Diego Ibáñez, presidente de Convergencia Social: “Uno podría discutir las gradualidades, pero no el sentido transformador del programa”
Luego de más de un año sin mesa directiva de manera formal, el diputado fue electo como nuevo timonel de la colectividad, la misma en la que milita el Presidente Boric. Con una participación de más de 8.500 militantes en un padrón que supera los 37 mil, superó las expectativas que en general tienen las tiendas frenteamplistas. El parlamentario reconoce que existen temas “materiales” inmediatos -como seguridad y economía- que deben ser abordados con celeridad. Sin embargo, se distancia de la idea que se ha planteado de moderar el tranco de algunas reformas de gobierno de corte más social.
“Lo primero es ordenar la casa”, dice el recién electo presidente de Convergencia Social (CS), el diputado Diego Ibáñez. Y es que desde hace más de un año, el partido del Jefe de Estado, Gabriel Boric, no tenía una mesa directiva estable tras la suspensión de las funciones que ejercía la extimonel Alondra Arellano. Así, y con una colectividad que llega a un padrón de casi 40 mil militantes, los comicios internos superaron las expectativas de participación, un fantasma que siempre rondaba en las tiendas del Frente Amplio.
En entrevista con La Tercera PM, Ibáñez -como nuevo líder de CS- aborda principalmente el curso del gobierno, la idea que se ha instalado de moderar el tranco de las reformas de gobierno y la proyección del partido de Boric.
¿Cuál es el desafío inmediato del partido de Gabriel Boric en el contexto de un gobierno que ha perdido aprobación ciudadana?
Queremos constituirnos como un partido eje que haga colaborar a las dos coaliciones, que permita hacer avanzar las prioridades del gobierno respecto a lo estratégico, pero también enfocado en lo urgente que es el alza del costo de la vida y la seguridad ciudadana. Es importante que Convergencia Social se ponga a disposición del diálogo entre las dos coaliciones para ordenar el trabajo de los partidos y ordenar al gobierno.
¿Cree que ese escenario hace que como gobierno tengan que reenfocar la hoja programática? Mencionó la seguridad y economía, temas que podrían desplazar los aspectos más “sociales” del programa que dieron el triunfo a esta administración.
Hay temas estratégicos que no pueden esperar, como una nueva Constitución, dar curso a una reforma tributaria, la reforma previsional que se va a presentar la próxima semana probablemente. Pero al mismo tiempo, deben empalmar con estos asuntos “materiales” inmediatos que hoy la ciudadanía exige al mundo político y que muchas veces la izquierda se pierde en horizontes muy a largo plazo, dejando de lado el corto plazo. Hay que hacerse cargo más que discursivamente de estos aspectos, sino que materialmente: hay que caminar, correr, mascar chicle y coordinar ambas dimensiones del programa.
¿No hay temor, particularmente en su coalición, de que se instale un “realismo sin renuncia”? ¿No se debe priorizar la presentación de ciertas reformas sobre otras?
Yo no veo ese temor. Hoy Chile tiene urgencias que hay que abordar rápido, con estrategia. Cuando presentamos la reforma tributaria para recaudar y financiar los derechos sociales, tienen que ir presentados los derechos sociales que vas a financiar, en paralelo. Eso también es un llamado de atención a todos los actores políticos a tomarse con seriedad la tramitación de los proyectos. No podemos dar un espacio a eventuales faltas de acuerdo. (...). Uno podría discutir las gradualidades, los resultados de los diálogos y los acuerdos en el Parlamento, pero no el sentido transformador del programa. Incluso hoy me da la impresión de que dentro de la derecha hay un sector que está tomando muy en serio superar el estado subsidiario.
¿No es más estratégica la “gradualidad” o reformulación de estas reformas, como han planteado algunos en el Socialismo Democrático? En la administración del segundo gobierno de Michelle Bachelet había un horizonte que marcó ese gobierno, la reforma educacional.
Hay al menos dos reformas estructurales este año que se presentan, que es la tributaria y la de pensiones. En función de cómo se dé ese debate van a presentarse reformas al modelo de salud que son las urgencias que tiene hoy la ciudadanía en sus prioridades, pero hay que avanzar en todos los elementos que son necesarios para el pueblo chileno. No sé si compararse con otro gobierno, en otro momento político, valga la pena para ir definiendo nuestra estrategia.
¿Qué se juega Convergencia Social en este período político? Imagino que la consolidación del proyecto, además hay una “ambición” de continuar en el Ejecutivo.
Nos jugamos la posibilidad cultural de que las salidas al malestar ciudadano sean mediante la ampliación de los derechos sociales y no su restricción ni el fortalecimiento de un modelo individualista que provocó mucha fractura en la sociedad chilena. Hoy el proceso constituyente sigue abierto, el ciclo de movilizaciones, si bien se encuentra alicaído, los dolores siguen latentes. La posibilidad de que el ciclo político se resuelva mediante una garantía de derechos fundamentales y sociales nos parece que es clave.
Al inicio comentaba la idea de que CS sea el puente entre las dos coaliciones. Durante el fin de semana, el presidente de RD, Juan Ignacio Latorre, fue particularmente crítico con el Socialismo Democrático. ¿Cuál es su visión respecto a cómo se ha dado el engranaje entre las coaliciones?
Creo que son experiencias de identidades político-culturales distintas. Hoy no vale la pena centrarse en las diferencias, sino en lo que nos es común para empujar estos cambios que anhela la ciudadanía. Yo estoy muy lejos de esos dimes y diretes que a veces son más posiciones egocéntricas que posiciones políticas profundas. Queremos ser un espacio de encuentro, de diálogo, de puente entre estas experiencias políticas para darle soporte al gobierno.
¿Ha logrado tender puentes con dicha coalición?
He conocido poco a poco a la dirigencia de nuestros socios de gobierno y me he llevado una buena impresión. Cuando se trabaja de forma transparente, conversando las diferencias y relevando lo importante de nuestra práctica política, se avanza.
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