelo, yo creo que hoy día lo han venido valorando y han venido entendiendo que era necesario. Pero en ese momento me di cuenta que ya no estaba aportando lo que tenía como aportar como ministro del Interior. El ministro del Interior, además de ser responsable de la seguridad pública, es responsable de la conducción política de la coalición de gobierno. Por lo tanto, cuando uno estima que ya no puede aportar lo que tiene que aportar, lo que corresponde es decirle ‘Presidente, mi cargo está a su disposición como corresponde, doy un paso al costado’.
En ese sentido, cómo evalúa lo que sucedió después con su sucesor, Víctor Pérez. Porque si a usted lo acusaban de blando, a él luego lo acusan de duro... Entonces ese puesto parece haberse convertido como en un fusible permanente.
Y es un puesto muy difícil, sin duda. Creo que se requiere la máxima colaboración no solo de la propia coalición, sino también disposición al diálogo y apertura de la oposición. Yo creo que Víctor hizo su mejor esfuerzo, lo mismo que hoy día Rodrigo Delgado. Y por lo tanto, en tiempos difíciles de la política, naturalmente el puesto de conducción política de un gobierno es más complejo.
Y yendo al tema constitucional, esa es también una de las razones que me motivan para estar en la convención. Creo que si hay algo que ver, además de la discusión de los derechos sociales y de nuestras instituciones democráticas fundamentales, es todo lo que tiene que ver con el régimen de gobierno y el sistema electoral. Chile enfrenta un serio problema en la gobernabilidad y la estabilidad democrática, y no solo de este periodo sino desde el periodo anterior y yo diría los últimos cuatro periodos. Yo diría que desde el primer gobierno de la Presidenta (Michelle) Bachelet la relación de los gobiernos con sus propias coaliciones y con la oposición o las oposiciones se ha ido transformando en un cuadro creciente de polarización, de tensión, que afecta la gobernabilidad y la capacidad del gobierno para ejecutar su programa de gobierno, que es un mandato democrático que la ciudadanía le entrega y que tiene que cumplir.
Y por lo tanto, creo que la discusión sobre nuestro régimen de gobierno, de la mano con el sistema electoral, para dar la gobernabilidad que permita cumplir el mandato político y además tener legitimidad en las instituciones, creo que es fundamental. Yo pienso, y esto es parte de las reflexiones de los últimos meses, que en gran medida la crisis de octubre se gatilla porque la gente lo que ve en sus autoridades y representantes políticos es un cuadro permanente de conflicto, de tensión y de incapacidad de ponernos de acuerdo en lo central, que es cómo mejorar las pensiones, cómo mejorar la salud, cómo materializar las promesas que hace la política a la ciudadanía.
¿Cuáles son exactamente las razones por las cuales hay este distanciamiento, o mala evaluación de la ciudadanía, respecto de las figuras políticas? ¿Cómo te sientes con los republicanos en una misma lista, en un sistema donde al final los votos se suman en un bolsón?
Es una buena pregunta porque yo, además, en mi caso como ministro, me tocó una crítica muy dura. En general mi relación con la izquierda, con la centroizquierda incluso, con sectores del mundo socialista y algunos del Frente Amplio fue una relación republicana, cordial dentro de lo que es la lógica y el lógico debate democrático. A mí me tocó muy duro de sectores extremos de izquierda y también de sectores más duros de la derecha. Y por lo tanto, obviamente entiendo que es una decisión que no es sencilla, pero también hay que entender lo que son los pactos electorales, que son pactos pragmáticos para favorecer las posibilidades particulares de representación de la convención.
Hoy día nos regimos por un sistema electoral que, a mi juicio, explica parte de los problemas que tiene la democracia, pero que genera algunos incentivos a generar coaliciones lo más amplias posible para favorecer las capacidades de representación en los órganos colegiados como el Congreso o, en este caso, la Convención Constitucional. Por lo tanto, esto es lo que es, digamos, un acuerdo de Chile Vamos, que tiene una connotación más bien pragmática, que obviamente tiene algunas convergencias, también algunas diferencias que son importantes. Yo pertenezco a Evópoli, y esa es la tercera razón por la que quiero ir a la convención: porque me encontré en Evópoli con un grupo de hombres y mujeres que están comprometidos con ideas, con un proyecto constitucional que se basa en una idea de sociedad sobre una base de principios comunes, de la igual dignidad, de la igual ciudadanía, que a mí me motiva a estar y que también me motiva para poder contribuir a construir los acuerdos necesarios de los dos tercios.
Esto es más bien una razón electoral pragmática, pero lo central es que quienes lleguen a la convención, sean de partidos, sean independientes, hay muchísimo independiente que va a estar y la ciudadanía va a ser como el test ácido de decir. ‘Bueno ¿cuántos independientes queremos?, ¿cuánta representación de partidos queremos?’, pero lo central es llegar a los dos tercios. Tenemos que lograr los dos tercios. Y eso probablemente va a significar que ciertas posiciones más extremas o más polarizadas, o se van a moderar o van a quedar fuera del acuerdo, como ocurrió en el acuerdo del 15 de noviembre.
Mencionó a la pasada el sistema electoral y el sistema político, y va a ser una de las patas de la mesa que se va a empezar a construir. ¿Por dónde piensa que debiera ir, dada su experiencia y la realidad y necesidades de Chile, el sistema político ideal?
Nosotros en Evópoli, a través de un buen trabajo que se hizo en Horizontal, publicamos un documento que son las bases esenciales para la nueva Constitución. Obviamente no es el texto constitucional, uno no puede llegar a la discusión con un texto porque entonces no hay mucho que acordar, pero sí hay ciertas bases esenciales, ciertos principios. Y yo creo que dentro de los temas clave en la discusión constitucional, un tema va a ser obviamente el tema de los derechos sociales y cómo se definen y exigen esos derechos sociales.
Para eso vamos a necesitar un nuevo Estado para que las instituciones públicas hagan carne y realidad esos derechos y no sea una ilusión y se cumplan y tengamos servicios públicos eficaces y, por lo tanto, hay que definir ciertos principios; pero junto con eso, para materializar esos derechos sociales, para poder tener un buen Estado y un nuevo Estado, tenemos que tener un régimen político que dé mucha mayor gobernabilidad y mucha mayor estabilidad. Hay una tensión entre la representación que busca el sistema electoral, que busca la mayor representación posible entre un sistema que tiende a una importante proporcionalidad, lo que recoge diversas expresiones políticas, pero eso hace muy difícil también la gobernabilidad porque en un sistema presidencial que se construye y donde se elige al jefe de Estado, que es jefe de gobierno y Presidente de la República, con un sistema muy fragmentado, la materialización de los programas de los gobiernos se hace complejo. Y eso afecta la legitimidad del sistema político.
Por un lado o el otro, por el electoral o por el de representación ¿Cómo lo imagina?
Yo creo que hay que considerar y deliberar sobre las dos cosas en conjunto. Si en Chile queremos tener un sistema que tienda a una mayor proporcionalidad, naturalmente tiene que haber una configuración de corte parlamentario. El problema que tiene eso es que es muy poco... no está en nuestra cultura política, en nuestra tradición, la gente tiene la costumbre de votar por el Presidente de la República, por el jefe de Estado.
En consecuencia, a mi juicio hay que hacer dos cosas: hay que hacer ajustes a nuestro régimen presidencial. Nosotros estamos proponiendo avanzar hacia un nuevo equilibrio que posiblemente signifique una suerte de presidencialismo atenuado o incluso un semipresidencialismo, donde se siga votando por el jefe de Estado (...) el jefe de Estado tiene las funciones de Estado, las funciones de defensa, de las relaciones exteriores, las funciones más permanentes y de estabilidad de las instituciones políticas y democráticas. Eso se concentra en el jefe de Estado, que va a seguir siendo electo por la ciudadanía. Pero el jefe de gobierno, que es propuesto por el jefe de Estado, tiene que contar con la confianza del Congreso. Es decir, tiene que haber un bloque mayoritario del Congreso comprometido con el plan de gobierno y el plan ejecutivo del jefe de gobierno.
El jefe de Estado, elegido por la gente, elige a un jefe de gobierno que tiene que ser ratificado por el Congreso...
Efectivamente. Y si pierde la confianza del Congreso, entonces obviamente hay que tener un nuevo jefe de gobierno. Pero eso a mi juicio tiene que ir necesariamente de la mano con algunos ajustes en el sistema electoral. Hay que incorporar algunos elementos mayoritarios de tal forma que se puedan conformar estas mayorías parlamentarias.
Porque lo que nos ha fallado en los últimos años en Chile es tener una mayor relación de colaboración entre el Ejecutivo y el Legislativo, e incluso cuando se provocan crisis políticas, como las que se provocaron en el mes de octubre de 2019, el sistema no cuenta con algunas válvulas de ajuste para poder procesar estas tensiones. Obviamente esto no es blanco y negro. La ciencia política tiene un sistema, cada cientista político tiene un mejor régimen de gobierno. Pero a mi juicio tenemos que plantear un nuevo equilibrio, tenemos que tener la capacidad de reducir la polarización, generar mayor capacidad de conformar mayoría en el Parlamento para que converse mejor con el Ejecutivo, de forma tal que los mandatos democráticos que tenga cada gobierno se puedan expresar de mejor forma.
La Araucanía
Usted recibió críticas, cuando era ministro, por La Araucanía. Esas críticas venían del Partido Republicano, pero su sucesor enfrentó un congelamiento de las relaciones de su partido, Evópoli, con el gobierno, a partir justamente de La Araucanía... ¿Qué opinión te merecen las declaraciones del director de la PDI, criticando al sistema político a partir de lo que está ocurriendo en Temucuicui, y acusando falta de apoyo político?
Cuando uno no es ministro, tiene más libertad para responder. A mí no me gustó lo que hizo mi partido con mi sucesor. Creo que a mí me tocó sufrir un poco, digamos, muchas veces la falta de apoyo de mi coalición, sin perjuicio de que en los grandes momentos estuvieron bien, digamos, como fue en el acuerdo del 15 de noviembre, después el acuerdo social para el Covid que hicimos con el ministro de Hacienda, Ignacio Briones. Pero tuvimos muchos momentos de dificultad y no me gustó porque yo creo que es un deber de la coalición apoyar la acción del gobierno.
Si se pierde el apoyo de la base de la coalición, los gobiernos simplemente no pueden gobernar y todo se hace muy difícil, especialmente en el momento en que estamos, con la crisis después del 18 de octubre y la crisis sanitaria y la recesión tremenda que se ha producido, se requiere mucha responsabilidad, mucho compromiso y hay que entender que hay ciertos momentos en que hay que apretar los dientes y apoyar la acción del gobierno. Así es que no me gustó y que bueno que se haya descongelado y que bueno que hoy día haya una relación más fluida.
Y respecto de la pregunta de lo que pasa no solo en La Araucanía, sino en Arauco, y en general con las dificultades que hay en la zona sur del país, yo creo que hay dos cosas que hay que separarlas. Esto es como un cliché, pero hay que repetirlo: las demandas legítimas y lo otro son los problemas vinculados a delitos y al crimen organizado. Esto es algo que me tocó verlo...
¿Se pueden separar?
Yo creo que sí, se pueden separar. Porque lo que pasa es que hay un grupo que se aprovecha de una causa muy legítima para revestir de legitimidad una acción completamente ilegítima basada en la violencia y la perpetración de delitos, fundamentalmente delitos vinculados al crimen organizado, como el robo de madera, el narcotráfico, el robo de vehículos. Y eso que se ha enquistado en algunos sectores y en algunas localidades en la zona sur, hay que enfrentarlo con las herramientas que el Estado tiene y con nuevas herramientas con las que hay que dotar al Estado (...) En lo constitucional, sí creo que hay una tarea importante en este tema que es el reconocimiento a los pueblos indígenas. Yo creo que es indispensable que eso esté incorporado en la nueva Constitución, que tengamos un reconocimiento a nuestros pueblos indígenas, y que vayamos canalizando las demandas legítimas de reconocimiento, de participación, y de lo que son las aspiraciones del mundo indígena por una parte, separando completamente lo que es delito y crimen organizado. En eso hay un consenso en que las instituciones del Estado deben operar con la máxima eficacia posible, porque la violencia es incompatible con el sistema democrático. Y punto.
No queda tan claro si hay un consenso tan explícito...
Hay un consenso amplio.
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