Diego González, historiador: “El PC ha sido consistente en su postura internacional y el apoyo a Maduro es parte de esa línea”

Diego Gonzalez
Diego González Cañete

Doctorado en Historia por la Universidad Libre de Berlín, el investigador publica La Hora del Pueblo: Historia Intelectual de la Democracia en Chile (1945-1965). Editado por el IES, el ensayo ofrece un recorrido histórico en torno al concepto de democracia, sus transformaciones y tensiones desde tres perspectivas esenciales: la izquierda comunista y socialista, el humanismo cristiano y la derecha conservadora y nacionalista. En el texto figuran personalidades como Salvador Allende, Eduardo Frei Montalva, Luis Corvalán y Jaime Eyzaguirre.


Cuando llegó a Berlín, en 2017, comenzaba a hablarse de la crisis de la democracia liberal en Occidente. En el Reino Unido se había votado el Brexit y en Estados Unidos Donald Trump alcanzaba la presidencia con un discurso de derecha populista. Luego ocurrió el estallido social en Chile, que puso en riesgo el sistema democrático. Todo ello resonaba en el proyecto de investigación que desarrollaba Diego González Cañete: una historia intelectual de la democracia a mediados del siglo XX en Chile.

Doctorado en la Universidad Libre de Berlín, Diego González publica ahora con el IES La hora del pueblo, un ensayo que persigue las diferentes visiones sobre la democracia y los debates en torno a ella en Chile, entre 1945 y 1965, desde tres posiciones esenciales: la izquierda comunista y socialista, el socialcristianismo y las derechas conservadora, tradicional y nacionalista. Si bien se trata de una historia intelectual, a menudo aparecen en ella figuras políticas como Salvador Allende, Luis Corvalán y Eduardo Frei Montalva, junto a personalidades vinculadas a la academia, como Eugenio González, Jaime Castillo Velasco y Jaime Eyzaguirre.

El fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, abre una nueva época, subraya el autor: si a inicios del siglo XX la democracia aún tenía resonancia revolucionaria, con la derrota de los fascismos se vuelve un concepto ineludible. Las dos décadas de estudio están delineadas por hechos significativos para la democracia: desde la formación de la ONU y la Declaración de los Derechos Humanos, a la muerte de Stalin, la Revolución Cubana y el Concilio Vaticano II.

La democracia liberal y el régimen socialista son los dos modelos que emergen victoriosos de la guerra. Desde el PC se promueve una democracia proletaria y revolucionaria, inspirada por la Unión Soviética. La consigna es “o con el pueblo o contra el pueblo”. En palabras de Luis Corvalán, “la Unión Soviética es hoy día -y desde ya hace algún tiempo- el país más democrático del mundo”. Hacia 1956, el PC adopta la vía pacífica al socialismo, descarta la lucha armada, pero acentúa la movilización de masas.

ALTAMIRANO, RAFAEL AGUSTÍN GUMUCIO, LUIS CORVALÁN, SALVADOR ALLENDE, EN CONCENTRACIÓN UP.
Archivo Histórico / Cedoc Copesa

A diferencia del PC, en el socialismo chileno se da una gran pluralidad ideológica, si bien apuntará también contra la “democracia formalista” y a favor de una “democracia igualitaria de trabajadores”. Con el triunfo de la Revolución Cubana abrazará abiertamente el camino revolucionario. En la perspectiva socialista, solo la revolución podría transformar la “democracia fraudulenta” en una “democracia de los explotados”. “Es la hora del pueblo”, dirá Salvador Allende.

A su vez, desde la Falange Nacional primero y la Democracia Cristiana después, el humanismo cristiano es crítico del capitalismo y del socialismo; habla de una revolución basada en los valores de la justicia y la solidaridad, y la redención de los pobres. La DC promueve la “revolución en libertad”.

A través de las revistas Estudio y Finis Terrae, ambas dirigidas por Jaime Eyzaguirre, tuvo expresión el pensamiento conservador y tradicionalista. Hispanistas, antimodernos, admiradores de Franco, eran críticos de la democracia y del liberalismo. A su vez, la revista Estanquero abogaba por una “democracia portaliana autoritaria”.

La democracia resultaba insoslayable en la época, pero los tres sectores se sentían insatisfechos. ¿A qué respondía esa coincidencia?

Los tres sectores son herederos de discusiones que habían tenido lugar en los años 30, eso es muy claro en el socialcristianismo y la izquierda marxista, porque aún venía la estela de la revolución bolchevique y del antifascismo en los años 30. El mundo conservador o tradicionalista tenía preguntas propias, había sido muy importante la Guerra Civil Española. Todas eran preguntas que antecedían a la guerra, pero lo que empecé a ver es que la democracia se estaba transformando en una suerte de palabra inescapable, se hace vocabulario común. Y añadiendo al término una carga conceptual propia, las tres grandes tradiciones se acomodan a esta nueva situación y tratan de proponer una visión enriquecida de lo que tenía que ser la democracia.

El diagnóstico es que la democracia liberal era insuficiente…

Es un momento bisagra, y se trata de dotar a la democracia de un significado que sea nuevo. Se entiende que el mundo está prácticamente partiendo de cero, sobre todo Europa, de las cenizas de la guerra. No hay que olvidar la suerte infausta de las repúblicas que habían intentado ser democracia pluralista en Madrid y en Weimar. Entonces ese régimen, la república parlamentaria de democracia pluralista, se considera agotado y cada tradición intenta darle un significado renovador.

Frei Montalva
La familia del expresidente Eduardo Frei Montalva anunció que recurrirá a la Corte Suprema buscando revertir el fallo.

En el caso de la izquierda, el objetivo es la revolución, pero es un proceso gradual. En los primeros años se habla de defender la democracia del fascismo.

Fue un proceso gradual y con las distinciones que ameritan en el caso del Partido Comunista y de la tradición socialista. El Partido Comunista se sentía artífice de la democratización en Chile, de la apertura del sistema político a los sectores obreros, proletarios; tenía una raigambre obrerista muy fuerte, solo se abre a sectores de clase media a fines de los 60, donde se integran intelectuales, músicos, lo que conocemos en la Unidad Popular. Y en el caso del socialismo, hay una reivindicación de la democracia en términos ideales, pero después de la Revolución Cubana los intelectuales socialistas son sumamente creativos para desdeñar lo que yo llamo la democracia vigente, porque ¿era Chile una democracia? La izquierda respondía que no, era una democracia formal, de fachada, facciosa, Allende dice arcaica, o sea, muerta. Después de la Revolución Cubana, todas las discusiones se vuelven apremiantes y se preguntan si están haciendo una revolución por allá, qué tipo de revolución hacemos nosotros acá.

En el caso del PC, ¿cómo se da la tensión entre el ideal del socialismo y la vía pacífica?

En el caso del PC hay sinuosidades. Está la lucha de masas, participar del juego político, pero los comunistas tenían un ethos: eran trabajadores para el proceso revolucionario. Cuando se sanciona la proscripción del partido durante el gobierno de González Videla, hubo una parte del PC que apostó por cierta resistencia violenta, en el caso de Luis Reinoso, a quien expulsan del partido. El año ‘56, el Partido Comunista opta por la vía pacífica en línea con lo que estaba ocurriendo con el Partido Comunista soviético, pero ya entrado en los 60 se abre a formas de vía no armada, las tomas de terreno, las huelgas, una suerte de sabotaje.

¿Cómo se podía sostener, como llega a decir Luis Corvalán, que la Unión Soviética es el país más democrático del mundo, con la evidencia que ya existía?

Jaime Castillo Velasco dice que el comunismo no tiene cómo hablar de democracia en Chile, si en todas partes son cómplices de dictaduras. Pero es inevitable, por otro lado, preguntarse por la naturaleza de esa adhesión, que es política, ideológica, a modelos que consideramos abiertamente dictatoriales, como la República Democrática Alemana, Polonia, Hungría y la Unión Soviética. Y al final es una pregunta que yo no puedo terminar de responder. En alemán hay una palabra para hablar de la nostalgia por el Berlín del Este, por la RDA, ostalgie. Siendo que no eran democracias liberales, había algo que las personas que venían de fuera valoraban: la seguridad social, las comunidades que se formaban, la relación con la juventud. Me acuerdo del epígrafe de Limónov, el libro de Carrère, es una cita de Putin: “El que quiera restaurar el comunismo no tiene cabeza; el que no lo eche de menos, no tiene corazón”. En el comunismo chileno había adhesión emocional a regímenes del Este que no eran liberales en ningún sentido, pero que para estas personas cumplían con algunas de las garantías que tenía que tener un régimen democrático. El libro trata de encaminar la discusión en ese sentido: ¿Cuál es el contenido que estas personas le asignaban a la democracia?

jaime guzman
CHARLA DE JAIME GUZMÁN Y JAVIER LETURIA. 17 DE MAYO 1973. FONDO HISTÓRICO - CDI COPESA

La DC toma distancia de la derecha y la izquierda, pero también quería transformar la democracia. ¿Cómo ve su dilema?

La DC llega a tener un lenguaje revolucionario. Ni capitalismo ni socialismo, democracia cristiana, dice Patricio Aylwin. Ellos veían la conciliación natural entre los principios cristianos y la democracia como ideal humano. La democracia liberal es una degradación, ha expuesto al pueblo a la pauperización industrial, a la decadencia de los espíritus. En los años 90 Aylwin habla contra los malls; es una censura moral. Y había intelectuales que propugnaban con Jacques Maritain un renacimiento de la cristiandad. En su visión, la democracia no puede ser simplemente formal, votar o no votar, sino que hay un contenido en la democracia que es de esencia evangélica y, por lo tanto, los principios cristianos tienen que verse reflejados. Y están convencidos de que esto es solo posible con un esfuerzo revolucionario, pero que no es violento. Ahí hay una ambigüedad que queda expuesta en el gobierno de Frei. Y hasta ahora nos seguimos preguntando ¿qué es la DC hoy?

A diferencia, la derecha intelectual parece ir contra la modernidad democrática...

En el libro yo me ocupo del pensamiento de la derecha, pero el Partido Conservador y el Partido Liberal eran afines a la democracia representativa y a la modernización capitalista. Estas tendencias intelectuales acompañaban la reflexión política. La influencia no es directa, pero se ve en personeros como Jaime Guzmán. En ellos hay un pensamiento muy escéptico de la modernidad, esencialmente católico, tradicionalista o conservador, y una sospecha por una suerte de extravío de un orden anterior, jerárquico, orgánico, católico, previo a la llegada de la modernidad liberal a Occidente. La alternativa no era Estados Unidos ni la Unión Soviética, sino España. Es una discusión que evoca un pensamiento ajeno a las discusiones de la época. Pensemos en EE.UU. en los 60, es la década de oro del capitalismo, la venta de autos, la música popular, la moda, y aquí se ve como un extravío. Y no es una crítica aislada de este grupo de personas excéntricas, tiene penetración entre los intelectuales chilenos, incluso hoy hay quienes reivindican un tipo de democracia que no sea liberal.

La pregunta que ronda y que usted deja para el final es la responsabilidad que les cupo a los intelectuales en el deterioro de la democracia…

Eso lo planteo como una hipótesis, porque no avanzo más allá. El libro tiene tanto que ver con la democracia como con el pueblo, fue muy difícil en Chile en esa época pensar la democracia sin, al mismo tiempo, pensar en el pueblo. La democracia no se pensó tanto en términos del sistema político y las libertades, el régimen de partidos, sino en función del sujeto protagonista, o sea, en el pueblo, el proletariado, los pobres, eso está de nuevo de moda, ¿no? Y todo eso es muy actual. Planteo la pregunta hasta qué punto influyó el discurso sumamente severo con la democracia vigente en Chile en que la democracia perdiera todo tipo de legitimidad. No es que haya una influencia directa en el Golpe, pero las ideas importan, la vinculación de las ideas con la política es real y hay que tomarles el peso a las cosas que se dicen, las cosas que se escriben y las cosas a las que uno le pone la firma.

En este contexto, ¿cómo ve la actitud del PC chileno hoy ante la elección en Venezuela y su apoyo a la dictadura de Maduro? Alfredo Joignant dijo que el PCCH mostró una pulsión autoritaria.

Aunque hoy parezca insostenible, el PC ha sido consistente con su posición en materia internacional y el apoyo a Maduro es parte de esa línea. Algunos ya lo han señalado: no convencen las especulaciones en torno a las “dos almas” al interior del partido; hay dirigentes más tácticos y otros más destemplados, pero hasta donde sabemos, los primeros no han puesto su militancia en duda.

Llama la atención que a personas como Joignant sorprendan esta “pulsión autoritaria” del PC: sus posiciones son por todos conocidas, hace muchos años, y la coalición que nos gobierna se conformó con estos antecedentes disponibles. Es más bien una lección de contexto: tras lo ocurrido en la elección, parece inaceptable lo que antes se toleró.

Pareciera que la lección es más profunda e involucra a toda la izquierda y a sus lealtades históricas: Venezuela no dejó de ser una democracia la semana pasada y el apoyo a Chávez y luego a Maduro fue mayoritario entre la izquierda latinoamericana hasta hace muy poco. Además, lo mismo que sabemos sobre Venezuela podría decirse respecto de Cuba. ¿Y con cuánta frecuencia se usa la palabra “dictadura” para referirse a ella? Ese es un riesgo, me parece, que el PC no estará dispuesto a correr: darle la espalda a Maduro y, luego, al chavismo, es hacer tambalear toda la estantería de imágenes de la izquierda latinoamericana desde los años 60. Y, caídos Chávez y Castro, solo quedará Allende.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.