Desde usar un láser, insultar al rival y portar armas en el estadio: las infracciones y duras sanciones que establece el nuevo protocolo contra la violencia en el fútbol
El Consejo de Presidentes de la ANFP aprueba las modificaciones a los protocolos que endurecerán las sanciones para quienes vulneren las leyes en los espectáculos deportivos. El ejercicio del derecho de admisión será obligatorio.
Los intentos por frenar la violencia en los estadios han sido, hasta ahora, vanos. En los últimos años, de hecho, el fenómeno se ha acrecentado. Sobran ejemplos tanto en el Campeonato Nacional como en los torneos internacionales en los que han participado equipos chilenos. Incluso con el agravante de que algunos han sido protagonizados por personas sobre las que pesa una de las medidas más temidas por los fanáticos: el derecho de admisión. Laxos y, evidentemente, vulnerables sistemas de control han permitido la presencia de sujetos que ponen en riesgo la actividad y, sobre todo, la seguridad de quienes asisten a ella con la finalidad de disfrutar un rato agradable que, en muchos casos, se ha convertido en un contratiempo.
La ANFP y las autoridades trabajan hace varios meses en la preparación de nuevas medidas para enfrentar a los violentistas. Idealmente, con el propósito de erradicarlos de los estadios. En ese contexto, en esta jornada el Consejo de Presidentes de Clubes conoció y analizó la propuesta que establece modificaciones al Protocolo de Derecho de Admisión, la herramienta con la que los organizadores de espectáculo pueden evitar la asistencia de quienes han incurrido en conductas indeseables. La aprobación fue mayoritaria. Solo O’Higgins, Huachipato, La Calera y Palestino se abstuvieron.
Mano dura
El ejercicio del derecho de admisión será obligatorio para los clubes y la ANFP, en su condición de organizadores de los espectáculos deportivos. En ese contexto, se establecen nuevos plazos para el cumplimiento de las formalidades relacionadas con su aplicación, la creación de un registro del ejercicio de tal prerrogativa y la creación de un protocolo de impugnación, que, en cautela de sus derechos, le permitirá al afectado reclamar en el club y en la ANFP. En los últimos días, por ejemplo, Mario Moreno, el Chapulín, fue sancionado por siete años como uno de los participantes en un funeral que incluyó la invasión al estadio Monumental.
Sin embargo, lo más llamativo dice relación con las sanciones. Y en ese acápite la conclusión es que se aplicará mano dura. Y el resumen, que en el extremo más grave, las sanciones duplicarán en extensión a las que se aplican actualmente. En efecto, hay cinco conductas que están calificadas con el rótulo ‘gravísimo’ y que exponen al responsable a 10 años de impedimento de asistir a los estadios: provocar o causar lesiones a menores de edad, adultos mayores o personas con movilidad reducida; provocar abortos o personas gestantes; reventón del acceso del recinto deportivo; portar accionar, detonar o manipular elementos pirotécnicos al interior del coliseo deportivo e ingresar a la cancha y agredir físicamente a jugadores, cuerpo técnico, árbitros, directivos o personal que trabaja en el estadio.
El rango inmediatamente anterior es igualmente categórico. Bajo la denominación ‘muy grave’, que involucra derecho de admisión por ocho años, están categorizados varios comportamientos inadecuados: porte de armas de fuego, hechizas o artefactos explosivos; lanzar objetos contundentes al interior del coliseo deportivo; ingresar a la cancha y amenazar a jugadores, cuerpo técnico, árbitros, directivos o personal que trabaja en el estadio; portar, activar, detonar o manipular elementos pirotécnicos al interior del recinto deportivo, causar lesiones graves y retener o tomar control de vehículos de transporte público de pasajeros.
Sin espacio para la tolerancia
Si en el extremo más enérgico de los castigos están penalizadas las situaciones de mayor connotación con las medidas más severas, en el opuesto las cosas tampoco se ven fáciles para quienes excedan las normas que regulan el comportamiento en los estadios. De hecho, la sanción mínima es la prohibición por un año para asistir a los reductos e incorpora varias conductas que con el tiempo se han hecho recurrentes, pero que no por eso deben ser normalizadas: no respetar la ubicación o numeración del asiento, introducir o intentar introducir animales al recinto deportivo, salvo que se trate de animales de asistencia, e intentar o introducir indebidamente o de manera oculta elementos que afecten la visión de los asistentes.
La pena se eleva al doble en el caso de ejecutar cualquier tipo de conducta que incite a la violencia; intentar ingresar lienzos o ingresar lienzos al recinto deportivo; instalar lienzos en rejas o exhibirlos en tribunas del recinto deportivo; el uso de punteros láser; trepar las rejas u otro tipo de conductas que por su causa interrumpan o retrasen el desarrollo del partido; la participación en desórdenes en las inmediaciones en los estadios o en los hechos conexos; el intento de ingresar en estado de ebriedad o bajo los efectos de las drogas, intentar burlar o burlar el derecho de admisión y hasta robar los balones que salgan del campo de juego.
En el rango de las conductas ‘menos graves’, que involucran una prohibición de asistencia por cuatro años, figuran, entre otros: la participación en desórdenes al interior del estadio; efectuar o proferir expresiones de carácter racista, xenófobos, misóginos, homofóbicos o discriminatorios a cualquiera de los participantes del evento deportivo; falsificación o reventa de entradas en las inmediaciones de los estadios; amenazar directa o indirectamente a jugadores, cuerpo técnico, directivos o personal que trabaja en los estadios; amenazar, extorsionar o acosar a asistentes al interior del recinto deportivo; escupir a jugadores, miembros de cuerpos técnicos, directivos o a cualquier persona dentro o fuera del campo de juego; participar en cánticos de carácter racista, xenófobos, misóginos, homofóbicos o discriminatorios o ingresar sin autorización a zonas destinados a jugadores, cuerpo técnico, directivos o personal que trabaja en el estadio.
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