El CAE, el neoliberalismo y los títulos universitarios: diez declaraciones (de principios) del nuevo subsecretario de Educación Superior

Víctor Orellana

Víctor Orellana (Comunes) es sindicado como una de las voces más críticas sobre el sistema educativo chileno en el oficialismo. Acá, un repaso de una decena de veces en que dejó clara su mirada.


El viernes 10 de marzo Víctor Orellana (Comunes) asumió el mayor desafío de su carrera: tras el cambio de gabinete que ordenó el Presidente Gabriel Boric, el sociólogo se transformó en el nuevo subsecretario de Educación Superior luego de una vida ligada al sector, la que tuvo sus inicios entre las movilizaciones secundarias de 2001 y la secretaría general de la Federación de Estudiantes de la U. de Chile.

Ahí, cuentan cercanos al doctor en Ciencias Sociales, fue que comenzó a forjar su mirada más dura y crítica sobre la educación que se ofrece en Chile. En el mundo de la educación, el autor del libro ‘Entre el mercado gratuito y la educación pública. Dilemas de la educación chilena actual’, es conocido como una de las voces más críticas al sistema educativo nacional que se pueden encontrar en el oficialismo.

Pero ¿qué piensa realmente Víctor Orellana sobre la educación chilena? ¿Cuáles son sus intransables?

Fin al CAE

El sociólogo ha sido muy crítico con el Crédito con Aval del Estado, el cual se ha encargado de fustigarlo. En julio de 2022 el Mineduc publicaba un polémico estudio sobre el CAE y que a su juicio evidenciaba “lo mal que resultó esta política pública en relación a sus promesas (…) la derecha, lamentablemente, prefiere negar la realidad”. Y sumaba: “En lugar de enfrentar este problema, la derecha hoy cuestiona las cifras del Mineduc (…) intentan hacer entrever que, en vez de fracasar el CAE, el Mineduc se equivoca”. Al criticar las cifras, sintetizaba, “en lugar de enfrentar la realidad, se demuestra la bancarrota de la derecha. No se puede tapar el sol con un dedo. Ni Uber ni Facebook Market salvan el CAE, por favor. Seamos serios”.

El sistema chileno, dañado

“Acá se hizo un experimento de mercado con un nivel de radicalidad único en el mundo”, decía en El Mostrador en medio del debate constitucional. Orellana, de hecho, opinaba que la propuesta de texto recuperaba “la cordura en un sistema que se nos había desquiciado bastante y constituye las bases institucionales para poder sentar cabeza”. El nuevo subsecretario también había señalado que la propuesta despejaba “muchos de los cerrojos que se instalaron a sangre y fuego en los 80 y que fueron profundizados en los años venideros”. También ha expuesto que “debiésemos avanzar a un sistema de acceso universal, público, gratuito”. Las universidades públicas, opinaba en enero de 2020 en la misma línea, “deben ponerse a tono con el nuevo Chile y el proceso constituyente, caminando hacia su universalización basada en libre acceso”. Pero, además, en otros diálogos decía que se le debe a la sociedad chilena “un sistema de educación acorde al siglo XXI; una pedagogía con sabor a empanadas y vino tinto, que le haga frente a los tecnócratas, metidos en toda esta cosa del Simce, la PSU, todas estas palabras que vienen del mundo ingenieril”.

¿Progresistas?

En el marco del encuentro ‘Ciudadanía y política’ de hace casi una década en el ex Congreso Nacional, en representación de la Fundación Nodo XXI, Orellana tomó la palabra. Ahí fue claro en sus conceptos sobre “el mundo político autocatalogado de progresista”, de quien decía que después de 2011 “se ha lanzado a repetir muchas de las consignas lanzadas por el movimiento social. Se le convoca a engrosar la ‘oposición política’. Se critica la desigualdad social, la mercantilización de la educación y de la salud, la depredación de los recursos naturales, pero no se dice nada sobre cómo llegamos acá. Pareciera que salimos de la dictadura directamente al gobierno de Piñera. Una profunda amnesia -esta vez, de otro signo- parece invadir a muchos”. Pero, ¿a quién se refería? “Hay muchas frases críticas dando vueltas. Pero no vemos una crítica sustantiva a la Concertación desde sí misma (…) Varios han dicho ‘la Concertación ha muerto’. Se lo escuchamos a Letelier y Girardi. Pero claro, los certificados de defunción siempre se extienden para otros, jamás para sí mismos. Ximena Rincón discrepa con el presidente de su partido en un diálogo organizado por nuestra fundación, nos reclama que evaluemos su posición política exclusivamente en términos personales, y no la del partido político en el que milita”. Y sumaba: “Los partidos de la Concertación no han asumido la responsabilidad que le cabe en la actual injusticia y desigualdad, tras ser la fuerza gobernante en las últimas décadas”.

La nueva izquierda y los secundarios

A pocos días de generado el estallido social, Orellana contextualizaba que los estudiantes secundarios habían gatillado ese movimiento al desobedecer el pago del pasaje del Metro. “En tal acto adaptaron creativamente el viejo principio de la acción directa. Es este espíritu el que una nueva izquierda debe proyectar y politizar, ante el aprendizaje de que la transformación social no se decreta desde el Estado, por más que el Estado pueda colaborar con ella”, aseguraba. En ese sentido, ahondaba que una nueva izquierda, “enraizada material y culturalmente en el pueblo chileno que emerge, debe saber entonces combinar lucha en el Estado -necesaria e imprescindible- con la lucha en la sociedad. El propio neoliberalismo, con su concentración de la riqueza, creó las bases para una amplia alianza popular. Una nueva izquierda deberá ayudar a conducir esa energía y creatividad, que hoy fluye como una catarata desde el seno del pueblo chileno, hacia la transformación democrática, hacia mayor igualdad y mayor libertad colectiva e individual”.

No al PS y el rol del Frente Amplio

“El FA tiene que marchar junto a los nuevos actores populares que emergieron en la lucha constituyente. El voto pro PS de convencionales electos por el FA no sólo va contra nuestra historia y nuestras bases, sino que peligra la posibilidad de ampliar la política. ¡Debe haber debate! No se trata de descartar un entendimiento con el mundo socialista. Se trata de que el FA discuta, legítimamente, la prioridad de la alianza hacia las nuevas fuerzas sociales, o hacia los antiguos actores políticos. Debate, democracia, ya basta de imposición fáctica. Un bloque histórico supondrá una compleja alianza social y política. Sin descartar ninguna de sus vertientes, el FA debe saber priorizar la nueva sociedad y su constitución política. Es la fuerza mejor aspectada de la izquierda hoy para hacerlo. ¡Responsabilidad histórica!”, se lee en una de las publicaciones de su cuenta eliminada en Twitter. En La Tercera, días después, profundizaría que “el FA podrá tener muchas deficiencias, muchas insuficiencias que tendremos que discutirlas al interior de la coalición, pero tanto sus dirigentes como la militancia de base provienen de los movimientos sociales y estudiantiles (...) tenemos una ventana de oportunidad que no es eterna y mucho ojo con esto, porque a veces se pone de un lado esta idea de que girar al centro es asegurar estabilidad y, por lo tanto, lo contrario sería un izquierdismo principista que genera caos”.

Su malestar con las pruebas

En enero de 2020, Orellana mostró su descontento con la ya extinta PSU. Decía, de hecho, que el estallido social había acelerado cambios culturales. “Hace años los jóvenes chilenos protestan contra el mercado educativo. Parte del mercado son los instrumentos de medición que, hechos con otros propósitos, terminan siendo marcas de ‘valor’ y ‘precios’”, dijo en su Twitter, donde añadió que la educación chilena es segregada y de mala calidad promedio: “A la mayoría se les obliga a entrar al mercado, y los instrumentos que ponen valor (como Simce y PSU) terminan responsabilizando individualmente a los jóvenes de esta gran injusticia general. Se les hace sentir menos valiosos”. El problema, agregaba, es que según su mirada el acceso a los buenos cupos en las buenas universidades son escasos. “Son pocos cupos y la sociedad no cabe en ellos. Podemos seleccionar de mil modos. El problema es la selección en sí”. Y cerraba: “Los jóvenes se rebelan contra ser reducidos a un puntaje. Tienen razón (…) el rechazo a la PSU no es el rechazo a la democracia. Es al revés. Es en su nombre”.

La educación superior y su problema basal

“Tenemos un problema estructural. Esto no tiene que ver con una prueba, yo tengo la mejor opinión el trabajo técnico que hace la U. de Chile al respecto, pero el problema no tiene que ver con el instrumento”, dijo en medio de una conversación radial en enero de 2021. Y es que, para Orellana, aunque a un estudiante le vaya bien en la prueba, el acceso a los cupos está jugado desde antes. “Lo que dicen a los estudiantes es que el 70% de los puntajes ya está determinado por donde naces, significa que es una carrera que no vamos a ganar”.

Los (muchos) títulos universitarios

Su mirada es bastante crítica en un sistema -educación superior- al que ahora le toca liderar. Pero ha sido especialmente fustigador con el crecimiento de los títulos profesionales. “Expandimos la esfera universitaria de manera descontrolada, lo hicimos en poco tiempo y de alguna forma la reventamos, entonces la confianza que generaba un título universitario hace 15 o 20 años, no es la misma que produce hoy, porque hay una generación de estudiantes endeudados, con alta rotación laboral que trabajan no siempre en lo que estudiaron”, explicó en CNN en 2019. En esa misma conversación, el sociólogo afirmó que “ahora como más gente estudia y, sobre todo, se han incorporado a la educación superior sectores de origen más popular, para esos sectores la enseñanza universitaria no es la gran promesa de una clase media consolidada”.

El paradigma neoliberal

No hay neoliberalismo tan radical como el chileno”, expuso en la revista Jacobin de EE.UU. en noviembre de 2019. En otras entrevistas, señalaba que “el problema central es que para el paradigma neoliberal los salarios deben fijarse según productividades individuales técnicamente demostradas, y no pueden ser objeto de deliberación política, por eso al neoliberalismo nunca le ha gustado que haya un salario mínimo”, decía en enero de 2016, ejemplificando con la carrera docente a la que se someten los profesores.

El plebiscito que aprobó

Una vez consumado -septiembre de 2022- la victoria del Rechazo en el plebiscito de salida que buscaba un nuevo texto constitucional, Orellana estuvo de invitado en La Tercera TV, donde señaló que la lección que debían sacar los defensores del Apruebo “no es que la gente no sabe votar o volver a las caricaturas del facho pobre. Al contrario, con este resultado los sectores populares están diciendo que sin ellos no se va a construir un país, estamos obligados a un nuevo proceso, a reconectarnos con esa sociedad. Desde la vereda del Apruebo tenemos que llevarnos como gran lección que perdimos conexión con el mundo popular del cual venimos y al cual no hemos sabido dar una respuesta concreta”. Pero, además, expuso que “negar el sentimiento anti elitario que recorre la sociedad chilena es tapar el sol con un dedo”. Dijo también que de ahí en más se debía encontrar un cauce “para esa sociedad que bramó en octubre y que de alguna manera rechaza a la representación política”.

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