Cristián Monckeberg (RN): “El acuerdo constitucional debe estar a más tardar en noviembre, es el plazo fatal para permitir una buena tramitación en el Congreso”
El exconvencional descarta que haya un ánimo en la derecha de querer dilatar un nuevo pacto constituyente y destaca que Chile Vamos, a diferencia del Partido Republicano, está en las negociaciones, aunque lamenta que se hayan sentado tan "rápido" tras el plebiscito. El también exministro profundiza en la idea de que sea el Congreso el que tenga un rol clave para resguardar el cumplimiento de los denominados bordes de una nueva Carta Magna, y sincera su postura para que el nuevo órgano redactor tenga una composición mixta y no sea cien por ciento electo.
Ha estado colaborando con la directiva de Renovación Nacional -junto a otros personeros de la colectividad- en fijar posturas y contenidos en el marco de la negociación para habilitar un nuevo proceso constituyente. El exconvencional Cristián Monckeberg aborda las tratativas y fija los los criterios que deben prevalecer en la redacción de una nueva Constitución. El también exministro, a diferencia de lo que han planteado personeros de su sector respecto a que “hay que demorarse lo que haya que demorarse”, dice que octubre o a más tardar en noviembre son los plazos fatales para sellar un nuevo pacto constituyente. “No sería conveniente mezclar el proceso constituyente con las elecciones municipales”, dice.
Usted durante los últimos días ha empujado la idea de que el Senado debe resguardar que se cumplan los denominados bordes. ¿Por qué el Congreso y no otro organismo?
Nosotros tuvimos un organismo que tenía por objeto resguardar los bordes: la Corte Suprema. Y creo que partió mal desde su origen. ¿Por qué? Porque cuando los problemas políticos se resuelven en tribunales, quiere decir que fracasó la política. Era evidente que si nosotros hubiésemos usado esa herramienta o requerido a la Corte Suprema, lo más seguro es que se hubiera sentido muy incómodo para poder resolver materias de este tipo. ¿Por qué? Porque en la misma Convención se estaba definiendo el futuro del Poder Judicial. Entonces, era evidente que iba a haber cierto grado de freno al momento de resolver estas materias. Evidentemente una Convención como la que se pretendió tendría que haber tenido un contrapeso político y no un contrapeso jurídico judicial. Y el único que veo posible hoy día como contrapeso político es el poder constituyente por esencia, que es el Congreso.
El hecho de que el Congreso sea incumbente, porque tendrá que implementar la nueva Constitución si es que se aprueba, ¿no es contraproducente?
Yo no veo contraposición. Me parece absolutamente razonable que sea ese Congreso el que revise y al mismo tiempo ponga freno cuando los bordes que ellos mismos diseñaron se estén pasando por alto.
¿No es paradójico que la disuelta Convención haya querido eliminar el Senado y ahora haya un esfuerzo de darle un valor?
La Convención actuó de manera refundacional. Y no solamente de manera refundacional, sino que sin ningún contrapeso ni ningún freno. Llegó el minuto de terminar con un órgano sin contrapeso, que sea un poder omnipotente y que haga lo que mejor le parezca o lo que le plazca. Yo creo que ahí estuvo el error.
¿El TC por qué lo descarta?
Miro el TC y está cantando su última canción. Veo a la Corte Suprema, ya di mis razones...
Los 12 bordes que se han consensuado limitan mucho lo que va a ser la redacción de una nueva Constitución. ¿No pareciera ser más a una potente reforma constitucional que una nueva Constitución?
Uno tiene que sacar experiencia de lo que ha vivido el país recientemente. Todos queremos una nueva Constitución, pero en paz, que promueva cambios, que permita cambios, pero que se haga sin pretender refundarlo todo. Lo que está ocurriendo es reflejo o reacción a lo que pasó durante un año en la Convención (...). Todas las nuevas constituciones tienen aspectos nuevos, como también tienen aspectos de reformas de las anteriores.
Hay quienes dicen que la derecha está envalentonada o negociando con el “tejo pasado”. Ahora están pidiendo que el Congreso también apruebe la propuesta que emane del futuro órgano.
Yo prefiero una centroderecha pasada para la punta, negociando con el tejo pasado que aquella que niega todo y que no está en la mesa y no quiere que cambie nada. Porque, en el proceso negociador, normalmente, el tejo pasado o pasado para la punta si hay buena voluntad se llega a buenos acuerdos.
Pero con estas exigencias, ¿no hay un ánimo de dilatar en la derecha?
No, si esto tampoco da para más. El acuerdo debe estar en octubre o más tardar en noviembre, son plazos fatales para poder permitir una buena tramitación en el Congreso. No sería conveniente mezclar el proceso constituyente con las elecciones municipales. El gobierno, evidentemente, tiene la brújula perdida y además cada año tiene elecciones. Primero, tuvo plebiscito, en el segundo eventualmente va a tener un nuevo proceso, en el tercero las municipales y en el cuarto se va. Pero ya está. Pero no compliquemos más las cosas aún. Estamos en los tiempos.
Usted dijo que prefiere una derecha sentada en la mesa negociando, que una ausente. El Partido Republicano decidió restarse. ¿Cree que habrá un costo para ellos?
Por el Partido Republicano tengo el mayor de los respeto. Eso es lo primero que digo y, segundo, me gustaría que también lo tuvieran con el resto que piensa distinto. Son muy legítimas sus decisiones, pero no las comparto. Me encantaría que estuviesen más involucrados porque hay equipos muy valiosos que podrían aportar mucho en esta etapa.
“Fuimos poco estratégicos, yo hubiese esperado un poquito más para sentarnos a negociar”
Usted dice que hay que llegar a un acuerdo a más tardar en noviembre, pero en las bases de Chile Vamos hay resistencia por la velocidad de las tratativas o porque simplemente no quieren un nuevo proceso. ¿Qué lectura hace?
Le encuentro toda la razón que estén con picazón. Todos estamos con picazón, si hasta la misma directiva está enredada, lógico, pero también hay una convicción de que los temas hay que enfrentarlos. Y ahí están los argumentos, los liderazgos, persuadir y dialogar dentro de los partidos para despejar estas dudas. Si evidentemente todos tenemos dudas de lo que ha ido ocurriendo, de la celeridad, de si vamos a embarrarla de nuevo o no. Eso es evidente. Pero en algún minuto tenemos que ser capaces de enfrentar los problemas porque la misma ciudadanía que tiene temores, quiere mayoritariamente que esto se resuelva.
¿En eso han estado al debe las directivas?
Al principio sí, pero en eso estamos. Cada directiva, cada partido, tiene que hacer lo propio porque fue todo tan rápido, yo no los culpo. Pero se produjo el plebiscito y al día siguiente ya estaban conversando o a los dos días, lo que produjo un desacople con la gente muy grande. Y a eso sumemos un tercer punto: un gobierno que miró al techo y que le hizo una finta a la peor derrota electoral y política que han tenido en años.
¿Fue poco estratégica la derecha?
Fuimos poco estratégicos, yo hubiese esperado un poquito más para sentarnos a negociar, pero ya se dio así. Frente a un plebiscito que se produce, sentarse a conversar rápidamente y un gobierno que le hace una finta a una tremenda derrota, se produjo un problema en la bajada de la información. Pero eso se ha ido corrigiendo.
¿Pero ve dos almas en la derecha, sin contar a los republicanos?
No sé. Creo que hay una derecha convencida de que esto hay que resolverlo, pero con preocupación de hacerlo bien. Pero a algunos la preocupación los frena más y a otros menos. Pero no veo a nadie en la derecha que diga que está todo perfecto.
¿Esto se va a lograr subsanar? Porque hay quienes transmiten que entre más se demoren en cerrar un acuerdo, más pierde fuerza el nuevo proceso constituyente y más se desordena a las bases.
Esto se resuelve en el Congreso y con mucho diálogo dentro de los partidos. Si el acuerdo es malo no se va a aprobar y todos nos vamos a preocupar de que no se apruebe. Si el acuerdo es bueno, evidentemente van a estar los votos.
Sobre el mecanismo, ¿cree que tiene que ser cien por ciento electo el nuevo órgano?
Estoy de acuerdo con que sea una Convención mixta, primero que le cambiemos el nombre y que tenga una composición mixta, que sea paritaria. Que evidentemente haya especialistas, que tengan experiencia en lo público y que en un plazo corto. Con 50 o 60 integrantes máximos.
De esos 60 o 50, ¿qué porcentaje tiene que ser de expertos?
Puede ser mitad y mitad, puede ser 80/20. No creo que eso sea tan incidente, pero es importante que haya un porcentaje de personas que esté representado. Los que se eligen que se elijan como a los senadores, me parece una buena alternativa. No sé si sea tan bueno lo de las listas cerradas.
Algunos dicen que, en privado, en el Socialismo Democrático hay quienes estarían dispuestos a fórmulas mixtas, pero no se atreven a decirlo. ¿A usted le han dicho eso?
De todas maneras. En privado hay muchas conversaciones que no se reflejan en lo público. En privado, la gran mayoría dice que el Congreso juegue un rol, que los expertos jueguen un rol, que esto sea un proceso corto y que tengamos una Constitución que represente una gran mayoría y una Convención que sea mixta. Los políticos dicen en privado lo que la ciudadanía está pensando. Hay un temor a las redes sociales y al qué dirán. Por lo tanto, saquemos lecciones para que tengamos un proceso exitoso.
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