Críticas por su gestión y un cargo blanco de presiones políticas: así termina Bachelet su período en la ONU
En el marco de las críticas por su viaje a China, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos hizo un anuncio que se esperaba de hace tiempo. Desde la instauración del cargo en 1993, solo Navy Pillay ejerció los dos mandatos posibles.
Hoy se confirmó algo que venía intuyéndose de hace unos meses: el 31 de agosto, cuando el mandato de Michelle Bachelet como Alto Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos termine, la expresidenta chilena no postulará de nuevo. Así lo hizo saber hoy, al abrir la sesión del Consejo de DD.HH. de las Naciones Unidas. “Como mi mandato de Alta Comisionada llega a su fin, esta 50ª sesión del Consejo será la última en la que me expreso”, señaló. Luego sería Ravina Shamdasani, la portavoz de la oficina, quien confirmaría lo dicho: Bachelet no buscará un segundo mandato.
Este último mes, Bachelet había sido ampliamente criticada por activistas de derechos humanos, luego de que su viaje a China no hiciese lo suficiente para actuar en contra de los abusos que estarían sufriendo los uigures y otras minorías musulmanas en la región de Xinjiang.
Luego de su anuncio, la Alta Comisionada habló con los periodistas, e indicó: “Hace dos meses, antes incluso de ir a China, tomé una decisión y se la comuniqué a mi jefe, el secretario general (de la ONU). Así que no tiene ninguna relación”.
Mayo fue un mes complicado en la agenda de Michelle Bachelet: el viaje en China, que tuvo lugar entre el 23 y el 28 de mayo, ya venía presidido por la desconfianza de Estados Unidos y oenegés de derechos humanos, ya que consideraban que no ofrecía las condiciones necesarias para determinar de manera independiente la situación de abuso contra los uigures. Desde el Departamento de Estado norteamericano, el portavoz Ned Price había dicho que la gira era un “error”.
En el viaje, Bachelet visitó una de las cárceles en la ciudad de Kashgar, en Xinjiang, aunque dejó claro que la visita no era una investigación profunda y acabada de la situación: “Las visitas oficiales de los altos comisionados son por naturaleza muy prominentes y, simplemente, no permiten el tipo de trabajo detallado, metódico y discreto de una investigación”. En la misma gira, sostuvo una conversación videotelefónica con el Presidente Xi Jinping.
Ya terminado el viaje, las críticas no tardaron en llegar, y una de las más duras fue del director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, que calificó como “desastrosa” la visita de Bachelet. “No pudo ir mejor para el gobierno chino en su esfuerzo por ocultar las detenciones masivas y los abusos en Xinjiang”, declaró Roth, señalando que la Alta Comisionada había “adoptado la retórica de Beijing”.
“Se ve como una diplomática en lugar de una relatora en cuestiones de derechos humanos, pero ése no es su cometido, es el de investigar y reportar abusos”, indicó Roth en ese entonces. A pesar de los cuestionamientos, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, respaldó la visita de Bachelet. La gira había empezado a fijarse en 2018, y era la primera realizada por la jefa de derechos humanos de la ONU en 17 años.
En Xinjiang, se acusa a China de haber detenido a más de un millón de personas, llevando a cabo esterilizaciones forzadas y trabajos forzados. Las autoridades chinas niegan estas acusaciones, y señalan que lo que tienen ahí son “campos de reeducación”, necesarios para responder el extremismo islámico. Precisamente en mayo, evidencia surgida desde imágenes satelitales, documentos del gobierno chino y testimonios de sobrevivientes apuntaron a que las acciones de Beijing buscan, en específico, reprimir la identidad uigur, e incluyen adoctrinamiento político, tortura, prohibición de prácticas religiosas, culturales y separación de familias.
El presidente del Congreso Mundial Uigur, Dolkun Isa, señaló al respecto: “Como se esperaba, la Alta Comisionada ha desperdiciado una oportunidad histórica para investigar el genocidio uigur, y conseguir justicia para el pueblo uigur”.
Precisamente este domingo, Mary Anastasia O’Grady publicó en The Wall Street Journal una columna cuestionando lo hecho por Bachelet en China: “Los defensores de los derechos humanos estuvieron en guardia el último mes, cuando la Alta Comisionada por los Derechos Humanos salió de una gira por China lanzando propaganda de Beijing”.
“Para aquellos que luchan por la libertad en Cuba, la performance de la Alta Comisionada no fue ninguna sorpresa. Durante la Guerra Fría, estuvo del lado de los soviéticos, y ha sido una admiradora de toda la vida de la revolución cubana. Enfrentémoslo: los derechos humanos no son lo suyo”, aseguró la columnista.
“Es difícil evitar la conclusión de que las simpatías de la Alta Comisionada están con los opresores, ya sea en Cuba o en China. Si la ONU busca credibilidad, Michelle Bachelet debe irse”, concluyó O’Grady.
Sin embargo, Philip Alston, un exrelator especial de la ONU sobre pobreza y DD.HH. defendió que, aun en sus limitaciones, la visita de Bachelet era un aporte. “Es imperativo que se vea a la Alta Comisionada relacionarse con el gobierno de China. El mero hecho de que haya tenido un intercambio directo con el presidente Xi Jinping es un logro”, señaló el experto.
En otros ámbitos, Bachelet también llamó a Israel a abrir una investigación criminal por el asesinato del periodista de Al Jazeera, Shireen Abu Akleh, el 11 de mayo. “Bajo la ley internacional de derechos humanos, Israel debe investigar y asegurar la debida responsabilidad sobre cada caso de muerte y heridas graves infligidas por las fuerzas israelitas”, señaló la expresidenta.
“Los niveles ya crónicamente altos de asesinatos y heridas de palestinos, niños inclusive, infligidas por fuerzas israelitas en los territorios palestinos ocupados, han continuado en los primeros seis meses de 2022″, indicó Bachelet.
El puesto de Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos normalmente enfrenta una presión política muy alta desde distintos países del mundo, y a pesar de que se puede ejercer durante dos términos de cuatro años, casi todos los predecesores de Bachelet lo han evitado. Creado en 1993, el puesto solo fue renovado en una ocasión, cuando la sudafricana Navy Pillay estuvo desde 2008 hasta 2014 en el cargo.
Ahora, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, tendrá que proponer otra persona para el cargo, y su propuesta debe ser aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Tras asumir en 2018, Bachelet se convirtió en la séptima ocupante del cargo desde la creación de la oficina en 1993, después de José Ayala-Lasso (1994-97); Mary Robinson (1997-2002); Sérgio Vieira de Mello (2002-03); Louise Arbour (2004-2008); Navi Pillay (2008-2014), y Zeid Raad Al Hussein (2014-2018).
Bachelet sustituyó a Al Hussein, cuyo mandato expiró en agosto de 2018. El diplomático jordano explicó en julio de ese año que no intentaría conseguir un segundo mandato porque estaba seguro de que no conseguiría el apoyo de los países miembro, debido a los duros reproches que había hecho a muchos de ellos, como Estados Unidos, Rusia o China.
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