Cuando Neruda vaticinó la muerte de Federico García Lorca: la breve pero profunda amistad entre dos escritores
Diversos homenajes se han tomado la agenda cultural a propósito de los 120 años del natalicio del Nobel chileno. Uno de ellos, en Argentina, recordó el vínculo entre el poeta y el autor de Bodas de sangre, una amistad originada en Buenos Aires y que dejó diversos escritos memorables, incluso, uno con tintes premonitorios.
La foto de Pablo Neruda ahora está colgada en la pared del famoso Café Tortoni. En pleno Buenos Aires, se erige uno de los locales de comida más históricos de la ciudad bonarense y un ícono cultural en Argentina. Las paredes albergan fotos de otros insignes nombres del mundo del arte, entre ellos escritores como Alfonsina Storni, Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y Federico García Lorca.
Ahora la imagen del chileno, atravesada por los colores patrios, descansa en uno de los corazones de Buenos Aires. La ceremonia, realizada en conmemoración de los 120 años del natalicio de Neruda y del centenario de la publicación de 20 poemas de amor y una canción desesperada, fue organizada por la Embajada de Chile en Argentina y el Centro Cultural MATTA.
Esta contó con la participación de la actriz argentina Luisa Kuliok, el embajador chileno José Antonio Viera-Gallo, el agregado cultural de Chile en Argentina, el actor y dramaturgo Alejandro Goic y el actor español Imanol Arias. Estos dos últimos recitaron en conjunto el discurso Al alimón sobre Rubén Darío, palabras que Pablo Neruda y Federico García Lorca pronunciaron en 1933 y que demostró su profunda conexión literaria y personal, que nació, precisamente, en Buenos Aires.
Entre tertulias y toreros
El primer encuentro fue el 13 de octubre de 1933, en la casa del matrimonio de Pablo Rojas Paz y Sara Tornú, donde se desarrollaba una tertulia con los intelectuales de Buenos Aires.
De acuerdo a Fundación Neruda, “García Lorca había llegado a Buenos Aires a preparar el estreno para la América hispana de su obra Bodas de Sangre”, mientras que Pablo Neruda estaba allí sirviendo un cargo consular.
En noviembre de ese mismo año, en el Hotel Plaza de la capital argentina, se ofreció un banquete en honor a los reconocidos escritores. En esa ocasión, ambos redirigieron el homenaje hacia el escritor nicaragüense Rubén Darío, al que llamaron Al alimón, haciendo referencia a una técnica de la tauromaquia. En dicha técnica, dos toreros torean a un toro al mismo tiempo y con la misma capa. Usualmente, los toreros son hermanos o tener sangre en común.
El inicio del discurso decía así, según los registros de la Universidad de Chile:
“Neruda: Señoras…
Lorca: y señores: Existe en la fiesta de los toros una suerte llamada toreo al alimón en que dos toreros hurtan su cuerpo al toro cogidos de la misma capa.
Neruda: Federico y yo, amarrados por un alambre eléctrico, vamos a parear y a responder esta recepción muy decisiva.
Lorca: Es costumbre en estas reuniones que los poetas muestren su palabra viva, plata o madera, y saluden con su voz propia a sus compañeros y amigos.
Neruda: Pero nosotros vamos a establecer entre vosotros un muerto, un comensal viudo, oscuro en las tinieblas de una muerte más grande que otras muertes, viudo de la vida, de quien fuera en su hora marido deslumbrante. Nos vamos a esconder bajo su sombra ardiendo, vamos a repetir su nombre hasta que su poder salte del olvido”.
La idea fue del español. Así lo recordó el poeta oriundo de Parral en Confieso que he vivido (1974). “Habíamos preparado un discurso al alimón. Ustedes probablemente no saben lo que significa esa palabra y yo tampoco lo sabía. Federico, que estaba siempre lleno de invenciones y ocurrencias (…) Cuando nos levantamos para agradecer al presidente del Pen Club el ofrecimiento del banquete, nos levantamos al mismo tiempo, cual dos toreros, para un solo discurso”.
De esta idea también nació Paloma por Dentro/ o sea/ La Mano de Vidrio / Interrogatorio, un poema escrito por Neruda e ilustrado por Federico García Lorca. Este era un obsequio para Sara Tornú, la anfitriona del primer encuentro donde gestó la profunda amistad.
A ambos también se les puede ver posando en la presentación del libro 45 noches y 30 marineros, de la novelista argentina Norah Lange.
Premoniciones de muerte
Federico García Lorca y Pablo Neruda se acompañaron en momentos claves de sus vidas personales y literarias. Cada uno fue lector de los textos del otro. Por ejemplo, mientras estaban en Buenos Aires, Lorca fue uno de los primeros lectores de Residencia en la tierra.
Asimismo, cuando nació Malva Marina, hija de Pablo Neruda, el autor de Bodas de sangre le dedicó un poema a la niña.
La amistad que nació en Buenos Aires continuó en España. Una noche que ambos iban a reunirse en el gran circo Price de Madrid, “para ver un dudoso espectáculo de lucha libre”— como relata la Fundación Neruda— el español no llegó a la cita. En ese momento, el chileno escribió: “Pasaríamos el rato viendo las truculencias del Troglodita Enmascarado, del Estrangulador Abisinio y del Orangután Siniestro. Federico faltó a la cita. Ya iba camino de su muerte. Ya nunca más nos vimos. Su cita era con otros estranguladores. Y de ese modo la Guerra de España, que cambió mi poesía, comenzó para mí con la desaparición de un poeta”.
Eso fue el 19 de julio de 1936. Dos días antes había estallado la guerra civil española y el destino de ambos escritores cambiaría para siempre. Las palabras de Pablo Neruda poco a poco cobrarían realidad para su amigo europeo.
Federico García Lorca, considerado un opositor del franquismo por su arte y los rumores sobre su orientación sexual, fue detenido en agosto de ese año y su paradero, hasta hoy, se desconoce.
El año anterior, en 1935, Pablo Neruda dedicó una oda a García Lorca. “Cuando vuelas vestido de durazno, /cuando ríes con risa de arroz huracanado,/ cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes,/ la garganta y los dedos,/ me moriría por lo dulce que eres”. Así, el español quedó inmortalizado en los versos del Nobel chileno.
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