Cobreloa toca fondo: la descomposición del cuarto grande del fútbol chileno que hoy es colista de la B

Cobreloa, cabizbajo, tras el empate ante Universidad de Concepción
Cobreloa, cabizbajo, tras el empate ante Universidad de Concepción (Foto: Agenciauno)

La victoria de San Luis sobre Fernández Vial dejó a los calameños en un lugar impropio para un club acostumbrado a ser protagonista en el alto nivel y que llegó, incluso, a dos finales de Copa Libertadores. "Han jugado con la historia, se han echado al bolsillo a la gente”, reclama contra la dirigencia Víctor Merello, jugador histórico de los Zorros del Desierto.


San Luis vence a Fernández Vial y en Calama lloran. Cobreloa concreta el peor momento de su historia. Los Zorros del Desierto caen al último puesto de la tabla de la Primera B, un sitial que nunca antes habían ocupado. Acostumbrados a las jornadas gloriosas, graficadas en ocho títulos de campeonatos nacionales y dos inolvidables finales de la Copa Libertadores, los naranjas conviven hoy con una realidad oscura, que comenzó a escribirse hace seis años, cuando se produjo la única caída de su existencia a la segunda categoría del fútbol chileno. Nunca más los mineros pudieron levantarse y volver a tener la imagen de invencibles que habían forjado, sobre todo, en las décadas de los ochenta y noventa, cuando obtener un resultado positivo en los 2.250 metros de altitud en los que está emplazada Calama era, literalmente, una proeza.

“Duele. Uno que vive el fútbol y que siente la camiseta naranja, se deprime. Nosotros sufríamos incluso con cosas más positivas que esta. Hasta me hace ponerme de mal humor”, resume Víctor Merello, uno de los máximos ídolos históricos del club para referirse a un escenario tan traumático como inédito. “Hace seis años que el club está en Primera B y eso es para hacer un balance más profundo. No nos corresponde a nosotros, que sí podemos emitir un juicio, pero ahí ha habido un error. O varios. Cobreloa no les ha dado importancia a los referentes. Nos alejó de la gente, de la institución. Nunca nos tomaron en cuenta para nada. No pedíamos trabajo, sino que quien llegara supiera que lo que se logró antes no fue por azar. Una charla, una conversación para remecer. Nunca hicieron nada. Nos alejaron. No nos dejaron”, lamenta el Chueco.

Cobreloa frente a Temuco
Cobreloa frente a Temuco (Foto: Agenciauno)

Esencia perdida

El Cobreloa actual no es sino el resumen de la entidad que perdió su esencia. Un par de años antes del descenso a Primera B, Codelco comienza a recortar sus aportes al club hasta llegar a cero en 2017, dos años después de haber sufrido su principal afrenta deportiva hasta antes de la del último fin de semana, aunque aún aporta con los comodatos de la sede y del club de campo. El intento por restituir la alianza, que terminó en la presidencia de Augusto González, no fructificó. “Cuando asumió Nelson Pizarro en Codelco, les fuimos a presentar un proyecto, una alianza, en la que nosotros entregábamos un servicio. Era un proyecto muy bueno, pero en ese rato Codelco no estaba disponible. Quedó ahí. Hicimos el esfuerzo”, recuerda Araya. Para colmo, la disminución de los trabajadores de la planta de Chuquicamata ha disminuido drásticamente la cantidad de socios al día. “De cinco mil, hemos bajado a 2.100″, explica el timonel.

En ese proceso de transformación, una interminable serie de errores y divisiones directivas y el consiguiente efecto en las campañas deportivas fueron hundiendo a un club que, desde su irrupción en 1977, tardó poco tiempo en ser reconocido como uno de los grandes del fútbol chileno, eso sí, gracias al decisivo aporte de la empresa minera estatal. Más concretamente, el cuarto grande, apenas detrás de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica. A nivel sudamericano, su nombre también alcanzó a ser respetado. Prueba de ello son las definiciones continentales que protagonizó ante Flamengo y Peñarol.

Después del descenso, quizás en el síntoma más evidente del profundo quiebre institucional, el club llegó a tener dos directivas que funcionaban paralelamente, lo que obligó al alcalde de Calama a interceder para solucionar el impasse. También rozó la quiebra, con una deuda que bordeaba los 800 millones de pesos Y, sin ir más lejos, en marzo se produjo el último quiebre, que implicó la salida del presidente Walter Aguilera y de dos directores más. Por esos días, el director deportivo del club, Patricio Galaz, había apuntado al timonel por pedirle que privilegiara el fichaje de jugadores pertenecientes al corral del agente Sergio Morales, un cargo que Aguilera negó insistentemente. Hoy, el club lo preside Duncan Araya. “Nosotros llevamos cuatro meses como directorio. Hubo un cambio importante y nos hicimos cargo del proyecto que tenía la institución, que había presentado Patricio Galaz. El foco más importante era subir a Primera y lo segundo era empezar a levantar las canteras de Cobreloa, que hace rato que no las tiene. Al primer equipo se le entregan todos los recursos. Por eso creamos el área de Recursos Humanos, para que se focalizaran. Hoy se viaja en avión, se llega un día antes a todas las ciudades, se entrena en el lugar, se cambió la alimentación. Con todo eso, no hemos podido tener un buen campeonato. Uno puede hacer mucho, pero al final del día los números mandan”, lamenta el directivo.

En el plano deportivo, la realidad no ha sido mucho mejor. Apenas en 2018 los loínos tuvieron una opción real de volver a la división de honor. En esa campaña obtuvieron el segundo puesto en la tabla anual, con lo que definieron el ascenso con Cobresal. La escuadra de El Salvador se quedó, finalmente, con el cupo. El resto de los años ha estado sumido en la mediocridad.

Cobreloa frente a Barnechea
Cobreloa frente a Barnechea (Foto: Agenciauno)

Crisis continua

Ya a comienzos de este año, Galaz advertía del complejo escenario que podría enfrentar el club. “Está complicado el tema de las contrataciones. Lamentablemente, es la planilla más baja de los últimos seis años y eso complica para los refuerzos. Los jugadores creen que la realidad de Cobreloa es la de antes, donde se pagaba otro tipo de contratos, pero hay que informar a los futbolistas que la realidad es otra”, decía el ex delantero en una entrevista con radio María Reina de Calama. “La realidad está más mal que nunca, estamos viendo si llegan nuevos recursos para poder conformar un plantel para pelear arriba y si no, vamos a tener que arreglarnos para contratar jugadores para no descender. Esa es la realidad del club y me pone muy triste, porque ver a Cobreloa en esta situación es verlo totalmente distinto a lo que se conocía”, añadía.

El exdelantero sabía de lo que hablaba. No solo por su actual rol en el club. También por su condición de campeón y goleador con la divisa naranja. Agregaba que con 80 millones mensuales debía ingeniárselas para financiar todo el funcionamiento del club. Su queja, y la del técnico Rodrigo Meléndez se tradujo en un incremento en 30 millones mensuales. Tampoco ha sido suficiente.

Hace poco, después de la caída frente a Rangers, quien dio la cara fue el delantero Nicolás Maturana. “Es una responsabilidad grande. Este club no merece estar donde está. Los jugadores nos debemos hacer cargo, los grandes, no los chicos que jugaron ahora. No hay excusa para todo lo que hemos pasado, para cómo estamos jugando”, enfatizó. En la antesala de ese duelo, Kalule marginó a varios jugadores por presuntos actos de indisciplina. El zaguero Sebastián Ramírez protagonizó un accidente de tránsito.

“Todos lo están sufriendo. La situación en Calama es bien compleja. Los hinchas son bien exigentes, pero confío en que mis compañeros sacarán esto adelante. Me encantaría estar allá para ayudarles”, sostiene a El Deportivo el delantero David Escalante, quien debió dejar el plantel por una urgencia familiar: abocarse al tratamiento médico de su hijo, en Santiago. El transandino fue reemplazado en la actual plantilla por Gustavo Guerreño, aunque mantiene la relación contractual.

La traumática campaña, de hecho, no ha respetado ni siquiera a los símbolos. Hace menos de una semana, los loínos anunciaron la llegada a la banca del argentino Héctor Almandoz, quien reemplazó a Rodrigo Meléndez, otro nombre que fue partícipe de las jornadas gloriosas que hoy parecen cada vez más lejanas. Como jugador, Kalule celebró un título, en 2003. “Todo esto es consecuencia del arrastre de seis u ocho años, de cómo han llevado la institución, de cómo la han guiado. De los cambios de técnico, la calidad de jugadores que han llegado, de entrenadores que no han sabido sacarle partido a jugar en Calama. Se junta todo. Algunos podrán mencionar lo del poder económico que se perdió con la desvinculación de Codelco y es indudable, pero hay instituciones que teniendo menos han sabido mantenerse. Han jugado con la historia, se han echado al bolsillo a la gente”, concluye Merello, tan dolido como el más acérrimo fanático de los Zorros del Desierto.

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