El imperio contraataca

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Presidente Sebastián Piñera junto al ministro de Hacienda, Felipe Larraín.

La oposición comienza a reunirse ampliamente. Los números de Larraín aun no son del todo claros: la rebaja que significa la reintegración para las mega empresas no parece tener compensación. Por otro lado, se critica el relajo que pretende introducir la propuesta a las normas antielusión, a la vez que el llamado "defensor del contribuyente" parece un mal chiste del gobierno contra su propio servicio. Eso para comenzar el análisis.



Después de varias semanas para el olvido, el gobierno contraatacó. A partir de las cifras de la encuesta CASEN y el anuncio de la reforma tributaria, el gobierno quiso dejar atrás los malos momentos y mostró, por primera vez, sus verdaderas cartas. Se acaba el show de las bufandas azules y comienzan las verdaderas batallas.

Desde comienzos de julio se incubaba en la elite política y económica una sensación de inconformidad, a la vez que la ciudadanía apreciaba que, en realidad, los tiempos no fueron tan mejores como se prometía.

Por qué tanta demora, por qué tanta bandera arriada, para qué tanta concesión, pensaban los principistas de derecha. Por qué no hay pega, por qué no suben los sueldos, por qué aumenta la delincuencia, pensaba la ciudadanía.

Para rematarla, un Ministro que le pone etiqueta a su propio gobierno. Si Piñera 1 no pudo nunca superar el mote de la "letra chica", y a Bachelet 2 se le hizo imposible lidiar con la imagen de la "retroexcavadora", Piñera 2 puede llegar a ser recordado como el gobierno de los "bingos". El gobierno que cree que la política no es más que orden público y crecimiento económico, pero el resto, la igualdad o los temas sociales, deben ser entregados a la caridad y la compasión.

El Presidente Piñera se dio cuenta del riesgo que podía significar que un cuadro de estas características se hiciera permanente y cristalizara como sentido común ciudadano. Por eso hace el primer cambio de gabinete. Sin preverlo, sin embargo, estalla el otro handicap de la derecha: los derechos humanos. Todo el affaire del ex Ministro Rojas puso de relieve un tema donde la derecha solo tiene que perder, básicamente, por haber sido cómplice, casi en su totalidad, de graves crímenes. Ni siquiera el intento de sacar la pelota al córner con el Museo de la Democracia (a.k.a. Museo del Empate) logró despejar el peligro. Ante el desánimo de sus propias huestes, Piñera tenía que dar vuelta la página.

El gobierno tiene un claro alto mando y es muy hábil tácticamente. Rápidamente llamó al orden a sus propios partidos; los citó a la casa del Ministro Chadwick y los retó bien retados. Piñera fue rápido e inteligente en esa jugada. No puede permitir crítica pública para ganar aplauso y lisonja privada para pedir cargos. Y junto al orden interno, el gobierno instaló en los medios varias escenas de inmigrantes siendo deportados, de noche, esposados, en fila, en un triste espectáculo televisivo, pero que réditos da en el chovinismo chileno.

El terreno se abonaba para el lanzamiento de una de las principales contrarreformas del período, la reforma tributaria, el gran contraataque. Las cifras de la CASEN fueron presentadas –con gráficos infantilmente manipulados-- como la demostración casi científica de que las reformas estructurales de Bachelet no reducen la pobreza ni la desigualdad. Lo que vale, en esencia para el gobierno, es una estrategia de inversión y crecimiento económico que chorree para abajo.

Y así se presentó la contrarreforma tributaria, la que logró alinear a su sector, y también a la elite económica. Pero como enseña Star Wars, el contraataque arriesga unificar a los rebeldes.

La oposición comienza a reunirse ampliamente. Los números de Larraín aun no son del todo claros: la rebaja que significa la reintegración para las mega empresas no parece tener compensación. Por otro lado, se critica el relajo que pretende introducir la propuesta a las normas antielusión, a la vez que el llamado "defensor del contribuyente" parece un mal chiste del gobierno contra su propio servicio. Eso para comenzar el análisis.

En definitiva, se trata de un extenso proyecto que habrá que revisar detalladamente. Pero que ha logrado sentar, por fin, los términos del debate de este período gubernamental. Por el lado del gobierno, transparenta lo que realmente desea hacer y su capacidad para allegar los votos que le faltan en ambas Cámaras. Por la izquierda, el proyecto ha logrado unir a políticos y técnicos de la oposición, lo que no es menor.

Habrá que esperar a ver cómo se desarrolla el debate, y saber cuál es el verdadero león que el contraataque despertó.

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