Christopher Paolini, autor bestseller norteamericano: “En Estados Unidos la gente solía ser de centro, pero ahora la opinión pública se trasladó a los extremos”
El escritor de la exitosa serie Eragon retorna con su primer libro de ciencia ficción, Dormir En Un Mar de Estrellas, acerca de la colonización interplanetaria. Atento a la realidad de su país, Paolini espera que el triunfo electoral sea lo suficientemente amplio como para que no haya cuestionamientos.
A los 17 años publicó Eragon, una novela de dragones e imperios situada en tiempo indeterminado con que conquistó miles de lectores y logró un oneroso contrato con la editorial Knopf. Durante los siguientes años publicaría cuatro narraciones más de la saga fantástica y un libro de relatos del mismo corte que le granjearon una serie de bestsellers y seguidores en todo el mundo. Las llamó El legado y ha vendido 35 millones de ejemplares en el mundo. Ahora, a los 36 años, Christopher Paolini (1983) da su saltó a la ciencia ficción.
Lo hace con su novela Dormir en un mar de estrellas, ya disponible en Chile, y en la que la protagonista Kira Navárez es una xenobióloga (estudio de las vidas estraterrestres) que lleva las riendas de una historia donde la humanidad se juega su presente y futuro en la colonización interplanetaria.
La novela ya tiene asegurada la versión cinematográfica y en esta oportunidad el propio Christopher Paolini las oficiará de guionista y productor ejecutivo. Desde su casa en el apacible estado de Montana (donde ha vivido casi toda su vida), Paolini conversa con La Tercera PM.
¿Cómo se produjo su transición desde la fantasía a la ciencia ficción?
La verdad de las cosas es que fue un proceso bastante natural para mí. Crecí leyendo ambos tipos de literatura. En un tipo de narraciones tenemos dragones, en la otra hay naves espaciales, en una hay magia, en la otra tecnología, pero ambas caen en la categoría de lo que en inglés llamamos literatura de especulación. Es el terreno donde a los autores se les permite especular sobre cosas que no existen: cultura, lugares, física. Por otro lado, se pueden mezclar: puedes escribir fantasía ambientada en el futuro, por ejemplo. Por otro lado soy de los que sostiene que la humanidad debe explorar otros planetas para poder sobrevivir y aunque es probable que no lo vea en mi vida, sí creo poder soñar con aquello.
¿Tuvo que aprender a utilizar un vocabulario científico nuevo para Dormir en un mar de estrellas?
No quise complicar a mis lectores con palabras difíciles. Esa no es mi intención. Mi intención es entretener. Lo que sí quise fue lograr un universo lo más realista posible dentro de las leyes de la física tal como la conocemos. No tengo nada en contra de los viajes en el tiempo, pero quería que mis naves espaciales viajaran a la velocidad de la luz sin que automáticamente se transformaran en “vehiculos del tiempo”, con todas aquellas consecuencias que hemos visto miles de veces en la literatura y en el cine, con personajes que emiten señales desde el futuro o que viajan años atrás y matan a su abuelo, etcétera. Para poder crear naves que viajaran a la velocidad de la luz y que no fueran automáticamente máquinas del tiempo, que es lo que sugiere la teoría de la relatividad de Einstein, debí asesosarme por un ingeniero aeronáutico. Esta novela transcurre en un universo que yo llamo Fractalverse y que involucra el pasado, el presente y el futuro de la humanidad. Pretendo escribir obras relacionadas con ese universo el resto de mi vida.
¿Por qué la novela le tomó diez años de trabajo?
Hay varias razones. Una de ellas es que entre los 15 y los 29 años invertí todas mis energías en la serie El legado, con cuatro libros principales y dos obras adyacentes. Después de eso hubo algún tiempo de reflexión y descanso. Por otro lado, debo confesar que partí Dormir en un mar de estrellas de una forma incorrecta, quizás algo confiado por mi experiencia con la serie El legado y sin comprender del todo que me enfrentaba a un mundo totalmente nuevo. Eso significó que tuviera que comenzar el libro de nuevo y someterlo a muchas correcciones. Y, en tercer lugar, no quería hacer una obra que quedara en puntos suspensivos, con miras a una segunda parte, sino que tuviera un inicio, un desarrollo y un fin.
Usted se hizo muy conocido antes de cumplir 20 años con Eragon, la primera de sus novelas de la serie El legado, ¿Le ha resultado particularmente fácil hacerse camino en el mundo literario de la fantasía y ciencia ficción?
No como quizás lo crean algunos. Creo que ha sido difícil, de hecho. Cuando publiqué Eragon en el 2001 nadie estaba seguro si la novela iba a funcionar y si llegaba a andar bien tampoco tenía la garantía de que una secuela podría funcionar. No me consideraba un escritor profesional y pasó mucho tiempo hasta que realmente me convencí de eso. Ahora puedo decir con tranquilidad que vivo de esto y puedo mirar hacia atrás y observar que hay una obra detrás. Pero incluso cuando empecé a trabajar en Dormir en un mar de estrellas tuve que re-aprender muchas técnicas para contar historias. No es que no supiera como contarlas, pues es lo que había hecho toda mi vida, sino que se trataba de relatar una narración totalmente nueva. En la serie de Eragon era el mismo universo. Ahora debí crear uno nuevo, con diferentes marcos narrativos.
Como escritor de fantasía y ciencia ficción, ¿Siente que la pandemia supera ciertas fantasías literarias?
Hay un viejo proverbio que dice que “la realidad es más extraña que la ficción, pues no tiene la obligación de ser coherente o tener sentido”. Muchas veces hay situaciones tan ridículas o sin sentido en la vida diaria que es imposible tratarlas en la ficción a menos que estés escribiendo ficción del absurdo o algo así. Hubo una ciencia ficción clásica con autores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke o Robert A. Heinlein, que solía ser bastante optimista con respecto al futuro, pero creo que lo que hoy pasa en el mundo tiene más que ver con las realidades absurdas y extrañas que planteaban los libros de Philip K. Dick o William Gibson. Personalmente no me sorprende tanto la pandemia. Ya estaba de alguna manera anunciada en La amenaza de Andrómeda de Michael Crichton y hablando con mi padre, que es un antiguo fanático de la ciencia ficción y de una serie como Star Trek, acostumbramos a decirnos que esta historia de cuarentenas y enfermedades la venimos leyendo hace mucho tiempo.
Su nueva novela se refiere a los viajes interplanetarios, pero desde que la NASA dejó de ser prioridad para el gobierno de EE.UU., eso parece una posibilidad lejana a excepción de los esfuerzos de Elon Musk, ¿Qué opina?
Creo que Elon Musk y su compañía Space X se están moviendo de la manera más rápida posible. Están totalmente determinados a crear una colonia en Marte en la década que viene o en un tiempo similar y eso ya me parece lo suficientemente sorprendente. Aún así y considerando que soy un firme creyente en que la humanidad debe moverse hacia otros lugares, es imposible que haya una suerte de migración o colonización rápida considerando la cantidad de gente que hay en nuestro planeta y el nivel de crecimiento de la población. Físicamente, las naves o cohetes no pueden transportar tantas personas. Por otro lado, la única razón que aún nos impide desplazarnos más rápido es nuestro rechazo a utilizar energía nuclear en nuestros cohetes en beneficio de los combustibles químicos.
¿Qué opina de la actual situación en Estados Unidos?
Vivimos un momento complicado. En parte es porque estamos inmersos en un cambio generacional, similar a los de los años 60, cuando los baby boomers se tomaron la agenda en Estados Unidos y se desató un período de agitación social y cultural. Por otro lado, el costo de la universidad en Estados Unidos en los últimos años ha subido a niveles rídículamente altos, en un 50 por ciento aproximadamente. Eso provoca que los trabajadores jóvenes vivan bajo circunstancias muy difíciles, cargando con una enorme deuda, con malos trabajos, acumulando tensión y estrés. Creo que esa tensión no aflojará hasta que haya soluciones en el país. Es un período difícil. Desafortunadamente nuestros medios de comunicación, sean del lado político que sean, empeoran la situación al transformar a cada político en alguien horrible. Así es como funciona el negocio de los medios, pero eso daña al país. Para que hablar de las redes sociales. Desde que se consolidaron hace alrededor de 10 años, la polarización política de este país aumentó sustancialmente: Estados Unidos era un país donde la mayoría de la gente solía agruparse en el centro, pero ahora ahora la opinión pública se ha trasladado a los extremos. Eso le hace mucho daño a nuestro país. Tengo esperanzas de que esta situación mejore después de las elecciones y quien sea que gane, lo haga por una mayoría lo suficientemente grande como que para que no haya dudas al respecto.
¿Tiene preferencia política en las elecciones?
Totalmente. Pero prefiero mantenerla en secreto por ahora.
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