El insospechado legado de Shrek, veinte años después
La película sobre el malhumorado ogro verde del pantano debutó un 12 de mayo de 2001 en el Festival de Cannes, iniciando una exitosa saga y dándole prestigio a su estudio, DreamWorks Animation. También alcanzó estatura de ícono de internet, quizás la mayor prueba de su vigencia, y luego ha motivado incluso el origen de videos homoeróticos.
En competencia por la Palma de Oro, el Festival de Cannes acogió hace 20 años nuevas películas de Jean-Luc Godard, David Lynch, los hermanos Coen y Michael Haneke. También, fuera de competencia, se presentaron Les Âmes fortes, de Raúl Ruiz, y Apocalypse now redux, de Francis Ford Coppola.
La Costa Azul además acogió la primera exhibición en el extranjero de un título que no se ajustaba a la cosecha habitual del certamen, menos a su Sección Oficial, consagrada a los principales autores del mundo. Pero fue donde terminó mostrándose Shrek un 12 de mayo de 2001, tres semanas después de su premiere estadounidense, en Los Angeles.
Si el filme rescataba –en versión de la banda Smash Mouth– la canción I’m a believer (1966), de Neil Diamond, las primeras críticas que salieron desde Francia a la cinta proyectaban que “una gran cantidad de personas en todo el mundo también serán creyentes, una vez que Shrek se estrene en los cines” (The Hollywood Reporter).
El credo en torno al ogro más icónico del cine impulsó una recaudación mundial de US$ 484 millones en taquilla y terminó en un Bafta a Mejor guión adaptado y un Oscar a Mejor película animada, en la primera ocasión en que se entregó la estatuilla, pavimentando el camino para que se generaran nuevas secuelas e historias derivadas.
El éxito del filme partió por revolucionar el trabajo de DreamWorks Animation, la subdivisión de Universal Pictures que ya había estrenado cuatro películas, las principales Hormiguitaz (1998) y El príncipe de Egipto (1998), y que se componía en parte de antiguos trabajadores de Disney que estaban dispuestos a innovar en una época gris y conservadora para la compañía del ratón Mickey.
La reinvención del cuento de hadas y la aversión a cierto riesgo que planteaba Shrek fue el mejor sello para el estudio de animación al menos durante una década, en que logró construir franquicias alrededor de Madagascar (2005), Kung fu panda (2008) y Cómo entrenar a tu dragón (2010). Así, el malhumorado ogro del pantano marcó sobre todo la configuración de los personajes cómicos de la compañía, ya sea los animales de Madagascar o a Po, el desenfadado protagonista de Kung fu panda. Por cierto, el mismo éxito de títulos como Shrek despertó la posterior época de cambios de Disney, que adquirió Pixar en 2006 y aprovechó la instancia para despeinar y reanimar su área de animación.
Sin embargo, de las tres secuelas en torno a Shrek, Burro y Fiona, sólo la primera estuvo a la altura de su fenómeno de taquilla y crítica. Lo mismo aplicó para el spin-off en torno al Gato con Botas de 2011 y la posterior serie que hizo Netflix sobre el personaje.
Mientras la cinta original marcó todo un acontecimiento y fue agregada al Registro Nacional de Cine de Estados Unidos a fines de 2020, el lugar reservado para los grandes hitos culturales, el protagonista de la cinta de 2001 se ha convertido en una especie de ícono de internet que ha obsesionado a creadores de memes y también ha tomado caminos insospechados. Por ejemplo, según recoge el portal Little White Lies, la búsqueda de “Shrek is Love, Shrek is Life” en Google conduce a resultados de videos sexualmente explícitos que se inspiraron en un fan fiction homoerótico originado en un foro anónimo.
“Me conmovió mucho todo esto porque me di cuenta de que había venido de muchos jóvenes privados de sus derechos que sentían que no encajaban. El hecho de que pudieran decir ‘Soy como él’ y encontrar consuelo en eso, es realmente maravilloso”, celebró Andrew Adamson, director de la película junto a Vicky Jenson.
La realizadora también lanzó ideas sobre el inesperado devenir de su filme: “Creo que la razón por la que los fanáticos han adoptado a Shrek de esta manera es que hay una cualidad innata en la historia original que pide a los personajes y al público que reexaminen lo que creen que saben sobre sí mismos y cuestionen las expectativas que el mundo tiene de ellos”.
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