Economía, gobernanza e inseguridad: los retos que Yamandú Orsi enfrentará como presidente de Uruguay
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Con la inseguridad escalando como una de las mayores preocupaciones de la población y la economía en el foco de la campaña presidencial, el regreso del Frente Amplio al poder en Uruguay estará marcado por desafíos claramente establecidos en el debate público.
A un día de la asunción de Yamandú Orsi como el nuevo presidente de Uruguay, cuando el delfín de José “Pepe” Mujica llegue a la Torre Ejecutiva para liderar la nación como sucesor del centroderechista Luis Lacalle Pou, los desafíos a los que la entrante gestión deberá hacer frente ya están bien delineados.
Con la economía como uno de los principales problemas en un país estable, pero cuyo crecimiento promedio anual se situó en el 1% en los últimos años (lejos del 5,5% de entre 2005 y 2015), los ojos de los uruguayos estarán bien atentos a sus movimientos. No es el único, eso sí. Medios y analistas locales han destacado que la gobernabilidad, debido a un Parlamento dividido, será un escollo importante. Y, al igual que en parte de la región, la inseguridad podría tomarse parte de la agenda del entrante mandatario del Frente Amplio.
Déficit fiscal y crecimiento
El tercer presidente de izquierda en los casi dos siglos de independencia uruguaya llegó al sillón presidencial sabiendo del problema económico. No por nada, el tópico fue uno que se repitió en el debate público durante la campaña presidencial de 2024 en la que venció a la carta oficialista, Álvaro Delgado.
Recibe un país que entre 2005 y 2015 creció en promedio a un ritmo del 5,5% anual bajo las gestiones del fallecido Tabaré Vázquez (2005-2010) y Pepe Mujica (2010-2015), ambos gobiernos “favorecidos por condiciones externas excepcionales”, aseguró el analista y estratega político Daniel Supervielle en una columna para el medio Diálogo Político.
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Si bien Uruguay se considera uno de los países más estables de la región, tanto en términos económicos como políticos, el 1,1% de crecimiento promedio anual de los tres primeros años de Lacalle Pou hace que revertir ese número sea una necesidad, cree Supervielle. Aquella cifra se obtiene al sumar y restar el -6,1%, el 4,5% y el 4,9% que logró repuntar el derechista tras la crisis generada por la pandemia del Covid-19.
“Establecer las bases para un crecimiento sostenido e independiente de factores exógenos debe ser la principal prioridad de la nueva administración de Yamandú Orsi”, planteó Supervielle.
La estimación actual del Fondo Monetario Internacional (FMI) es de un crecimiento del 3% para 2025, pero esa proyección choca de frente con una muralla: debe cumplir a sus votantes el cumplir las demandas sociales cuando el déficit fiscal persiste, considerando que ese indicador cerró 2024 en -4,1% del producto interno bruto (PIB), detalló el medio Swissinfo.
En diálogo con la agencia AFP, los ciudadanos expresaron esa misma inquietud. “Los trabajos son precarios, no nos alcanza para vivir”, dijo Inti Antuña, un estudiante universitario de 23 años que cree que el nuevo gobierno debe garantizar mejores condiciones para los jóvenes.
Pero, al otro lado del charco, quienes no votaron por el frenteamplista también piden estabilidad económica. “Me da bastante incertidumbre. Ojalá que el país siga creciendo”, comentó Ana Lucía Rodríguez, una asesora comercial de 42 años, a Swissinfo.
Y los expertos coinciden. Nicolás Saldías, analista del EIU, la unidad de inteligencia del grupo británico The Economist, dijo a AFP que “reducir el déficit fiscal es importante para mantener la calificación de grado de inversión de Uruguay controlando el crecimiento de la deuda pública como porcentaje del PIB, que ha crecido desde 2019”.
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La dirección del ámbito económico recaerá en Gabriel Oddone, un doctor en Economía con trayectoria en el mundo privado, y “las expectativas sobre el éxito o fracaso de este gobierno recaen en gran medida sobre Oddone y su equipo económico. La tarea no será sencilla: deberá lidiar con un escenario global complejo y con un FA que aún mira con recelo muchas de sus propuestas”, aseveró Daniel Supervielle.
Su nombre ya era conocido y se esperaba que asumiera el puesto. En un intento por calmar a los mercados y a los indecisos, durante la propia campaña, Yamandú Orsi anunció a Oddone como su carta para el puesto. Entre sus credenciales trae consigo que es “un hombre del riñón del moderado Daniel Astori, exvicepresidente de Mujica y que ya ocupó ese cargo durante el gobierno de Tabaré Vázquez”, explicó el canal televisivo argentino TN.
Si bien la uruguaya es una economía estable, también es costosa, pese a que en el último tiempo se logró controlar la inflación desde un 8% hasta el 5%.
Para Daniel Zovatto, Global Fellow del Wilson Center, “el éxito del próximo gobierno dependerá de su capacidad para balancear las demandas sociales con la sostenibilidad económica, manejar las tensiones al interior de su espacio político, garantizar la gobernabilidad en un Congreso fragmentado y proyectar a Uruguay como un actor clave en el escenario internacional”, escribió en una columna para el periódico El Tiempo.
Acuerdos y gobernabilidad
Como nunca en los anteriores gobiernos del Frente Amplio, Yamandú Orsi comandará el país sin una mayoría propia en el Congreso. Salvo en un periodo entre 2016 y 2017, el bloque estuvo siempre con dominio numérico, lo que les permitió aprobar numerosos proyectos de ley en línea con su política de Estado. Pero ese no es el caso en este cuarto gobierno progresista.
De todos modos, le basta pactar con cualquier partido, salvo el Independiente (que solo tiene un asiento), para alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados, pero el margen de acción es acotado. En el Senado, en cambio, ya cuentan con 17 curules (si se suma el voto extra de la vicepresidenta electa, Carolina Cosse), por lo que superan el umbral de la mayoría simple, considerando que el total son 31 asientos.
La figura de Orsi, en todo caso, ha sido destacada como una tendiente a la negociación. Así lo señaló el politólogo uruguayo Alejandro Guedes a Deutsche Welle. “No estamos hablando de un estadista o de un intelectual. Estamos hablando de una persona que fue dos períodos consecutivos secretario general de la intendencia de Canelones y dos veces intendente de forma sucesiva”, explicó. Esa experiencia, además, le ha otorgado valiosas dotes negociadoras. “Para aprobar determinados préstamos con el Banco Interamericano de Desarrollo, necesitaba una mayoría especial y la lograba negociar con la oposición”.
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A ello se suma el polarizado panorama regional, donde las fuerzas de izquierda y derecha se alinean de forma evidente. Así quedó en claro este miércoles, cuando los presidentes de Chile, Gabriel Boric; de Colombia, Gustavo Petro; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de España, Pedro Sánchez, y el mandatario electo de Uruguay, Yamandú Orsi Martínez, se reunieron de forma telemática para “reafirmar su compromiso” y “definir lineamientos y acciones conjuntas” frente a la desinformación y “el uso malintencionado”.
Como vecino de Argentina, también deberá negociar con el gobierno de Javier Milei, libertario que ha criticado abiertamente a sus pares de izquierda en la región. El economista argentino no visitará Uruguay para el cambio de mando de este sábado 1 de marzo.
Un tema regional
La inseguridad no es ajena para los ciudadanos uruguayos. Es más, junto con la economía, se posicionó como uno de los mayores tópicos de la reciente elección presidencial. Gerardo Caetano, historiador y politólogo uruguayo, aseguró a Deutsche Welle que “el Uruguay se ha vuelto inseguro. Tiene indicadores de homicidios por cada 100 mil habitantes muy elevados, su índice duplica al argentino. En barrios pobres la inseguridad es muy elevada, y en un porcentaje muy alto está vinculada al narcotráfico”.
Al igual que otras ciudades con acceso al mar a través de puertos (como San Antonio, en Chile, Rosario, en Argentina, o Guayaquil, en Ecuador), la capital Montevideo se convirtió en “el puerto de salida de grandes expediciones de droga con rumbo a Europa”, añadió el historiador. “Es un tema que el próximo presidente va a tener que encarar no solo fronteras adentro, sino que va a tener que hacerlo en clave regional”, añadió en diálogo con DW.
Una encuesta de la firma Equipos Consultores reveló que la inseguridad ciudadana es el principal problema para los uruguayos (37%), seguido de lejos por el desempleo (17%).
Pero no es todo. Su tasa de homicidios es alta, con 10,6 por cada 100.000 habitantes en 2024, señaló el sitio especializado InsightCrime, con 379 asesinatos en un país de una población cercana a los tres millones y medio. La tasa ha disminuido levemente en los últimos tres años, pasando de 10,8 en 2022 a 10,7 en 2023 y al actual 10,6 del año pasado.
La otra cifra preocupante es la ocupación carcelaria, ya que hay 445 presos por cada 100.000 habitantes, lo que convierte a Uruguay en el país con el número más alto de toda Sudamérica, y en el décimo a nivel mundial.
Orsi ya anunció que creará 2.000 nuevos puestos policiales en el país, y también aumentará la cantidad de cámaras de videovigilancia hasta llegar a las 20.000. Se estima que el 55% de los homicidios ocurren en la capital, Montevideo, y las víctimas están principalmente en el rango de entre los 18 y los 37 años.
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