Columna de Cristián Valenzuela: Los talibanes

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Consejeros republicanos al entregar las enmiendas.

Si alguien esperaba una “pasada de máquina”, se tuvo que quedar esperando porque hubo concordia, republicanismo y responsabilidad.



Llegó el momento. Luego de 40 días de silencioso trabajo y de muchas expectativas generadas, los republicanos presentaron sus enmiendas al anteproyecto del Comité de Expertos.

Fue un mes muy fome. No hubo disfraces, llamadas desde la ducha ni ritos estrafalarios. No hubo banderas, salvo la chilena, ni consejeros descalzos o arrebatados en la prensa. Si alguien esperaba una “pasada de máquina”, se tuvo que quedar esperando porque hubo concordia, republicanismo y responsabilidad.

Pero los agoreros del desastre constitucional sabían que la prueba de fuego sería la presentación de enmiendas. Los republicanos iban a mostrar su verdadera cara y el texto, en vez de unir a Chile, sería la expresión partisana, fundamentalista y extrema que según ellos caracteriza a ese partido político.

Y no se equivocaron. Se promueven cosas tan extremas como defender la vida del que está por nacer; la consagración de las Fuerzas Armadas en un capítulo especial para reconocer el enorme rol que cumplen; se incorporan medidas contra la corrupción para enfrentar el momento crítico del escándalo de fundaciones; y un capítulo especial de seguridad pública, con nuevas medidas, atribuciones y tribunales especializados para combatir el crimen, narcotráfico y terrorismo. Un verdadero retroceso autoritario.

Pero además, estos verdaderos talibanes proponen eliminar las contribuciones de bienes raíces para la vivienda principal; elevar los requisitos para el endeudamiento público; y exigen al Estado mayor responsabilidad fiscal, administrativa y política en el uso de los recursos de todos los chilenos. Demencial.

Finalmente, como si fuera poco, la llamada “ultra” derecha propone reducir el número de parlamentarios; apuesta por una configuración distinta de los distritos electorales para reducir la fragmentación; y promueve restringir la participación del Poder Judicial en la definición de políticas públicas o legitimar la huelga salvaje en los sectores públicos y privados.

La guinda de la torta -era que no- es que este grupo de fundamentalistas quiere garantizar que los ahorros de los chilenos seguirán siendo de ellos y que serán inexpropiables y heredables. Qué horror.

Los promotores del Apruebo hablan de un retroceso civilizatorio. Algunos incluso dicen que las propuestas quieren llevar a Chile al siglo XVI -como si el renacimiento no fuera una época maravillosa- acusando extremismo, partisanismo y fanatismo. Sí, los mismos que apoyaron un texto que consagraba la división de Chile, la estatización de todo y la consagración de la desigualdad a nivel constitucional. Sí, los mismos que en sus columnas y programas de debate político, pretenden ser los intérpretes de la voluntad soberana y se consideran los únicos capacitados para saber lo que el pueblo quiere.

Los chilenos no son tontos, ni fanáticos ni extremos. Al igual que en las últimas dos elecciones, millones tendrán la oportunidad de informarse, ponderar y determinar si las propuestas presentadas razonan con la Constitución que ellos quieren y si los republicanos son tan extremos como la izquierda y algunos influencers nos quieren hacer creer. Por mientras, es momento de ajustarse a la verdad y no tratar de igualar al Consejo con la Convención porque la evidencia, no la opinión, han demostrado que son absolutamente incomparables. Y es eso lo que más les molesta a las viudas del Apruebo.