El abrupto y millonario enroque de embajadores entre Francia y Canadá que complica a la Cancillería
Menos de un año alcanzó a estar en París el embajador José Miguel Capdevila, cuando ad portas de la gira del Presidente Boric a Francia, el gobierno ordenó sacarlo del cargo y trasladarlo a Canadá, tras iniciarse un sumario en su contra. La apresurada decisión ha provocado molestia en el cuerpo diplomático chileno, el gasto de millonarias sumas de dinero y un enredo con el gobierno canadiense que aún no termina de resolverse.
Ad portas de la gira que realizará el Presidente Gabriel Boric a España, Bélgica, Ginebra y Francia, prevista para los últimos días de julio, la Cancillería ordenó un abrupto enroque entre los representantes chilenos en París y Ottawa, Canadá. Es así como se dispuso la repentina salida del embajador José Miguel Capdevila, quien había sido designado en Francia hace un año, y su inmediato reemplazo por el hasta entonces jefe de la misión de Chile en Canadá, Raúl Fernández Daza. Este, a su vez, fue relevado por Capdevila.
La inesperada decisión causó sorpresa y malestar en el cuerpo diplomático chileno, debido a que, hasta la fecha, las máximas autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores no han dado explicaciones suficientes sobre los motivos que tuvieron a la vista para tomar esta inédita determinación. Esta, según algunas fuentes diplomáticas, podría generar ruido en la relación con Canadá y, además, tiene un elevado impacto económico, justo en momentos en que desde la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda fijaron criterios a los ministerios con miras a reducir los gastos administrativos en todas las carteras.
En concreto, la Dipres incrementó la presión para que los servicios y reparticiones públicas acoten los desembolsos en traslados y viáticos para el personal a los “indispensables para el funcionamiento de las organizaciones”. En este caso, indicó la Cancillería, “el traslado de ambos embajadores costaría un máximo de 60.000 dólares” (más de 48 millones de pesos). Sin embargo, varios diplomáticos chilenos afirmaron que lo habitual es que el traslado de un jefe de misión cueste entre 100 mil dólares y 150 mil dólares, dependiendo el país y ciudad de destino, unos 120 millones de pesos. Igual suma implica traerlo de vuelta a Chile. Situación que ha causado una fuerte molestia en el servicio exterior chileno.
El cambio de embajadores se había mantenido en reserva. Recién el 20 de junio pasado, un breve comunicado de la Cancillería anunciaba que Raúl Fernández, embajador de carrera que hasta ese momento era el representante de Chile ante el gobierno canadiense, había presentado las copias de sus cartas credenciales ante el director adjunto de Protocolo de la Cancillería francesa, Bruno Bisson.
La noticia provocó un escándalo entre los funcionarios diplomáticos chilenos, cuyos ecos aún no logran ser apaciguados. Entre los miembros del Servicio Exterior chileno no se entiende por qué se envió de urgencia a París al embajador Fernández, dejando acéfala la delegación de Chile en Canadá, para reemplazar a otro diplomático de carrera, en este caso, José Miguel Capdevila, quien llevaba menos de un año destinado en Francia. Capdevila había sido designado por el propio Presidente Boric como representante de Chile en ese país a mediados de 2022, por lo que se suponía contaba con la confianza del actual gobierno. El diplomático entregó sus cartas credenciales ante el Presidente francés hace menos de un año, el 22 de julio de 2022.
Sumario en curso
Diplomáticos chilenos que conocen detalles de este inusual hecho revelaron a La Tercera PM algunos de los aspectos que rodearon la abrupta salida de Capdevila desde Francia y su reemplazo en tiempo récord por otro diplomático.
Apenas a inicios de marzo, la Cancillería ordenó abrir un sumario en contra del embajador Capdevila, tras conocerse las denuncias de dos funcionarios de la misión diplomática de Chile en Francia en contra del entonces embajador por “supuestas conductas de acoso laboral”. La primera denuncia había llegado de manera informal en noviembre pasado y la segunda se presentó los primeros días de marzo, poco antes del cambio de gabinete.
Entre las denunciantes figura una joven funcionaria, con grado de segunda secretaria, quien ya había presentado tiempo atrás una denuncia similar, también por acoso laboral, en contra de Marta Mauras, mientras ambas se desempeñaban en Ginebra en la misión de Chile ante los organismos de Naciones Unidas. Esa denuncia contra Mauras fue una de las razones que tuvo en cuenta el gobierno para que, en marzo pasado, durante el cambio de gabinete, su nombre fuera desechado como carta para asumir en la Cancillería en reemplazo de Antonia Urrejola y se designara a último momento en el cargo a Alberto van Klaveren.
Según fuentes de Cancillería, en el ministerio hay a lo menos ocho sumarios abiertos contra funcionarios del servicio exterior por diferentes causas, los que se iniciaron tras una breve fase preliminar de investigación, en la que se determina si hay antecedentes que ameriten una indagación administrativa. Sin embargo, en el Ministerio de Relaciones Exteriores es común que estos sumarios se alarguen por varios años y hay algunos, incluso, que han tardado más de una década en finalizar.
Desde Adica, la asociación gremial que agrupa y representa al personal del Servicio Exterior, vienen planteando de manera permanente a las últimas administraciones la necesidad de agilizar estos procedimientos administrativos y esclarecer los hechos lo más rápido posible, tanto por el bien de las víctimas y denunciantes, como también de los propios diplomáticos sumariados.
Lo extraño de este caso es que la investigación en contra de Capdevila para establecer si son verídicos o no los hechos denunciados en su contra recién se estaba iniciando cuando la Cancillería tomó la decisión de sacarlo de París y enviar desde Canadá a Raúl Fernández para reemplazarlo y así tener a un nuevo embajador sin tachas ni conflictos internos para cuando el Presidente Boric llegue en visita oficial a París.
Fuentes de Cancillería que conocen del caso aseguraron que fueron dos hechos los que pesaron en apurar la salida de Capdevila. El primero, la visita del Presidente Boric a Francia, y el segundo es que las dos funcionarias se encontraban con licencia desde hace dos meses y se negaban a retornar a sus funciones mientras no fuera cambiado el embajador. Todo ello habría dejado sin margen de acción a la Cancillería.
Al interior del Servicio Exterior chileno, sin embargo, los diplomáticos reclaman que el ministerio se haya apurado en sacar a Capdevila desde París a menos de un año de su nombramiento, lo que podría ser interpretado como una sanción en su contra, pese a que el sumario recién está empezando.
Lo que ha enturbiado esta situación es que, precisamente para evitar que se leyera la salida de Capdevila de Francia como un castigo anticipado, la Cancillería decidió nombrarlo en Ottawa, en reemplazo de Fernández Daza. Sin embargo, según fuentes diplomáticas, el nombre de Capdevila como nuevo representante de Chile ante Canadá -que ya fue enviado a la Cancillería canadiense- no habría sido bien recibido por el gobierno del primer ministro Justin Trudeau. Esto, pues está al tanto de la situación que rodeó la salida de Capdevila desde Francia y la inusual fórmula que encontró la Cancillería chilena para apurar los nombramientos.
En Chile, diplomáticos en servicio activo, como algunos exembajadores, han manifestado en privado a la Cancillería su inquietud por el ruido que está generado este hecho en las relaciones con Francia y Canadá, países que son de gran importancia para la política exterior chilena. “Para Francia es muy incómodo que un país esté cambiando de representante en menos de un año y para Canadá es inexplicable que se envíe a un representante que está sumariado y que sale de una destinación a menos de 12 meses de haberla asumido”, señaló una fuente diplomática que pidió reserva de su nombre.
Las mismas fuentes recuerdan que el Presidente Boric y el primer ministro Trudeau suscribieron el 6 de junio del año pasado un Memorando de Entendimiento sobre Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer, y ambos han declarado a sus administraciones como “gobiernos feministas”, por lo que enviar a un diplomático sumariado por denuncia de maltrato laboral contra una funcionaria a su cargo sería considerado un desacierto de la Cancillería chilena.
A diferencia del gobierno francés, que ya dio el beneplácito al nombramiento del embajador Fernández, quien ya está instalado en la misión diplomática de Chile en París, Canadá no ha respondido todavía. Desde hace un mes y medio, la embajada de Chile se encuentra sin embajador, lo que podría extenderse por un tiempo no definido aún, a la espera de que el gobierno chileno decida finalmente si insistirá con la redestinación de Capdevila o, por el contrario, opta por nombrar a otro representante en Ottawa.
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