¿Y si con mi consumo sumara a mi pensión?
Uno podría imaginar que, al comprar, el consumidor pagase una tasa adicional al IVA. No como un impuesto, sino como un monto extra que fuese directamente a su cuenta individual. ¿Futurología? No.
Al evaluar su jubilación, todo el mundo la compara con el sueldo que ganaba. Es la llamada tasa de reemplazo, cuyo bajo valor promedio autofinanciado (34%, Comisión Bravo) genera descontento y nos tiene ad portas de una reforma de pensiones. A nivel país, mejorar este indicador, cual área de un rectángulo, es un problema de base por altura. Subir la tasa de cotización (altura) es solo parte de la historia. El desafío más complejo y fundamental es aumentar la cantidad de personas que cotizan regularmente (base). Desafío que tal vez exija empezar a pensar "fuera de la caja".
Hoy 1 de cada 3 personas en la fuerza de trabajo, no cotiza. Y desde 1980 (Comisión Bravo), una fracción relevante lo ha hecho muy exiguamente: un cuarto de las personas (afiliados y no afiliados) prácticamente nunca han cotizado durante su vida laboral, la mitad lo ha hecho menos del 30% del tiempo y tan solo un 10% más del 85% del tiempo. El resultado es una densidad de cotizaciones promedio de apenas 35% (45% en hombres y 26% en mujeres).
Según el INE existen aproximadamente dos millones de trabajadores independientes, de los cuales menos de un 10% cotiza. Si bien obligar a cotizar a los independientes formales con boleta de honorarios es fundamental, está lejos de ser la panacea. Ello porque 1,3 millones de independientes son informales (2 de cada 3) y seguirían al margen del sistema. A ello hay que sumar más de un millón de otros trabajadores informales y miles de personas en edad de trabajar, pero fuera de la fuerza de trabajo, que no cotizan.
Lo anterior plantea un verdadero dilema para ampliar la base de cotizantes y cerrar la enorme brecha existente. Si de lo que se trata es de que TODOS los futuros jubilados ahorren para su pensión, aunque sea parcialmente, quizás sea el momento de empezar a pensar en fórmulas más disruptivas para recolectar la cotización obligatoria.
¿Y si, en lugar de recolectar ese ahorro a través del ingreso laboral, como ha sido la regla, lo hiciéramos a través del consumo? Esto aseguraría que todos aporten algo para su jubilación. Ocurre que no todos tenemos un empleo formal (dependiente o independiente con boleta) sobre el cual anclar la cotización obligatoria. En cambio, todos consumimos.
Así, por ejemplo, uno podría imaginar que, al comprar, el consumidor pagase una tasa adicional al IVA. No como un impuesto, sino como un monto extra que fuese directamente a su cuenta individual. ¿Futurología? No. Tecnológicamente no hay impedimento para asociar de forma digital y segura (blockchain) un pago individual con la cuenta personal en una AFP.
Por supuesto, esta idea gruesa no está exenta de problemas. Entre otros, el de masificar los medios de pago digitales (hoy de baja penetración). Y de cómo, en el intertanto, una compra en efectivo queda vinculada a un RUT y, por esa vía, a una cuenta de capitalización individual, según corresponda. Con todo, si la tecnología avanza en esa dirección y será masiva más temprano que tarde, ¿no valdrá la pena empezar a pensar distinto hoy? Después de todo, el de las pensiones es un tema largo plazo. Tema sobre el cual no cabe esperar resultados muy diferentes haciendo lo mismo.
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