El complejo momento en que Netanyahu ordenó nueva ofensiva contra Hamas que pulveriza el alto el fuego en Gaza
Mientras familiares de los cautivos en Gaza critican al primer ministro de Israel por “renunciar a los rehenes”, Benjamin Netanyahu asegura que el mortal ataque aéreo que causó la muerte de más de 400 personas -incluidos niños- tiene como objetivo desarticular al grupo islámico. Sin embargo, críticos dentro del país ven un intento por ganarse el favor de la extrema derecha, la que volvió a integrarse al gobierno tras el bombardeo.
Más de 400 palestinos, incluidos niños y mujeres, murieron la madrugada de este martes luego de que Israel lanzara el mayor ataque aéreo en la Franja de Gaza desde que entró en vigor el alto el fuego con Hamas, el 19 de enero. La decisión militar, sin embargo, viene acompañada de una consecuencia política: dejó seriamente en entredicho la continuidad de la frágil tregua de la guerra en Medio Oriente e impulsó nuevamente al sector de la extrema derecha israelí, que volvió al gobierno luego de retirarse, indignados por el alto el fuego alcanzado a principios de año.
Además de los fallecidos, el Ministerio de Salud palestino informó de otras 562 personas heridas, lo que “plantea la posibilidad del retorno a una guerra abierta”, señaló el diario The New York Times. La ofensiva contó con el apoyo de Estados Unidos, donde la Casa Blanca dijo haber sido consultada sobre el ataque y expresó su total apoyo al proceder israelí.
Si bien Israel aduce razones estratégicas para retomar la guerra, voces críticas del primer ministro, Benjamin Netanyahu, creen que también hay un fuerte componente político tras la reanudación de las hostilidades. De hecho, familiares de rehenes han sido especialmente duros con él tras bombardear el enclave palestino.
Netanyahu aseguró este martes que Israel “ha vuelto a combatir con fuerza” y que la irá incrementando progresivamente. “Quiero prometer: esto es solo el principio”, señaló en un discurso a la nación tras dejar claro que las negociaciones para resucitar la tregua “solo tendrán lugar bajo fuego”.
Previamente, Netanyahu ya había justificado la ofensiva por el “repetido rechazo” de Hamas a renunciar a lo que pactaron en enero y a liberar más rehenes israelíes, aunque sin garantías de que conllevará el fin de la guerra, indicó el diario El País. Por su parte, el grupo islamista, que ha pedido la intervención internacional, niega haber planeado nuevos ataques y dice que Israel solo buscaba “reanudar su genocidio contra civiles desarmados”.
Marwan Bishara, analista político de la cadena qatarí Al Jazeera, dijo que había al menos tres razones que explican la decisión de Netanyahu. En primer lugar, está el plano militar, donde desde el inicio de la guerra el premier decía que no la finalizaría hasta la destrucción total de Hamas. Sumado a la puesta en escena en la liberación de los cuerpos de israelíes por parte del grupo islamista, que “humilló a Netanyahu”, dijo Bishara, terminó convenciéndolo de que la guerra debía continuar.

Por otro lado, continuó el analista, “también existe una justificación estratégica, basada en la visión de Donald Trump de desplazar (a los palestinos fuera de Gaza)”. Según Bishara, “no se puede desplazar a millones de personas sin una guerra” de por medio.
Por último, el premier israelí “está siendo juzgado por varios cargos de corrupción y necesita desviar la atención lanzando otra campaña sangrienta en Gaza”, cerró. De ser declarado culpable, incluso enfrenta el riesgo de ir a la cárcel.
Por qué volver a la guerra
Benjamin Netanyahu dijo que había ordenado al Ejército tomar “medidas enérgicas” contra Hamas por su negativa a devolver a los rehenes que siguen en manos del grupo islamista palestino. Autoridades del país de mayoría judía creen que menos de la mitad de los 59 cautivos restantes siguen con vida.
El mortal ataque ocurrió en un momento en que las negociaciones para extender el alto el fuego se encontraban en su punto más bajo, ya que Israel se negaba a poner fin a la guerra mientras Hamas siguiera en el poder.
Ante la perspectiva de que a principios de mes finalizara el cese de las hostilidades y comenzaran las conversaciones sobre un eventual fin de la guerra, Netanyahu aceleró. Según el propio primer ministro, el escaso interés de Hamas por desmantelar los batallones que perpetraron el ataque del 7 de octubre de 2023, sumado a la negativa de devolver a los rehenes, eran prueba del nulo interés del grupo islamista por ceder, así que empezó a exigir, justamente, la liberación de las personas cautivas. Steve Witkoff, enviado de la administración Trump para Medio Oriente, también había ofrecido extender la tregua a cambio de la entrega de rehenes.
“Fue una noche infernal. Parecía uno de los primeros días de la guerra”, dijo a Reuters Rabiha Jamal, de 65 años. “Nos preparábamos para comer algo antes de empezar un nuevo día de ayuno (de Ramadán) cuando el edificio tembló y empezaron las explosiones. Pensábamos que todo había terminado, pero la guerra ha vuelto”, añadió.
La ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) señaló en un comunicado que “en el Hospital Nasser, los equipos de MSF han recibido 55 muertos y 113 heridos. En Deir Al Balah, el hospital de campaña de MSF ha recibido 10 heridos, mientras que en la sala de urgencias del hospital de Al Aqsa han llegado 20 fallecidos y 68 heridos”.
En tanto, “en la clínica de MSF en Attar, en Al-Mawasi, en el sur de Gaza, los equipos atendieron a 26 heridos, tres de ellos en estado crítico, trasladados posteriormente al Hospital Nasser. La clínica fue alcanzada por metralla, pero el personal de MSF resultó ileso”.
El Ejército israelí describió los ataques como una “ofensiva preventiva”, consignó Reuters, cuyo objetivo era disminuir la capacidad de Hamas de lanzar ataques contra Israel. “No tuvimos más alternativa que dar la orden de reabrir el fuego”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores israelí, Gideon Saar.
El medio Ynet News aseveró que el ataque fue “preparado” de “manera compartimentada en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) con el fin de crear sorpresa”, y “tenía como objetivo atacar decenas de objetivos simultáneamente, con el fin de maximizar el daño a tantos terroristas como fuera posible”.
En esa línea, según The Guardian, la ofensiva se llevó a cabo en este momento porque “se han repuesto las reservas de munición -en parte gracias a las entregas estadounidenses- y se han identificado nuevos objetivos potenciales entre los líderes de Hamas”. Al mismo tiempo, “se han reparado aviones y otros equipos”, y “las tropas han descansado”.
Si bien se reportó la muerte de niños, aseguraron que su objetivo eran “mandos militares de rango medio, dirigentes e infraestructura terrorista”.
Por su parte, Hamas confirmó que entre los muertos estaban Essam Addalees, jefe de facto del gobierno del grupo islamista; Ahmed Al-Hetta, viceministro de Justicia, y Mahmoud Abu Watfa, viceministro del Interior y jefe de los servicios de seguridad dirigidos por Hamas.
Sin embargo, los familiares de israelíes en manos del grupo no lo vieron desde esa perspectiva. Al contrario, en una declaración publicada en X, el Foro de Rehenes y Familias Desaparecidas acusó al gobierno de Netanyahu de “renunciar a los rehenes” y afirmó que “el mayor temor de las familias, los rehenes y los ciudadanos se ha hecho realidad”.
“Estamos conmocionados, furiosos y aterrorizados por el desmantelamiento deliberado del proceso para devolver a nuestros seres queridos del terrible cautiverio de Hamas”, escribieron. También preguntaron por qué el gobierno “se retiró del acuerdo de alto el fuego” con el grupo islamista.
Las autoridades aseguran que una mayor presión provocará la liberación de más rehenes, consignó el periódico The Guardian, pero muchas familias no lo creen así.
La dimensión política
Amos Harel, periodista israelí que escribe en el periódico opositor Haaretz, sostiene que “la renovada ofensiva de Israel en Gaza expone el verdadero objetivo de Netanyahu: la supervivencia política mediante una guerra interminable”.
La razón tras la acusación es que el premier requiere del apoyo de la extrema derecha, encarnada en políticos como Itamar Ben-Gvir, para sostener su gobierno. Y tras la firma del alto el fuego, en enero de este año, esa facción se retiró de la coalición en señal de protesta. Pero ahora, tras el ataque israelí que causó la muerte de más de 400 palestinos, tanto Ben-Gvir como otros exministros de la coalición ultraderechista Poder Judío anunciaron que retornarán al gobierno de Netanyahu. Un detalle no menor: lo hicieron mediante un comunicado conjunto con el partido Likud, la tienda política de Netanyahu.
“No hay otra forma de explicarlo: Israel rompió deliberadamente el acuerdo de alto el fuego con Hamas -con la aprobación estadounidense- porque no quería cumplir plenamente las condiciones a las que se había comprometido hace dos meses”, aseguró Harel en una columna para Haaretz.

“Fue el gobierno de Israel el que incumplió el acuerdo al no completar la prometida retirada de las FDI de la Franja de Gaza en las últimas semanas, especialmente de la ruta Filadelfia a lo largo de la frontera entre Gaza y Egipto”, añadió.
Y cerró con la dimensión política, donde el periodista cree que la jugada se enmarca en “una serie de objetivos políticos urgentes que el primer ministro no admitirá públicamente: restaurar a Itamar Ben-Gvir y su facción de extrema derecha Otzma Yehudit (Poder Judío en hebreo) en el gobierno, aprobar el presupuesto y estabilizar la coalición”.
Todo esto ocurre mientras la prensa local informa que Netanyahu busca destituir a Ronen Bar, el jefe del Shin Bet, el Servicio de Seguridad General. De hacerlo, sería un hecho sin precedentes, pues en los 77 años desde la creación del Estado de Israel ningún director de la agencia de inteligencia nacional ha sido destituido. Es más, solo se han producido dos renuncias.
Este domingo Netanyahu anunció la decisión tras asegurar que Bar había perdido su confianza. No fue una sorpresa, ya que hace meses que planeaba hacerlo, pero la presión de la oposición, que reaccionó indignada ante la noticia, retrasó la medida.
Según The Associated Press, un par de investigaciones del Shin Bet recientemente iniciadas contra asesores de Netanyahu parecieron ser un punto de inflexión. Una está examinando a un portavoz del premier israelí que supuestamente filtró a un medio de comunicación alemán documentos clasificados que parecían darle a Netanyahu cobertura política en las negociaciones de alto al fuego. La otra está investigando reportes de que Qatar contrató a cercanos colaboradores del líder del Likud para lanzar una campaña de relaciones públicas en Israel.
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