El clásico universitario que se pelea La Moneda: historias de fanatismo de Boric y Sichel, hinchas de Católica y la U
Tanto el diputado como el ex ministro, vencedores en las primarias de Apruebo Dignidad y Chile Vamos, respectivamente, son acérrimos seguidores del fútbol y de las escuadras estudiantiles. La afición les ha dado alegrías, sinsabores y más de algún mal rato en las redes sociales.
Gabriel Boric y Sebastián Sichel se enfrentarán en las elecciones presidenciales de noviembre. Una disputa que seguramente despertará muchas pasiones, que bien se podrían comparar con las de un clásico del fútbol. Y en este caso, literalmente, un clásico universitario. La comparación no es antojadiza. Al diputado magallánico y al ex ministro de Desarrollo Social es probable que, incluso, les agrade. Ambos son fanáticos del fútbol. El primero es un hincha reconocido de Universidad Católica. El segundo, jamás ha ocultado que otra de sus pasiones, al margen de la política, es Universidad de Chile. Lo curioso es que la formación profesional de ambos se desarrolló en la casa de estudios que, en el fútbol, constituye la vereda de enfrente, el máximo rival.
Ambos son de ir al estadio con frecuencia. Boric, por ejemplo, se ha esforzado en aclarar que es un hincha ‘de galería’. Hace dos años, en la revista De Cabeza, ofrecía señales más que concretas de su cercanía con el club de la franja. Se remontaba a la final de la Copa Libertadores que los cruzados perdieron en 1993, frente a Sao Paulo; reconocía como referentes a Cristián Álvarez y Milovan Mirosevic; y situaba como su versión favorita de los planteles de la franja al equipo que no pudo ser campeón en 1994, pero que tenía en sus filas a Néstor Gorosito y Alberto Acosta, otros dos jugadores que se convirtieron rápidamente en sus ídolos de infancia.
En su momento político más feliz, después de vencer en la primarias presidenciales a Daniel Jadue, el parlamentario no se olvidó de la UC. “Hay tres cosas claras sobre mí: soy magallánico, de izquierda y cruzado”, se autodefinió. La identidad deportiva tiene origen familiar. “Toda la familia es de la UC. Veíamos juntos los partidos en Punta Arenas. Gabriel siempre ha sido muy apasionado, muy hincha. Gorosito siempre fue uno de sus ídolos. Alguna camiseta con el número 10 tuvo. Y la primera vez que fue a San Carlos fue una emoción tremenda para él”, confidencian desde el entorno más próximo del candidato.
Sin embargo, la conceptualización más controvertida de su afición por los cruzados tiene que ver, precisamente, con la localidad a la que suele asistir en San Carlos de Apoquindo. “Esos cuicos que van al estadio a tribuna a ver a la Católica son lo peor. Son como animales que los sueltan el fin de semana. Se descargan de todas sus frustraciones, usan todos los garabatos que no dicen en su vida. Yo siempre voy a galería, pero una vez mi hermano andaba enfermo y fuimos a tribuna, a un partido en el Santa Laura. Un colorín de la UC le dijo al guardalíneas ‘no te digo hijo de puta porque erís huacho’. Una cosa del siglo XIX, terrible. Sentí vergüenza”, confesaba.
Eso sí, reconocía que muchas veces se le hace insostenible negar el perfil acomodado del club. “He tratado de buscar argumentos para defender que la UC no es un equipo de clase alta, que en realidad somos de Independencia y todo ese cuento, pero es insostenible. No es que los cuicos se tomaron el club. Siempre ha sido cuico”, reconoce.
Como todo fanático, también ha tenido exabruptos a la hora de referirse al archirrival. De esos excesos, tuvo que arrepentirse. En 2012, por ejemplo, trató de ‘madres’ a los azules. Con el tiempo, reconoció el error. El aprendizaje acerca del feminismo lo llevó a evitar ese tipo de expresiones. El decálogo futbolero de Boric también incluye una mención al público que suele asistir a los partidos de la Selección. “Que va al estadio y a los veinte minutos empieza a gritar ‘olé’. Uno debería exigirle al que quiera ir a ver a la Selección haber ido al estadio a ver a su equipo unas cinco veces en el último año. Está bien que vayan, bien por la familia, pero un poco de respeto por el fútbol”, exigía. El domingo por la noche, lamentaba haberse perdido un partido de la Roja, este año. “Mi momento más complicado de la campaña fue cuando no pude ver el Chile-Argentina porque me hicieron grabar para la franja”, dijo.
“Pasiones que se heredan”
A Sichel se le había visto varias veces en el Estadio Nacional, cuando el coronavirus aún no impedía asistir a los recintos deportivos, alentando a la U. Muchas veces, incluso, ataviado con su camiseta y acompañado por sus hijos. “Pasiones que se heredan”, fue la semblanza que escogió para una imagen suya acompañado por uno de sus retoños, precisamente en uno de los partidos de los laicos.
Y en conversación con El Deportivo, el candidato presidencial repasa su amor incondicional por los azules. Fue cuando vivía en concón: “Yo jugaba en las inferiores del Concón National. Un día nos enfrentamos a la U y ahÍ empezó este amor. También me gusta porque le gustaba mucho a mi abuelo”, dice.
El candidato reconoce que “jugaba de 3 o de 9”, porque “si bien son posiciones distintas, para las dos se necesitan tipos altos”. Cuenta que incluso intentó ser futbolista del equipo laico cuando tenía 12 años. Quería sí o sí estar ligado a la institución: “No quedé, estuve un año tratando, pero no hubo caso. Terminé en una escuela de la U en Quilín”, dice.
Sichel reconoce que vivió sus momentos más intensos como fanático de la U durante el bicampeonato del 94-95. Tenía apenas 17 años. “Seguí muy fuerte a la U desde el 94 en el estadio. Vi toda la campaña del 94, 95 y después el bicampeonato del 1999 y 2000″, recuerda. “Me metía en los segundos tiempos al Nacional. Veía hasta el minuto 10 del segundo tiempo con los tíos que vendían los sándwich de potito. No tenía plata para pagar la entrada y sabía que ahí se liberaba el estadio. Me iba siempre para la galería, en la barra de la U”, agrega.
Y esa pasión se ha preocupado de heredarla a sus hijos. “Mi ídolo es Marcelo Salas, por lejos. El gol que le hace a la Católica en 1994 es el que más he gritado. Todavía le muestro videos a mi hijo de Salas. Era extraordinario”, dice Sichel. También ya les enseñó la canción que más repite en su cabeza de la barra estudiantil. “La canción que más me gusta es esa ‘somos, somos, somos, somos de la U....de la Universidad de Chile’”, dice, entonándola. “Me la enseñó mi abuelo y yo a mi hijo. No tiene garabatos, es bien bonita”.
El anuario de Sichel, que data de 1995, el año en que egresó del liceo Alexander Fleming, de Las Condes, da cuenta de un vínculo de siempre. Uno de sus apodos juveniles alude, precisamente, a uno de los jugadores estudiantiles de la época: Bruja Aredes, en alusión al argentino Raúl Heriberto Aredes, volante creativo en la campaña que consiguió el título nacional en 1994, después de 25 años de sequía.
El recuerdo resalta su condición de futbolero. “Se ganó el apodo de Capitán. Gran hincha de la U azul”, consigna.
Sichel, quien reconoce que la última campaña que siguió completa como hincha de la U fue la de la Copa Sudamericana 2011, pues ahora va esporádicamente con sus hijos, no esconde tampoco su preocupación por el momento del club. “Casi me morí cuando quedamos eliminados con Fernández Vial. Espero como todo hincha de la U que salgamos adelante”, cierra.
En el club universitario, en tanto, dicen que nunca ha recibido privilegios por su figuración pública. Precisan que siempre que ha asistido a los partidos de la U como local ha pagado la entrada y que jamás ha recibido alguna invitación.
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