Cómo la vacuna (o el no tenerla) cambió el paso por la UCI de tres enfermos de Covid-19
Doctores y cifras dan cuenta de que la vacuna produjo un cambio positivo. Tres pacientes y sus médicos, relatan cómo la inmunización marcó una diferencia notoria en el desarrollo del cuadro clínico y fue una ventaja dentro de la unidad de cuidados intensivos.
Juan Tapia y David Medina se contagiaron de Covid-19 durante la ola ómicron -a principios de este año- y ambos necesitaron de cuidados intensivos. Y aunque tenían antecedentes médicos importantes, fueron dados de alta al poco tiempo de su ingreso. Sus doctores apuntan a que haber estado inmunizados fue una ventaja y que de no haberlo estado, la historia habría sido distinta.
Rodrigo Cid no tuvo la misma suerte. Se infectó con coronavirus en junio del año pasado -cuando la campaña de vacunación aún no abarcaba a toda la población- y pese a no tener enfermedades de base y considerarse sano, estuvo hospitalizado hasta unas semanas atrás. Su médico asevera que de haber estado inoculado, el impacto del virus habría sido más leve.
Así ha sido, en muy resumidas cuentas, el efecto de las vacunas en la pandemia. Eduardo Tobar, intensivista del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, afirma que “la principal diferencia que produce la vacuna, es que hay menos casos graves, por ende, hay menos demanda de pacientes. Mientras que, los vacunados que llegan a requerir cuidados intensivos, la inoculación ayuda, pues producen cuadros clínicos menos severos o que más cortos”.
Desde el Departamento de Rehabilitación del Minsal explican que actualmente la mayoría de los casos de coronavirus presentan cuadros leves, pues se ha evidenciado que el 5% de los casos necesita el ingreso a una unidad de cuidados intensivos, estadía asociada al uso de ventilador mecánico, sedación o parálisis inducida.
Las cifras también demuestran que la inmunización tiene un efecto positivo en la evolución de la infección. De acuerdo a los datos del Minsal, la tasa de ingreso a UCI es de 0,3 cada 100 mil habitantes sin protección contra el virus. En quienes tienen su esquema completo esta cifra desciende a 0,2, y en la población con el refuerzo quienes requieren una cama critica son 0,1 por cada 100 mil habitantes.
Contra todo pronóstico
Juan Tapia (75) se contagió durante la ola ómicron que azotó al país a inicios de este año y durante la última semana de enero llegó al Hospital El Carmen de Maipú por complicaciones de la enfermedad, pero no fue hasta el 2 de febrero que ingresó la unidad de cuidados intensivos.
Para los doctores, su caso era delicado. Además de tratarse de un adulto mayor, Tapia padece de enfermedades complejas: diabetes, hipertensión, e incluso tenía un bypass.
Asdrubal Vera fue él médico intensivista de la Unidad de Pacientes Críticos del hospital que lo atendió y relata que fue un caso complejo: “Su evolución fue muy delicada, estuvo muy grave, con ventilación mecánica prolongada, por lo que tuvimos que hacerle traqueotomía. Estuvimos luchando, tuvimos altos y bajos, pues mejoraba y volvía a caer hasta que logró estabilizarse y logramos separarlo del ventilador”.
A pesar de tener enfermedades base y haber necesitado ventilación mecánica, el 23 de abril fue dado de alta. De acuerdo a su médico, haber contado con su esquema basal completo, más la dosis de refuerzo fue fundamental: “A pesar de ser un paciente complejo con enfermedades como diabetes, obesidad e hipertensión, no puede estar más palpable. La vacuna lo ayudó a enfrentar la evolución del cuadro de mejor manera”.
Pese a haber superado el Covid-19, Tapia enfrentó las consecuencias de haber estado hospitalizado tanto tiempo, por lo que tiene que trabajar con un equipo de profesionales para recuperarse. Aunque ya ha recuperado parte de su movilidad, aún le cuesta caminar, y debe hacerlo con apoyo.
“Tuve que aprender a tomar la cuchara y llevarla a la boca, porque es difícil cuando uno pierde varios sentidos, pero lo logré. Me costó volver a aprender a comer, pero no tanto como creí. También tuve que aprender a usar mi voz de nuevo, pero ahora ya estoy cantando”, cuenta.
Actualmente, Tapia está con atención domiciliaria, pero desde el establecimiento aseguran que podría ser dado de alta durante esta semana, eso sí quedará con controles periódicos.
De doctor a paciente
David Medina, jefe de la Unidad de Ginecología de Clínica Indisa, vivió una situación similar.
El 25 de enero llegó a la clínica, pero no como doctor -como lo hacía habitualmente-, sino como paciente, pues la infección por Covid-19 que había contraído durante sus vacaciones se había agravado. Desde ese día hasta el 27 de febrero que le dieron el alta, estuvo de forma intermitente en la unidad de pacientes críticos.
Cuando los síntomas empeoraron, Medina se preocupó, pues tenía antecedentes médicos que podían agravar aún más su cuadro clínico. Además de ser diabético, tiene hipertensión crónica y hasta noviembre de 2021 estuvo en quimioterapia por un linfoma. Al mismo tiempo, contar con las tres dosis fue una ventaja.
“Mi estado inmunológico no era muy bueno y yo creo que si me hubiera contagiado sin haberme vacunado no habría logrado sobrevivir, pues a pesar de haber tenido las tres vacunas la infección me dio muy fuerte, estuve grave, a un paso de ser entubado”, sostiene Medina.
Daniel Apolo, jefe de la UCI quirúrgica y médica de Clínica Indisa, señala que “estuvo aproximadamente 15 días en la UCI con nosotros, con bastante compromiso, todos los días llegábamos a turno y pensábamos que lo íbamos a entubar porque la oxigenación era mala, pero de alguna forma lo toleró bien”.
Actualmente, Medina sigue con terapia para recuperar su movilidad y capacidad respiratoria, razón por la que aún no vuelve a su trabajo.
Ocho meses en la UCI
Rodrigo Cid (36) llegó a Clínica Dávila el 2 de junio de 2021 -durante la segunda ola de Covid-19-, pensando que tenía un resfriado. Sin embargo, el diagnóstico era otro: coronavirus.
Cinco días después ingresó a UCI, donde estuvo entubado y no despertó hasta finales de enero, es decir, ocho meses después. Sin embargo, no salió de la unidad de pacientes críticos hasta el pasado 1 de abril.
Emilio Feres, broncopulmonar de Clínica Dávila, estuvo presente durante su estadía en la UCI y comenta que “Rodrigo llegó cuando estábamos con una gran cantidad de enfermos en ventilación mecánica invasiva, y desde el primer día observamos que era una neumonía por coronavirus extremadamente grave, pues su capacidad pulmonar estaba al límite incluso apoyada con la ventilación artificial”.
Pese a no tener enfermedades de base ni antecedentes médicos importantes, Cid no se había vacunado: “No tenía ninguna vacuna. La verdad fue por un tema de trabajo, nunca me di el tiempo. En ese momento me correspondía la primera vacuna, pero de dejado no me la puse. Ahora, ya tengo la primera dosis y la vacuna de la influenza”, relata él.
Ferbes cree que de haberse inmunizado, el ingeniero habría evolucionado de otra forma: “La vacunación, cómo médicos, nos significó un cambio radical en el número y en la gravedad de enfermos que llegaban, es decir, bajó dramáticamente la cantidad de enfermos que se hospitalizaban. Entonces, no estar vacunado fue una desventaja tremenda para Rodrigo”.
Desde el 21 de abril que Cid se encuentra en su casa, pero con hospitalización domiciliaria, donde debe hacer kinesiología a diario. En ese escenario, cuenta que “más que el tema muscular en sí, estoy con cansancio, pues mis pulmones quedaron con fibrosis pulmonar. Entonces, cualquier cosa que haga como caminar, subir escaleras, me cansa mucho”.
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