“El general gastaba mucha plata”: Izurieta reconoce ante jueza Rutherford desvío de gastos reservados para financiar a familia Pinochet
El excomandante en jefe del Ejército testificó ante la jueza que investiga el fraude en esta rama castrense que anualmente recibía poco más de $ 72 millones por concepto de gastos reservados en efectivo. Parte de ese dinero lo manejaba en un maletín, pero cuando eran cantidades menores, entre $ 3 y $ 4 millones, los billetes los llevaba en su bolsillo. Los recursos se usaron para fines distintos a la seguridad nacional, como, por ejemplo, costear las necesidades de Lucía Hiriart, quien a veces lo llamaba para pedirle "apoyo económico".
Los interrogatorios de la ministra Romy Rutherford son conocidos por su intensidad y también por el nivel de detalle al que ha sido capaz de llegar cada vez que cita hasta su despacho a algún general (R) del Ejército. Esto lo saben varios exuniformados y la semana pasada lo experimentó en carne propia el excomandante en jefe del Ejército y exsubsecretario de Defensa Óscar Izurieta Ferrer. En la resolución de procesamiento, a juicio de la propia magistrada, el exmilitar admite varios delitos, entre ellos el desvío de dineros que tenían como fin actividades de inteligencia, incluso, para costear requerimientos de la familia del fallecido Augusto Pinochet.
La cronología de la caída de Izurieta comenzó hace unos días, cuando la jueza lo citó a declarar como inculpado bajo sospecha de millonarios desvíos de gastos reservados asignados a la entidad castrense y luego lo dejó detenido en el Batallón de Policía Militar de Peñalolén, centro de reclusión en el cual ha estado hasta la fecha luego de ser procesado por la magistrada en el marco del denominado “caso fraude en el Ejército”. Este martes su defensor, Alejandro Godoy, solicitó su libertad bajo fianza, es decir, el pago de una suma de dinero que asegure su comparecencia ante el tribunal en el futuro. Sin embargo, la magistrada aún no resuelve si acoge o le niega la libertad al exalto mando.
Con Izurieta detenido y a su disposición, Rutherford aprovechó de carearlo, es decir, contraponer versiones cara a cara con el exjefe de Finanzas de la Comandancia en Jefe del Ejército, el coronel (R) Jorge Cortés, un testigo clave del caso, ya que es él quien entregó las primeras pistas del mal uso de estas millonarias partidas del presupuesto asignado a las Fuerzas Armadas.
El resultado del interrogatorio quedó plasmado en 68 páginas. El testimonio judicial de Izurieta está incorporado en el auto de procesamiento que la ministra Rutherford dictó el lunes 14 de febrero. El escrito, de 755 páginas, al cual accedió La Tercera PM, revela el convencimiento de la magistrada para imputar su presunta autoría en delitos reiterados de malversación de caudales públicos y de falsedad de documento militar.
Una de las piezas clave de la investigación es, justamente, la extensa declaración de Izurieta. En ese testimonio, expuso la jueza, el exjefe del Ejército “admitió haber usado recursos provenientes de gastos reservados para fines distintos de los permitidos por ley, según se lee del detalle del destino que se les dio a aquellos fondos recibidos por la Comandancia en Jefe durante los cuatro años en que el declarante fue comandante en jefe del Ejército”.
Además, se lee en el escrito, “reconoció haber ordenado –a otros funcionarios militares– la utilización de dichos recursos también para fines ajenos a inteligencia, contrainteligencia y seguridad. Asimismo, aseveró que firmó la declaración jurada y rendición de cuentas que anualmente se remitía a la Contraloría General de la República sin saber realmente en detalle en qué se habían utilizado los gastos reservados que recibía el Ejército y de los cuales admitió ser el responsable”.
El testimonio de Izurieta entrega una serie de detalles que permiten entender de qué forma se usaban los gastos reservados de esta rama castrense. El uso siempre fue ordenado por él y el destino de estos fondos, que deben ser usados exclusivamente para materias de seguridad nacional, terminó en gastos para el entonces general (R) Pinochet, Lucía Hiriart, regalos injustificados e incluso actividades con editores y periodistas de medios de comunicación.
Gastos reservados para costear la vida de la familia Pinochet
Izurieta le reconoció a Rutherford que durante su mandato los gastos reservados se usaron para mantener a Pinochet. “En sus primeros años parte de los recursos de gastos reservados iban al general Pinochet y su familia (...). Afirma que el general Pinochet gastaba mucha plata, porque era una persona que mucha gente hubiese querido que muriera antes de su muerte natural”, plantea el procesamiento.
Según el exjefe del Ejército, cuando Pinochet volvió a Chile, luego de su detención en Londres, “había mucha animadversión con él”. Por lo tanto, se trataba de un general “que había que cuidar”. Esto, agregó, se tradujo en que había que “tener personal a su disposición, como médico, enfermeros, escoltas”, y que “todo eso generaba muchos gastos”.
Para Izurieta esto tenía una justificación. A Rutherford le dijo que “todo estaba amparado en el decreto supremo que avalaba custodiar a los excomandantes en jefe”. De acuerdo a la versión del exuniformado, este decreto fue firmado por Presidencia entre 1994 y 1996.
El vínculo con la familia Pinochet estuvo a cargo de la Comandancia Guarnición del Ejército de la Región Metropolitana. Esta repartición, dice el procesamiento, “se encargaba de mantener todo el sistema de escolta, de salud y de apoyo de la gente que custodiaba y atendía al general Pinochet”. Este apoyo partió “con una cantidad gigantesca de personal”. Este staff luego disminuyó por órdenes del general Juan Emilio Cheyre y más tarde Izurieta lo volvió a reducir. El general (R) testificó que “se proporcionaba enfermeros, médicos, escoltas, conductores, todo el apoyo para el general Pinochet y su señora” y que, “efectivamente, con este fin se destinó una cantidad importante de recursos de gastos reservados”.
El procesamiento también incluye la declaración del exsecretario general del Ejército Andrés Avendaño Rojas. El general (R) relató que “pagó placas, arreglos y trabajos de la placa funeraria, todo relacionado con la muerte del general Pinochet”. El exuniformado también sostuvo que se usaron gastos reservados para comprar una placa conmemorativa para ponerla al interior de la Escuela Militar. La idea luego se desechó, pero Avendaño dijo que “la placa sí se hizo, que la pagó con estos gastos reservados, pero que finalmente no se instaló”. También comentó que “se utilizaron estos recursos de gastos reservados para trasladar y ubicar el lugar donde enterrar al general Pinochet, como así también gastos para hacer lobby para conseguir que lo enterraran en alguna parte”. Todo eso a pesar de que finalmente la familia decidió cremarlo y dejar las cenizas en la casa de Bucalemu.
Sobre este tema, Izurieta aseguró que “no dispuso hacer gastos relativos a la muerte del general Pinochet”. Esto mismo fue reafirmado por Avendaño. Sin embargo Izurieta luego agregó que “es posible que él haya dispuesto hacer gastos respecto de la placa conmemorativa del general Pinochet, pero que no está seguro, ya que este tema fue algo que él se encargó personalmente con la familia del general Pinochet, y él no tuvo ninguna injerencia en esos asuntos”.
El exuniformado también reconoció que “a veces la señora del general Pinochet (Hiriart) lo llamaba solicitando alguna ayuda económica y reconoce que le entregaba los recursos o se los enviaba con alguien”. Esto, añadió, “quizá ocurrió en dos ocasiones en que le entregó
$ 1.000.000 cada vez”.
El lobby comunicacional
En su declaración, Izurieta reitera más de una vez que parte de los gastos reservados se usaron en actividades con editores, periodistas y columnistas. Estos fondos se entregaban en efectivo al secretario general del Ejército, “porque era importantísimo para el Ejército que el secretario general se relacionara muy bien con los editores generales de los distintos medios de comunicación, que se anticipara a cualquier columna relativa al Ejército, que se relacionara con los medios de comunicación, con los editores y periodistas, a veces influir en una columna, armar una red de información que no pudiera perjudicar al Ejército”. De esta repartición dependía el Departamento de Comunicaciones.
“Todo esto era muy importante para la seguridad del Ejército. Indica que la seguridad del Ejército es muy importante para la seguridad interior y exterior del país. Refiere que la imagen es una y que cuando se deteriora la imagen del Ejército baja notoriamente la credibilidad de la institución y hay que anticiparse a ello. Afirma que para lograr este objetivo había que pagar almuerzos con los periodistas, pagar regalos para entregarlos a estos y otros detalles chicos también para ellos. Expone que, además de los pagos por gestiones que se hacían con los periodistas y conseguir que saliera o no cierta información pública, se hacían otros gastos menores”, dice el procesamiento.
Izurieta explicó ante la jueza que el secretario general del Ejército tenía la función de “relacionarse con todo aquel que pudiera perjudicar o beneficiar al Ejército”. Tenía que estar al tanto de “aquellos círculos que muchas veces lograban afectar a la institución”. Según el exuniformado, el “lobby con editores y periodistas” tiene directa relación con “la seguridad interna y externa de la nación”.
De hecho, el excomandante en jefe testificó que él dio la orden de que era necesario anticipar escenarios “con los medios de prensa, con los periodistas, con medios políticos, con organismos de ecología, organismos que andan buscando cómo perjudicar a las Fuerzas Armadas”. El objetivo de anticiparse era para evitar el daño: “La forma de anticiparse son las cosas que se hacen permanentemente, a veces generando una amistad, a veces comprando algo, a veces convenciendo, hablar con el editor de los medios de prensa y comunicación, hablar con el periodista. Asevera que en cuanto dice relación con fondos provenientes de gastos reservados, estos se gastaban en hacerles regalos, reunirse en varias oportunidades y pagar las cenas y comidas, comprar un paper, hacerles invitaciones, etc.”.
El método para hacer regalos de matrimonio
Izurieta relató que fue su idea crear un modelo de regalos para matrimonios: “Sostiene que no había capitán que se casara que no enviara un parte de matrimonio. Sostiene que él hizo un sistema de regalos clasificados con las letras ‘A’, ‘B’ y ‘C’, según la persona que se casaba o quien enviaba la invitación. El regalo ‘A’ era una cuchillería que costaba $ 90.000 aproximadamente y de ahí hacia abajo. Explica que el pago de estos regalos se hizo con el mismo sistema del pago de los regalos que refirió anteriormente, vale decir, con el sistema que venía de los periodos anteriores al suyo. Dice que él no dispuso expresamente a Cortés que utilizara gastos reservados. Menciona que él no preguntó a Cortés con qué recursos los pagaba. Señala que no existe un ítem del presupuesto ordinario que permita realizar este gasto”.
El exmandamás del Ejército agregó que “los regalos de los generales, es posible que le haya dicho Cortés al deponente que los pagó con gastos reservados, pero dice no recordarlo. Advierte que la decisión de entregar los regalos fue del declarante y que no hay lugar a duda de ello”.
Dinero en maletín o en el bolsillo de la tenida de combate
Izurieta explicó que anualmente recibía entre $ 70.000.000 o $ 72.000.000 en gastos reservados en un sobre con dinero en efectivo. Luego él le pedía a Cortés mensualmente montos de
$ 6.000.000. El excomandante en jefe del Ejército contó que “todo ese dinero nunca se lo depositó en su cuenta corriente ni en su tarjeta de crédito”, que siempre era gastado en efectivo y que los primeros fondos los recibió en abril o mayo de 2006. “Asevera que este dinero él lo recibía y lo dejaba en una caja de fondo en la oficina. Expresa que también tenía caja de fondo en la casa. Explica que estos recursos los iba gastando o entregando según la actividad”, expone el escrito de Rutherford.
El dinero siempre lo llevaba en una maleta. “Menciona que llegaba al lugar donde alojaría y que muchas veces se quedó con el maletín en la mano. Señala que durante las ceremonias no mantenía el maletín junto a él, lo entregaba”, se lee en el escrito. Sin embargo, si el monto a transportar era entre $ 3 o $ 4 millones, el maletín ya no era necesario: “En estos casos llevaba el dinero en el bolsillo del pantalón o en un bolsillo de la tenida de combate, etc. Asegura que siempre en efectivo. Manifiesta que en estos casos a veces el dinero se lo entregaba al ayudante y que en otras ocasiones entregaba él personalmente los dineros al destinatario”.
Las actividades eran muy variadas, como por ejemplo, un seminario que se hizo en Chile en el Hotel Crowne Plaza en 2009 en conjunto con el International Institute of Strategic Studies: “Indica que este evento lo inauguró la Presidenta de la República y que el deponente logró que expusieran, entre otros, el expresidente Frei y el en ese momento candidato presidencial Piñera. Además, dice que trajeron gente de Europa, Perú, Argentina y Bolivia a exponer. Afirma que en esa actividad se gastaron alrededor de $ 70.000.000 de gastos reservados e indica que sacó esos recursos de la caja fuerte de su casa con los recursos que tenía guardados de los que le había entregado Cortés mensualmente”.
Otro evento que fue costeado con gastos reservados se hizo en el norte del país. Así lo dice el procesamiento: “Narra que a los columnistas, los expertos de opinión y de defensa, comisiones de defensa, empresarios, políticos, periodistas, académicos, entre otras personas, se les llevó a Iquique en avión. Señala que deben haber sido unas 40 personas. En dicho lugar, se les recibió con una comida, se les entregó tenida de combate. Al día siguiente se les presentó el proyecto del Ejército respecto de qué querían construir en la institución y qué se buscaba cambiar. Después se les llevó a, lo que es hoy, la Segunda Brigada Acorazada y se les hizo una exposición del material que iba a llegar”.
Agrega que todo esto tenía importancia, ya que se mostró cómo funcionaba el Ejército. “Indica que esa gente asistió en búsqueda de recursos. Menciona que después se fueron a la quebrada de Tarapacá, donde se recreó la batalla de Tarapacá, con una buena producción. Señala que luego fueron en un avión del Ejército a Arica, que la gente alojó en la Hostería de Arica y que al día siguiente se hizo entrenamiento y un ejercicio de combate. Declara que en esa actividad se vio a senadores mandados por un cabo instructor. Indica que al final se hizo un almuerzo con los invitados y un recuerdo. Dice que la gente finalmente regresó en avión institucional a Santiago con las tenidas de combate, tenidas que debían devolver lavadas. Expresa que esto tenía un simbolismo tremendo. Afirma que todos los gastos de esta actividad se costearon con gastos reservados del Ejército. Afirma que esto les dio mucho rédito, ya que les permitió financiamiento que se buscaba para la institución”, aseguró.
La mesada de $ 800 mil
Izurieta también reconoció haber recibido dineros de gastos reservados en su calidad de excomandante en jefe. A Rutherford le dijo que recibió $ 800 mil mensuales desde abril de 2010 hasta julio de 2017 y que fue el primero en renunciar a esos recursos y devolver al personal que tenía a su disposición. También dijo que ese monto lo destinó a seguridad y protección de su persona y de su domicilio.
“Asegura que el dinero lo utilizó en comida, peaje, combustible, en que se trasladaran a sus casas estas personas, pagar estacionamiento, en adelantarse en algunas áreas y vigilar que dichas áreas estuvieran seguras. Indica que ambas personas fueron designadas por el Ejército. Menciona que la institución no les pagaba alimentación, por lo tanto, si él no se las costeaba, ellos no podrían hacerlo. Explica que, además, los traslados tampoco se los costeaba nadie, por eso se los pagaba él con estos recursos. Reconoce que estos dineros nunca los depositó, sino que usó los recursos en la medida en que se iban necesitando”, se consignó en el auto de procesamiento.
En su testimonio también narró que “renunció a estos recursos y al personal asignado, porque dejó de ser una persona vulnerable”. Según su declaración, Izurieta le aseguró a la jueza que “él era el encargado de proponer la planificación política de la defensa”, que “el Ministerio de Defensa no se hizo cargo de su seguridad, sino que se encargó de esto el Ejército y que “él evaluaba todos los proyectos de inversión de capacidad militar de las tres instituciones”, por lo tanto “él era la persona en Chile con más conocimiento de la seguridad nacional del país”.
Finalmente, testificó que durante sus cuatro años al mando del Ejército asignó la suma de $ 400.000 a los excomandantes en jefe que le precedieron: Ricardo Izurieta Caffarena y Juan Emilio Cheyre. Ese monto, eso sí, era independiente de lo que le entregaba al general Pinochet.
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