“Date la vuelta, no te ahogues”: Migrantes intentan cruzar el río Grande tras fin del Título 42
Las autoridades de Estados Unidos estiman que hay 60 mil personas al otro lado de la frontera sur aguardando para cruzar en los próximos días, luego de la expiración de la medida sanitaria que se puso en vigor durante la pandemia y que permitía la rápida expulsión de los migrantes.
Se espera que decenas de miles de personas intenten entrar a Estados Unidos durante los próximos días, luego de que el gobierno del Presidente Joe Biden dejara de aplicar el “Título 42″, una medida sanitaria temporal para mitigar la propagación de la pandemia y que permitía la rápida expulsión de los migrantes.
A causa de la expiración del Título 42 la pasada medianoche y el restablecimiento del Título 8, que históricamente ha determinado la gestión de migrantes hacia Estados Unidos y que autoriza a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza a expulsar a cualquier persona que intente ingresar a ese país en condición de irregularidad, muchas personas están avanzando a la frontera. La mayoría de ellas son adultos viajando solos, pero también hay grupos familiares, muchos con niños. Las autoridades norteamericanas estiman que hay 60 mil personas al otro lado de la frontera con México, aguardando para cruzar en los próximos días.
Entre ellas, The Associated Press habló con Aylin Guevara, de 45 años y originaria de Colombia. Caminó por el desierto de Ciudad Juárez hasta la frontera, acompañada de sus dos hijos, de 16 y 5 años, y su esposo. La familia voló desde una ciudad en la costa de Colombia, luego de recibir amenazas de muerte, y esperan encontrar refugio en Estados Unidos.
Su idea, luego de pasar la noche anterior en el hotel, era llegar lo más temprano a la frontera, “para llegar e ir con la ayuda de Dios y Jesucristo”, afirmó Guevara.
Pero cuando llegaron a unas horas de la expiración del Título 42, un oficial de inmigración les dijo que no podrían pasar. “Ya no, se acabó”, les advirtió con voz firme, diciéndoles que fueran a otros puentes fronterizos.
Originaria de Venezuela, la estudiante María José Duran, de 24 años, también habló con AP. Estaba, junto con otros migrantes, en un campamento improvisado por los oficiales de migración mexicanos, lejos de un lugar donde pudieran cruzar el río Grande a pie.
Durán contó que había abandonado la universidad cuando sus padres no pudieron seguir pagándola, y decidió con un grupo de amigos y familiares irse a vivir a Estados Unidos. Todos juntos, cruzaron el peligrosísimo Tapón de Darién, que separa Colombia de Panamá, además de cruzar los otros países centroamericanos antes de llegar a la frontera entre México y Estados Unidos.
“No sé qué pensar ahora, habiendo hecho un viaje tan difícil como este y encontrándonos ahora con esto”, declaró, mientras miraba al otro lado del río, donde oficiales del Estado de Texas esperaban con rifles. A pesar de eso, más tarde se pudo ver a Durán al otro lado de la frontera: junto con otros migrantes habían cruzado el río y el alambre de púas.
En una alerta para este viernes, el Servicio Nacional de Meteorología norteamericana predijo una “lluvia excesiva”, que podría empeorar aún más las condiciones de los migrantes que intentaran cruzar el río Grande esta semana. Asimismo, el organismo publicó un mapa que mostraba que las alertas de inundaciones repentinas estaban vigentes para casi todo el sur de Texas. El gráfico incluía una severa advertencia para los conductores cerca de la región: “Date la vuelta, no te ahogues”.
Al sur de la frontera, Alejandro Jesús Bago, de 44 años, llevaba ya siete días en un campamento entre la Ciudad Juárez y el río Grande, con su esposa, seis hijos y nietos. Esperó pacientemente con su familia, de modo que para la noche del jueves, cuando el Título 42 expirase, ellos tuvieran un lugar asegurado al frente. Pero en ese día llegó una gran cantidad de furgones.
Luego de un agotador viaje desde Venezuela, cruzando siete países para llegar a esa fila, Bago estaba nervioso por el hecho de que no le permitieran cruzar si las políticas migratorias se volvían más estrictas, e incluso empezó a contemplar el construir una vida en México. “No le recomendaría esto a nadie, pero no me arrepiento porque tengo que hacer lo que es mejor para mis niños, para asegurarme de que tengan la mejor calidad de vida que puedan”, comentó el padre de familia al diario Houston Chronicle.
El mismo medio habló con Yeiser Ramírez, un hombre de 34 años que había venido su casa y su auto para proveer a su esposa e hijos en Venezuela. “Vengo acá en busca de un mejor futuro para ellos. Quisiera conseguir un trabajo como el que tenía, como conductor de camiones, pero la verdad es que haría cualquier cosa por ellos”, declaró.
Como muchos migrantes al cruzar la frontera, se entregó a la policía con el miedo de que lo arrestaran y lo sacaran del país si no lo hacía. Obtuvo la libertad condicional, con un aviso para comparecer en la corte migratoria en 2027. Entre los que iban con él, siete pudieron cruzar sin problemas, pero otros cinco fueron deportados, sin que Ramírez sepa aún con qué criterio se les permitió quedarse a unos y otros no.
En general, es la confusión la que reina en la frontera: aún cuando se supone que el Título 42 desactivado ya no implica una deportación inmediata de ciertos migrantes solicitantes de asilo, algunos hablan de que las condiciones se vuelven más difíciles para entrar por los controles fronterizos.
Los ecuatorianos Washington Javier Vaca y Paulina Congo, un matrimonio con dos hijos, no sabían nada sobre el cambio de reglas. “Entonces, ¿ahora es mejor o peor para nosotros? Ya pedimos asilo en México, y luego de cuatro meses nos lo negaron”, contaron a AP.
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